Histrias Cortas: Entre Sombras y Deseos

Me llamo Mariela, tengo 38 años, casada y madre de tres hijas. Mi vida parece ordenada y tranquila, pero dentro mío arde una llama que pocas veces dejo salir. El deseo, la pasión y ese impulso prohibido que a veces despierta en mí una necesidad de sentirme viva, más allá de la rutina y las responsabilidades.
Aquella tarde, en la reunión con amigos, todo parecía normal. Las nenas jugaban en su cuarto y, poco a poco, se durmieron. Valeria y Pablo conversaban a unos pasos de mí. Pablo me pidió permiso para ir al baño, pero el tiempo pasó y él no regresaba. Algo me inquietó.
Decidí acercarme a ver cómo estaban las nenas. Las encontré profundamente dormidas, su respiración pausada y tranquila me dio un respiro. Pero entonces, mi mirada se dirigió al baño, cuya puerta estaba entreabierta. Pablo no estaba adentro.
Una mezcla de curiosidad e inquietud me llevó al dormitorio matrimonial. La puerta estaba ligeramente abierta y la luz dorada del atardecer entraba, creando una atmósfera cálida y cargada de tensión.
Y allí lo encontré.
Pablo, desnudo, inclinado sobre mi cama, con mis bombachas apretadas entre sus manos, entregado a su placer silencioso.
Mi corazón dio un vuelco. No sabía si huir o acercarme. Sus ojos se abrieron al escuchar mis pasos, y una sonrisa traviesa apareció en sus labios.
—No pude resistirme —susurró, con voz ronca—. Me fantaseé contigo, Mariela, deseaba tener tu olor cerca, sentirte de esta manera.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Traté de controlar el temblor de mi voz y le dije:
—Amor, ¿qué haces?
Pero él, con decisión, me respondió:
—Lo siento, me voy.
Entonces, en voz baja, casi implorando, le dije:
—Nooooo… termina ya.
Me miró intensamente, y justo frente a mí, acabó en mis bombachas. Fue tan fuerte, tan inesperado, que me sorprendió y me dejó sin aliento.
—Guarda todo, limpia, sí… y baja la cadena del baño para disimular que estabas en él, por favor —le ordené en un susurro.
Un gemido escapó de sus labios, profundo y cargado de deseo. Bajé la mirada y vi su bulto marcado frente a mí.
Sin pensarlo, le di un beso rápido y me fui, dejando detrás esa mezcla de sorpresa, deseo y un secreto que solo nosotros compartíamos.