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La peor separación de mi vida - Parte 1

Mirando atrás, cuando pensé en cómo mejorar la relación con mi novia, jamás pensé que iba a llegar a éste punto. Lo peor es que todo fué culpa mía o instigado por mí. No sé cómo voy a hacer para vivir con ésto.

Yo soy Mariano. Mi novia se llama Ayelén. Tenemos 29 y 25, respectivamente. Yo soy un hombre normal, o al menos así me considero. No tengo grandes vicios, ni grandes defectos. Tampoco grandes virtudes. Soy un tipo bastante tranquilo, siempre lo fuí. No soy muy salidor. A veces me junto con amigos, para ir a comer y esas cosas. No soy de andar por boliches ni por la noche. Mi única gran pasión es Estudiantes de La Plata, ya que yo nací y me crié ahí, a pocas cuadras de la cancha. Es lo único por lo que soy bien termo, sin perderme ningún partido. Inclusive cuando me vine a vivir a capital, si juega el pincha en La Plata lo voy a ver.

Ayelén, como se dice, la verdad que es todo un tema y siempre lo fué. Desde que la conocí, a través de un amigo en común, me quedé flechado con ella. Flechado mal. Ella es una morochita de cara y ojos bien vivaces, muy expresiva. Una boquita hermosa y un cuerpo que es una delicia. No es de esas minas voluptuosas, nada que ver, pero tiene bien puesto lo suyo y me encanta como mujer.

El tema es que tiene un carácter muy jodido. No se si es bipolar o qué. Puede estar tranquila y bien con uno un momento, para que de la nada se ponga arisca o distante. Pasa de calor a frío como si nada. También, cuando le salta la térmica por algo, se pone muy vengativa. Hace dos años que estamos juntos y tuvimos un par de peleas muy fuertes. Una por algo que yo hice, nada grave la verdad, y la otra por algo que se pensó que hice, que no había sido tan así. No vivíamos juntos, por suerte, pero nos veíamos bastante seguido y siempre alguno se pasaba una o dos noches en lo del otro. Tuvimos en un momento un plan de alquilarnos algo juntos, pero no prosperó.

Si habíamos abierto una cuenta de banco a nombre de los dos, para ir juntando ahí algo de plata que nos sobraba todos los meses, con la idea de usarla para cuando nos mudáramos, si decidíamos hacerlo. Ese fue un gran error, pero en su momento no lo ví así. Lo veía, desde mi inocencia, como un lindo paso previo en nuestra historia antes de, por ahí más adelante, casarnos.

La verdad no sé que me vió a mí, como hombre. No soy el más agraciado ni el más feo. El más inteligente o el más tarado. Pero le gusté y eso era lo que me importaba.

Todo comenzó alrededor de un año atrás. Nuestra relación se empezó a enfriar. De repente ninguno de los dos estaba lo que se dice bien-bien con el otro. Empezamos a notar que por ahí estábamos juntos más por inercia que por otra cosa. Por suerte no nos peleábamos, pero cada día nos sentíamos los dos más insatisfechos. Del lugar donde estábamos, como pareja, y de cómo se sentía el otro y nos hacía sentir.

Esto llegó a afectarnos sexualmente también. Durante el primer año de la relación, nos disfrutamos mucho y la pasabamos muy bien. Pero después mermó bastante. Fue decayendo. Cada vez lo hacíamos menos seguido y nos satisfacía menos. Como que se había vuelto todo predecible, mecánico. Sin picos de placer. Nada de eso.

Ayelén llegó a decirme que ella no estaba satisfecha sexualmente conmigo, pero lo dijo de forma que se refería a ella, que la del problema era ella y no yo. Que algo le pasaba. La situación por la que estábamos pasando no ayudaba, pero que no era cosa mía. A mi me dolió bastante eso, la forma que me lo dijo. Empezamos a hablar esa noche. La charla se volvió una discusión y la discusión tranquila se volvió una muy fea. Terminamos peleándonos esa noche. Yo me volví a casa y estuvimos separados unos diez días. Después nos amigamos. Yo no quería perderla y ella me decía que ella a mí tampoco.

Volvimos a estar juntos y la cosa parecía mejorar, pero no duró mucho. Habremos estado un mes bien y luego de vuelta la misma sensación de estar insatisfechos los dos. Lo hablamos y por suerte esa vez no terminamos peleándonos.

Antes de que eso sucediera de nuevo decidí ponerme manos a la obra en tratar de cambiar las cosas. Hacérsela pasar mejor a ella y a mí. De alguna manera. Probamos de salir más por ahí juntos. Hacer más cosas, ir al cine y eso. Nos entretenía, si. Pero nada más. No solucionó nada. Le pagué unos cursos de danza, que a ella le gustaba mucho, para que fuera y se entretuviera, hiciera algo que le gustaba, se desenchufara un poco, pero tampoco. Nada. Largó al mes. Dijo que no quería ir más, pese a que yo como un boludo había pagado un par de meses por adelantado para que saliera más barato.

Estuve un mes entero pensando y repensando qué podía hacer para cambiarle un poco la onda a ella y así mejorar la nuestra. Y ahí fué el fatídico día que, leyendo cosas por ahí, terminé leyéndome unas historias y testimonios de cucks y cornudos en un sitio. Nunca lo había pensado eso, nunca me llamó la atención, pero leyendo los testimonios, de lo felices y excitados que parecían los tipos (Y hasta algunas mujeres también) que no les parecía mal que su pareja anduviera con otro… me llamó la atención.

Empecé a leer más del tema y claro, siempre saltaba alguna historia en la que todo se iba al carajo, las cosas saltaban mal y todo terminaba peor, pero eran las menos. La gran mayoría de los que lo hacían estaban contentos. Se compartían anécdotas entre ellos. Se felicitaban. Se ufanaban de lo mucho que les había mejorado la relación.

Para mí era nada más una cosa para probar a ver si funcionaba. Sólo eso. Si, era raro. Poco usual, si se quiere. Pero hoy en día hay cada terapia rara también que… quién sabía? Por ahí algo así era lo que nos faltaba. Por ahí no para hacerlo constantemente, no. Pero si se daba, probar de hacerlo una vez, ver que pasaba, cómo nos sentíamos, si nos mejoraba la cosa…

Cuando se lo sugerí a Ayelén, me sacó cagando. Se enojó mucho. Pero mucho en serio, como aquella vez que habíamos discutido. Le cayó muy mal mi sugerencia de que ella probara de tener un touch con otro tipo. Uno pensaría que alguien se sentiría feliz que le dieran esa libertad, esa luz verde de liberarse un poco y tener una aventurita por ahí con el visto bueno de la pareja, pero ella no lo vió así. Me empezó a decir de todo. Que yo era un maricón. Poco hombre. Que ella evidentemente no me importaba, si yo pensaba en largarla así tan casualmente. Que ella no quería estar con un tipo así de débil.

Le expliqué que no pasaba por ahí el tema, por la debilidad o por la poca hombría. Era solamente algo para probar, para tratar de sacudir un poco la relación y ver si nos gustaba. Si nos ponía mejor. Si ella estaba mejor, yo también iba a estar mejor. No lo terminó de entender. Seguía con su tesitura. Era muy cabezadura cuando quería.

Pero yo no me dí por vencido. Durante semanas le machaqué la cabeza con el tema. A veces discreto, a veces más abiertamente. Pero ella seguía sin querer animarse a hacerlo. Era un tema de miedo de ella, pensé? Le aseguré que estaba todo bien, que si alguna vez lo quería hacer, tenía mi visto bueno. Que no la iba a retar ni enojarme, pero que yo sí quería que si lo hacía que me contara. Como le fué, que le pareció. Reconozco que después de haber leído tantas historias y tantos testimonios, un poco de calentura me daba cuando las minas les contaban a sus parejas lo que habían hecho y lo bien que lo habían pasado. Me daba una pizca de morbo que me comenzó a excitar de pensar.

Me imaginaba a Ayelén en una situación así, de darse unos besos con otro tipo en la calle. O quizás hasta que iba a algún boliche y dejaba que se la levantara alguno, y se la apretaba lindo contra la pared. Cosas así me imaginaba. Había algo en el imaginarme ver a Ayelén disfrutando un ratito a otro tipo, y ver al otro tipo disfrutarla a ella, que me calentaba un poco la pava.

Sin embargo, me pasé de rosca. Había llegado un punto que le rompí tanto las bolas con eso que se calentó mal una noche. Nos peleamos y terminamos a las puteadas. Ella llorando, gritándome que ya no me quería, que me fuera, que si pensaba tan poco de los sentimientos de ella que era un hijo de puta, que la estaba humillando… todo eso. No la pude hacer entrar en razón y yo también me calenté cuando me empezó a decir cosas muy hirientes ya.

Al irme, ella llorando de rabia y de bronca, me juró que me las iba a hacer pagar, por cómo la había humillado, despreciado y lastimado. La ví con mucha rabia en esos ojos llorosos. Muchísima.

A diferencia de nuestra otra gran pelea, donde al otro día ya nos empezamos a hablar un poco de nuevo, comenzando el lento proceso de amigarnos de nuevo, ésta vez fue distinto. Estuvo cuatro días sin mandarme algún mensaje o contestar los míos. Yo ya me estaba desesperando un poco. Pero al quinto día lo empezó a hacer. Seca, monosilábica, pero aceptó el contacto conmigo aunque fuera por chat. Y así estuvimos como cinco días más. Hablábamos mas seguido, mas normal, pero no nos habíamos vuelto a ver. Cuando yo le decía de verla o que se viniera a casa, me ignoraba o me decía directamente que no quería.

Estuve días diciéndole que la quería ver, que la extrañaba muchísimo, y ella nada. Seca, fría y distante. Mala, también. Me contestaba de cada manera a veces en el chat que me hacía dudar de todo. Su negación para volver a verme había llegado a tal punto que yo ya estaba muy mal. Le preguntaba si seguíamos juntos y me decía que no sabía, pero que no me quería ver. Una noche de angustia mía, llorando sobre el teléfono sin que ella lo supiera, hasta le pregunté si ya estaba con otro y me dijo que no.

Ahí fué cuando se pasó otros cuatro días enteros sin hablarme o contestarme los mensajes. Yo pensé que ya estaba todo perdido, que no la iba a ver más. Hasta que una mañana ella me escribió, así de la nada. Era para pedirme plata. Cuando le pregunté por qué, me dijo que se le había tapado mucho el caño de desagote de la pileta de la cocina, que iba a tener que llamar a alguien para que le arreglara eso y ya que iba otras cosas del baño y ella ya no tenía plata a esa altura del mes.

Pensando que esa era una buena forma de que ella viera que la ayudaba, que la quería y quería entablar el contacto de nuevo, le dije que sí. Que me dijera cuanto era y yo le pasaba, o lo hacíamos a medias. Me agradeció, secamente, y me dijo que me iba a avisar cuando lo hubieran arreglado.

Cinco días después de eso me escribió.


La peor separación de mi vida - Parte 1


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8 comentarios - La peor separación de mi vida - Parte 1

pablo1975caba
perfecto sos un gil
ni esto ni lo otro
ni lindo ni feo
un tibio sos
alto corneta
Murcielagos77
Jaja pobre Mariano, che. El que nunca estuvo con una rayada que tire la primera piedra
Nazario1990
Tremendo, nose si es de tuyo. Pero excelente espero segunda parte
Murcielagos77
Muchas gracias, ya vendrá
portugalo3
la puta quería pija.... está claro....
luisferloco
me encantan tus relatos, pero lo único que me molesta, son la cantidad de imágenes que subis
Murcielagos77
Jaja, tranqui Luis, gracias. Hago de todo. Algunos con más, otros con menos. Este no va a tener tantas, no creo.
luisferloco
algunos no vienen mal, pero cuando son tantos, es cómo que (a mí) molesta
Elmejor2719 +1
Los relatos con imágenes son buenos, no los cambies.
Mirsu05
Crítica el relato que cree
Mushroomhead998
y lo peor de todo es q seguro q con esos 70 lucas, pago el telo y todo, onda con la plata de mariano, pago el lugar para chuparle la pija a Ivan jajajaja naaa salado.