
Capítulo Único – La Tentación en Mi Cama
Esa tarde no estaba en casa. Había salido y, cuando volví, Marcos, el esposo de mi mejor amiga Carla, me esperaba con una confesión que nunca imaginé escuchar.
Al entrar a mi habitación, Marcos encontró mis tangas cuidadosamente dobladas sobre la cama. La tentación fue más fuerte que la razón. Sin mí, se dejó llevar por ese deseo prohibido y se masturbó usando mi ropa interior, en mi cama.
Al día siguiente, me lo contó en persona. Lo vi con los ojos llenos de nervios y deseo, y sus palabras fueron un torbellino de confesiones y culpa.
—Mahia, necesito ser honesto contigo —comenzó, con la voz temblorosa—. Entré a tu habitación mientras no estabas... vi tus tangas, tan delicadas, tan tuyas... y no pude resistir.
Me miró, esperando una reacción que no llegaba, mientras continuaba:
—Me senté en tu cama y me toqué con ellas. Fue una locura, una traición a Carla y a nuestra amistad, pero también la confesión de un deseo que no puedo controlar.
El silencio nos envolvió, cargado de tensión y una mezcla imposible de culpa y excitación.
—Ahora sé que te deseo —confesó—. Esto no es un juego. Quiero que lo sepas, aunque no sé qué pasará después.
Sentí que mi corazón latía con fuerza, y supe que entre nosotros se había encendido una llama que ni la razón podría apagar.
Al día siguiente, encontré una nota suya, una confesión escrita que parecía sacada de sus más profundos deseos:
Nota de Marcos
Mahia,
No estabas y yo no pude resistirlo. Vi tus tangas y las tomé entre mis manos, sintiendo la mezcla perfecta de tu aroma y el calor de lo prohibido.
Me senté en tu cama y comencé a tocarme, imaginando que eras tú quien me acariciaba, quien me susurraba al oído las palabras que nadie más sabe.
Sé que esto es una locura, una traición a Carla y a nuestra amistad, pero no puedo negar lo que siento. Te deseo, y ese deseo me consume.
Quería que supieras la verdad, que entiendas que esta fantasía no es solo un juego para mí.
—Marcos
Leer esa nota me hizo temblar. Saber que él había cruzado ese límite en mi ausencia, usando mi cuerpo en sus pensamientos, me hizo sentir poderosa y vulnerable a la vez.
Soy Mahia, mujer libre, dueña de su deseo y de sus secretos. Y esta confesión, aunque peligrosa, es una prueba más de que la pasión no conoce reglas ni horarios.
Secretos de Encaje
Después de cada confesión de Marcos, la línea entre deseo y realidad se volvió más difusa. Sabía que no solo usaba mis tangas, sino que se envolvía en un mundo donde yo y mis prendas eran su refugio secreto.
Una tarde, mientras estábamos juntos, me confesó con una sonrisa traviesa:
—Mahia, encontré ese conjunto de encaje negro que guardás para las noches especiales. Me lo puse y me imaginé que eras vos quien me acariciaba.
Sus palabras encendieron una chispa dentro de mí. Me acerqué, acaricié su mejilla y le susurré:
—Entonces, hazme sentir que soy real.
Esa noche, entre susurros y piel contra piel, dejamos atrás las dudas y nos entregamos a un juego donde la ropa interior era más que tela: era la llave a un deseo compartido, prohibido y maravilloso.
Cada vez que Marcos usaba algo mío, sentía que un pedazo de mí estaba con él, y que en ese instante estábamos unidos, más allá de lo que las palabras podían expresar.Esa tarde, Marcos fue aún más allá en sus confesiones, y mientras me hablaba, sentí cómo una mezcla de excitación y ternura me invadía.
—Mahia —me dijo, mirándome con una intensidad que quemaba—, te tengo que contar algo más. No solo usé tus tangas y blusas... le di amor a toda tu ropa interior.
Me confesó que cada prenda que tocaba, cada encaje, cada tela suave, era para él un pedazo de vos, un recuerdo vivo de lo que deseaba.
—En especial tus bombachas —susurró—. Las usaba con cuidado, dejando que cada fibra sintiera mis caricias. Tenían tu esencia, y eso hacía que cada instante fuera aún más real y ardiente.
Imaginarlo así, entregado a esa intimidad prohibida, hizo que una sensación profunda recorriera mi cuerpo.
—Sentía que te llevaba conmigo —continuó—, que aunque estuvieras lejos, cada prenda era un puente hacia vos, un lugar donde nuestro deseo podía existir sin miedo ni límites y acab en cada una sali mi amor y mi olor entoda tu rop interior y cama.
Escucharlo me hizo sentir dueña de un secreto poderoso, una conexión que trascendía la distancia y las normas.
FIN
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