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El profesor de Oratoria.

Hola soy nueva por aquí, descubrí esta página gracias a una amiga y pues aquí estoy. Quería contar algunas cosas que me llegaron a pasar en ese tono erótico. Espero les guste. 🙂

Como cualquier mujer, en su mayoría, desde que llegamos a la pubertad o adolescencia empezamos a sufrir muchos acosos; nuestro cuerpo se desarrolla por atrás o/y adelante. En mi caso, por tener raíces amazónicas, mi desarrollo empezó mucho antes, como acostumbran las personas de la selva.

Como por arte de magia y sin darme cuenta mi cuerpo tomó la figura de una señorita, y llegó su apogeo en sexto de primaria. Sentía las miradas lujuriosas de mis compañeros de salón que como "jugando" me daban nalgadas, algo que acostumbraban a hacer con afán de molestar, ya ahora con otro sentido. Pero eso al final era algo de lo que ya me había acostumbrado, pues aún más joven empezó mi actividad sexual.
Mi hermano mayor, por obvias razones llegó a su pubertad antes que yo. Y los juegos infantiles como las luchas, arrojarnos baldes de agua cuando nos bañamos; tomaron un tono más oscuro. Al "luchar", ya no me hacías ciertas llaves que veíamos en la WWE, procuraba más bien en el ajetreo: apretar mis nalgas, poner sus manos en mi entrepierna, y levantarme en brazos frente a frente mientras nuestras ingles con ropa chocaban. En las duchas su pene no era ya de un niño, ahora se había convertido en algo más largo y grueso que mis pequeñas manos no podían arropar cuando me pedía que le sobara pues le "dolía". Pero fue en las noches cuando dormíamos juntos que entendí que los juegos de niños ya se había terminado por completo. (Quizás y les cuente en otro relato).

Al llegar sexto de primaria, los chicos de secundaria me saludaban al pasar incluso los que ya estaban a un paso de salir del colegio, algunos más osados, me acompañaban en los recreos y me compraban comida con el fin de conversar conmigo. Yo no traía mucho dinero, a causa de que mi madre era soltera y no había rastro ya de mi padre.
Dos meses antes de terminar las clases llegó un profesor que se encargó de los concursos de humanidades, yo me inscribí al de oratoria y fue ahí cuando lo conocí y tuve más cercanía con él, me pareció un tipo agradable. Tenía carisma y tacto al momento de hablar, quizás porque era "joven", pues estaba a dos años de cumplir los 33.
Terminando las clases, me quedaba junto a otros compañeros y compañeras a tomar el refuerzo de oratoria que él dictaba. Fue una vez que como costumbre, los demás alumnos eran recogidos por sus apoderados mientras yo caminaba o tomaba un bus dependiendo de mi dinero en ese instante. El profesor salió minutos después y nos encontramos en la puerta posterior del colegio. Me despedí, y él, antes de que yo partiera me preguntó porque no tomaba el bus; se ofreció a llevarme en su auto.
Conversamos de todo, desde mis planes a futuro y mis expectativas de pasar ya a secundaria. Preguntó que haría mi salón por la fiesta de promoción, respondí que se irían de viaje a Machu Picchu. Yo no iría porque mi madre no podía costear el pasaje. Mi profesor al oírlo, me dijo que también tenía pensado ir allá y que si yo llegaba a ganar el concurso me pagaría el pasaje incluido los gastos agregados. Fue con esa promesa que me tomé con mucha mas seriedad las clases. Con mentiras a mi madre de que haría tareas en casa de mis compañeras, el profesor me llevaba a su casa y ahí me enseñaba también con más paciencia y esmero.
Hubo un compañero que asistía a las clases, se llamaba Hugo. Lamentablemente para mí, fue él quién ganó el concurso. Llegué a tenerle cierto resentimiento y odio porque frustró mi sueño de viajar.
Al salir del concurso, ya era de noche, el profesor se acercó a mí y me llevó de vuelta a casa. Fue cuando me vio callada y luego llorar que detuvo el auto, me palmeó el muslo y me consoló luego con un abrazo. Me preguntó si quería ir a su casa como acostumbrábamos. Con tal de que mi madre no vea que lloré, acepté su propuesta.
Llegamos, me preparó una cena y me estuvo calmando y convenciendo que las cosas a veces pasan como uno no quiere, sobando mis muslos con su mano derecha mientras su brazo izquierdo me abrazaba. Tenía un dolor de cabeza tremendo por haber llorado mucho. Con una confianza que no medí le pregunté si podía darme una ducha para calmarme. Él respondió que justo tenía pensado también darse una ducha y quizás sin medir sus palabras preguntó si podíamos hacerlo juntos. Al ver su rostro algo raro pensé que lo dijo de broma, y yo en broma respondí: Si me llevas a Machu Picchu no tengo ningún problema. Accedió sin chistar, y sin saber cómo reaccionar acepté también.
Su casa era de alguien adinerado, quizás por su pasado de pituco (gente rica) que había abandonado por presión de sus padres de estudiar otra cosa y abandonar el país. Tenía un baño completo, inclusive una bañera tipo jacuzzi que un día por curiosidad abrí el agua caliente, algo que en mi casa jamás podría haber.
Preparó el agua y dijo que vaya entrando, él vendría en un rato. Al momento de desvestirme vi que mi ropa interior estaba húmeda, toqué mi entrepierna y efectivamente estaba completamente mojada. Quizás los nervios y el miedo de hacer algo que no estaba bien me puso así. Me sumergí en el agua y vi como mis senos, graciosamente flotaban; mojaba mi cabello y sobaba mis zonas sucias por el sudor. La temperatura del agua era perfecta, sentía que podía dormirme ahí plácidamente. Minutos después, con los ojos cerrados oí la puerta abrirse, cerré las piernas y con un brazo tapé mis pezones. El profesor entraba con una bata de baño amarrada, preguntó por el agua y respondí, encantadora. Sentí su mirada recorriendo todo mi cuerpo y deteniéndose en mi busto y en mis muslos. Tienes un cuerpo hermoso me dijo, y yo, gracias. Se quedó parado un rato más y vi que su bata se levantaba sola como si tuviese vida. Preguntó si podía ingresar también, me hice a un lado, desamarró la bata y al abrirse pude notar su sexo; no era tan largo como el de mi hermano, pero si mucho más grueso y lleno de venas gordas, parecía que estuviera inflamado talvez. Con la mirada embobada, veía ingresar a la bañera mientras su pene me apuntaba latiendo. Empezó a enjabonarse y preguntó si podía ayudarle con la espalda, se dio la vuelta y lo hice, no sabía en qué momento parar. Al notarme algo nerviosa tomó mi mano y la llevó a su pecho.
—Ay, ¿ahí también? —dije tímidamente—.
—Sí, por favor. Lo estás haciendo muy bien. ¿podrías hacerlo por todo mi cuerpo?
—Mmmm, está bien. —respondí, dudosa—.
Mis pechos se enjabonaban por su espalda ya lustrada. Pedía disculpas y él dijo que estaba bien, al bajar por su abdomen toqué sin ver su sexo. Recordando las prácticas con mi hermano enjaboné también su verga, esta vez mi mano más grande tampoco pudo arroparlo completamente. Tenía un relieve por las venas que latían.
—Es mi turno ahora, date la vuelta para enjabonarte bien— me dijo el profesor—.
Como quien hace caso una orden directa volteé sin dudar. Tenía unas ásperas y grandes manos, empezó por mis hombros, bajó y subió por mis brazos, luego a las axilas. Sentí su pene frotándose en mi espalda y mi mente divagaba, mi entrepierna entretenida fluía con viscosidad. Siguió por mis pechos, suavemente primero y en un instante apretó mis pezones, una mano se quedó ahí mientras la otra lentamente bajaba buscando mi ingle.
—¿Puedo?
—Ujum, sí— estaba excitada, el romper las reglas me calentaba—
Sus dedos gruesos masajeaban mi clitoris y uno de ellos intentaba dilatar mi vagina; mis gemidos encerrados lo provocaban y aumentaba la intensidad de sus manos. Sentía entrar uno y luego dos.
Se detuvo y me dijo que volteara. Estaba de pie frente a mi, su verga a centímetros de mi cara palpitaba como un corazón. Pidió atención y recordando a los compañeros de mi hermano mayor, intenté meterlo en mi boca, el grosor me daba arcadas, pero aún así intentaba entre lamer el orificio del glande y meterlo todo lo que pueda. Sus gemidos me decían que iba por buen camino, minutos después terminó en mi boca y parte de mi cara.
Terminamos de lavarnos y nos fuimos a su cama, pidió que siguiera con mi boca y él con los dedos. Me sentó en su cara y siguió con su boca, mis nalgas estaban siendo abiertas y apretadas por sus manos cuando un dedo prófugo hincaba mi ano. Chupaba mis líquidos como si fuese un elixir, yo por mi parte dejé el miembro frente a mis ojos y quedé estática intentando resistir el supuesto "orinar".
Quedé inmóvil boca abajo y él se levanto atrás de mí arrodillado. Posó su miembro en mi trasero desarrollado y rozaba mi ano queriendo ingresar. Optó mejor por mi vagina, sentía ardor cuando intentaba penetrarme, nunca había entrado un pene tan grueso como ese en mí. Tapando mi boca para no ahuyentar a los vecinos me decía al oído que soportara un poco más, que faltaba poco y ya no dolería más. Tocó fondo y se detuvo, lamía mi oreja y siguió por mi cara, buscaba con mucho ahínco mi boca. Empezó con el acto, movimientos suaves al inicio, la intensidad subía cada vez más. Me sentía llena, abierta, pero el dolor se esfumó. Mi vagina se acostumbró a su tamaño. Siguió con las envestidas fuertes y mis nalgas aplaudían por el movimiento tan feroz. Me puso en poses que jamás había hecho, me cargaba en el aire como si nada, con las piernas al hombro me abría mucho más.

Aprendí mucho de sexo con el profesor, estuvimos frecuentándonos durante dos años hasta que un día, de la nada desapareció. Se oían rumores, de la boca de los profesores llegaron a los alumnos, el profesor había sido descubierto llevando a más alumnas a su casa. Los policías habían llegado a su casa y lo encerraron unas semanas hasta que pasó el escándalo. Del profesor de historia nos enteramos que sus padres que tenían contactos lo lograron sacar. Se fue del país, a Europa talvez. Una compañera de segundo había quedado embarazada, entre llantos me confesó que era del profesor. Pero al tener enamorado cuando tenía sexo con él, lo hizo firmar a él con engaños de que era su hijo.

No sé si fue algo largo, pero quería contarlo. Gracias por su atención. ❤️

2 comentarios - El profesor de Oratoria.

therereman
Excelente relato podrías contar otros
DannasLover
Gracias gracias, sí claro me haré un tiempo paara escribir 🙂
Sandoval63
Muy buen relato, saludos desde México