Me presento, me llamó Pamela, tengo 26 años y este es mi primer relato. Sucedió cuando tenía 19 años, soy una chica de piel blanca, mido 1.68, mi cabello es castaño a la cintura. Mis pechos no son muy grandes, pero a mí me encanta su tamaño, súper redonditos con pezones rosados, pero lo que realmente llama la atención de mi, son mis glúteos, grandes y firmes. Desde que entré a la adolescencia pude darme cuenta de los beneficios que podía darme mi cuerpo. El cómo los chicos hacen lo que sea por acercarte a ti. Crecí viendo a mi madrastra hacerlo, se sentaba en las piernas a mi papá y conseguía lo que sea. Me encanta calentar a los hombres, me prende ver el deseo de tocarme y poseerme reflejado en sus ojos, amo los beneficios que eso me da. A pesar de eso yo no era muy experta en el sexo, había tenidos novios en mi escuela, pero eran muy novatos. Lo único bueno es que me llenaban de regalos. Me satisfacía a mi misma tocándome, recordando las miradas lascivas que me daban mis maestros y hombres en la calle, más nunca había ido más allá. Y jugando a calentar pollas, fue que me tocó mi primera gran lección.
Era verano, en casa se estaba haciendo una remodelación. Había 3 albañiles construyendo una pérgola para reuniones y carne asada. Y como siempre, pensé en divertirme con ellos. Estuvieron al rededor de una semana, como dije era verano, así que yo estaba de vacaciones. Salía constantemente al patio, me exhibía frente a ellos en mini falda y blusas cortas. No me gusta usar sostén, por lo que a través de la tela se podían notar fácilmente mis pezones erectos. No dejaba mucho a la imaginación. Dos de ellos no eran nada disimulados, volteaban a verme y me hacían notar su deseo. veía fácilmente como en su pantalón creía su bulto. Eso me volvía loca, saber que si por ellos fuera, me tomarían ahí mismo. Pero había uno de ellos, Raúl, un hombre maduro de unos 40 años, alto y fornido, que su semblante siempre era serio. No parecía inmutarse, y para ser sincera me daba fuertemente en el ego. Quería su reacción acomodé lugar. Empecé a ponerme bikinis súper chiquitos, a agacharme donde yo sabía perfectamente que tenía todo el panorama sobre mi cuerpo… de una manera muy coqueta iba y le ofrecía agua, pero nada. No lograba la reacción que yo quería. Me miraba fijamente, penetrante, más en sus ojos no lograba ver el deseo que yo buscaba.
Era una obra sencilla, por lo que rápidamente se llegó el día de su terminación. Para despedirlos decidí ponerme un mini short de mezclilla desgarrado, tan corto que prácticamente se veía la mitad de mis glúteos. Y arriba una camiseta blanca que transparentaba bastante mis senos. Mi papá y mi madrastra estaban de viaje, por lo que me tocó liquidarles el pago a su salida. Los dos de siempre me comían con la mirada, y al salir por última vez no perdieron la oportunidad de de rozar deliberadamente mis glúteos con el dorso de su mano al pasar a mi lado.. Pude sentir como uno de ellos lo apretó y dejó su marca roja en mi nalga. Pero eso fue todo, se fueron. No es que espera realmente algo más, a mi solo me gustaba verlos babear por mi. Al último quedó solo Raúl, el que nunca me dio la atención que yo quería. Me dijo que recogería la herramienta y saldría en un momento. Cómo no me prestaba la atención que quería ya solo le dije que sí y camine hacia la cocina, me iba servir un poco de agua cuando de repente noté que había alguien tras de mí. Nunca lo escuché caminar conmigo, hasta el momento en que me aprisionó contra la barra donde se encontraba el garrafón. Me encontraba de espaldas a él, y su fuerza no me dejó voltear. Sin decir nada sus fuertes manos me tomaron por las caderas, sus manos tenían una textura que nunca había sentido. Eran súmante ásperas y de piel muy gruesa por el trabajo duro. El contacto enseguida me erizo la piel, por primera vez sentí miedo. Intenté safarme pero fue en vano. Su fuerza era muy superior a la mía.
-para que te haces la sorprendida putita? llevas toda la semana calentándonos. Crees que puedes estarte paseando todos los días frente a nosotros semidesnuda y terminar como si nada??? Ahora si vas a obtener lo que tanto pides a gritos puta de mierda.
Hasta ese momento a mí nunca me pasó por la cabeza llegar tan lejos. Y menos con el que parecía no inmutarse con mi presencia. Sin embargo ahí estaba. Sola y sometida por el. Yo no creía ser muy bajita, pero el fácilmente me Sacaba 20cm más, no había manera de quitarme.
Sentía su respiración en mis oídos, sentía como pasada su cara por mi cuello, mi cabello, oliéndome, respirando profundo. Me sentía totalmente una presa. Me di cuenta de lo que había hecho. El me iba a poseer y no podía hacer nada al respecto. Estaba sola.
Sus manos empezaron a moverse, iban de mis caderas a mis glúteos, los estrujaba a manos llenas. Yo no sabía lo que sentía, era una mezcla de miedo y al mismo tiempo excitación. El cuerpo me empezaba a delatar. De un momento a otro me soltó una nalgada que me hizo soltar un gemido. No pude detenerlo
-así putita, yo sé que gusta. Vas a recibir lo que quieres. Me vas a rogar por más.
En ese momento una de sus manos fue hacia delante y desabrochó mi short. Metió su mano y se dio cuenta que no tenía nada, ni siquiera tanga.
-pero que puta eres, no traes nada. Esperabas esto verdad? de seguro ya estás toda chorreando.
Y así era, era una lucha entre mi mente y mi cuerpo. A mi cuerpo le estaba gustando lo que sentía, mi mente ya estaba bastante nublada. En ese momento me metió sus dedos entre las piernas, rápidamente encontró mi clitoris, empezó a hacer círculos, frotaba hacia arriba y hacia abajo. No podía evitar gemir, por fin un hombre me estaba tocando como merecía. Con la otra mano subió hacia mis pechos. Pude ver sus manos. Sus dedos eran muy gruesos y sus uñas estaban llenas de mugre, por alguna razón eso me prendió más. Empezó a pellizcar mis pezones, me los jalaba, las sensaciones eran tan nuevas! me estaba volviendo loca, estaba a punto de explotar. Volvió a hablarme al oído.
-quieres que te los mame??
Intenté hacerme del rogar, pero sus manos eran insistentes y yo solo quería sentir más. Anhelaba sentir su saliva en ellos, su aliento, así que tímidamente asentí con la cabeza. Se echó a reír.
-pídemelo. Pídeme que mame las tetas puta.
Obedecí:
por favor, necesito que me mames. Chúpame las tetas. Chúpamelos los pezones ya por favor
Con un solo movimiento me dio la vuelta y me subió a la barra. Por fin lo tuve de frente. Su semblante seguía siendo frío, severo. Me miraba directo a los ojos, penetrante. De un momento a otro tomó mi camiseta y la rompió, de un solo tiron la partió en 2. Mis senos rebotaron libres al aire. Enrojecidos por la estrujada que les había dado, pero con los pezones súper erectos que delataban mi excitación. Un gemido más. Volvía a decir “por favor”.
Se rio y empezó a acercarse lentamente.
-que par de tetas tienes puta.
Podía oler su aliento a cerveza, podía oler su cuerpo a sudor. No me importaba como estaba, yo solo quería más. Con la punta de lengua empezó a tocar mis pezones. Me torturaba, solo me estaba haciendo desear más. Ya no podía parar de gemir. En eso empezó a succionarlos, emití un grito de placer
-Eso zorra, muestra la puta que eres. Pídeme más
-Mámamelos, por favor. Necesito más.
Me mordió. Me dolió pero me dio aún más placer. No podía parar de gritar. Podía sentir lo mojada que estaba.
Se detuvo en seco
-Ahora te toca a ti puta
Me bajo de la barra y me tomo por le cabello. Me hizo hincarme con mi cabeza hacia su miembro. nunca había visto un bulto tan grande. Se abrió el pantalón y lo sacó. Tenía un olor fuerte. Su verga era grande, venosa y gruesa. Nada que ver con la de mi novio
-mamala- ordenó
Tímidamente empecé a abrir la boca. Me daba un poco de asco el olor, pero tener en frente semajante miembro también me encendía. Me la metí a la boca, apenas me cabía la cabeza. Su falo estaba con las venas marcadas, lo sostuve con ambas manos y empecé a chupar. Desde la base hasta la cabeza. Me metía la cabeza a la boca. Nunca lo había hecho. Solo hice lo que mi instinto me pedía hacer, yo seguía a mil.
Después de unos minutos me volvió a jalar del cabello y me levantó. Me puso de nuevo de frente hacia la barra y doblo mi espalda. Quede tumbada sobre el mármol frío. Mis pechos respingaron con el cambio de temperatura.
Me bajó el short y pude sentir su miembro recargarse entre mis glúteos. Ya no había vuelta atrás. Iba a pasar. Me iba a penetrar el albañil con el que me divertía exhibiéndome. Paso su mano entre mis nalgas hacia mi vagina, chorreaba.
-pídeme que te penetre, puta
Era todo lo que deseaba, mi mente ya no podía obligar a mi cuerpo a resistirme
-méteme la verga. Metemela ya por favor
Y así, de una me ensartó toda. Jamás habia tenido un pene así dentro de mi. Di un grito de dolor, estaba muy estrecha. Pero no le importó. Empezó a bombear con todas sus fuerzas. El dolor se desvaneció y no podía parar de gemir, de gritar. Se escuchaba perfecto su bombeo amortiguado con mis fluidos. Lo que estaba sintiendo era descomunal. Me nalgueaba con fuerza y yo no paraba de gritar de placer, nunca había sentido algo así. Pero de nuevo la tortura. Me la sacó
-ruégame que te la meta de nuevo.
-Por favor metemela, la necesito de nuevo. La quiero. dame más verga
-Dime que eres una puta y esto era lo que esperabas
-Soy una puta, quiero tu verga, méteme tu verga- decía entre jadeos y desesperación
Mis cadera lo buscada, me inclinaba más hacia atrás esperando topar con su verga nuevamente. Él se alejaba y se reía
-metemela por favor
-Di que te paseabas frente a mi, semidesnuda, ofreciéndote y esperando esto
-Si, yo me contoneaba frente a ti. Quería que me desearas. Soy una puta, solo quería una verga como la tuya, penetrarme. Penetrarme por favor, te lo ruego.
Siguió riendo. No podía humillarme más
-está bien putita, te voy a dar lo que mereces.
Me tomo del cabello y me llevo al piso. Me puso en cuatro. Tenía una fuerza que de un momento a otro ya estaba en posición y no sabía ni cómo pasó. Me dio más nalgadas, yo no podía parar de gemir.
En eso se chupó los dedos y empezó a tocar mi ano.
-por ahí no por favor. Soy virgen aún
-Pues hasta aquí llego chiquita. No te voy a dejar ningún agujero virgen. Eres mi puta y hago contigo lo que quiero.
Sentí miento, pero asentí. Sus dedos eran gruesos. Empezó a meter uno, me dolía, pero rápido iba cediendo. Metió otro, di un respingo
-relájate putita, te va a gustar
Empecé a sentir la cabeza de su miembro entre mis nalgas. Contuve la respiración. Empezó a presionar en mi hoyito. No se quería abrir, era muy estrecho, pero él no iba a dejar de hacerlo, empujó cada vez con más fuerza y entró la cabeza. Sentí como me abría, grité de dolor. Con una mano me sostenía fuerte de mis nalgas y con la otra buscaba mi vagina y masajeaba. Me relajo. El dolo empezó a convertirse en placer. Y ahora si, la metió al fondo de una embestida. Grite.
-ahora si estás bien ensartada puta
Y empezó a embestir sin todas sus fuerzas. Era increíble como toda su verga podía hacerse paso dentro de mi. Era una sensación que yo no podía describir, tenía los ojos en blanco, gritaba, no falto mucho tiempo cuando llegué al clímax, todo el cuerpo me temblaba, una electricidad recorría todo mi cuerpo, sentí lo que nunca había sentido. El también gemía, no dejaba de llamarme puta. Y eso era, yo era su puta. Haría lo que él me pidiera.
-que rica estás puta, te gusta verdad? Te gusta que te parta así
Yo no podía hablar, estaba extasiada.
Y entonces sacó su verga y me jaló del cabello, me llevó la cara hacia su miembro y ordenó.
-mama. Comete tus fluidos, déjame limpio
Obedecí, esta vez lo hice como si tuviera hambre. Parecía una perra hambrienta a la que le avientan un hueso. Me levanto nuevamente y me cargó frente a él, sus fuertes manos me sostenían de mis glúteos. Sin pensarlo lo abracé con mis piernas y mi cuquita fácilmente dejó entrar su verga. La sensación era divina, prácticamente me vine nuevamente al contacto. No parecía costarle trabajo, era como una muñeca de trapo en sus brazos. Mis pechos quedaron a la altura de su cara, por lo que empezó a succionarlos y morderlos. Yo tenía un orgasmo tras otro. Y sentía que él por fin se iba a venir, emitió un gran gemido y eyaculó. Toda mi cuquita quedó llena de leche, el albañil se había venido dentro de mi y yo había puesto oposición. Es ma, le abriría las piernas las veces que quisiera. Su miembro se quedó dentro de mí un momento y luego me soltó sobre la barra. Todo mi cuerpo temblaba, no tenía fuerzas. Y me dejó ahí, solo subió su pantalón y se fue. Quede totalmente desnuda y sin fuerzas sobre la barra, toda llena de su leche.
Hasta ese día a mí solo me gustaba calentar pollas, a partir de ahí se despertó la puta ninfómana que llevaba dentro. Nada volvió a ser igual. Quería volver a sentir eso, me tocaba varias veces al día recordando, reviviendo cada embestida. Desde entonces me paseo en cada construcción que veo esperando volverlo a encontrar. No he tenido suerte, pero eso no me ha impedido disfrutar de lo que encuentro. Raúl cambió todo, creó una puta. O solo destapo lo que era. Ahora soy adicta a esas sensaciones, me encanta calentar. Soy adicta a las vergas, soy adicta al placer.

Era verano, en casa se estaba haciendo una remodelación. Había 3 albañiles construyendo una pérgola para reuniones y carne asada. Y como siempre, pensé en divertirme con ellos. Estuvieron al rededor de una semana, como dije era verano, así que yo estaba de vacaciones. Salía constantemente al patio, me exhibía frente a ellos en mini falda y blusas cortas. No me gusta usar sostén, por lo que a través de la tela se podían notar fácilmente mis pezones erectos. No dejaba mucho a la imaginación. Dos de ellos no eran nada disimulados, volteaban a verme y me hacían notar su deseo. veía fácilmente como en su pantalón creía su bulto. Eso me volvía loca, saber que si por ellos fuera, me tomarían ahí mismo. Pero había uno de ellos, Raúl, un hombre maduro de unos 40 años, alto y fornido, que su semblante siempre era serio. No parecía inmutarse, y para ser sincera me daba fuertemente en el ego. Quería su reacción acomodé lugar. Empecé a ponerme bikinis súper chiquitos, a agacharme donde yo sabía perfectamente que tenía todo el panorama sobre mi cuerpo… de una manera muy coqueta iba y le ofrecía agua, pero nada. No lograba la reacción que yo quería. Me miraba fijamente, penetrante, más en sus ojos no lograba ver el deseo que yo buscaba.
Era una obra sencilla, por lo que rápidamente se llegó el día de su terminación. Para despedirlos decidí ponerme un mini short de mezclilla desgarrado, tan corto que prácticamente se veía la mitad de mis glúteos. Y arriba una camiseta blanca que transparentaba bastante mis senos. Mi papá y mi madrastra estaban de viaje, por lo que me tocó liquidarles el pago a su salida. Los dos de siempre me comían con la mirada, y al salir por última vez no perdieron la oportunidad de de rozar deliberadamente mis glúteos con el dorso de su mano al pasar a mi lado.. Pude sentir como uno de ellos lo apretó y dejó su marca roja en mi nalga. Pero eso fue todo, se fueron. No es que espera realmente algo más, a mi solo me gustaba verlos babear por mi. Al último quedó solo Raúl, el que nunca me dio la atención que yo quería. Me dijo que recogería la herramienta y saldría en un momento. Cómo no me prestaba la atención que quería ya solo le dije que sí y camine hacia la cocina, me iba servir un poco de agua cuando de repente noté que había alguien tras de mí. Nunca lo escuché caminar conmigo, hasta el momento en que me aprisionó contra la barra donde se encontraba el garrafón. Me encontraba de espaldas a él, y su fuerza no me dejó voltear. Sin decir nada sus fuertes manos me tomaron por las caderas, sus manos tenían una textura que nunca había sentido. Eran súmante ásperas y de piel muy gruesa por el trabajo duro. El contacto enseguida me erizo la piel, por primera vez sentí miedo. Intenté safarme pero fue en vano. Su fuerza era muy superior a la mía.
-para que te haces la sorprendida putita? llevas toda la semana calentándonos. Crees que puedes estarte paseando todos los días frente a nosotros semidesnuda y terminar como si nada??? Ahora si vas a obtener lo que tanto pides a gritos puta de mierda.
Hasta ese momento a mí nunca me pasó por la cabeza llegar tan lejos. Y menos con el que parecía no inmutarse con mi presencia. Sin embargo ahí estaba. Sola y sometida por el. Yo no creía ser muy bajita, pero el fácilmente me Sacaba 20cm más, no había manera de quitarme.
Sentía su respiración en mis oídos, sentía como pasada su cara por mi cuello, mi cabello, oliéndome, respirando profundo. Me sentía totalmente una presa. Me di cuenta de lo que había hecho. El me iba a poseer y no podía hacer nada al respecto. Estaba sola.
Sus manos empezaron a moverse, iban de mis caderas a mis glúteos, los estrujaba a manos llenas. Yo no sabía lo que sentía, era una mezcla de miedo y al mismo tiempo excitación. El cuerpo me empezaba a delatar. De un momento a otro me soltó una nalgada que me hizo soltar un gemido. No pude detenerlo
-así putita, yo sé que gusta. Vas a recibir lo que quieres. Me vas a rogar por más.
En ese momento una de sus manos fue hacia delante y desabrochó mi short. Metió su mano y se dio cuenta que no tenía nada, ni siquiera tanga.
-pero que puta eres, no traes nada. Esperabas esto verdad? de seguro ya estás toda chorreando.
Y así era, era una lucha entre mi mente y mi cuerpo. A mi cuerpo le estaba gustando lo que sentía, mi mente ya estaba bastante nublada. En ese momento me metió sus dedos entre las piernas, rápidamente encontró mi clitoris, empezó a hacer círculos, frotaba hacia arriba y hacia abajo. No podía evitar gemir, por fin un hombre me estaba tocando como merecía. Con la otra mano subió hacia mis pechos. Pude ver sus manos. Sus dedos eran muy gruesos y sus uñas estaban llenas de mugre, por alguna razón eso me prendió más. Empezó a pellizcar mis pezones, me los jalaba, las sensaciones eran tan nuevas! me estaba volviendo loca, estaba a punto de explotar. Volvió a hablarme al oído.
-quieres que te los mame??
Intenté hacerme del rogar, pero sus manos eran insistentes y yo solo quería sentir más. Anhelaba sentir su saliva en ellos, su aliento, así que tímidamente asentí con la cabeza. Se echó a reír.
-pídemelo. Pídeme que mame las tetas puta.
Obedecí:
por favor, necesito que me mames. Chúpame las tetas. Chúpamelos los pezones ya por favor
Con un solo movimiento me dio la vuelta y me subió a la barra. Por fin lo tuve de frente. Su semblante seguía siendo frío, severo. Me miraba directo a los ojos, penetrante. De un momento a otro tomó mi camiseta y la rompió, de un solo tiron la partió en 2. Mis senos rebotaron libres al aire. Enrojecidos por la estrujada que les había dado, pero con los pezones súper erectos que delataban mi excitación. Un gemido más. Volvía a decir “por favor”.
Se rio y empezó a acercarse lentamente.
-que par de tetas tienes puta.
Podía oler su aliento a cerveza, podía oler su cuerpo a sudor. No me importaba como estaba, yo solo quería más. Con la punta de lengua empezó a tocar mis pezones. Me torturaba, solo me estaba haciendo desear más. Ya no podía parar de gemir. En eso empezó a succionarlos, emití un grito de placer
-Eso zorra, muestra la puta que eres. Pídeme más
-Mámamelos, por favor. Necesito más.
Me mordió. Me dolió pero me dio aún más placer. No podía parar de gritar. Podía sentir lo mojada que estaba.
Se detuvo en seco
-Ahora te toca a ti puta
Me bajo de la barra y me tomo por le cabello. Me hizo hincarme con mi cabeza hacia su miembro. nunca había visto un bulto tan grande. Se abrió el pantalón y lo sacó. Tenía un olor fuerte. Su verga era grande, venosa y gruesa. Nada que ver con la de mi novio
-mamala- ordenó
Tímidamente empecé a abrir la boca. Me daba un poco de asco el olor, pero tener en frente semajante miembro también me encendía. Me la metí a la boca, apenas me cabía la cabeza. Su falo estaba con las venas marcadas, lo sostuve con ambas manos y empecé a chupar. Desde la base hasta la cabeza. Me metía la cabeza a la boca. Nunca lo había hecho. Solo hice lo que mi instinto me pedía hacer, yo seguía a mil.
Después de unos minutos me volvió a jalar del cabello y me levantó. Me puso de nuevo de frente hacia la barra y doblo mi espalda. Quede tumbada sobre el mármol frío. Mis pechos respingaron con el cambio de temperatura.
Me bajó el short y pude sentir su miembro recargarse entre mis glúteos. Ya no había vuelta atrás. Iba a pasar. Me iba a penetrar el albañil con el que me divertía exhibiéndome. Paso su mano entre mis nalgas hacia mi vagina, chorreaba.
-pídeme que te penetre, puta
Era todo lo que deseaba, mi mente ya no podía obligar a mi cuerpo a resistirme
-méteme la verga. Metemela ya por favor
Y así, de una me ensartó toda. Jamás habia tenido un pene así dentro de mi. Di un grito de dolor, estaba muy estrecha. Pero no le importó. Empezó a bombear con todas sus fuerzas. El dolor se desvaneció y no podía parar de gemir, de gritar. Se escuchaba perfecto su bombeo amortiguado con mis fluidos. Lo que estaba sintiendo era descomunal. Me nalgueaba con fuerza y yo no paraba de gritar de placer, nunca había sentido algo así. Pero de nuevo la tortura. Me la sacó
-ruégame que te la meta de nuevo.
-Por favor metemela, la necesito de nuevo. La quiero. dame más verga
-Dime que eres una puta y esto era lo que esperabas
-Soy una puta, quiero tu verga, méteme tu verga- decía entre jadeos y desesperación
Mis cadera lo buscada, me inclinaba más hacia atrás esperando topar con su verga nuevamente. Él se alejaba y se reía
-metemela por favor
-Di que te paseabas frente a mi, semidesnuda, ofreciéndote y esperando esto
-Si, yo me contoneaba frente a ti. Quería que me desearas. Soy una puta, solo quería una verga como la tuya, penetrarme. Penetrarme por favor, te lo ruego.
Siguió riendo. No podía humillarme más
-está bien putita, te voy a dar lo que mereces.
Me tomo del cabello y me llevo al piso. Me puso en cuatro. Tenía una fuerza que de un momento a otro ya estaba en posición y no sabía ni cómo pasó. Me dio más nalgadas, yo no podía parar de gemir.
En eso se chupó los dedos y empezó a tocar mi ano.
-por ahí no por favor. Soy virgen aún
-Pues hasta aquí llego chiquita. No te voy a dejar ningún agujero virgen. Eres mi puta y hago contigo lo que quiero.
Sentí miento, pero asentí. Sus dedos eran gruesos. Empezó a meter uno, me dolía, pero rápido iba cediendo. Metió otro, di un respingo
-relájate putita, te va a gustar
Empecé a sentir la cabeza de su miembro entre mis nalgas. Contuve la respiración. Empezó a presionar en mi hoyito. No se quería abrir, era muy estrecho, pero él no iba a dejar de hacerlo, empujó cada vez con más fuerza y entró la cabeza. Sentí como me abría, grité de dolor. Con una mano me sostenía fuerte de mis nalgas y con la otra buscaba mi vagina y masajeaba. Me relajo. El dolo empezó a convertirse en placer. Y ahora si, la metió al fondo de una embestida. Grite.
-ahora si estás bien ensartada puta
Y empezó a embestir sin todas sus fuerzas. Era increíble como toda su verga podía hacerse paso dentro de mi. Era una sensación que yo no podía describir, tenía los ojos en blanco, gritaba, no falto mucho tiempo cuando llegué al clímax, todo el cuerpo me temblaba, una electricidad recorría todo mi cuerpo, sentí lo que nunca había sentido. El también gemía, no dejaba de llamarme puta. Y eso era, yo era su puta. Haría lo que él me pidiera.
-que rica estás puta, te gusta verdad? Te gusta que te parta así
Yo no podía hablar, estaba extasiada.
Y entonces sacó su verga y me jaló del cabello, me llevó la cara hacia su miembro y ordenó.
-mama. Comete tus fluidos, déjame limpio
Obedecí, esta vez lo hice como si tuviera hambre. Parecía una perra hambrienta a la que le avientan un hueso. Me levanto nuevamente y me cargó frente a él, sus fuertes manos me sostenían de mis glúteos. Sin pensarlo lo abracé con mis piernas y mi cuquita fácilmente dejó entrar su verga. La sensación era divina, prácticamente me vine nuevamente al contacto. No parecía costarle trabajo, era como una muñeca de trapo en sus brazos. Mis pechos quedaron a la altura de su cara, por lo que empezó a succionarlos y morderlos. Yo tenía un orgasmo tras otro. Y sentía que él por fin se iba a venir, emitió un gran gemido y eyaculó. Toda mi cuquita quedó llena de leche, el albañil se había venido dentro de mi y yo había puesto oposición. Es ma, le abriría las piernas las veces que quisiera. Su miembro se quedó dentro de mí un momento y luego me soltó sobre la barra. Todo mi cuerpo temblaba, no tenía fuerzas. Y me dejó ahí, solo subió su pantalón y se fue. Quede totalmente desnuda y sin fuerzas sobre la barra, toda llena de su leche.
Hasta ese día a mí solo me gustaba calentar pollas, a partir de ahí se despertó la puta ninfómana que llevaba dentro. Nada volvió a ser igual. Quería volver a sentir eso, me tocaba varias veces al día recordando, reviviendo cada embestida. Desde entonces me paseo en cada construcción que veo esperando volverlo a encontrar. No he tenido suerte, pero eso no me ha impedido disfrutar de lo que encuentro. Raúl cambió todo, creó una puta. O solo destapo lo que era. Ahora soy adicta a esas sensaciones, me encanta calentar. Soy adicta a las vergas, soy adicta al placer.


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