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Secretos de familia 1

Hola bienvenidos a un nuevo post donde
reinicio la serie de relatos que estaba
haciendo hasta hace unas horas .

Ahora se llamará : secretos de familia y este
es su primer episodio

Susurros Prohibidos : capitulo 1

Entre culpa y deseo, el narrador contempla un encuentro prohibido entre su madre y su tío que desata una mezcla de morbo y secretos familiares inaccesibles.




lee está historia 😈

Secretos de familia 1


La habitación estaba sumida en una penumbra cálida, apenas iluminada por la luz tenue de la lámpara de mesa. La cámara de seguridad, discretamente instalada en una esquina, capturaba cada detalle con una claridad que me permitía sentir que estaba allí, aunque en realidad me encontraba en el otro extremo de la casa, escondido tras la pantalla de mi computadora.

Mi corazón latía con fuerza, no solo por la excitación de lo que estaba a punto de presenciar, sino también por la mezcla de culpa y morbo que me consumía. Era mi madre, Nora, de 53 años, quien yacía en esa cama, su cabello rojizo extendido sobre la almohada como un manto de fuego. Su belleza serena, esa presencia magnética que siempre la había definido, ahora se transformaba en algo más crudo, más primal.

Mi tío Eduardo, de 57 años, estaba allí con ella. Su figura alta y robusta se inclinaba sobre mi madre, sus manos grandes y callosas aferrando sus caderas con una mezcla de ternura y urgencia. 

La muerte de mi padre, Jorge, apenas unos días atrás, parecía no haber detenido el amorío que siempre había sospechado entre ellos. Ahora, sin límites ni frenos, se entregaban al deseo en mi propia casa. La ironía no se me escapaba, pero en ese momento, lo único que importaba era la escena que se desarrollaba ante mis ojos.

Mi mano se movió instintivamente hacia mi entrepierna, deslizando mi pijama hacia abajo mientras mis dedos encontraban mi erección.

Comencé a masturbarme al ritmo de sus gemidos, sintiendo una conexión extraña y prohibida con lo que estaba sucediendo en la habitación contigua.

La cámara captaba cada detalle: la forma en que Eduardo, con su polla dura y venosa, penetraba el coño húmedo y maduro de mi madre. Ella, con los ojos cerrados y la boca entreabierta, gimiendo de placer, sus tetas firmes botando con cada embestida. Era una imagen que me resultaba a la vez repulsiva y fascinante, y no podía apartar la mirada.

"Fóllame, Eduardo, fóllame como siempre quisiste," susurró Nora, su voz ronca y llena de necesidad. 

Las palabras resonaron en mis oídos, mezclándose con el sonido de mi propia respiración agitada. Eduardo respondió con fuerza, agarrando sus nalgas con ambas manos y clavándola más profundo. 

El sonido de la carne chocando contra carne llenó la habitación, un ritmo constante que me hizo acelerar el movimiento de mi mano. Mi imaginación voló, preguntándome cómo sería sentir esa concha en mi boca, cómo sabría su skirt.

La idea me hizo gemir en silencio, mi cuerpo tenso de deseo.

Nora arqueó la espalda, sus uñas clavándose en los hombros de Eduardo mientras su cuerpo se tensaba. "Ah, sí, así, más fuerte," suplicó, su voz quebrada por el placer. 

Eduardo obedeció, aumentando el ritmo de sus embestidas, su rostro enrojecido por el esfuerzo. La cámara captó cada expresión, cada gesto, cada detalle de su intimidad. Era como si estuviera allí, como si pudiera sentir el calor de sus cuerpos, oler el aroma de su pasión.

Mi mano se movía con frenesí, mi respiración sincronizada con la de ellos. La imagen de mi madre, su rostro distorsionado por el placer, me excitaba de una manera que no podía explicar. Era tabú, era wrong, pero en ese momento, nada de eso importaba.

Solo existía el deseo, crudo y primitivo, que nos consumía a los tres.

Nora alcanzó el clímax con un grito ahogado, su cuerpo temblando contra el de Eduardo. "Oh, dios, oh, dios," murmuró, sus manos aferrándose a las sábanas mientras su coño se contraía alrededor de la polla de Eduardo.

Él continuó moviéndose, ralentizando el ritmo mientras ella se recuperaba, sus susurros de placer llenando el aire. Finalmente, con un gruñido profundo, Eduardo se detuvo, su cuerpo inmóvil sobre el de ella.

La cámara captó el momento en que él se inclinó hacia adelante, sus labios rozando el oído de Nora mientras susurraba algo que no pude escuchar. Lo que fuera que dijo, hizo que ella sonriera con picardía, sus ojos brillando con una luz que prometía más encuentros, más secretos por explorar. Mi mano se detuvo, mi erección palpitando mientras observaba cómo se abrazaban, sus cuerpos sudorosos entrelazados en un momento de intimidad que no me pertenecía.

Apagué la pantalla, mi corazón aún latiendo con fuerza. La culpa comenzó a infiltrarse en mi mente, pero fue rápidamente ahogada por la excitación residual. Me recosté en la silla, mi cuerpo relajado pero mi mente en alerta, sabiendo que lo que había presenciado era solo el comienzo. La puerta a un mundo de deseos prohibidos se había abierto, y no estaba seguro de querer cerrarla.

La imagen de mi madre, su cabello rojizo extendido sobre la almohada, su rostro relajado pero con una sonrisa pícara, quedó grabada en mi mente. Y con ella, la promesa de más encuentros, más secretos, más momentos de pasión que solo yo, desde la sombra de la cámara de seguridad, tendría el privilegio de presenciar

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