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Tendre sexo con mi madre? pt6

La puerta se cerró con un clic apenas audible. El único resplandor en la habitación era el de la luna filtrándose por la ventana, pintando líneas plateadas sobre el cuerpo de mi madre. Su silueta avanzó hacia mi cama, y antes de que pudiera decir algo, sus labios ya estaban sobre los míos, cálidos y urgentes.


—Calladito, ¿eh? —susurró contra mi boca, mientras sus manos me desabrochaban el short con dedos temblorosos—. Si tu padre se despierta, me escondo bajo la cama y tú finges que estabas dormido.


Asentí, pero ella no esperó respuesta. En un movimiento fluido, se montó encima de mí, ahogando mis gemidos con otro beso húmedo. Noté que llevaba solo una camiseta holgada—¿y nada debajo?—. La tela rozaba mi piel mientras ella se frotaba contra mi erección, haciendo que el short cayera por completo.


—Mierda… —murmuré, arqueándome hacia arriba—. ¿Vas así de…?


—Shh —cortó ella, llevando un dedo a mis labios—. Nada de hablar.


Su advertencia solo me excitó más. Con las manos en sus caderas, la guié para que se sentara sobre mí, sintiendo cómo su calor me envolvía sin necesidad de más preámbulos. Ella contuvo un jadeo, mordiendo su propio labio para no hacer ruido, mientras bajaba lentamente.


El sonido de nuestros cuerpos era un schlick, schlick apenas audible, pero en el silencio de la noche, cada roce sonaba como un trueno. Yo me concentraba en respirar por la nariz, en no gruñir cuando ella se movía con esa cadencia que me volvía loco—arriba, abajo, despacio, demasiado despacio—.


—¿Te gusta? —susurró al oído, clavándome las uñas en los hombros—. Puta madre, Sam… Eres tan grande.


No pude evitar un gemido ahogado. Ella reaccionó al instante, tapándome la boca con su palma mientras aceleraba el ritmo. Sus caderas chocaban contra mis muslos con un plaf, plaf sordo, y por primera vez en mi vida, entendí el miedo y el placer mezclados.


—Escucha —jadeó de pronto, deteniéndose en seco—.


Ambos contuvimos el aliento. ¿Pasos? ¿La madera crujiendo? Mi corazón latía tan fuerte que temí que se escuchara fuera de la habitación. Pero solo fue el viento golpeando una ventana en el piso de abajo.


Ella soltó un suspiro y volvió a moverse, esta vez más rápido, más desesperada.


—Voy a… —empecé a decir, pero me interrumpió con un beso salvaje.


—Sí, ven —ordenó contra mis labios—. Dentro.


Fue suficiente. La agarré de las nalgas y la empujé contra mí una última vez, sintiendo cómo me sacudía entero. Ella enterró el rostro en mi cuello para ahogar su propio gemido, y durante unos segundos, solo existió el calor, el sudor y ese olor a sexo que flotaba entre nosotros.


La habitación estaba en silencio, solo roto por los jadeos entrecortados de mi madre y el sonido húmedo de nuestros cuerpos moviéndose con desesperación. Ella se tapaba la boca con una mano, pero cada vez que yo la empujaba más fuerte, sus gemidos se filtraban entre sus dedos.


Ahh… S-Sam…— logró escapar, antes de morderse el labio con fuerza.


Yo la miré con los ojos ardientes, sintiendo cómo mi cuerpo se tensaba aún más por el peligro.


Mamá… nos va a oír…— susurré, pero no dejé de moverme.


Ella negó frenéticamente con la cabeza, sus ojos brillando en la oscuridad.


No me importa… sigue…— jadeó, arqueándose hacia mí.


Sus palabras fueron suficiente. Agarré sus caderas con más fuerza y aumenté el ritmo, cada embestida más profunda, más rápida. El colchón crujía bajo nosotros, y aunque tratábamos de mantener el silencio, el placer era demasiado intenso.


¡Ah! ¡Dios!— escapó de sus labios, más fuerte de lo que debía, y al instante se tapó la boca con ambos manos, los ojos abiertos por el pánico.


Nos quedamos quietos por un segundo, escuchando con el corazón en la garganta. ¿Alguien había escuchado? ¿Se había movido algo en el pasillo?


Pero no hubo ruidos. Solo nuestra respiración agitada y el sonido de la sangre latiendo en nuestros oídos.


Ella me miró, y en sus ojos vi la misma mezcla de miedo y deseo que debía reflejar los míos.


Esto es una locura…— murmuré, pero ya estaba perdido.


Entonces volvémonos locos…— respondió, bajando sus manos y atrayéndome hacia otro beso feroz.


Sus piernas se cerraron alrededor de mi cintura, y sin perder más tiempo, retomamos el ritmo, esta vez aún más rápido, más desesperado. Ya no había espacio para el miedo, solo para el placer que nos consumía.


Ella dejó escapar otro gemido, esta vez sin reprimirse, y yo la silencié con mi boca sobre la suya, tragándome sus sonidos. Nuestros cuerpos chocaban con 
una fuerza animal, el sudor haciéndonos resbalar el uno contra el otro.


Sam… no voy a aguantar…— gimió, clavándome las uñas en la espalda.


Yo tampoco… mamá…— jadeé, sintiendo cómo el calor se acumulaba en mi vientre.


Ella apretó los ojos y su cuerpo se tensó bajo el mío, sus músculos contrayéndose alrededor de mí. Yo la seguí un segundo después, enterrando mi rostro en su cuello para ahogar mi propio gemido mientras el placer me sacudía entero.


Nos derrumbamos juntos, jadeando, nuestros corazones golpeando al unísono.


Esto… fue una mala idea…— susurró ella, pero su sonrisa temblorosa decía lo contrario.


La mejor mala idea que hemos tenido…— respondí, acariciando su rostro.


Fuera, la casa seguía en silencio


El aire en la habitación aún olía a sexo, a piel caliente y a deseo satisfecho. Mi madre se separó de mí lentamente, su cuerpo brillando bajo la tenue luz de la luna que se filtraba por la ventana. Me miró con esos ojos oscuros, llenos de una mezcla de culpa y satisfacción, antes de inclinarse para darme un último beso... uno que no era dulce, sino salvaje.


Sus dientes se cerraron en mi labio inferior, mordiendo con suficiente fuerza para hacerme gruñir.


Mmm... eso dolerá mañana— susurré, saboreando el dolor mezclado con placer.


Ella sonrió, maliciosa, pasando su lengua sobre el pequeño daño que acababa de hacer.


Buena suerte explicándole a tu padre por qué tienes el labio hinchado— murmuró contra mi boca, antes de separarse por completo.


Se levantó de la cama con esa elegancia que siempre tenía, incluso desnuda y con las piernas temblorosas. Tomó su camisón del suelo y se lo puso sin prisas, como si no le importara que yo la siguiera mirando... como si sabiera que no podía apartar los ojos de ella.


Nos vemos mañana... hijo— dijo, alargando la última palabra con una voz baja y cargada de doble sentido.


Y entonces, con un último vistazo lleno de promesas, abrió la puerta y se deslizó hacia el pasillo oscuro, desapareciendo como un fantasma.


Yo me quedé allí, en mi cama, todavía jadeando, con el corazón latiendo fuerte y el labio palpitando. ¿En qué demonios nos habíamos metido? Pero por más que mi mente intentara advertirme del peligro, mi cuerpo solo recordaba una cosa: el sabor de ella, el sonido de sus gemidos ahogados, la forma en que sus uñas se clavaron en mi espalda.


Me recosté en las almohadas, mirando el techo, sabiendo que no iba a dormir en toda la noche.

3 comentarios - Tendre sexo con mi madre? pt6

nukissy986
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nukissy991
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