Dulce Lucía - capítulo 8
Mateo y Lucía llegaron a la casa del jefe de Mateo para una cena. Los recibió Fernando, de 55, con bigote negro salpicado de canas blancas y una pequeña panza típica de su edad, y Miriam, su esposa, de 50, con pelo corto castaño, su edad visible pero una belleza elegante en su vestido azul. La casa olía a pollo asado, y la mesa estaba lista con platos de pollo jugoso y ensalada fresca de lechuga, tomate y aceitunas.
Los cuatro se sentaron, charlando sobre el trabajo y el clima, las copas de vino tinto brillando bajo la luz del comedor. Tras un rato, Mateo y Lucía se excusaron para ir al baño con la excusa de limpiar una pequeña mancha de vino como resultado de la torpeza del temeroso empleado en un lugar que él veía como peligroso e intimidatorio.
En el pequeño baño de azulejos blancos, Mateo, nervioso, dijo: —Lucía, esta cena debe salir bien, hay que impresionar a Fernando. Ya van 10 meses que estoy trabajando este proyecto, no lo puedo arruinar ahora. Va a pensar que solo tuve suerte...—
Lucía, con una sonrisa pícara, le guiñó un ojo. —Tranquilo, amor, tengo un plan —respondió, saliendo y dejando la puerta entreabierta por descuido. Mateo se quedó unos minutos pensativo y decidió orinar antes de salir. Se llevó una gran sorpresa cuando Miriam entró, buscando servilletas en un cajón. La puerta abierta fue interpretada como un pequeño descuido por lo que decidió entrar sin tocar. Sus ojos cayeron accidentalmente en el delgado pene de Mateo, de 15 cm y mucho más delgado de lo que estaba acostumbrada
—¡Ay, perdón, fue un accidente! Solo buscaba servilletas —dijo, sonrojada, encontrando un paquete y pidiéndole disculpas de nuevo. Ambos, incómodos, volvieron a la mesa.
—¿Lucía, dónde está? —preguntó Mateo, sentándose.
Fernando, con la mirada perdida, respondió: —Salió a atender una llamada. —El silencio pesó, el pollo humeando en los platos. —Ahora si que la cagué.— Pensó Mateo.
Miriam, rompiendo el hielo, sonrió a Mateo. —Lo siento otra vez, Mateo, fue sin querer. No hay nada de que avergonzarse, no es el primero que veo. Aunque admito que si es el primero que veo con esa forma. De todas formas, Lucía parece dulce, y el tamaño no lo es todo. Pueden ser felices de todos modos —dijo, amable. Fernando, inmóvil, no probaba bocado, un gemido suave escapando de sus labios, seguido de un gran suspiro. Miriam, frunciendo el ceño, lo regañó: —No seas cruel, Fernando. Mateo no tiene la culpa de haber nacido con ese tamaño. Hay más que sexo en una relación: el cariño, compartir momentos, crecer juntos. — Continuó sonriendo e intentando que Mateo comiera más de su famoso "pollo a la francesa" que tanto se había esmerado en cocinar durante horas. De un segundo a otro, se levantó, excusándose para buscar el postre, un flan casero. De pronto, Lucía emergió de bajo la mesa, limpiando restos de eyaculación de sus labios con los dedos, chupándolos hasta dejarlos limpios, saboreando con un gemido. Fernando miró a Mateo, serio. Mateo, atónito, miró a Lucía. Ella, riendo, dijo: —Miriam tiene razón, amor. Te amo, y si necesito leche o algo más, sé bien dónde encontrarla. —Le lanzó una sonrisa pícara a Fernando, quien se la devolvió, confiado. Mateo se puso colorado, su corazón acelerado por la vergüenza y un destello de excitación.
Pasadas las 10:00 PM, tras café y charlas, Lucía y Mateo se despidieron, agradeciendo la cena. Mientras Miriam abría la puerta, Fernando aprovechó para estrujar con fuerza el culo de Lucía. Mateo vio toda la secuencia desde atrás, el vestido arrugándose mientras Lucía abrazaba a Miriam sin demostrar el mínimo sobresalto. Fernando saludó con un apretón fuerte de manos, sin dejar de felicitar por su proyecto.
—Nunca me dijo algo así. Creo que está empezando a reconocerme— dijo Mateo con una sonrisa de oreja a oreja. —Si, le pedí que te trate mejor porque yo te amo mucho— respondió Lucía tiernamente.
En el auto, animada, comenzó a contar: —Amor, abajo de la mesa encontré una sorpresa. A pesar de su edad y esa pancita, Fernando tiene una verga casi tan grande como la de Ricardo, gruesa, gorda. Como a mi me gusta. Cualquier favor que necesites en el trabajo, yo me encargo. —Su mano se deslizó bajo el pantalón de Mateo, acariciando su delgado pene, que pulsaba con fuerza. Mateo, conduciendo, tenso y excitado, preguntó cómo hizo para convencerlo. —Solamente me metí abajo de la mesa cuando dijo que era muy linda para un chico como vos, jaja.— comentó Lucía mientras movía sus dedos suavemente.
Mateo eyaculó dentro de su pantalón, un gemido escapando de su garganta. Lucía rió, sacando su celular para tomar fotos de la mancha húmeda. —Carla se va a reír mucho cuando le cuente —dijo, enviando las imágenes, su risa llenando el auto mientras Mateo, sonrojado, manejaba, su amor por Lucía intacto en medio de la noche intensa.
CAPÍTULO 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/5990215/Mi-novia-con-un-tipo-en-el-Rapido-Tata.html
CAPÍTULO 2: http://www.poringa.net/posts/relatos/5990256/Mi-novia-conoce-a-mis-amigos.html
CAPÍTULO 3: http://www.poringa.net/posts/relatos/5990337/Mi-novia-con-mis-amigos-parte-2.html
CAPÍTULO 4: http://www.poringa.net/posts/relatos/5991140/Mi-novia-y-su-amiga-me-humillan.htm
CAPÍTULO 5: http://www.poringa.net/posts/relatos/5991445/Me-masturban-mientras-veo-a-mi-novia-cogiendo.html
CAPÍTULO 6: http://www.poringa.net/posts/relatos/5991467/Me-humillan-enfrente-de-2000-personas.html
CAPÍTULO 7: http://www.poringa.net/posts/relatos/5991493/Mi-novia-me-filma-para-su-amiga.html
Mateo y Lucía llegaron a la casa del jefe de Mateo para una cena. Los recibió Fernando, de 55, con bigote negro salpicado de canas blancas y una pequeña panza típica de su edad, y Miriam, su esposa, de 50, con pelo corto castaño, su edad visible pero una belleza elegante en su vestido azul. La casa olía a pollo asado, y la mesa estaba lista con platos de pollo jugoso y ensalada fresca de lechuga, tomate y aceitunas.
Los cuatro se sentaron, charlando sobre el trabajo y el clima, las copas de vino tinto brillando bajo la luz del comedor. Tras un rato, Mateo y Lucía se excusaron para ir al baño con la excusa de limpiar una pequeña mancha de vino como resultado de la torpeza del temeroso empleado en un lugar que él veía como peligroso e intimidatorio.
En el pequeño baño de azulejos blancos, Mateo, nervioso, dijo: —Lucía, esta cena debe salir bien, hay que impresionar a Fernando. Ya van 10 meses que estoy trabajando este proyecto, no lo puedo arruinar ahora. Va a pensar que solo tuve suerte...—
Lucía, con una sonrisa pícara, le guiñó un ojo. —Tranquilo, amor, tengo un plan —respondió, saliendo y dejando la puerta entreabierta por descuido. Mateo se quedó unos minutos pensativo y decidió orinar antes de salir. Se llevó una gran sorpresa cuando Miriam entró, buscando servilletas en un cajón. La puerta abierta fue interpretada como un pequeño descuido por lo que decidió entrar sin tocar. Sus ojos cayeron accidentalmente en el delgado pene de Mateo, de 15 cm y mucho más delgado de lo que estaba acostumbrada
—¡Ay, perdón, fue un accidente! Solo buscaba servilletas —dijo, sonrojada, encontrando un paquete y pidiéndole disculpas de nuevo. Ambos, incómodos, volvieron a la mesa.
—¿Lucía, dónde está? —preguntó Mateo, sentándose.
Fernando, con la mirada perdida, respondió: —Salió a atender una llamada. —El silencio pesó, el pollo humeando en los platos. —Ahora si que la cagué.— Pensó Mateo.
Miriam, rompiendo el hielo, sonrió a Mateo. —Lo siento otra vez, Mateo, fue sin querer. No hay nada de que avergonzarse, no es el primero que veo. Aunque admito que si es el primero que veo con esa forma. De todas formas, Lucía parece dulce, y el tamaño no lo es todo. Pueden ser felices de todos modos —dijo, amable. Fernando, inmóvil, no probaba bocado, un gemido suave escapando de sus labios, seguido de un gran suspiro. Miriam, frunciendo el ceño, lo regañó: —No seas cruel, Fernando. Mateo no tiene la culpa de haber nacido con ese tamaño. Hay más que sexo en una relación: el cariño, compartir momentos, crecer juntos. — Continuó sonriendo e intentando que Mateo comiera más de su famoso "pollo a la francesa" que tanto se había esmerado en cocinar durante horas. De un segundo a otro, se levantó, excusándose para buscar el postre, un flan casero. De pronto, Lucía emergió de bajo la mesa, limpiando restos de eyaculación de sus labios con los dedos, chupándolos hasta dejarlos limpios, saboreando con un gemido. Fernando miró a Mateo, serio. Mateo, atónito, miró a Lucía. Ella, riendo, dijo: —Miriam tiene razón, amor. Te amo, y si necesito leche o algo más, sé bien dónde encontrarla. —Le lanzó una sonrisa pícara a Fernando, quien se la devolvió, confiado. Mateo se puso colorado, su corazón acelerado por la vergüenza y un destello de excitación.
Pasadas las 10:00 PM, tras café y charlas, Lucía y Mateo se despidieron, agradeciendo la cena. Mientras Miriam abría la puerta, Fernando aprovechó para estrujar con fuerza el culo de Lucía. Mateo vio toda la secuencia desde atrás, el vestido arrugándose mientras Lucía abrazaba a Miriam sin demostrar el mínimo sobresalto. Fernando saludó con un apretón fuerte de manos, sin dejar de felicitar por su proyecto.
—Nunca me dijo algo así. Creo que está empezando a reconocerme— dijo Mateo con una sonrisa de oreja a oreja. —Si, le pedí que te trate mejor porque yo te amo mucho— respondió Lucía tiernamente.
En el auto, animada, comenzó a contar: —Amor, abajo de la mesa encontré una sorpresa. A pesar de su edad y esa pancita, Fernando tiene una verga casi tan grande como la de Ricardo, gruesa, gorda. Como a mi me gusta. Cualquier favor que necesites en el trabajo, yo me encargo. —Su mano se deslizó bajo el pantalón de Mateo, acariciando su delgado pene, que pulsaba con fuerza. Mateo, conduciendo, tenso y excitado, preguntó cómo hizo para convencerlo. —Solamente me metí abajo de la mesa cuando dijo que era muy linda para un chico como vos, jaja.— comentó Lucía mientras movía sus dedos suavemente.
Mateo eyaculó dentro de su pantalón, un gemido escapando de su garganta. Lucía rió, sacando su celular para tomar fotos de la mancha húmeda. —Carla se va a reír mucho cuando le cuente —dijo, enviando las imágenes, su risa llenando el auto mientras Mateo, sonrojado, manejaba, su amor por Lucía intacto en medio de la noche intensa.
CAPÍTULO 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/5990215/Mi-novia-con-un-tipo-en-el-Rapido-Tata.html
CAPÍTULO 2: http://www.poringa.net/posts/relatos/5990256/Mi-novia-conoce-a-mis-amigos.html
CAPÍTULO 3: http://www.poringa.net/posts/relatos/5990337/Mi-novia-con-mis-amigos-parte-2.html
CAPÍTULO 4: http://www.poringa.net/posts/relatos/5991140/Mi-novia-y-su-amiga-me-humillan.htm
CAPÍTULO 5: http://www.poringa.net/posts/relatos/5991445/Me-masturban-mientras-veo-a-mi-novia-cogiendo.html
CAPÍTULO 6: http://www.poringa.net/posts/relatos/5991467/Me-humillan-enfrente-de-2000-personas.html
CAPÍTULO 7: http://www.poringa.net/posts/relatos/5991493/Mi-novia-me-filma-para-su-amiga.html
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