Post anterior
Post siguiente
Compendio III
LA JUNTA 12: DOBLE FILO
Cuando entré en la sala de reuniones, Nelson ya estaba junto al proyector, preparando las diapositivas. Tenía un aspecto impecable y seguro, tal y como Cristina quería que se mostrara.
- ¡Hola, amigo! - le saludé, dándole una palmada en el hombro.
-> ¡Buenos días, Marco! - respondió, estrechándome la mano. - Siento lo del traslado. Fueron órdenes de arriba, ya sabes.

- ¡Lo sé! - Sonreí y miré a Cristina, que irradiaba satisfacción. Luego me incliné y bajé la voz. - Entonces... ¿Encontraste algo interesante?
Nelson levantó una ceja.
-> ¿Interesante? Se podría decir que sí. Lo verás más tarde. – respondió con esa chispa que teníamos en faena.
Entre nosotros se produjo esa tensión familiar, la misma que solíamos compartir en la mina, poniendo a prueba las ideas del otro como duelistas esperando el primer golpe.
Detrás de Cristina, Ingrid clasificaba papeles sin prestar atención. Cuando sus ojos se cruzaron brevemente con los míos, vi algo en ellos.

Ambos nos sentíamos ligeramente excitados. Simplemente, no podía resistirme a su tentador cuerpo de mujer casada. Seguía siendo el sueño sexy de cualquier jefe, con sus voluptuosos y apetecibles pechos de copa D, que parecían salir en cualquier momento de esos escotes ridículos; sus muslos tonificados y bien formados bajo faldas fluidas; su cabello rubio peinado en ondas sueltas que caían seductoramente por su espalda y una mirada sensual en sus brillantes ojos azules. Su anillo de boda, al igual que el mío, actúa como un faro de sexualidad ardiente, con su cuerpo gritando a voz en cuello la infidelidad.

Durante esas dos semanas morbosas, la convertí en mi puta personal: se tragó mi semen, follamos como conejos en mi oficina, ella usó sus tetas y yo estaba a punto de profanar su culo cuando se nos acabó el tiempo.

-> Por cierto, Marco. Gracias por cuidar de Gloria. -dijo, colocando unos papeles y devolviéndome a la realidad.

Asentí con indiferencia.
- No hay problema. - Me sentía un poco avergonzado por la confianza de mi amigo.
Por dentro, me sentía como una serpiente deslizándose entre la hierba alta: también me la había estado follando como si fuera mía, y Nelson no tenía ni idea.

Gloria estaba... “sola”: estaba convencida de que Nelson la engañaba con Cristina, a pesar de que yo le aseguraba que no era así. Sin embargo, acabábamos teniendo “sexo por venganza” cada vez que la llevaba a casa con su prometido, Oscar. Pero lo que empeoraba aún más las cosas era que yo tenía la polla más grande y gruesa del grupo.
Su obsesión crecía cada día que Nelson estaba fuera, y ella era como una gata salvaje en celo, pidiendo más, más y más. Y yo, el villano de esta historia, se lo daba. Cada centímetro. Cada gemido.

Mi camioneta se convirtió en nuestro santuario y mi antigua asistente (porque hace unos años, Gloria trabajaba para mí), en mi otra zorra personal. Estoy bastante seguro de que Gloria hizo cosas conmigo que nunca había hecho con Nelson. Y también estoy seguro de que no las hizo por despecho.

Era puro deseo animal.
Por supuesto, esto significaba que cuando llegaba a casa, Marisol también estaba satisfecha. Tener a dos mujeres agotando mi deseo sexual hizo que nuestra intimidad fuera aún mejor. Y aunque acabábamos haciendo el amor durante casi dos horas, Marisol hacía que valiera la pena.

Sin embargo, durante la reunión, Gloria siguió con su actuación de “novia ofendida”: se sentó al otro lado de la sala, con los brazos cruzados, tratando de no mirar a Nelson ni a mí, aunque su mirada se desvió hacia mí más de una vez.
Pero cuando comenzó la reunión, Edith le cedió inmediatamente la palabra a Cristina.

• ¡Gracias, Edith! - agradeció, dedicándome una sonrisa victoriosa. - Como todos saben, organicé que Nelson se uniera temporalmente al departamento de TI, como parte de la cooperación interdepartamental. Y debo decir...- su mirada se agudizó al mirarme. - Nelson ha demostrado ser un gran talento.
Mantuve mi expresión impasible. Sin embargo, ella siguió intentando clavarme el puñal.
• Es una pena que esta alianza sea temporal. - dijo Cristina con un suspiro teatral. - Podría ser un gran activo trabajando bajo mi mando.
Miré fijamente a Gloria. Estaba furiosa. Si alguna vez creyó que Nelson la estaba engañando, eso era todo. Sin embargo, si hubiera visto a Nelson, se habría dado cuenta de que estaba tan desconcertado como yo.

Nelson comenzó su presentación, con voz firme y la mirada fija en la pantalla. Habló de las mejoras realizadas en el sistema de procesamiento de datos y de cómo habían aumentado la eficiencia de la empresa. Sin embargo, algo no cuadraba. Sus ojos se posaron en los datos financieros y los de Horatio se tensaron.
-> Durante este tiempo, he notado algo irregular. El sistema en sí funciona correctamente, sin errores ni fallos. Pero la información tarda más en llegar de lo que debería. Los datos quedan atrapados en bucles innecesarios. - dijo mi amigo manteniendo la compostura.
Los ojos de Horatio se movían rápidamente por la sala y el sudor perlaba su frente. Sabía que era el objetivo.
o Nelson, no podemos lanzar acusaciones sin más. - protestó Horatio con voz asustada.
Sentí la tensión del pobre hombre: no es malo, ni tan mayor. Pero le gusta que las cosas se hagan a su manera. Así que hablé en su nombre.
- No está señalando a nadie, Horatio. Es solo que necesitamos optimizar el proceso. El sistema podría funcionar de forma más eficiente. – Expliqué sin darle importancia. - Estás trabajando con los recursos que te han dado y eso es estupendo. Pero mi amigo aquí presente dice que las cosas podrían mejorar.
Nelson asintió.
-> Marco tiene razón. He visto los mismos patrones en el flujo de datos. No es culpa tuya, es culpa del sistema. – concluyó mi amigo en un tono ameno.
Sorprendentemente, el viejo se sintió aliviado. Y parecía que, por primera vez desde el año pasado, me perdonaba por aquellas estúpidas galletas durante las reuniones. Pero, por supuesto, cuando desactivas una trampa, inmediatamente activas otra…
• ¿Así que estás insinuando que es culpa de TI? ¿Que mi departamento está fallando? - La voz de Cristina se volvió aguda.

-> No, no, en absoluto. - respondió Nelson con calma, gesticulando con las manos en el aire. -Lo que digo es que el sistema que estás utilizando podría ser el cuello de botella aquí. No se trata de señalar con el dedo, sino de encontrar soluciones para optimizar nuestros procesos. Creo que, si logramos agilizar la recuperación de datos, podremos desbloquear un nuevo potencial de crecimiento y expansión.
- ¡Sí! - Apoyé a mi amigo. – Nelson solo ha dicho que la infraestructura de TI era estable según su revisión. El sistema funciona exactamente como se diseñó. Nadie está atacando a tu departamento. Pero aun así... el sistema es más lento de lo que debería ser.
Cristina parecía sinceramente desconcertada: en lugar de desarmarme, traer a Nelson a su equipo fue aún peor, un arma de doble filo, ya que se sintió atacada por dentro y por fuera del departamento.
Pero lo que realmente llevó la palma a su frente fue que yo defendiera a su propio departamento.
Ingrid se permitió una breve risita ante el espectáculo. Sin embargo, incluso la mente de Edith parecía confusa.
> ¿Cómo pueden saber que el sistema podría funcionar más rápido? - nos preguntó.
Nelson y yo intercambiamos miradas, como si nos preguntáramos quién iba a explicarlo.
- Bueno… - comencé, recostándome en mi silla con una sonrisa de satisfacción. - Hemos estado... explorando métodos alternativos.
Nelson cerró los ojos y sonrió. Lo mismo hizo mi buena amiga Sonia, que había permanecido en silencio durante todo el fiasco.
-> Marco y yo – continuó Nelson. - hemos estado trabajando en un proyecto paralelo. Para, ya sabes, poner a prueba los límites de nuestro sistema actual.
Se volvió hacia la pantalla y mostró una serie de gráficos y tablas que hicieron que todos se inclinaran hacia delante.
-> Como pueden ver aquí, hemos conseguido recuperar la misma información en un tiempo récord, evitando las rutas convencionales. – explicó mi amigo en un tono tranquilo.
Horatio se tensó de nuevo, su rostro pálido: ante sus ojos tenía la información sobre la “tarea hercúlea” que le había pedido a mi amiga Ginny unas semanas antes. Toda la tarea, disponible en dos días tras una exhaustiva investigación.
^ ¡Pero Nelson! - nos interrumpió sorpresivamente la voz de Inga, que me recordó a un gato bostezando al despertar de su letargo. - Se han cumplido los plazos y el trabajo está hecho. ¿Por qué deberíamos cambiar algo si el sistema funciona?

- Porque vamos un poco por detrás de la competencia. - respondí con voz firme.
El resto de la junta comenzó a murmurar.
- El sistema actual no es lento. - comencé a explicar. - Pero mis fuentes me dicen que tampoco somos los mejores. Y cualquier paso en falso podría hacernos quedar atrás.
Sorprendentemente, Inga me miró desafiante. Como si no le gustara el rumbo que estaba tomando la conversación.

-> Y Marco tiene razón: esas horas son importantes. Son horas que podríamos reinvertir, horas que podríamos ampliar. - Nelson asintió apoyándome.
* Pero ¿Por qué es importante esta información? - preguntó Leticia tímidamente, claramente confundida por la situación.

Y me di cuenta de que no era la única. Incluso Edith parecía desbordada. Así que hice lo mismo que hago con mis hijas: me senté y se los expliqué con un ejemplo.
- Piensen en la información como si fuera electricidad y nuestro trabajo consiste en producirla. - empecé, haciendo que toda la sala de juntas se quedara en silencio. - Se puede producir utilizando paneles solares, molinos de viento, centrales eléctricas... Lo que se les ocurra. Ahora, imagina que tenemos una planta que está junto a una gran pila de carbón, un gran río o cualquier fuente de material que pueda generar electricidad constantemente. Si la producción total de nuestra central eléctrica es superada por la producción de un solo panel solar, de un sistema de apoyo, entonces definitivamente hay algo que no funciona bien en tu central eléctrica.
Nelson se quedó atónito. Sonia sonrió, recordando nuestros primeros momentos juntos…

-> ¡Vaya, Marco! Nunca lo había pensado de esa manera. - dijo Nelson.
Sonreí y me dirigí directamente a Leticia.
- En este caso, el sistema actual es nuestra gran pila de carbón, la central principal. La forma en que Nelson y yo lo hicimos es el panel solar, la central más pequeña. Por lo tanto, si podemos obtener la misma información incluso más rápido que el sistema, significa que hay un problema con el sistema. - Lo aclaré.
Un montón de “¡Oh!” y “¡Ah!” rompieron el silencio de la sala.
Los miembros de la junta, que habían estado asintiendo con la cabeza durante la presentación de Nelson, de repente consideraron la posibilidad de hacer las cosas de otra manera. Edith se recostó en su silla satisfecha, acariciándose la barbilla, como si hubiera llevado a cabo una jugada maestra.
Sin embargo, solo Inga entrecerró los ojos, como si no le gustara lo que estaba oyendo. No obstante, permaneció en silencio mientras Edith se hacía cargo de la reunión.

Edith cerró sus notas con esa calma deliberada que la caracteriza.
> Bueno. - dijo con tono tranquilo. - Creo que todos estamos de acuerdo en que la contribución de Nelson ha sido inestimable. Estos hallazgos abren posibilidades que no habíamos considerado antes.
Luego dirigió su mirada hacia Cristina, con un tono aún cortés, pero con un peso imposible de pasar por alto.
> Y, por supuesto, nada de esto habría salido a la luz sin tu iniciativa, Cristina. Fuiste tú quien pensó en tender puentes entre departamentos en primer lugar. Ese tipo de visión merece reconocimiento. – La felicitó con una sonrisa, entrecerrando levemente los ojos.
Alrededor de la mesa, las cabezas asintieron. Algunas personas incluso aplaudieron cortésmente, como escolares complaciendo la señal de un profesor. Para ellos, Cristina parecía la heroína del momento.
Pero yo vi lo que Edith estaba haciendo. No le estaba entregando una medalla a Cristina, la estaba acorralando. Cristina había deseado tanto ser el centro de atención que ahora Edith la había empujado hacia allí sin dejarle ningún lugar donde moverse. O bien reclamaba el mérito y asumía la responsabilidad del desastre, o bien, intentaba desviarlo y parecer débil.
La sonrisa de Cristina era impecable, su voz dulce como el azúcar:

• Sí. Esa era mi intención desde el principio. Fortalecernos como empresa. – comentó con una voz cansina.
Pero sus ojos la delataron: ese breve y agudo destello, como el cristal que refleja el sol justo antes de romperse.
Cuando terminó la reunión y la gente felicitó a mi amigo por su presentación, Gloria finalmente se acercó a nosotros.
Sus ojos buscaron a Nelson, llenos de alivio y amor. Lo abrazó con fuerza y le susurró palabras dulces al oído que yo no pude oír. Y lo besó con ternura.
<- Te he echado mucho de menos durante estas dos semanas. - dijo con emoción y alivio. - Pensaba que tú... Pensaba que Cristina...
Nelson la abrazó.
-> ¡Oh, vamos, cariño! Sabes que eres la única chica para mí. - le respondió mi amigo con dulzura.
Pero ella no lo soltaba. Lo abrazaba con tanta fuerza que podía ver cómo le apretaba el cuello.
Sin embargo, los ojos de Gloria se posaron en mí. Noté que no estaban tan felices como deberían...

Como si le faltara algo más.
Post siguiente
0 comentarios - 12: Doble filo