You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Lujuria, desenfreno y placer de 2 madres calientes (2°parte)

LUJURIA, DESENFRENO Y PLACER DE DOS MADRES CALIENTES (2°parte)
 
Continuación de la primer parte: http://www.poringa.net/posts/relatos/5966454/Lujuria-desenfreno-y-placer-de-2-madres-calientes-1-parte.html
 
Una de calza clara, una prenda de hilo celeste y zapatillas, otra de calza negra, remera deportiva azul pegada al cuerpo y zapatillas, los leggins eran semitransparentes y ambas con el cabello húmedo. Dos mujeres hermosas, más atrevidas efecto de un poco de alcohol. Éramos dos hembras que destilábamos sensualidad, nos sentíamos así excitadas. Reíamos por cualquier cosa y todo el tiempo nos tocábamos.  Salimos a la calle e inmediatamente un ambiente fresco nos golpeó; instantáneamente se nos pararon los pezones. “Vamos al supermercado que está frente a la plaza” dijo mi amiga dejando de lado la posibilidad del kiosco que estaba a media cuadra.

Lujuria, desenfreno y placer de 2 madres calientes (2°parte)

 
Casi era de noche, caminamos por las estrechas veredas, pasamos junto a sus vecinos que tomaban mate en la puerta de su casa, una pareja gay que ella me había comentado. “Uhh…chicas como están las dos” fue el comentario, dirigido a nosotras, reímos, saludamos y seguimos. Unas casas más allá un vecino bajaba bolsas de supermercado del baúl de su auto, nos vio e hizo todo más lento, nos miró como nos acercábamos de frente y con amabilidad nos dejó pasar. Sentimos su mirada lasiva sobre nosotras, tratando de ser sutil observó todo lo que resaltaba de nuestros cuerpos: las tetas con los pezones duros, la concha con los labios separados por la calza y el culo con la calza metida. Caminamos unos metros, nos miramos con mi amiga y nos reímos como dos jovencitas que hacen sus primeras travesuras sexuales. Estábamos felices, todo era alegría para nosotras.

argentina

 
Llegamos a la esquina. Un fuerte viento corría por la calle. Enfrente una plaza un sábado al anochecer: repleta. Familias, grupos de amigos y amigas, jóvenes jugando al fútbol, parejas disfrutando un mate, madres con hijos en los juegos infantiles; debíamos atravesarla. Ni bien cruzamos la calle sentimos las miradas posadas en nosotras. Las primeras, un grupo de mujeres que conversaban mientras observaban cómo jugaban sus hijos, se dieron vuelta y nos miraron con cierto desprecio que, en realidad, denotaba una gran envidia. Luego un hombre con su mujer nos venía siguiendo con la mirada de lejos, cuando nos acercamos la esposa se dio vuelta nos vio y lo regañó. Para la mitad de la plaza mi concha comenzaba a  latir, mi amiga tenía una sonrisa entre excitada y nerviosa, nos sentíamos desnudas, apuramos el paso y llegamos a un grupo de jóvenes veinteañeros que escuchaban música mientras hablaban. A medida que nos acercábamos dejaban de conversar, con descaro se dieron vuelta a mirarnos, de arriba a abajo, de frente y de atrás, pero no dijeron nada, solo silencio.
 
Llegamos al final de la plaza y enfrente estaba el super, cruzamos, mientras nos acercábamos vi nuestra imagen reflejada en la vidriera: dos imponentes hembras mayores de 40 años en calzas semitransparentes y apretadas, en zapatillas, con el cabello mojado, con poco maquillaje, con la concha y las tetas bien marcadas, el viento movía nuestras largas cabelleras, parecía una publicidad. La imagen me excitó, allí me di cuenta, porque nos miraban tanto.
 
Entramos al super y comenzó otra historia. Ni bien pasamos la puerta atrajimos las miradas, tomamos un carrito y avanzamos. Fuimos al sector bebidas, tomamos un pack de cervezas y un champagne de la heladera, y fuimos por una pre pizza, fiambre, muzzarella y aceitunas. Durante todo el tiempo sentimos miradas posadas en nuestros cuerpos. Nos dirigimos a la fila, era larga y nos pusimos a charlar.

milf

 
Yo: ¿Viste cómo nos miraron en la plaza? Me sentí inhibida.
V: ¿y acá en el super? Nos comieron con la mirada, -dijo y agregó-, pero calláte si te encanta calentonear. -dijo entre risas.
Yo: la verdad es que me pone el ego en las nubes, no estoy acostumbrada.
V: yo suelo salir en calzas a hacer compras por el barrio ,pero no tan así como salimos ahora.
Yo: Se nos nota toda la concha, el culo y los pezones, los tengo duros desde que salí de tu casa. – dije y crucé los brazos sobre los pechos para taparlos un poco.
V: déjate de joder Gri, yo tengo una remera recontra fina ,los míos se re notan; ya somos grandes. Además, estas lejos de casa nadie te conoce, esta es nuestra noche.
 
En eso estábamos cuando observo que el muchacho que estaba detrás nuestro, carrito de por medio, hacía que miraba el celular con la cabeza gacha, pero en realidad tenía los ojos en el culo de mi amiga. Se lo hice notar con un gesto, ella observó de reojo y como al pasar se dio vuelta y le mostró la entrepierna que marcaba su raja como un surco en un campo fértil. Las pupilas del joven se dilataron, relojeó que no lo miráramos y siguió deleitándose.

lesbico

 
Mi amiga se acercó a mi oído y me dijo “dejá de preocuparte tanto por mí y fijáte cómo te está comiendo el culo con la mirada ese repositor que está ahí abajo”. No me había dado cuenta y ofrecía una visión plena de mi trasero al hombre que como invisible reponía las mercaderías agachado. Siguiendo el juego hice un pequeño bamboleo de cadera y entreabrí las piernas para que viera bien mi culo entangado y la concha marcada. Volvimos a sonreír en voz baja como adolescentes traviesas. Avanzó la fila, pero quedamos recalientes las dos. Llegamos a la caja pagamos y salimos a la calle, enfrente nuevamente la plaza y las miradas penetrantes.
 
Nos miramos, preguntándonos que hacemos:
 
V: ¿Volvemos por la plaza? -preguntó mi amiga.
Yo: ¡Claro que sí! – respondí, quería hacerlo estaba alzada.
 
Antes de cruzar me acomodé la calza: me la subí bien para que quede bien marcada la concha y el culo, mi amiga me miró e hizo lo mismo. Con una actitud distinta: sacando pecho, levantando el culo y moviendo levemente las caderas, nos dispusimos a atravesar esa vidriera de miradas, envidias y deseos; que me generaba mucho morbo. Así una al lado de la otra caminamos con actitud insolente y arrogante, no íbamos a permitir que las miradas de otros nos intimiden.
 
Ni bien llegamos a la vereda los veinteañeros que habían bajado el volumen de la música ya nos comían con la mirada, descaradamente apuntaban su vista hacia nuestras conchas y tetas, eso me subió la temperatura y en ese instante comencé a mojarme. Pasamos y salió una propuesta/piropo: “necesitan ayuda con las bolsas” fue la primera, “nos invitan a tomar cerveza…”fue la segunda; y cuando ya habíamos pasado y nuestros culos estaban a merced de su vista “ ¡ porrr Dios, quiero que me adoptes mami!!”. Nosotras seguimos hablando como si no escucháramos nada. Más adelante el hombre que había recibido el reto estaba solo, su mujer estaba con un niño en los juegos, se podría decir que nos desnudó con la mirada, en la cara se le notaba que nos quería coger allí en el medio de la plaza, cuando pasamos junto a él, hizo un suspiro profundo y lanzó un tímido: “poooor  favorrrr…” y se dio vuelta para mirarnos descaradamente el culo. A esa altura sentía mi concha palpitar al ritmo de mi corazón excitado por la situación, miré a mi amiga y sus pezones eran dos botones inmensos que sobresalían de su pecho y resaltaban de su remera ajustada. Antes de abandonar la plaza pasamos por el grupo de madres, ahora de frente, eran vecinas la saludaron a mi amiga nos miraron con cierto desdén y pasamos escuchando cierto cuchicheo inentendible.
 
Llegamos al final de la plaza, cruzamos la calle y nos detuvimos un minuto en un lugar en donde no había gente. Agitadas, no por haber caminado rápido, sino por la adrenalina que teníamos encima y la energía que habíamos percibido de las personas mirándonos. Fuimos la atracción por varios minutos tanto de ida como de vuelta. Con voz entrecortada le pregunté a mi amiga:
 
Yo: ¿cómo estás?
 V: Recaliente, tengo la concha empapada. – dijo, mientras abría levemente las piernas y se miraba la entrepierna – me mojé toda mirá el manchón que tengo.
 
La miré y se notaba que tenía la calza negra mojada. Inmediatamente se dirigió a mí y me preguntó  
 
V: ¿y vos como estas?
Yo: Yo bien -dije con aire de superada, mientras abría las piernas y me pasaba la mano por la concha para verificarlo.
V: que te hacés, mira como estas más mojada que yo – dijo y se largó una carcajada
  
Yo quedé sorprendida porque estaba toda mojada mi calza y se notaba, con cierta vergüenza cerré las piernas y puse la bolsa del supermercado enfrente, y me largué a reír a la par de ella.
 
“Vamos yegua, vamos a casa -me dijo-. La noche recién empieza y nosotras ya tuvimos un orgasmo y sin darnos cuenta”.

mamis


 
CONTINUARÁ……

5 comentarios - Lujuria, desenfreno y placer de 2 madres calientes (2°parte)

The-Boss84 +1
Excelente relato me encanta
concejales21
Gracias, la vida real es así de hermosa
Mujerymadre +1
Troliamiga hermoso, cada situación fué apareciendo en mí mente otra vez!!!!
concejales21 +1
Sin vos está hermosa historia no sería posible
Seximarc69 +1
Extraordinario. Muy interesante,vamos por más
concejales21
Gracias..mya se viene la 3° parte
Mejor_fidpa42 +1
Que buena historia, ahora no me puedo levantar de la oficina me quedó todo duro jajaja. Van mis 10+