
Mi suegra me la come en la comida familiar
Tengo a mi suegra en mis manos y la abordo en la cocina, la caliento un poquito y no tarda mucho en aceptar el futuro que la espera.
La comida fue de lo más tranquila, por primera vez en tres años no tuve que soportar las indirectas de mi suegra diciendo que yo era un muerto de hambre y le había robado la vida a su hija.
A la hora de recoger los platos, dije a mi mujer que se echara un poco la siesta, la niña había dado guerra por la noche y no había podido pegar ojo.
Mi suegro se quedó con mi pequeña y yo fui a ayudar a mi suegra.
Cuando me vio entrar en la cocina le temblaron las piernas.
Ayyy, Cabrona, te vas cagar, estuve a punto de decirla.
Me senté en una silla y me puse a admirar su estupendo culazo.
Joder, había que reconocerlo, Paulina tenía un culo de la hostia, redondito, levantado, y como llevaba la minifalda tan corta, cada vez que se inclinaba, se asomaban los cachetillos por debajo con la braguita metida en medio encajadita entre los gajos.
Hasta ahora no había prestado atención a estos detalles porque mi suegra me daba un asco tremendo, pero tengo que reconocer que para sus años, está buena que te cagas y tiene un cuerpazo que muchas jovencitas quisieran para ellas.
La jodida recogía las cosas y constantemente se giraba para mirar lo que yo hacía, se notaba nerviosa y a cada momento quería taparse el culo y tiraba de la faldita hacia abajo.
Se inclinó para meter el aceite en un mueble bajero y esa fue su perdición, se metió la braguita entre sus nalgas y pude ver el abultamiento de la vulva y el circulito marrón apareciendo por los lados.
Me levanté muy despacio, tiré de la faldita hacia arriba y pegué mi paquete a su culazo.
Me miró sofocada y me pidió que la dejara. Pero eso era imposible, la zorra me había puesto tan caliente que tenía que descargarme.
La cogí por las caderas y empecé a embestirla rítmicamente, no muy fuerte, pero golpeando su nalguitas con la dureza que tenía bajo la ropa.
¡Plas! ¡Plas! ¡Plas! ¡Plas! Se oyó a partir de ese instante en la cocina.
Ella no decía nada y se dejaba hacer, apoyándose como podía en la encimera.
Metí las manos bajo la blusa y acaricié con ellas sus tetas, cuando toqué los pezones estaban tan tiesos y duros que parecían dos arietes.
Los apreté, pellizqué, retorcí y entonces mi suegra bajó las defensas, se inclinó hacia delante y sacó el culo hacia afuera frotándolo contra mi paquete.
Llevó una mano hacia atrás, desabrochó la bragueta, sacó mi verga corriendo y la metió entre sus piernas.
- Métemela, corre. – rogó restregando su culazo contra mi polla –
Llevé las manos a mí nuca, y como si fuera un señor y ella mi puta, di dos pasos hacia atrás separándome para mirarla.
- Primero hazme una mamada.
Se dio la vuelta corriendo y vio mi verga bien dura fuera del pantalón y la sonrisa en mi cara.
No tuve que decir nada, la zorra lo tenía claro, se hincó de rodillas, cogió la polla con su mano y la rodeó con los labios para hacerme la mamada.
Tiró del prepucio hacia abajo, y cuando apareció el capullo morado, pasó la lengua por los labios para humedecerlos y los ojos se le pusieron vidriosos. Estaba deseando chuparla.
Tocó el agujerito con la puntita y giró la cabeza para chupar y morder ligeramente el frenillo.
- Joder, Paulina, que posición más obscena.
Miró hacia arriba para ver mi cara, y sin apartar sus ojos de los míos, envolvió el glande con los labios y lo relamió repetidas veces con la lengua.
La hija de puta no dejaba de mirarme, me estaba desafiando. La chupaba como una descosida para demostrarme lo bien que lo hacía.
Cuando estaba más entregada y lamía el tronco y los huevos, la cogí por el pelo, la obligué a levantarse y la empujé contra la mesa con las tetas pegadas al tablero.
Ella estiró los brazos y se giró ansiosa para mirarme.
- Métemela, venga. Métemela, corre. – pidió subiendo su falda –
Di un tirón a la braga, rasgándola por los lados, y me la metí en el bolsillo. Era otro recuerdo de familia.
Cogí la verga, la metí entre sus piernas y empecé a moverla atrás y adelante.
- Ummmm. – gimió la zorra al notar el cipote deslizándose entre los gajos –
El capullo se deslizaba por la raja embadurnándose con sus flujos.
Joder con la puta de mi suegra, estaba más mojada que el estanque del Retiro.
La vi tan excitada que quise jugar con ella, deslicé el capullo despacito hasta que golpeó el clítoris suavemente.
- ¡Fóllame! Joder. – volvió a mendigar ella –
Eché el cuerpo hacia atrás, saqué la verga de sus piernas y la metí entre sus nalgas pero empujando hacia arriba. Vi el capullo morado apareciendo entre ellas y me puse cardíaco perdido.
Volví a bajar la polla y punteé su culito.
Mi suegra se tensó y miró hacia atrás asustada, pero ni dijo que si, ni dijo que no, sólo esperó a ver si la follaba.
Empujé con el glande el esfínter y vi que se dilataba.
- Joder, Paulina. Tienes el culo muy abierto, por aquí te la han debido meter un centenar de veces. – dije aguantando la risa –
No dijo nada pero se preparó apoyando el pecho en la mesa y agarrándose con fuerza a los bordes.
Esperaba que embistiera su culo pero no era esa mi idea, di dos puntadas en el ojete y oí como gemía y temblaba.
- Métela, métela. – pidió desesperadamente –
Joder con Paulina, apoyaba el pecho, levantaba el culo y me lo ofrecía gustosa para que se lo follarla.
Llevé la verga a la vulva y volví a deslizarla entre los gajos.
Mi suegra estaba excitada y se movía nerviosa para que el cipote la penetrara.
La sujeté por las caderas y me moví adelante y atrás pero sin llegar a penetrarla, notaba su sexo encharcado y los juguitos empapando mi polla.
- Ummmm. ¡Fóllame! Joder. ¿A qué esperas? – rogó con un largo suspiro –
Sin decir nada, emboqué el capullo en su cueva y la embestí contra el tablero.
- Auuugggg. – chilló arrastrando las tetas por la superficie de la tabla –
- Toma polla. ¡Puta! – dije dándola una nalgada –
- Auuuufffff. – gimió cuando notó que la empotraba –
Pero en vez de protestar, se agarró con fuerza a la mesa para impulsarse hacia atrás y que mi verga la empalara.
- Así, así. Métemela bien fuerte, cabrón. – pidió sin dejar de moverse e impulsar sus caderas –
Tuve un arrebato y me lancé hacia delante embistiéndola como un toro.
¡Plas! Sonó al chocar mi pelvis contra su culazo.
- Auffffff. Más, dame más. – pidió como una desesperada – Fóllame con todas tus ganas.
Joder con Paulina, la esposa y madre entregada, era más puta que las gallinas y la encantaba que la follaran.
Me animé y me lancé como un loco a follarla como ella pedía, a empotrarla como un animal desquiciado.
- Ufff. Ufff. Ufff. – salía de mi boca cada vez que metía mi polla en su coño –
Estaba disfrutando como un niño, nunca antes había echado un polvo como éste. Yo embestía a mi suegra a lo bestia y ella me pedía que pusiera más ganas.
- Aufff. Ouggg. Aufff. Sigue, sigue, Métemela bien duro. – repetía una vez tras otra la muy zorra –
Vi como iba adelante y atrás resbalando por la mesa y me sentí el rey del mundo, todo lo que me había jodido esta puta en los tres años de matrimonio me lo iba a pagar en carne de la buena.
La di una nalgada tan fuerte que temí que la escuchara mi suegro.
¡Zas! Sonó en la cocina.
- Auuuuuggggg. – chilló ella, pero no por eso dejó moverse –
Los cinco dedos estaban marcados y se veían rojísimos en la nalga, si mi suegro los veía. Joder, ya podía buscar una buena excusa para justificarse.
Tiré con fuerza del pelo, como había visto hacer aquella noche al puto, y mi suegra levantó la cabeza mirando forzosamente hacia el techo. Pero ni protestó ni intentó soltarse en ningún momento, siguió moviendo el culazo y yo continué empotrándola el rabo.
- ¡Qué puta eres! Paulina. – dije al verla tan perra –
La zorra no dejaba de gemir y arrastrar las tetas sobre la mesa.
La di otra guantada en el culo y ella lo movió con más ganas.
- Ummmm. ¡Fóllame! Fóllame fuerte que voy a correrme. – dijo metiendo una mano entre sus piernas.
Noté como acariciaba mis huevos con ella mientras la verga entraba y salía del coño.
- ¡Dios! Qué polla más rica. – susurró intentando coger el tallo –
Pero mi pollón entraba tan deprisa que solo podía acariciarlo de vez en cuando.
- Ummm. Me corro. – avisó al tiempo que contraía su vagina – Ummmm. Métela entera y déjala dentro.
La metí un pollazo del carajo y seguí arremetiendo su coño con la verga ocupando todo el espacio.
- Siiiii. Ummm. Cómo me gustaaaa. – chilló estirada sobre la mesa – Empuja, empuja, Cabrón.
Sacudí otro azotazo en su culo y empujé hasta ponerla de puntillas.
- Ouggggg. Así, así, reviéntame el coño.
La ejemplar madre y esposa estaba teniendo un orgasmo y no podía controlar su vocabulario.
Cuando acabó de correrse, giró la cara para mirarme, estaba roja como un tomate y no sé si era por la vergüenza o por haber estado arrastrándola por toda la mesa.
Con vocecita tímida y vergonzosa me dio la opción de correrme.
- Umm. ¿Dónde quieres hacerlo?
Tiré con fuerza del pelo obligándola a doblar la espalda, y cuando tuve su cara cerca, metí dos dedos en su boca y tirando con fuerza hacia atrás la hice chuparlos enteros como si fueran mi polla.
- Aquí no. ¡Zorra! Qué la boca ya te la llenó de semen el Puto de la otra noche.
Seguía moviendo el culo mientras yo la empotraba y esperaba ansiosa mi respuesta.
- Voy a llenarte el coñito de leche.
Solté su cabeza, ella se tumbó de nuevo sobre la mesa, y empezó a mover el culazo de una forma impresionante. Ni dos minutos tardó en conseguir que me corriera y llenara su coño de leche.
- Ufffff. Ya voy. Uffff Voy a correrme. – chillé con mi polla a puntito de soltar el semen -
Paulina comenzó a apretar y aflojar la vagina y mi polla explotó en el mejor de los orgasmos.
- Auuuuff. Sigue, sigue.
Mi suegra era la hostia, tenía un control de sus músculos vaginales que me dejó acojonado, los apretaba y aflojaba a cada momento, exprimiendo la verga hasta sacar la leche del capullo.
La di otra nalgada y vi que tenía el culo colorado.
- Anda, anda, vístete, corre. A ver si va a venir tu marido y te pilla en la cocina en pelotas.
Se bajó la falda, abrochó la blusa y buscó por todas partes la braga.
- ¡Eh! – dije sacándola del bolsillo – Me la quedo como recuerdo.
La cabrona me miró y torció el morro al verla.
- Sigues siendo un guarro. - dijo poniéndose muy digna - Seguro que vas a masturbarte con ella.
Me acerqué, la metí entre sus piernas y la limpié todos los flujos del coño.
- Ummm. - suspiro al notar la tela recorriendo toda su raja –
Empujé con los dedos metiendo media braga dentro, la saqué, la olí y la dije bajito al oído.
- Ahora va a oler mucho más a Puta.
Salí de la cocina y fui a ver a mi suegro, estaba en el salón jugando con su nieta sin imaginar lo puta que era su esposa.
1 comentarios - Mamada de suegra.