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Esplendor y ocaso...

Este relato comienza dónde termina el anterior, si lo leyeron ya saben todo lo que pasó con el eterno Don Juan. Así que sigo desde ahí... 
Luego del sexo, acepto su invitación y me quedo a dormir. Temprano por la mañana, muy temprano, tanto es así que aún no amanecía, empezamos de nuevo con los escarceos amorosos. 
Estamos acostados, de lado, él detrás mío haciéndome cucharita, cuando siento su cuerpo frotándose contra el mío. Es una sensación extraña despertar al lado de otro hombre que no sea mi marido, ya que, por más cuernos que le ponga, no tengo por costumbre quedarme a pasar la noche después de coger, pero se trataba de un caso especial.
-Buen día, ¿cómo amaneciste?- me pregunta, arrimándose aún más hacia mí, quedando con su pecho pegado a mi espalda.
-¡Mmmmm...! ¡Genial, como si me hubiera echado un muy buen polvo antes de dormir...!- le digo, desperezándome.
Al estirar los brazos, me agarra las tetas y me las aprieta, pellizcándome los pezones en una forma deliciosa. Le devuelvo el gesto agarrándole la pija.
Se nota que todavía está con los resabios del Viagra que se tomó en la noche, porque unas pocas caricias y se le vuelve a poner como un fierro.
-¿Me vas a coger de nuevo...?- le pregunto mientras se la pajeo suave, despacio, sin apuro.
-Creo que pusiste cierta condición para quedarte...- me recuerda, en alusión al mañanero que le había pedido.
Me acomodo echando la cola hacia atrás y totalmente entregada, le digo:
-¡Soy toda tuya...!-
Se pone un forro, y ahí mismo, de costado, me la pone, y me la manda a guardar hasta los huevos. Empujando mi cuerpo contra el suyo, hago círculos con mis caderas para sentirlo por todas las paredes, llenándome bien con la verga hinchada y bulbosa de quién fue, por un tiempo, mi fantasía adolescente.
Por supuesto que me hubiera gustado que me cogiera en ese entonces, cuando recién estaba teniendo mis primeras experiencias sexuales, pero la verdad es que no lo lamentaba. Pese a su edad, se desenvolvía muy bien en la cama, tanto es así que por momentos me olvidaba de que estaba con alguien de 80 años, y además, como ya saben, tengo bastante experiencia en lo que a la tercera edad se refiere. No es el primer viejito que me cojo...
-¡Ahhhhhhh... Siiiiiiiiiii... Dámela... Dámela toda... Siiiiiiiiiii... Así... Dale... Cogeme... Siiiiiiiiiiii... Ahhhhhhhh... Mmmmmmmm...!- le pido mientras se hunde en mí, siempre agarrado de mis tetas y mordiéndome el cuello.
Tengo un orgasmo, uno inicial, el preludio de uno posterior que se intuye aún más intenso y desbordante.
El eterno Don Juan detiene sus acometidas, dejándome disfrutar el momento. Le agradezco con un suspiro, aunque enseguida le pido más apoyando una mano en su cintura y empujándolo contra mi cuerpo. Intenta retomar el ritmo, pero la pija se resbala debido a lo mojada que tengo la concha, así que aprovecho y antes de que me la meta de nuevo, se la agarro y me la pongo en el culo.
-¿Probamos?- le pregunto.
-Hace años que no lo hago por atrás...- me jadea al oído - Décadas creo...-
-Este es tu momento, entonces...- le aseguro, empujando la cola contra su vientre, haciéndole sentir mi propia urgencia.
Me responde con un empujón que da justo en el centro de mi agujero más estrecho. Debo decir que últimamente estoy teniendo mucho sexo anal, demasiado diría, ya que Valentino es un adicto, tiene especial devoción por hacer fondo allí en dónde nunca me da el sol, así que la elasticidad está garantizada.
A pesar de que mi culito se abre sin oposición alguna, el eterno Don Juan me penetra lentamente, con excesivo cuidado, enhebrándome el orto como si fuera un orfebre trabajando con la joya más delicada. 
Resulta un fuerte contraste con la forma en que me lo hace Valentino, que me lo trajina como si su único objetivo fuera empujarme los intestinos cada vez más adentro.
Pese a la notable diferencia entre ambos, me gusta de las dos maneras, cada cuál tiene su encanto. Valentino con su ímpetu y brutalidad, el eterno Don Juan con su delicadeza y ternura. Y aunque ya tengo el ojete curtido en mil y un batallas anales, esa forma suya de culearme, sin violencia ni arrebatos, me conmovía profundamente.
En el último tramo, acelera un poco, tampoco demasiado, y entre exaltados jadeos, acaba. Yo lo acompaño masturbándome, llegando al clímax poco después.
Nos quedamos un momento abrazados, la pija todavía enterrada en mi culo, compartiendo la efusividad del orgasmo.
-¡Es el mejor despertar que tengo en años...!- me asegura, entre besos y arrumacos.
Mientras me doy una ducha, él se pone un jogging y prepara el desayuno. Café, jugo de naranja y tostadas. Desayunamos, pido un taxi, y al despedirnos nos besamos con una pasión digna de la mejor telenovela.
Luego del mañanero con el eterno Don Juan, voy a casa a cambiarme de ropa. Es lunes, mi marido ya llevó al Ro al Colegio y a Romi a la guardería. Aunque ya me había duchado luego de aquel polvo tempranero, me doy una ducha rápida. Al salir, lo llamo a mi marido, le pregunto por los chicos y le cuento un par de anécdotas de borrachera de mis amigas, como para mantener vigente mi coartada.
Mientras hablamos me llegan dos mensajes de Valentino, uno detrás del otro:
"Amanecí caliente..."
"Te quiero coger..."
Me despido de mi marido, y le contesto, también por mensaje:
"Hacete una paja si estás caliente..."
A modo de réplica el muy turro me manda un video de como se está clavando una.
"Pensando en vos...", escribe debajo.
"Tengo que ir a la oficina, hoy tengo un montón de laburo... Podemos vernos ahora, si querés...", le digo.
"Claro que quiero..."
"¿Te paso a buscar?..."
"Vení a casa, mi vieja ya salió y no vuelve hasta la noche..."
Los padres de Valentino están separados, así que vive él solo con Amanda, su mamá. Estoy a quince minutos, así que al rato ya estábamos cogiendo. ¡La calentura que tenía encima el pendejo! Se había peleado con la novia, así que ya hacía unos días que no la ponía. Para desfogarse había salido el sábado en la noche con sus amigos. Conocieron a unas chicas, pasaron el rato juntos, pero a la hora de salir del boliche, la chica que estaba con él pidió un taxi y se fue a su casa, dejándolo con los huevos a punto de explotar. Más de un día se había aguantado el pobre, quiso llamarme el domingo, pero no quería comprometerme con mi familia, por eso había esperado hasta el lunes. 
Mientras me chupa la concha, me divierte pensar que hace tan solo unas pocas horas, alguien que podría ser su abuelo, me hacía lo mismo. Y debo decir que ambos demostraban suma eficiencia en el tema.
Cuando me la mete por el culo se nota la ya mencionada diferencia entre ambos. Valentino es más agresivo, mucho más brusco en sus movimientos. Es joven, atlético, fuerte, poderoso. Hasta antes de conocerme, solo había tenido sexo con su novia adolescente, yo era su primera mujer en serio, por lo que conmigo hacía todo lo que no podía con ella, sexo anal incluido.
Digan que yo ya estoy entrenada, porque si le hacía lo que me hace a mí, la dejaba internada y con pronóstico reservado.
Y así fue como, en cuestión de horas, terminé recorriendo los extremos del ciclo vital de un hombre, la vejez primero, la juventud después. Entre ambos hay casi sesenta años de diferencia, pero si me preguntan, no prefiero a ninguno por sobre el otro. Con los dos la pasé bien. 
Con uno saldé una deuda de mi adolescencia, con el otro solo estoy dándome un gusto de cuarentona... 



Esplendor y ocaso...

8 comentarios - Esplendor y ocaso...

nukissy1715
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Faalfa55
Que rico tu relato, putita una joyita
Desert-Foxxxx
Envidio a ese gran señor y ese muchacho marital. Esas tetazas son mi perdición hace años con esa linda carita que vi.
gerardoriker
como envidio a ese amnte que esta en tu relato, quiero conocerte hermosa, por favor contestame
CharlyNew2
Que belleza de mujer... y ademas inteligente!!!
Ariel_Ramos89
siempre me dejas con ganas de probar la elasticidad de tu ojete 🔥🔥🔥🔥 +10