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Por 3 mil euros vende su culo sin culpa alguna

Amanda, una inglesa veinteañera, alta, de ojos azules, de cabello rubio y corto, muy pintarrajeada y con un buen cuerpo, tenía de todo, menos toda la polla que quería, y esto se debía a que su marido era eurodiputado y se pasaba demasiado tiempo en Bruselas. Julio, como todo político, era desconfiado, así que había dejado a su padre para que la vigilara. Amadeo, que era el nombre del padre de Julio, y que era un cuarentón, moreno, alto y fuerte, le hacía a su nuera un marcaje muy de cerca, tan de cerca se lo hacía que se le aparecía en todos los sitios y cuando menos Amanda lo esperaba, esto hacía que a Amanda se le atragantara su suegro.

Aquella tarde noche, Amadeo iba al piso de su nuera con una bolsa en la mano en la que llevaba un pollo asado con patatas. Saliendo del ascensor vio a una joven salir del ático de su nuera con un maletín en su mano derecha. La joven pasó por su lado y se metió en el ascensor.

Amadeo llamó al timbre. Amanda, que estaba en bata de casa. Al verlo por la mirilla, le dijo con pronunciado acento inglés:

-¡¿Qué quieres?!

-Traigo un pollo frito con patatas fritas, abre.

-No quiero cenar contigo.

-Vi salir a una chica de aquí, abre o te monto un escándalo.

Amanda abrió la puerta, Amadeo, la echó hacia un lado y entró en el ático. Amanda se enfadó.

-¡Fucking horse (¡Puto caballo!)

Amadeo no tenía ni idea de inglés.

-Habla en cristiano.

Amadeo fue hasta la sala, se sentó en un sofá y puso la bolsa encima de la mesa camilla que había entre los sillones. Amanda estaba de muy mal humor.

-¡¿Quién te crees que eres para entrar así en mi casa?!

-El que la pagó. ¿Quién era esa chica que salió de aquí?

-No tengo por qué darte explicaciones.

Amadeo tampoco estaba de buem humor.

-Te he preguntado quién coño era esa chica.

La muchacha... Os cuento lo que pasó. Luego vuelvo al turrón.

Amanda le había abierto la puerta a Mariana, una muchacha que no llegaba a los veinticinco años, trajeada, alta, morena y muy guapa.

-Entra y sígueme.

La llevó a la sala de estar y le señaló un sofá donde la joven se sentó.

-¿Quieres algo de beber?

-Sí, gracias.

-¿Qué quieres?

-Jugo.

-¿De qué?

-¿De tu chocho?

Amanda se puso brava.

-¡¿Cómo te atreves?!

-Me atrevo porque he visto la manera en que me has mirado en las dos reuniones que hemos tenido, y como tú no dabas el paso lo he dado yo.

-No sé si abofetearte, si arañarte, o...

Se puso en pie y le dio un pico. 

-O si besarme.

-Eres mi abogada y sabes lo que pasa con mi marido, pero no estoy tan necesitada como para dejar que me lo haga una mujer.

Le calló la boca con otro pico.

-Te puedo dar más placer que cualquier hombre.

-No me gustan las mujeres.

-¿Nunca has tenido curiosidad de saber como sería?

-Una cosa es la curiosidad y otra estar con una mujer.

Le abrió la bata, y vio que no llevaba nada debajo.

-¡Qué preciosidad! ¿Siempre andas así por casa?

-No, lo cierto es que me había olvidado de la cita y me iba a dar una ducha.

Le echó las manos a las tetas.

-Tienes unas tetas maravillosas.

Amanda reculó.

-Estate quieta.

Mariana no se quedó quieta, le mamó y le magreó las tetas, unas tetas pequeñas, con areolas marrones y pequeños pezones.

-¿Quieres que siga?

-No sé, estoy muy confundida.

Mariana se quitó la corbata, la chaqueta y la blusa y quedaron al aire sus grandes tetas, unas tetas con areolas color carne y gruesos pezones, luego se quitó los zapatos y los pantalones y Amanda vio que la joven llevaba puesto un arnés con una polla de látex, negra, larga y gruesa.

-¡¿No querrás meterme esa barbaridad en el coño?!

-De adorno no la traigo.

Mariana, que tenía un cuerpo de escándalo, se puso detrás de Amanda y le frotó sus tetas en la espalda, al tiempo que magreaba las tetas de Amanda, luego besó y lamió su culo, y le folló el ojete con la lengua.

-Tienes un culo precioso.

Amanda ya se tiró a monte. Se dio la vuelta y le puso el coño en la boca, un coño que estaba goteando.

-Hazme correr.

Mariana le echó las manos a las caderas. Su lengua se movió como un tornado sobre el clítoris de Amanda y en poco más que nada el coño descargó sobre la alfombra de la sala como si fuera una cascada.

 Acabando de correrse, Mariana vio que del coño de Amanda colgaba una especie de liana, larga, acabada en forma de gota y con el color de la clara de un huevo, la lamió y acto seguido su lengua lamió el coño. Se lo folló con la lengua, le chupó el clítoris... Le dio tal repaso que esta vez la cascada de jugos cayó en la boca de Mariana.

Luego de hacer que Amanda se corriera por segunda vez, Mariana la arrimó a una de las paredes de la sala, la cogió con la mano derecha por el juego de la pierna izquierda, se la levantó y le metió aquella tremenda polla en el coño, polla que le entró muy ajustada, pero sin hacerle daño. Poco después, y mientras se comían a besos, la polla le daba un tremendo placer, pero nada comparado con el placer que sintió cuando se corrió.

Cuando acabaron de darse el lote, Amanda le dio un billete de cien euros a Mariana y le dijo:

-La próxima vez ven vestida de enfermera de la cruz roja.

-Cuando me llames, de enfermera de la cruz roja vendré vestida.

Volvamos al otro turrón.

-Te he preguntado quien coño era esa mujer.

Le mintió.

-Una amiga de la universidad.

-¿Y a las amigas de la universidad las recibes en bata de casa?

-Me iba a duchar cuando llegó.

Amadeo se puso en pie, le abrió la bata y vio que no llevaba ropa interior.

-¿Cuánto tiempo llevas engañando a mi hijo?

Amanda le volvió a poner el cinto a su bata blanca.

-Puedo explicarlo.

-Explica.

Le volvió a mentir.

-Esa mujer era una extraña que llamó al timbre, le pregunté qué quería, me dijo que era una abogada que venía de parte de mi marido y le abrí la puerta.

-¿Y?

-Y hablamos de cosas que a ti no te importan.

Amadeo la cogió por la cintura, Amanda se dio la vuelta, pero no pudo escapar.

-¡Let me go, you wretch! (¡Déjame it, desgraciado!) 

-Digas lo que digas me da igual.

La sentó en su regazo y besando, lamiendo y chupando su cuello y sus orejas y magreando con ansia sus tetas, le preguntó:

-¿Te gusta así? 

Revolviéndose y frunciendo el ceño, le respondió:

-Let me go, asshole. ¡¡Déjame ir, cabrón! 

-Aunque lo digas en cristiano no te vas a salvar de un buen polvo.

Le habló en español para que lo entendiera.

 -Esto se lo voy a decir a tu hijo.

Le abrió la bata y le magreó las tetas directamente.

-Pig! (¡Cerdo!)

-La culpa es suya por dejar a un zorro al cuidado de una gallina.

Amanda se seguía revolviendo. Al revolverse su coño se frotaba con el bulto que hacía la polla en el pantalón y se volvió a mojar.

La soltó para quitarle la bata. Amanda quiso huir, pero no le dio tiempo. Una vez sentada, la apartó un poco, sacó la polla tiesa, y cuando la volvió a sentar, la polla se enterró en su coño.

-¡Miserable!

La agarró por los brazos, Amanda se puso en pie, Amadeo hizo lo mismo y se la clavó hasta las trancas.

-Si no te corriste con ella te vas a correr conmigo.

-¡Ni harta de whisky me correría contigo!

Le dio a mazo. En menos de un minuto, por el interior de los muslos de Amanda bajaban surcos de jugos, jugos que poco más tarde se multiplicaron por tres cuando, temblando, se corrió en la polla de su suegro. Amadeo la sacó, le metió la punta de la polla en el ojete, y se corrió dentro de su culo. Al rematar la faena, guardando a polla, le dijo Amadeo a su nuera:

-Si tú no le dices nada a mi hijo de esto, yo no le digo nada de lo de la chica.

Amanda, luego de descargar y de limpiarse la leche del culo, ya no estaba tan agresiva.

-Se lo voy a decir, y da gracias a Dios de que no vaya a la policía.

-¿Y qué vas a ganar con decírselo?

Amanda se puso la bata.

-Que sepa a quién tiene de padre antes de que terminemos.

Aquella confesión cogió a pie cambiado a Amadeo.

-Siéntate y hablemos un momento.

La cara de Amanda tomaba más seriedad por momentos.

-No me voy a sentar, y tú te vas a ir.

-Yo no me voy a ir sin saber si soy y el culpable de esa ruptura.

Amanda se armó de paciencia.

-Merecías que te dejase con esa carga de conciencia, pero no, no eres el causante, la decisión ya la tenía tomada, de hecho la que has visto salir era la abogada que me está arreglando los papeles.

Le había mentido de nuevo. 

-Siéntate mujer, siéntate, y hablemos, pero hablemos en plata.

-Sería la primera vez.

-También es cierto, pero si no la hemos tenido es porque tenía miedo a que me descubrieras.

Amanda se sentó en un sofá enfrente de Amadeo, cruzó las piernas y este le miró para ellas.

-¿Qué era eso de lo que tenías miedo?

-De que mi mirada me delatara.

-Te estoy mirando y en tu mirada no veo más que deseo... Era eso, me deseabas.

-Sí, era eso. ¿Por qué quieres dejar a mi hijo?

-No sé por qué estoy hablando contigo después de violarme.

-No me has respondido a la pregunta.

-¿Qué pregunta?

-¿Por qué quieres dejar a mi hijo?

-Lo voy a dejar porque una mujer de mi edad tiene necesidades, y dos o tres veces al mes no las cubren.

 Amadeo vio una oportunidad única.

-Te propongo un trato.

-No hay trato que valga, la decisión ya la tengo tomada.

-Por lo menos escucha lo que te quiero decir.

-No me interesa nada que venga de ti.

-Te lo diré igual. Yo cubro tus necesidades mientras no esté mi hijo y cuando él vuelva te las cubre él.

A  Amada se le escapó una sonrisa mientras le decía:

-¡Hay que tener a cara de piedra para decir semejante barbaridad!

-A eso añadiría tres mil euros mensuales para que te dieras pequeños caprichos.

Amanda se volvió a poner seria.

-¡¿Quieres que sea tu puta?!

-No, quiero ser tu amante.

Amanda cruzó las piernas.

-Viene siendo lo mismo.

Le miró para las piernas.

- ¡Si lo pillo...!

-¿Qué es eso que quieres pillar?

-Tu coño, si lo pillase lo comería hasta resarcirme de todos estos años.

Amanda puso cara de asco y juntó las piernas. 

-Coge el pollo y vete de una vez.

-Tienes que estar riquísima.

Amanda lo miró con cara de pocos amigos.

-¡Te quieres largar!

Amadeo se arrodilló sobre la alfombra, a gatas rodeó la mesa camilla y luego se puso delante de su nuera.

 -Deja que beba de ti aunque solo sea una vez.

-Me dan ganas de darte un puñetazo y ponerte la cara del revés.

Le echó las manos a las rodillas y le separó las piernas. Amanda levantó la mano derecha y lo amenazó.

-¡Te va a caer! 

Amadeo le quitó el cinto de la bata. Amanda apretó las piernas.

-¡Que te cae!

Le echó las manos al culo, la tiró hacia delante, le volvió a echar las manos a las rodillas, le separó las piernas, le miró para el coño, se relamió y luego le enterró la lengua en el coño, un coño totalmente rasurado.

Amanda echó la cabeza hacia atrás sobre el respaldo del sofá, sus ojos se cerraron y dijo:

-Son of a bitch! (¡Hijo de puta!)

Al sacarle la lengua del coño la presionó sobre su clítoris, y con la mitad de ella, lamió de abajo a arriba, siempre al mismo ritmo, ritmo que iba a cambiar Amanda poco después cuando sintió que se iba a correr, y lo hizo echándole las manos a la cara y moviendo su pelvis de abajo a arriba y a mil por hora, lo que la llevó a correrse en la lengua de su suegro con una fuerza brutal.

Al acabar de correrse, apartándolo de ella, le dijo:

-Quita, quita.

-¡Te corres como un torrente! Deja que te haga correr otra vez que esta el torrente me pillo desprevenido.

 Lo volvió a empujar.

-¡Que quites, coño! He tenido un momento de debilidad, pero no se volverá a repetir.

Amadeo se puso en pie y Amanda, poniéndose la bata blanca, vio un bulto en su pantalón.

-Si intentas violarme tendré que ir a la policía.

Amadeo no quiso jugar más con su buena suerte.

-Ya he hecho realidad dos de mis sueños, y es más de lo que podría soñar, tranquila, no te volveré a molestar.

-Coge el pollo, y andando que hay buena noche.

-Buena luna, se dice buena luna.

-Como se diga, coge el pollo y piérdete.

-Tira con él a la basura.

Amanda se escandalizó.

-Throwing fried chicken and chips in the trash is a sacrilegious! (¡Tirar pollo frito con patatas a la basura es un sacrilegio!)

-Lo que hayas dicho está bien dicho.

Amanda cambió de opinión.

-Lleva el pollo a la cocina, pero no te hagas ilusiones, solo vamos a cenar.

Al rato estaban cenando, bebiendo un rioja y charlando.

-... ¿Y mi hijo sabe que le vas a pedir el divorcio?

-No, pero no se extrañará, últimamente no hacemos más que discutir.

-Yo, si fuera él, dejaría de discutir y haría lo que fuera por ti.

Estaban comiendo con las manos y Amanda y Amadeo las tenían pringadas de aceite, lo mismo que los labios.

-Eso lo dices porque no he sido plenamente tuya.

-Mientras cogías mi cara y te corrías lo has sido.

Con la boca llena, le dijo:

-Bueno, sí, lo fui, pero en un momento de debilidad, fue algo puntual.

-Verte hablar con la boca llena... Daría lo que fuera porque lo hicieras conmigo por propia voluntad. ¿Si no fuera el padre de tu marido dejarías que hiciera realidad mis sueños?

-Pues no lo sé. ¿Qué te vino a la cabeza al verme hablar con la boca llena?

-¿No te vas a enfadar?

Imaginó lo que era.

-¿Fue una mamada?

-Sí, eso mismo fue. Sueño con que me la mames, sueño con que me folles y ver tu preciosa cara al correrte, sueño con follarte a cuatro patas, sueño que te follo el..., mejor me callo.

-Sí, mejor cállate, esta conversación está yendo demasiado lejos.

-Al ver que me escuchabas y no te enfadabas llegué a hacerme ilusiones.

Amanda se mandó medio vaso de rioja, se limpió la boca con una servilleta y después le preguntó:

-¿De qué te hiciste ilusiones?

-¿De qué va a ser, mujer?

-Sí, de que iba a ser, pues no, no te hagas ilusiones que no voy a entregarme a ti.

Se levantó de la mesa y fue al fregadero a lavar las manos y la boca con agua y jabón. Amadeo la siguió y se lavó las manos y la boca con ella.

-¿Recojo la mesa, Amanda?

-Haz lo que quieras.

-Daría lo que me pidieras...

Amanda se secó las manos y la boca con un paño.

-Y vuelve el conejo al trigo.

-Es el burro.

-No hace falta que lo jures.

Se lo soltó de sopetón.

-Mil euros por un beso correspondido.

Lo miró del revés. 

-¿¡Qué has dicho?!

-Que te daría mil euros por un beso correspondido.

-Vuelves a tratarme de puta.

-A las putas no les dan mil euros por un beso.

-A las de lujo, les dan más. 

-Que sean dos mil.

-Dos mil euros me vendrían muy bien, y un beso... Vale, besémonos, los besos los lleva el viento.

Se dieron un beso con lengua, largo, muy largo, al tiempo que Amadeo le echaba las manos al culo, se lo manoseaba y la apretaba contra él.

Amadeo quería más.

-Si me dejas bajar subo la cantidad.

-¿De qué hablas?

-De tres mil euros por jugar con tus tetas, con tu cuello y con tus orejas.

-Eso ya no lo llevaría el viento, y además sería muy peligroso.

-¿Lo dices por qué estoy empalmado? 

-Y porque estamos solos y yo estoy medio desnuda.

-Y porque acabes desnuda del todo estoy dispuesto a darte seis mil euros.

-Eso es mucho dinero.

-Tú lo vales.

-Si tú lo dices...

Le quitó la bata, se puso detrás de ella y le magreó las tetas, luego le cogió los pezones con los dedos pulgares e índices de ambas manos y empezó a girarlos y a tirar de ellos, al tiempo que besaba, lamía y chupaba su cuello y sus orejas.

-¿Te gusta, Amanda?

-No me disgusta.

Amadeo sacó la polla, se la metió entre las piernas y moviendo el culo de atrás hacia delante y de delante hacia atrás, se la frotó en el ojete. A  Amanda le encantaba, pero le dijo:

-Eso no entraba en el trato.

-Te doy tres mil euros por metértela en tu culo.

En aquel momento, con lo cachonda que estaba, le pagaría ella porque le follara el culo.

-Mientras sea en el culo....

Magreándole las tetas y jugando con los pezones se la fue metiendo en el culo, se la metió tan despacito que tardó una eternidad en clavársela toda.

-Gira la cabeza que quiero ver como te corres.

Giró la cabeza. Amadeo le metió dos dedos de la mano derecha dentro del coño, y follándole el culo, le trabajó el punto G. Quería ver su cara cuando se corriera, pero no llegó a vérsela, y no se la vio porque al correrse, Amanda apoyó las manos en la mesa y acabó con las manos y las tetas sobre la mesa, temblando y gimiendo todo lo que no había gemido durante el polvo. Al correrse su coño descargó torrencialmente y puso perdido el piso de la cocina.

Luego de correrse le preguntó:

-¿Cuánto por follarte el coño?

Amanda puso las cartas boca arriba sobre la mesa.

-Mira, Amadeo, deja ya el juego y follemos como locos.

-Como locos, como perros o como quieras. 

Lo cogió de la mano y lo llevó a la habitación de matrimonio. Al llegar a la habitación, Amanda se sentó en el borde de la cama y miró como se desnudaba Amadeo. No es que tuviera un cuerpo muy allá, pero a ella no le disgustó, especialmente le gustó su polla, una polla gordita y lustrosa que se fue acercando a ella a cada paso que dio su suegro. Al estar a su lado la cogió la polla en la mano derecha y se la puso en los labios. 

-Ponla dura.

La empuñó, le dio un par de lamidas al glande y luego le dijo:

-Me estoy sintiendo muy puta.

-¿Te gusta sentirte así?

-¿Debería?

-Hay mujeres a las que les gusta sentirse putas.

-Es bueno saber que no soy yo sola.

Metió la polla en la boca y le mamó el glande, al tiempo que su mano derecha bajaba y subía por el tronco de la polla.

-Mira hacia arriba.

Dejó de mamarle la polla y meneándola y lamiendo y chupando los huevos, miró para arriba, al hacerlo se encontró con la mirada de su suegro.

-Así te veía en mis pajas. 

Dejó de chuparle los huevos, yasturbándolo le preguntó:

-¿Te corrías en mi boca al masturbarte ?

-Sí, y luego me besabas con la leche en la boca y la tragábamos juntos.

-¿Me estás pidiendo que te haga eso?

A Amadeo le extrañó que no se rebotara.

-No me has llamado guarro...

-No, te he preguntado algo.

-¿Lo harías?

-Si luego haces tú lo mismo con mi corrida, sí.

-¡Claro que lo haría!

-No me has llamado guarra.

 -Porque no lo eres, eres una mujer sin complejos.

Amanda mamó la polla con más intensidad, y se la machacó con más fuerza. Poco después le dijo Amadeo.

-¡Me corro!

Amanda, chupando su glande, fue recogiendo la leche en su boca, y cuando su suegro acabó de correrse, lo besó con lengua y se tragaron la leche.

Al acabar el beso blanco, Amanda se echó boca arriba sobre la cama, flexionó las rodillas y se abrió de piernas, Amadeo se metió entre ellas. Vio su coño medio abierto y chorreando y le dijo:

-¿Ya te has corrido?

-No, pero no te va a hacer falta darme mucha lengua para que lo haga.

Amadeo lamió su coño de abajo a arriba, y luego con la lengua pringada de jugos, la besó. Amanda le comió la boca con lujuria. 

Después le agarró sus pequeñas tetas y magreándolas, le lamió los pezones y las areolas. Amanda se retorció con el placer que sintió.

-¡Para, para que ya me corro!

-¿Tan mal estás?

-Mal es poco, creo que me voy a correr sola.

Amadeo bajó y le enterró la lengua en el coño. Amanda movió la pelvis, arqueó el cuerpo, y sacudiéndose, y dándole una tremenda corrida en la boca, exclamó:

-¡Quééé coooooriiiiidaaaa!

Amadeo, luego de correrse su nuera, la besó con la boca llena de jugos, y besándose compartieron los jugos de la corrida, junto a la saliva. Después, Amadeo se echó a su lado y le dijo:

-Eres un tesoro de mujer.

-Lo que soy es una guarra, una guarra como tú, pero la verdad es que sacando a la luz nuestro lado oscuro se pasa mucho mejor.

Amadeo salió de la cama, cogió los cigarrillos rubios y encendió dos. Al regresar se sentó en el borde de a la cama y le dio un cigarrillo a Amanda. La mujer se sentó junto a su suegro.

-No debimos haber hecho lo que hicimos, pero no me arrepiento.

-Esto no ha terminado, quiero follarte a cuatro patas y que me folles tú a mí para ver tu cara al correrte.

 Amanda le miró para la polla, que estaba durmiendo el sueño de los justos, y le dijo:

-Me gustaría ver como lo haces, ¡ah, ya!, quieres que te la vuelva a mamar y que te la ponga dura.

-No es una mala idea, pero me la vas a poner dura de otra manera.

-¿Cómo?

-Enseguida lo vas a saber.

Al rato Amanda estaba a cuatro patas sobre la cama, Amadeo estaba detrás de ella con la polla en la mano y frotándola en el coño. En una de estas, empujó y le metió el glande y detrás de él la mitad de la polla morcillona.

-Ahora, fóllame tú.

Amanda, moviendo el culo hacia arriba y hacia abajo, metió toda la polla dentro del coño. Al estar dentro la polla se puso dura y Amadeo empezó a follarla.

-No empujes, déjame a mí, deja que la quite yo.

Amanda comenzó a subir y a bajar el culo a una velocidad endiablada y a gemir con ganas. Amadeo le echó las manos a las tetas, y con los pezones entre los dedos medios y anulares de las dos manos empezó a magreárselas.

-¡Joder, qué bien lo estoy pasando!

Amadeo le miraba para sus redondas nalgas y para el ojete y estaba viendo que se iba a correr. La nalgueó para despistarla y sin querer la llevó al orgasmo.

-¡I cum, I cum, I cum, I cum! (¡Me corro, me corro, me corro, me corro!)

Amanda se corrió en la polla de su suegro. Los jugos de la corrida le bajaron por la polla y mojaron la cama, mientras ella se convulsionaba.

Quedó espatarrada y medio muerta, pero al rato ya estaba muy viva. 

-Ahora te voy a follar yo para que veas mi cara al correrme.

Le cogió la polla, le dio un par de mamadas para limpiarla de jugo, y después se puso a horcajadas sobre él, se metió la polla en el coño, y con las manos sobre su pecho y mirándole a los ojos, le dio a mil por hora.

Amadeo le echó las manos a las tetas y le apretó los pequeños pezones.

Poco después, Amanda, sudando, detuvo la cabalgada, y le dio las tetas a mamar. 

-¡Mama, loco, mama!

Amadeo, mamando, no aguantó más y se corrió dentro de su coño. Amanda viendo su cara de éxtasis, lo volvió a follar a mil por hora. De repente su coño apretó la polla, la sacó a toda prisa, la puso en su boca y descargo en ella leche y jugos. Amadeo no le vio la cara, pero se pegó un atracón de jugos y de leche.

Al acabar, Amadeo se iba a vestir para irse, pero Amanda le dijo:

-Quédate, esta noche no quiero dormir sola.

A la mañana siguiente, Amanda despertó sola en su cama. Se duchó, se vistió, desayunó y cuando iba hacia la sala de estar, llamaron al timbre, abrió y un mensajero le dijo:

-¿Es usted la señora Amanda, Blake?

-Sí.

-Este sobre es para usted. -se lo dio- Que tenga un bien día.

-Gracias.

Cerró la puerta, abrió el sobre y vio que dentro tenía treinta billetes de quinientos euros.

-¡Decía en serio lo de pagarme! Joder, con lo que me da mi marido, con tres mil de Amadeo, y teniendo polla cuando quiera, voy a vivir como una reina. No, no voy a iniciar los trámites del divorcio. ¡Qué coño! Vale más pato en la cazuela que ciento volando.


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