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En la playa

En la playa

Las tetas de mi tía en la playa.

Aquella cálida mañana de julio estaba a punto de cumplir con todas las fantasías que siempre había tenido con el pecho de mi tía.

Todo comenzó una soleada mañana de verano. Había pasado cierto tiempo desde que los pensamientos sexuales hacia la mujer de mi tío Mario habían desaparecido. Yo por aquella época tenía ya 24 años y llevaba con mi novia unos 2 años y medio aproximadamente.
Mi tía Marga es una mujer espectacularmente atractiva. Tiene 48 años, pero ni por asomo aparenta esa edad. Es rubia, de ojos claros y de 1’7m de altura aproximadamente; pero lo que más destaca de ella es el voluminoso pecho que siempre ha tenido. Recuerdo que desde muy pequeño había sentido mucha atracción hacia ella. Desde su forma elegante y esbelta de andar hasta su dulce voz cuando se dirigía a mi. Recuerdo ya de muy joven hacerle fotos y vídeos en su piscina, incluso ir al baño de su cuarto después de comer y masturbarme suavemente con sus bikinis hasta llenarlos de leche. En verano acostumbraba a vestir finos vestidos de playa con la espalda descubierta y atados al cuello con un pequeño lazo. Cuando los vestía, siempre rezaba para que se bañase en su piscina antes de comer, ya que así sabía que a la hora de la comida dejaría secando el bikini y simplemente iría con el vestido sin nada que le sujetase el pecho, además de que podría cogerlo después para masturbarme en la parte de arriba y ver como se lo volvía a poner por la tarde aún húmedo de mi corrida.
Era algo que no podía controlar pero que poco a poco con la edad había dejado de hacer. Simplemente había entendido que no era más que una fantasía y que no podía permitir que la misma ocupara una parte tan grande de mis pensamientos o mi tiempo cuando nos reuníamos toda la familia juntos.
Sin embargo, aquella soleada mañana de julio no esperaba para nada lo que estaba a punto de suceder. Llegue a casa de mis tíos para la comida familiar de los domingos. Mis tíos tienen una adosado dentro de una comunidad con varias piscinas compartidas. Como está al lado del mar, muchas veces nos bajamos a bañarnos antes de comer. Aquel día, por cualquier razón, prefirieron quedarse en la piscina, así que nada más llegar me comentaron que no iban a bajar a la pequeña cala escondida en la que siempre nos bañábamos. A mi me dio mucha rabia, pero en seguida mi tío me comentó que mi tía Marga sí había bajado a darse un baño. Yo en ese momento no lo pensé demasiado, sino simplemente les dije a él y al resto de la familia que aprovecharía también para ir al mar a refrescarme.
Me fui directo a la playita pequeña. Mi sorpresa fue cuando al empezar a bajar me percaté de que estaba mi tía en unas rocas al lado de la orilla tomando el sol en topless. No me lo podía creer. Al no acompañarle nadie a darse el baño intuyo que decidió aprovechar y soltarse el bikini para estar más cómoda. Tenía las tetas enormes. Muy grandes y con una caída natural preciosa, fruto de su edad. No lo dudé un segundo y le empecé a hacer fotos y a rozarme con la mano por encima del pantalón, pero vi que se iba a incorporar y paré.
Hola Pedro! No sabía que vendrías aquí antes de comer.
Sí Tía Marga, perdona la interrupción, pensé que sería buen momento para darme un baño rápido antes de sentarnos a la mesa.
No te disculpes, solo faltaría. Lo siento yo por estar de esta guisa. No he traído la parte de arriba, espero que no te incomode. -Me dijo mientras con el brazo derecho se tapaba como podía-.
No te preocupes, aunque si prefieres me voy.
No no, por favor. Venga vamos al agua y subimos a comer.
Estaba flipando con la escena. Mi tía estaba sentada en una roca, incorporada con sus dos pedazo de tetas colgando que le cubrían todo el torso. Encima se intentaba tapar con el brazo derecho y solo conseguía aplastárselas y que se le salieran por arriba y por debajo del brazo, haciendo que la escena fuese mucho más pornográfica de lo debido. Rápidamente nos metimos los dos en el agua y comenzamos a hablar de otras cosas como para quitarle peso a la situación.
Me dijo tu padre que estabas ya en tu último año de medicina. - Me dijo mi tía-.
Sí Tía Marga, la verdad que estoy reventado de estudiar. Llevo unos años un poco cuesta arriba con este tema, pero bueno, entiendo que es lo que hay.
Ya, comprendo. Y, ¿tienes alguna idea de la especialidad que te gustaría hacer?
Pues… Seguramente ginecología. -Le dije sin saber muy bien que responderle-.
¡Ahh! No me digas, pues la verdad es que justo tenía que ir al ginecólogo para una revisión el lunes. No es nada grave, pero para quitarme de preocupaciones.
Pero, ¿que te ocurre?
Pues mira, no quiero tampoco meterte en compromisos, porque no has ni terminado la carrera, pero justo me noto un pequeño bulto como con cierta firmeza en el pecho izquierdo.
En ese momento se me terminó de subir todo el pene. Tener a esta mili delante con todas las tetas debajo del agua diciéndome esto me estaba poniendo muy malo.
Bueno, esto con una exploración física te lo averiguan enseguida. -le dije-.
Y ¿por qué no pruebas a hacerla tu y vemos si el lunes coinciden los diagnósticos? Así te vas enfrentando a casos reales, que dentro de nada te vas a enfrentar a situaciones así todos los días.
No me creía lo que estaba sucediendo. Me había pedido literalmente que le explorase un posible bulto en su pecho izquierdo. Básicamente que le magrease las tetas en busca de alguna sintomatología. Vi como directamente se apoyaba de frente a mi en las escaleras de aluminio que suben del mar a las rocas y me hacía un gesto como de que comenzase con la exploración. Yo me acerqué y no dude un segundo, me apoyé con los pies en el ultimo de los escalones de la escalera y con mis dos manos empecé a agarrarle suavemente cada una de sus tetas. Las empecé a mover de un lado al otro de forma asimétrica mientras veía como ella notaba que me estaba aprovechando de la situación. Las sacaba del agua y las volvía a introducir. Las golpeaba suavemente para ver su movimiento. Las estrujaba desde la base y luego las apretaba entre ellas hacia el centro y hacia fuera para ver su volumen. Estaba en un trance. Se me caía la baba literalmente.
Mi tía, viendo la situación, decidió detener lo de la exploración y me dijo que subiéramos ya a comer. Se le veía visiblemente incómoda, como si le gustase la situación pero al mismo tiempo viera la gravedad de lo que estaba pasando. Ella se giró y se dispuso a subir los pequeños peldaños de la escalera de aluminio, a lo que yo le respondí, intentando seguir un poco más, que seguramente se trataba de un quiste mamario. Ella, que veía que me había estado aprovechando desde el primer momento para jugar con sus tetas, se quedó quieta por un segundo.
Como? Un quiste? Y eso es grave? -Me preguntó-.
No, no tiene por que serlo, pero requiere de más exploración.
Sí? Pero, tu sabrías identificarlo?
Sin duda. Mira, si quieres quédate tal cual estás apoyada y veo si encuentro algo.
En ese momento, con ella de espaldas a mi en la escalerilla y media cintura fuera del agua, le agarre con la mano derecha su teta derecha y con la izquierda le empecé a acariciar el coño.
Es parte de la exploración, muchas veces los quistes mamarios se manifiestan a través de un bloqueo del orificio vaginal, quedando contraído y prácticamente cerrado. Necesito comprobar si verdaderamente hay situación de bloqueo o está abierto.
Me lo había inventado, pero la situación había derivado en algo tan sexual que ya no había forma de detener eso. Así que sin mediar más palabras, le aparté la parte de abajo del bikini y con la misma mano izquierda le agarré fuerte de la otra teta. Las seguía magreando con fuerza y jugando sin parar con ellas, para ver su física y textura. Como se aplastaban, como caían, como bailaban con los movimientos… Y esperé que las suaves olas hicieran el resto. A la siguiente ola que rompió suavemente contra la escalinata aproveché y le introduje la polla hasta el fondo. Ella seguía agarrada a la escalera y de espaldas a mi y yo agarrado de sus tetas y follándomela como un puto conejo, haciendo movimientos muy cortos y rápidos, mientras le jadeaba levemente en la nuca.
Así seguimos unos 3 minutos hasta que yo me corrí entero dentro suya. Después de eso, salió del mar por la misma escalera y subió casi sin secarse a la comida. Yo me quedé un poco preocupado por lo que acababa de pasar. Ella me había permitido en todo momento y yo me había dejado llevar, pero no sabía hasta que punto ella estaría enfadada o hasta que punto podía darse la posibilidad de que lo contara a mis padres o a alguien mas de la familia.

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