Hola gente hermosa 😘 besitos a todos
GRACIAS
por aceptarme en su comunidad y hacerme
sentir bienvenida o como que siempre
estuve aquà .
Este es mà primer relato que comparto la
comunidad espero que sea de su agrado y que entiendan que por más que sea
fantasia siempre ahà algo de realidad
disfrazada . 💋

Estaba desnuda en medio de la selva, el fuego de las antorchas dibujaba mi cuerpo como si fuera un altar viviente. Una serpiente se arrastraba por mi vientre, lenta, frÃa, su lengua bÃfida rozando mi piel como un presagio. No tenÃa miedo. Todo en mà estaba ardiendo, porque sabÃa que ellos me estaban mirando.
Eran hombres de la tribu, mulatos de piel brillante por el sudor, músculos tensos, ojos encendidos como brasas. Me rodeaban en silencio, pero sus respiraciones eran gruñidos, como animales que huelen a la presa.
La serpiente bajó hasta mis muslos, y uno de ellos, el más grande, dio un paso al frente. Me tomó del cabello con fuerza, me obligó a mirarlo y rugió en mi cara como si reclamara lo que ya era suyo. Otro se acercó detrás, sus manos ásperas recorrieron mi cintura, me abrieron como si fuera carne recién cazada.
El cÃrculo se cerró.
Yo estaba atrapada.
Me tiraron al suelo húmedo, y la tierra pegajosa se mezcló con mi piel desnuda. La serpiente se apartó, dejando mi cuerpo marcado y listo para ellos. El primero me penetró con violencia, sin aviso, arrancándome un grito que se perdió en la selva. Los demás se lanzaron encima como una jaurÃa, lenguas, dientes, manos, todos queriendo un pedazo de mÃ.
No habÃa ternura, no habÃa pausa. Eran salvajes, bestiales, insaciables. Uno me mordÃa el cuello, otro me abrÃa las piernas hasta el lÃmite, otro me llenaba la boca hasta ahogarme. Yo me retorcÃa entre jadeos, sometida, devorada por todos al mismo tiempo.
El ritual era mÃo, pero ellos lo tomaron como suyo. Yo ya no era mujer, era el banquete de la tribu. Cada embestida me rompÃa y me hacÃa renacer en un gemido más fuerte. La selva entera parecÃa vibrar con mis gritos.
Cuando acabaron, mi cuerpo estaba cubierto de semen, sudor y marcas de dientes.
Tirada en el suelo, respirando como una fiera domada, entendÃ: no me habÃan poseÃdo, yo me habÃa convertido en parte de ellos. En la diosa de su selva, en la hembra sagrada que todos podÃan reclamar.
Y en mi pecho, aún se sentÃa el rastro frÃo de la serpiente, como una firma grabada en la piel.
GRACIAS
por aceptarme en su comunidad y hacerme
sentir bienvenida o como que siempre
estuve aquà .
Este es mà primer relato que comparto la
comunidad espero que sea de su agrado y que entiendan que por más que sea
fantasia siempre ahà algo de realidad
disfrazada . 💋

Estaba desnuda en medio de la selva, el fuego de las antorchas dibujaba mi cuerpo como si fuera un altar viviente. Una serpiente se arrastraba por mi vientre, lenta, frÃa, su lengua bÃfida rozando mi piel como un presagio. No tenÃa miedo. Todo en mà estaba ardiendo, porque sabÃa que ellos me estaban mirando.
Eran hombres de la tribu, mulatos de piel brillante por el sudor, músculos tensos, ojos encendidos como brasas. Me rodeaban en silencio, pero sus respiraciones eran gruñidos, como animales que huelen a la presa.
La serpiente bajó hasta mis muslos, y uno de ellos, el más grande, dio un paso al frente. Me tomó del cabello con fuerza, me obligó a mirarlo y rugió en mi cara como si reclamara lo que ya era suyo. Otro se acercó detrás, sus manos ásperas recorrieron mi cintura, me abrieron como si fuera carne recién cazada.
El cÃrculo se cerró.
Yo estaba atrapada.
Me tiraron al suelo húmedo, y la tierra pegajosa se mezcló con mi piel desnuda. La serpiente se apartó, dejando mi cuerpo marcado y listo para ellos. El primero me penetró con violencia, sin aviso, arrancándome un grito que se perdió en la selva. Los demás se lanzaron encima como una jaurÃa, lenguas, dientes, manos, todos queriendo un pedazo de mÃ.
No habÃa ternura, no habÃa pausa. Eran salvajes, bestiales, insaciables. Uno me mordÃa el cuello, otro me abrÃa las piernas hasta el lÃmite, otro me llenaba la boca hasta ahogarme. Yo me retorcÃa entre jadeos, sometida, devorada por todos al mismo tiempo.
El ritual era mÃo, pero ellos lo tomaron como suyo. Yo ya no era mujer, era el banquete de la tribu. Cada embestida me rompÃa y me hacÃa renacer en un gemido más fuerte. La selva entera parecÃa vibrar con mis gritos.
Cuando acabaron, mi cuerpo estaba cubierto de semen, sudor y marcas de dientes.
Tirada en el suelo, respirando como una fiera domada, entendÃ: no me habÃan poseÃdo, yo me habÃa convertido en parte de ellos. En la diosa de su selva, en la hembra sagrada que todos podÃan reclamar.
Y en mi pecho, aún se sentÃa el rastro frÃo de la serpiente, como una firma grabada en la piel.

2 comentarios - Poseida el ritual