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Me convierto en el saco sexual de mis amigos

Hace cosa de dos semanas, me encontraba solo en mi piso. Era sábado y no tenía ningún plan con mis amigos para poder aprovecharlo como me gusta hacerlo, así que pensé en salir de fiesta o al menos tomar algo en un bar que tengo cerca de casa.

Había sido una semana intensa y necesitaba bailar un poco, escuchar buena música y, quién sabe, quizá encontrar a alguien interesante con quien pasar un rato divertido.

Empecé a prepararme, me puse una camiseta blanca, unos vaqueros, y como nunca se sabe qué puede deparar la noche, unos bóxers negros que uso en ocasiones especiales.

Una vez estuve listo, sin pensarlo más para no darme tiempo a arrepentirme, cogí las llaves y, cerrando la puerta, me puse en dirección al pub.

Eran las 24:00 y al entrar, vi que no había mucha gente. Así que fui directo a por una copa mientras esperaba a que empezase a llenarse; además, no quería ponerme a bailar con tan poca gente, me daba mucha vergüenza.

Mientras estaba en la barra, me fijé en una pareja que hablaba entre ellos y me miraban. No hice mucho caso y seguí con mi copa en la mano, observando a la gente que iba entrando.

Estaba pendiente de un grupo de chicas que tenía enfrente cuando vi que la pareja que me estaba mirando se acercaba por el otro lado. Sin esperarlo, la chica se plantó delante de mí y me saludó.

Ana: Hola, ¿qué tal? Soy Ana y este es Luis. Perdona que te molestemos, pero hemos visto que estabas solo e igual te apetecía tomar algo con nosotros.

Yo: Hola Ana, yo soy Dani. Encantado de conoceros, y no tenéis que disculparos, se agradece que la gente sea abierta. Justamente he venido con la idea de ver si me juntaba con alguien con quien pasar un buen rato, y parece que los he encontrado.

Ana: Veo que te queda poco para terminarla, ¿quieres que pidamos otra?

Yo: Venga, vale, pero a la siguiente invito yo.

Nos acercamos a la barra y, mientras lo hacíamos, pude fijarme mejor en Ana. Físicamente, era muy atractiva: no muy alta, flaquita, como a mí me gustan, y con un trasero del que no podías quitar la vista.

Por otro lado, Luis no hablaba mucho, pero parecía un chico simpático. Lo que no tenía claro era si eran pareja o amigos, pero tal y como me miraba Ana, juraría que era solo su amigo.

Llegamos a la barra y Ana me preguntó qué quería beber. Siempre pido gin-tonic, y parece ser que ellos también, por lo que pidió tres. Esa noche empezaba a prometer.

Ana: Porque sea una noche única.

Brindamos y nos fuimos para la pista de baile.

Ahora que ya no estaba solo y que el pub ya estaba más lleno, ya no me importaba bailar delante de todos, y de hecho, tener a Ana para poder bailar alguna de las canciones de pachangueo era un sueño.

Yo estaba en esas cuando pusieron una bachata. No perdí la oportunidad y me acerqué a Ana para ver si bailaba conmigo. Sin duda, me agarró la mano y nos pegamos el uno al otro.

Sentir su cuerpo tan cerca me calentó un poco y fui bajando la mano hasta tenerla entre su cintura y glúteo. Ella lo notó y se acercó a mi oído.

Ana: Si bailas así... no quiero saber cómo harás otras cosas.

Yo: Bueno, solo hay una manera de averiguarlo.

Yo en ese momento ya no podía más y tenía que averiguar qué relación tenía con su amigo Luis.

Yo: Ana, no sé si a tu pareja le va a gustar mucho.

Ana: No es mi pareja, somos muy buenos amigos y nos gusta salir de fiesta juntos, pero no somos pareja.

Yo: Vale, vale, he tenido la duda desde que os habéis presentado, y lo que me pregunto ahora es: ¿se queda muchas noches solo, no? Porque parece que tienes más pretendientes que él.

Ana: Nunca nos quedamos ninguno de los dos solos. Por eso nos gusta salir juntos, nos compenetramos bien.

Mientras hablábamos estas cosas, habíamos dejado de bailar. Así que nos agarramos nuevamente y volvimos a ello. Yo cada vez estaba más pegado y más caliente.

Ana: Me estás calentando un poco.

Yo: Tú a mí también, pero tu amigo de momento no tiene ligue. No podemos dejarle aquí si quieres seguir cumpliendo lo que me has contado.

Ana: Eso es cierto. Pero, ¿te puedo proponer algo?

Yo: Dime.

Ana: ¿Estarías dispuesto a hacer un trío?

Me quedé un poco paralizado. Nunca se me había presentado esa oportunidad, y nunca había imaginado que, de suceder, fuese con otro hombre. Pero la verdad es que no me importaba, y encima Ana estaba muy bien como para desaprovechar la oportunidad.

Yo: Estaría dispuesto si, veo que vas a pasártelo muy bien.

Ana: Umm, interesante. No es fácil encontrar hombres que quieran hacer un trío con otro hombre. Ya sería alucinante si me dices que estarías dispuesto a jugar todos con todos.

Yo: Pues nunca he hecho nada con otro hombre y no sé si me gustaría, pero soy una persona abierta a todo. De lo que sí estoy seguro es de que me has puesto mucho y que estoy deseando estar contigo.

Ana: Dani, no sabes lo mojada que estoy ahora mismo, mira.

Y me cogió la mano para meterla dentro de su pantalón. Noté cómo tenía el tanga, no podía estar más húmedo.

Yo: Buff, no me hagas esto que no puedo aguantar sin hacerte nada.

Ana: Yo también tengo ganas de salir de aquí. Si estás seguro de querer hacer el trío, se lo digo a mi amigo y nos vamos.

Yo: Estoy seguro, sí. Quiero tener ese culo para mí.

Ana: Umm, así que hoy vamos a tener nuestros culitos llenos.

Ana se acercó a su amigo y le comentó todo. A él se le puso una sonrisa en la cara cuando ella le dijo algo; imagino que sería que accedía al trío. Tras unos minutos, se acercaron a mí, Ana cogió mi mano y me llevó hacia la salida.

Estábamos en la puerta y comenzamos a preguntarnos a dónde íbamos.

Yo tenía mi piso ahí mismo, pero prefería ir a una casa que no fuese la mía, así, si algo iba mal, podría irme sin problema.

Luis: Mi casa está a solo tres calles de aquí, ¿qué os parece si vamos allí?

A Ana y a mí nos pareció una idea perfecta.

Durante el camino, no podía dejar de fijarme en Ana y tenía unas ganas locas de bajarle el pantalón y ver ese perfecto trasero que se intuía bajo la ropa. Llegamos al portal y subimos en el ascensor al sexto piso. Apenas se cerraron las puertas, me lancé a besar a Ana. Luis, que estaba tras ella, la agarró y comenzó a besarle el cuello. Sentía cómo Ana se pegaba a mí; su mano bajaba por mi espalda, hasta que llegó a mi cintura y, separándose de mis labios, me susurró.

Ana: Hoy vamos a tener que abrirte un poquito.

Agarró mis nalgas y las separó un poco. Me asusté, porque no estaba seguro de querer eso, pero a la vez me excitaba.

Llegamos al sexto piso, nos bajamos, y Luis abrió la puerta de la casa. Ana y yo pasamos tras él.

La casa era pequeña, pero muy acogedora. Al entrar, Ana me llevó hasta el sofá, me sentó y, tumbándome, se colocó encima. Nos empezamos a besar. Mis manos bajaban por su espalda hasta llegar a su culo; lo agarré con fuerza y le di un azote. Ella soltó un pequeño gemido.

Con mis manos, fui desabrochando su pantalón. Poco a poco, se lo fui bajando, dejando a la vista un perfecto culo, adornado con un pequeño tanga que no me iba a molestar ni en quitar; solo lo apartaría un poco para jugar con su entrada. Con mis manos, me acerqué a su agujerito, pasando un dedo por encima de la tirita del tanga. Ella se acercó a mi oído.

Ana: Esta noche es para ti. Estoy deseando que juegues con él tanto como voy a jugar con el tuyo.

Yo: Bueno, la segunda parte ya veremos si te dejo.

Ana me miró con una expresión pícara.

Ana: Esta noche terminarás pidiéndome repetir todo lo que has sentido, recuérdalo.

Ana cada vez estaba más caliente. Yo tenía muchas ganas de verla desde atrás, pero lo estaba pasando tan bien que no quería moverme.

Luis, que inicialmente se había quedado mirando, ya se había quitado la camiseta y el pantalón, quedando solo con un bóxer azul. Recordando lo que me había contado Ana, no pude evitar mirar su tamaño. No parecía muy grande, pero tampoco pequeña; lo que sí se notaba era que estaba dura. No quise mantener más la mirada en él por lo que pudiera pasar, pero cuando levanté la vista, vi una sonrisa en su rostro, lo cual me indicaba que me había cazado.

Sin darle mayor importancia, seguí jugando con Ana. Agarré la tirita del tanga y la solté, consiguiendo un gemido de ella.

Ana: Me gustaría jugar contigo así.

Yo: Difícil, que yo no tengo tira jajaja.

Ana: Bueno, eso puede tener solución.

Ana se levantó, me mostró ese perfecto trasero y, agarrándome, me ordenó que me levantase. Una vez lo hice, ella se colocó donde estaba yo, y entendí que quería que me pusiese encima.

No pude evitar besarla; eran besos apasionados, acompañados de un movimiento de cadera que ambos disfrutábamos. Sentí cómo colocaba sus manos en mi espalda y empezaba a bajarlas lentamente hasta llegar a mi bóxer. De repente, siento que me azota y me agarra el trasero.

Ana: Qué ganas de comérmelo.

Yo: Pues es todo tuyo.

Ana: Buff, no me digas eso, que llevo mucho tiempo queriendo probar algo.

Yo: Bueno, si eres tú quien lo va a hacer, me dejo.

Ana: Gracias, espero que te guste, pero primero otra cosa.

Sentí cómo introducía sus manos bajo mi bóxer, agarrando mis nalgas y separándolas. Si no hubiese sido por el bóxer, Luis habría tenido una vista perfecta de mí. Estando separadas, comencé a sentir un dedo.

Yo: Uff, esto me está gustando.

Ana: Pues verás cuando esté dentro.

Yo: Quiero sentirlo.

Acto seguido, sacó una de sus manos y puso su dedo en mi boca.

Ana: Chupa que voy a metértelo.

Yo me estaba poniendo cachondísimo. Se lo chupé todo lo que pude y, sacándolo de mi boca, lo llevó directo a mi culo. Sentí cómo hacía presión y poco a poco me iba penetrando.

Yo: Esto está siendo increíble.

Ana: ¿Te está gustando que te meta el dedo?

Yo: Sí.

Ana: ¿Me dejarás probar con otras cosas?

Yo: Creo que sí.

Ana: Umm, interesante.

Siguió metiendo y sacando el dedo hasta que vio que estaba cerca de correrme, y lo sacó.

Ana: Vamos al cuarto, que a Luis también tengo que hacerle algo de caso.

Nos fuimos los tres a la habitación y Luis se tumbó boca arriba en la cama. Ana siguió sus pasos y se puso encima, besándolo mientras pegaba ese perfecto cuerpo al de él. La vista que tenía de Ana era espectacular.

Como si eso fuera poco, empezó a bajar por el cuerpo de Luis, dándole pequeños besos: primero por el cuello, luego por los pectorales, pasando por su abdomen hasta llegar al comienzo del bóxer. Pasó su lengua por el contorno, haciendo que Luis se estremeciera, hasta que el recorrido de su lengua pasó a su miembro, que ya estaba más que crecido.

Con todo esto, Ana estaba a cuatro patas, con el culo en pompa, tapando su agujero con el diminuto hilo. Yo, que ya no podía más, me acerqué sin que me viese, agarrando sus nalgas, las separé y comencé a recorrer el fino hilo con mi lengua, haciendo algo de presión cuando pasaba por su agujero.

Ella empezó a gemir y a chupar más profundamente el miembro de Luis, que ya estaba empapado y podía intuirse perfectamente el tamaño, era algo más grande que el mío.

Ana: (agarrándome la cabeza) Me gustaría que te pusieses tal y como estaba yo. No tienes por qué hacer nada con Luis, pero me gustaría verte en esa posición.

Yo: Lo hago porque me lo pides así, pero me gustaría más que fueses tú quien está debajo.

Ana:Bueno, eso después. Tranquilo, que tenemos tiempo.

Yo me coloqué a cuatro patas tal y como estaba ella antes, pero sin intención de hacer nada con Luis.

Ana:(acariciando mis nalgas) Espero que te guste. Esto es algo que siempre he querido hacer.

Ana bajó mi bóxer, quedando igual que ella antes, pero sin tela que disimulara nada. Separó mis nalgas y lo siguiente que sentí fue su lengua recorriéndome de abajo a arriba.

Con los ojos cerrados, no podía parar de gemir. Ana seguía jugando y yo cada vez estaba más en la gloria. Era un placer que nunca había experimentado y, de repente, sentí su lengua penetrándome. Mi cabeza cayó hacia adelante sin darme cuenta, y mi boca chocó con el miembro de Luis).

Yo: (abriendo los ojos bruscamente y separándome) "¡Oh!"

Luis, con una de sus manos, me agarró la cabeza e intentó bajarla para que volviera a su miembro.

Luis: Vamos... por favor.

Al principio me resistí, pero el tener a Ana detrás chupándome y penetrándome me debilitaba. La excitación era demasiada, y la fuerza de Luis me venció. Posé mi boca en su miembro.

La cuestión es que no me desagradaba, simplemente no sentía nada.

Luis estaba en la gloria, no me dejaba apartarme.

Luis: Por favor... no pares.

En ese punto abrí la boca y, tal y como había hecho Ana, comencé a chupar todo el tronco. Ana, sin enterarse porque seguía detrás, continuó con lo suyo.

Unos minutos después, Ana se incorporó y vio como yo seguía chupando.

Ana: (sonriendo) Así que no te has podido resistir, ¿eh? Espero que te haya gustado lo que te he hecho, porque a mí me ha vuelto loca, y más aún cuando levantó la cabeza y veo esto.

Yo: Me ha encantado... Me gustaría que siguieras.

Ana: Más tarde vuelvo, pero ahora me toca estar a mí donde Luis.

Luis se levantó y Ana se puso en su lugar. Ahora sí que quería comérmela entera. Empecé a chupar por encima del tanga y Ana me agarró la cabeza haciendo presión. De vez en cuando, la subía para chupar sus pechos, lo cual parecía ponerla a mil.

Estaba en eso, cuando de repente siento que alguien vuelve a separar mis nalgas y una lengua me penetra.

Yo: Ahhh...

Ana: (jadeando) Lo siguiente que me gustaría es ver cómo te abren ese culito mientras tú me chupas.

Yo: Buff... creo que es demasiado... aunque estoy muy cachondo y ahora mismo haría cualquier cosa.

Ana: Venga, anímate. Piensa en cómo te ha gustado cuando te metí el dedo. Pues este placer es eso multiplicado por diez.

Yo: (suspirando) Bueno, pero con cuidado, por favor.

Ana hizo un gesto de aprobación a Luis, quien me soltó y desapareció. Yo seguí con Ana, cuando volví a sentir que alguien jugaba con mi culo y un líquido frío recorría mi rajá. Sentí presión en mi entrada y de repente, algo dentro... un dedo, luego otro. Yo ya no sabía donde estaba del placer que sentía.

Ana: (mirándome) Si esto te gusta, tú y yo tendremos que mantener el contacto.

Yo: (con emoción) Quiero ser tuyo para siempre.

(Ana se rió).

Ana: Me gusta tu propuesta.

Cuando iba a responderle, Luis sacó sus dedos y sentí algo más grande intentando penetrarme.

Yo: Ahhh...

Luis empujaba y sentía un poco de dolor, pero al cabo de unos segundos, parte de su pene ya estaba dentro.

Luis: (acercándose) La tienes toda dentro.

No me lo podía creer... Estaba haciendo un trío con otro tío y encima me había penetrado."

Ana: ¿Qué tal?

Yo: Bien... la siento toda dentro y cada vez me duele menos.

Ana: Pues ahora disfruta, que viene lo mejor.

Luis comenzó un mete y saca que me hacía ver las estrellas. Cuando podía, seguía chupando a Ana, ahora directamente sobre su coño. Ella había apartado el tanga a un lado y no paraba de gemir.

Yo: Ana, quiero metértela... ¿por dónde prefieres?

Ana: Buff... me gustan los dos por igual, te dejo elegir.

Agarré sus piernas y las levanté para darle por detrás.

Yo: Pásame el lubricante.

Puse una buena cantidad en mis dedos y los pasé por su entrada, metí un dedo, dos y hasta tres.

Yo: Parece que juegas bastante por detrás, ¿eh?

Ana: (cerrando los ojos de placer) No sabes cómo me está gustando... Es el tamaño perfecto. Soy tuya para siempre.

Nos empezamos a reír.

Yo: Tengo muchas ganas de correrme en tu culito, no voy a aguantar mucho más.

Ana: Te dejo que lo hagas si tú también dejas que te lo hagan.

Ella empezaba a saber cómo negociar conmigo. No podía resistirme a correrme dentro de ella, así que asentí moviendo la cabeza y empecé a darle más duro, a la vez que lo hacían conmigo.

Estábamos en eso cuando sentí algo caliente en mi culo, lo cual fue el culmen. Empecé a correrme dentro del perfecto culo de Ana.

Ana: gritando, jadeando) ¡Sí, más, más!

Ana también empezó a correrse, agarrándome de la cintura para que le diera más y más. Terminamos los tres y nos quedamos parados durante unos segundos. Sentí cómo Luis poco a poco me la sacaba e hice lo mismo con Ana.

Yo: Voy a manchar todo...

Ana: Dani, chúpamelo tú a mí y que Luis te lo chupe a ti.

Lo entendí perfectamente y empecé a tragarme todo lo que salía de ese perfecto agujero, mientras Luis hacía lo propio conmigo.

Cuando ya vi que Ana estaba limpia, me separe de su culito y me acerque a su cara.

Yo: Quiero que pruebes mi sabor."

Ana: Dani, me ha encantado, de verdad. Nunca había estado tan a gusto con alguien. Me ha gustado poder cumplir dos de mis fantasías y me encanta que seas así. ¿Te gustaría quedarte a dormir conmigo?

Yo: Si es contigo, claro que sí.

Ana: Luis es un gran amigo, como has podido ver, pero no va más allá de lo que hemos hecho hoy. A mí con quien me apetece pasar la noche es contigo. Luis tiene otra habitación, podríamos dormir ahí si a él no le importa.

Luis: (sonriendo) Después de lo que he disfrutado, podéis pasar el mes entero en mi casa si queréis.

Yo: Perfecto. Entonces me quedo a dormir contigo, Ana. ¿Vamos?

Ana: Claro.

Me levanté recogiendo la ropa que tenía en la habitación, y agradecí a Luis por la experiencia antes de salir junto a Ana, quien había hecho lo mismo.

Ana me enseñó la habitación. Entramos y cerramos la puerta. Nos fundimos en un beso tierno y romántico.

Yo: Ana, ha sido increíble lo de esta noche. Nunca había sentido algo así, y encima me pareces una chica espectacular. No sé qué pasará mañana, pero me ha encantado que me preguntaras si quería dormir contigo.

Ana: Dani, que sepas que esto no lo he hecho nunca. Siempre suele ser solo sexo y luego cada uno a su casa, pero contigo ha sido diferente. Me has tratado genial, te has dejado guiar sin poner pegas y, no sé por qué, pero me haces sentir increíble. Por eso me encantaría pasar la noche contigo, ya veremos qué pasa mañana.

Yo: Genial, Ana. Solo tú y yo.

Empecé a ponerme los bóxers, ya que seguíamos sin ropa, pero Ana me detuvo.

Ana: Antes te dije que tenía solución, y la tiene.

Yo: (confundido) ¿Solución? No entiendo...

Ana tomó su tanga, se lo quitó y me lo entregó.

Ana: Póntelo y tendrás esa tirita en el culo como yo.

En ese momento recordé lo que le había dicho antes. Así que, tomando el tanga, me lo fui subiendo hasta sentir cómo la tira se metía entre mis nalgas. La parte delantera estaba empapada.

Ana: Siento que esté tan mojado, otro día te dejaré uno sequito.

Yo: (sonriendo) ¿Otro día? ¿Vas a querer quedar conmigo más veces?

Ana: ¿Tú qué crees? Claro que sí. Pero ahora quiero que te tumbes boca abajo en la cama.

Yo hice lo que me pidió, tumbándome con el tanga puesto. Ana se colocó detrás y, separando un poco mis nalgas, tiró de la tira y la soltó.

Ana: ¿Ves como tenía solución? ¿Te gusta?

Yo: Buff, me está gustando bastante.

Ana: Me alegro. Tú y yo vamos a disfrutar mucho juntos. Ahora quiero saber cómo sabes después de que te hayan llenado enterito.

Ana se agachó y empezó a chuparme de nuevo.

Yo: (jadeando) Ana... no puedes seguir así, tengo ganas de volver a follar.

Ana: (riendo) ¿Qué crees que intento conseguir?

Me giré, agarrando a Ana y colocándola encima de mí.

Yo: Esta vez, por delante, guapa.

Ana me apartó el tanga, liberándome, y se la fue metiendo poco a poco. Cuando estuvo toda dentro, comenzó a cabalgarme. Yo veía cómo sus pechos botaban y era un espectáculo maravilloso.

Yo: Ana, me voy a correr.

Ana: Puedes hacerlo.

Ana comenzó a moverse cada vez más rápido. Terminamos los dos al mismo tiempo, y luego se tumbó a mi lado.

Ana: Ha sido genial, Dani. Quiero que sepas que lo que hicimos hoy con Luis sé que pudo haber sido algo extraño para ti, y no voy a pedirte repetirlo a menos que tú quieras. Tengo maneras de jugar con ese culito yo misma, y de hecho estoy deseando hacerlo.

Yo: Gracias, Ana. Me ha gustado, pero prefiero que seas solo tú la que juegue con él. Así que, cuando quieras, es tuyo.

Nos abrazamos y nos quedamos dormidos.

A la mañana siguiente me desperté sintiendo que algo me acariciaba. Abrí los ojos y vi a Ana apoyada sobre mi pecho, acariciándome sobre el tanga de ella.

Ana: Me gustas así. Me alegro de que te lo pusieras.

Yo: Me ha gustado ponérmelo, sobre todo ayer que estaba mojadito.

Ana: No paras de sorprenderme, Dani. ¿Qué te parece si nos vestimos y vamos cada uno a su casa para ducharnos y cambiarnos, y después quedamos para comer?

Yo: Es perfecto. Voy a casa, tardaré una hora. ¿Y tú?

Ana: Yo también puedo estar lista en una hora.

Yo: Genial.

Me levanté para vestirme, y me iba a quitar el tanga para devolvérselo, pero Ana me detuvo.

Ana: No te lo quites. Quiero que vayas así y lo guardes para que nunca olvides esta noche.

Yo me reí y acepté su regalo, así que salí de la habitación solo con el tanga, ya que el resto de mi ropa estaba en el salón.

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