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Me garché al maestro de mí hija (Relato + Fotos)

Me garché al maestro de mí hija (Relato + Fotos)
Hoy me siento en la compu con una birra en la mano, todavía con el culo sensible y una sonrisa que no me cabe en la cara. Esta historia es de esas que te hacen sentir viva, una locura que nunca vi venir pero que ahora es un tesoro para mi perfil de Poringa. Les voy a contar cómo terminé cogiendo por el culo con el maestro de primaria de mi gorda, un tipo casado con la maestra favorita de ella, todo porque él descubrió que soy una puta poringuera de pura cepa. Esto va con todos los detalles, cada risita, cada miradita, y sin repetir las vibras de mis otros relatos para que mi perfil siga siendo una explosión de variedad. Prepárense, porque esto es largo y zarpado.


La cosa arrancó hace unos meses, en uno de los actos escolares de la escuela de mi gorda. Era uno de esos eventos llenos de banderitas, chicos cantando y padres sacando fotos como si fuera el casamiento de Messi. Yo estaba ahí, sentada en la silla de plástico del patio, aprovechando el día lindo, con un vestido negro cortito que marcaba mis curvas sin ser demasiado obvio. Me había maquillado con un delineado que hacía mis ojos parecer de gata, y un labial rojo que gritaba “mirame, pero no te pases”. Mi gorda estaba con su grupo, practicando un baile, y yo no podía estar más orgullosa, pero también estaba en mi salsa de petera, buscando con quién jugar.

El maestro de mi gorda, Diego, estaba organizando a los chicos desde el frente. Es un tipo de unos 35, alto, con pelo oscuro un poco desprolijo y una barba corta que le da un aire de galán de telenovela. Siempre lo vi como un profe copado, pero ese día lo miré diferente. Había algo en cómo movía las manos, cómo hablaba con los chicos, que me hizo arquear una ceja. Le tiré una mirada, de esas que son un segundo más largas de lo necesario, y cuando me la devolvió, con una sonrisita tímida, supe que había química. Me reí bajito, cruzando las piernas para que el vestido subiera un poquito, y volví a mirarlo, mordiéndome el labio apenas. Él se puso colorado, pero no dejó de mirarme cada tanto mientras dirigía el acto.

En los siguientes actos escolares, la cosa se puso más intensa. Cada vez que iba a la escuela, me aseguraba de cruzármelo. Una vez, mientras entregaba unas autorizaciones, le di una sonrisa pícara y le dije: “Qué lindo te queda esa camisa, profe”. Él se rió, nervioso, y me contestó un “Gracias, vos también estás… linda”. Ahí ya sabía que lo tenía en la mira. En otro acto, me senté bien adelante, con una pollera ajustada y una remera que dejaba ver el escote. Cada vez que él hablaba desde el escenario, yo lo miraba fijo, con una risita de “sé lo que estás pensando”. Él se trababa un poco al hablar, y yo disfrutaba cada segundo de verlo descolocado.

Lo que no sabía era que Diego estaba casado con la maestra favorita de mi gorda, Laura, una mina dulce que siempre le hace dibujitos a los chicos. Nunca me lo imaginé, porque nunca me fijé que usaba alianza, pero me enteré por una mamá chusma en un cumpleaños. Eso, lejos de frenarme, me calentó más. Soy una puta, y la idea de jugar con un tipo comprometido me ponía a mil. Pero lo que realmente cambió todo fue cuando Diego descubrió mi perfil de Poringa.

Hace unos días, después de un encuentro de padres previo al regreso de clases después de las vacaciones de invierno, me quedé charlando con él sobre el progreso de mi gorda. Estábamos solos en el aula, y él, medio nervioso, me dijo: “Che, te vi en una página… Poringa, ¿sos vos, no?”. Mi corazón dio un vuelco, pero en lugar de ponerme nerviosa, me reí y le tiré: “¿Y qué viste, profe? ¿Te gustó?”. Él se puso rojo como tomate, pero no se achicó. “Sos… intensa”, me dijo, con una mirada que mezclaba vergüenza y calentura. Ahí supe que esto iba a pasar, y no iba a ser cualquier cosa. Así que antes de irme le pedí su nombre de usuario.

Ya en casa le mandé un mensaje privado por Poringa esa misma noche, con una foto de mí en tanga, y le escribí: “Si querés ver más, decime dónde y cuándo”. Él respondió rápido, proponiendo encontrarnos en un hotel discreto que queda a unas cuadras de la escuela. Acepté sin dudar, y quedamos para el viernes a la tarde (ayer), cuando mi gorda estaba en casa de mi vieja.

Llegué al hotel con un conjunto que era puro fuego: una tanga negra de encaje, un corpiño a juego que apenas contenía mis tetas, y un vestido rojo que se pegaba a mi cuerpo como una segunda piel. Me había maquillado con un smokey eye y un gloss que hacía mi boca parecer una invitación. Cuando entré a la habitación, Diego ya estaba ahí, sentado en la cama, con una camisa azul y un jean que marcaba todo. Me miró de arriba abajo, y yo le tiré una risita mientras dejaba mi cartera en una silla. “¿Nervioso, profe?”, le dije, acercándome despacio. Él se rió, pero se le notaba la tensión. “Un poco, pero no tanto como para rajarme”, me contestó.

Nos sentamos en la cama, y empezamos a charlar para romper el hielo. Me contó que había continuado viendo mí Poringa, especialmente el post del pepino, y que no podía sacarse la imagen de la cabeza. “Sos una loca, pero de las buenas”, me dijo, y yo me reí, acercándome más. Le puse una mano en la pierna, y él me miró con unos ojos que decían “ya no aguanto más”. Nos dimos un beso lento, de esos que empiezan suaves pero se vuelven desesperados. Su lengua era hábil, y sus manos no tardaron en recorrerme, apretándome las tetas por encima del vestido.

Le desabroché la camisa, botón por botón, mientras le tiraba miraditas y sonrisas. Cuando llegué al jean, lo bajé junto con el bóxer, y me encontré con una pija dura, no enorme, pero perfecta para lo que quería. “Esto va por el culo, profe, pero con forro”, le dije, sacando un preservativo de mi cartera. Él asintió, todavía medio en shock. Me saqué el vestido, quedándome en ropa interior, y me puse en cuatro sobre la cama, con el culo en alto. “Mirá lo que te espera”, le dije, abriéndome los cachetes del culo para que viera mis arrugas marrones listas para él.

Diego se acercó, me bajó la tanga con manos temblorosas, y empezó a acariciarme. Primero con los dedos, explorando mi concha, que ya estaba empapada, y después mi culo, donde metió un dedo con lubricante que yo había llevado. Gemí bajito, moviendo las caderas para provocarlo. “Qué culo, la puta madre”, murmuró, y yo le contesté con una risita: “Dale, profe, metémela de una”. Se puso el forro, se untó lubricante, y apoyó la punta de su pija contra mi culo. La sensación de la presión me hizo suspirar, y cuando empezó a entrar, despacito, sentí cómo me abría. Fue lento al principio, dejándome acostumbrar, pero cada centímetro era un placer intenso.

Cuando estuvo todo adentro, empezó a moverse, primero suave, después más rápido. Yo gemía como loca, apretando las sábanas, mientras él me agarraba de las caderas. “Qué rico cogés, profe”, le dije, mirándolo por encima del hombro con una sonrisa. Él estaba ido, con la cara transpirada, gruñendo con cada embestida. Me tocaba la concha con una mano, frotándome el clítoris, y eso me llevaba al cielo. Cambiamos de posición: me puse de lado, con una pierna levantada, y él siguió dándome por el culo, ahora con más fuerza. Cada empujón me hacía gritar, y yo le pedía más, porque esta petera no se conforma con poco.

El orgasmo me pegó fuerte, con la concha palpitándome y el culo apretando su pija. Grité sin importarme si alguien escuchaba, y él, unos segundos después, se vino con un gemido que parecía un rugido. Nos quedamos quietos, respirando agitados, con él todavía adentro. “Sos una bestia”, me dijo, y yo me reí, dándole un beso rápido. “Y vos un maestro en todos los sentidos, profe”.

Nos limpiamos con unas toallitas húmedas que nunca faltan en mí cartera, nos vestimos, y antes de irnos, le tiré: “No le cuentes a Laura, pero si querés repetir, ya sabés dónde encontrarme”. Él se rió, prometiendo discreción. Volví a casa con el cuerpo vibrando, me bañé y fui a buscar a mí gorda con todo el orto detonado por su maestro.
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10 comentarios - Me garché al maestro de mí hija (Relato + Fotos)

Jack55477 +1
Que rico yo también quiero darte una buena cogida
leonotux +1
Afortunado el maestro (y se ve que vos también)
Jhann19 +2
Siempre logras las mejores sensaciones en mi.. hermoso post
elbotika +2
L próxima sin forro que la leche caliente se te pegue bien el las tripas.
Fiidy
Joder he terminado con la polla a reventar, quien te encontrara.
elnegrolmedo
Que hermosa puta!!!algun dia me gustaria ser ese profe para detonarte la colita hermosa
LinkOcarina94
El que quiera ponerle nota a mi novia q me escriba al tlg @Link9498