Ernesto era un joven feliz y positivo, hasta que sus padres se divorciaron y este se tuvo que mudar e irse con su madre a un pueblo a las afueras de la ciudad. Una casa no tan grande, no tan pequeña, suficiente para ellos dos. Ernesto era un chico güero, de estatura promedio, rubio y muy delgado.La madre de Ernesto, Leticia, es una mujer madura de estatura promedio, gruesa y encantadora, que aún conserva su gran figura.

Ernesto, por consiguiente, al haberse mudado, tenía que ir a un nuevo colegio y empezar una vida social nueva.
Madre: —Que te vaya muy bien en tu primer día, cariño.
Ernesto: —Gracias, ma.
Ojalá este día acabe pronto, pensó Ernesto negativamente.
Al llegar a la escuela, Ernesto pudo ver a muchos jóvenes delincuentes que no tenían ningún respeto. Fumaban en los pasillos sin ningún tipo de vergüenza. Peor aún, los docentes no les interesaba en lo más mínimo. Al entrar al salón de clases, Ernesto se dio cuenta de que muchos de ahí eran personas afrodescendientes y eran muy grandes —no altos, pero sí bastante corpulentos—. Pero él, sin intimidarse, buscó un asiento y tomó clases como si nada. En la cafetería, mientras buscaba algo, un joven delgado como él se le presentó:
Louis:—Hola, mi nombre es Louis. Ernesto:—Un gusto, amigo. ¿No hay problema en que me pueda sentar aquí? Louis:—No, adelante, toma asiento. Ellos se llevaron bien rápidamente, hasta que apareció un tipo alto, robusto y fornido:
Boris, el matón del instituto.
Boris: —Luis. Oye, de una vez te aviso que no vayas temprano a tu casa hoy. Tu madre y yo ya quedamos en divertirnos un rato.
Louis,agachando la cabeza, le contestó: —Claro, lo tendré en cuenta.
Ernesto, que estaba ahí, quedó pensativo y dudoso, pero sus pensamientos estaban opacados por el tamaño de Boris. Para él, este era un monstruo.
Boris:—Oye, nalgas blancas, ¿quién eres? ¿Acaso eres la novia de Louis?
Ernesto:, sin dejarse intimidar, le respondió: —Soy nuevo en esta escuela, idiota.
A Boris no le cayó bien esto, así que se abalanzó contra Ernesto, golpeándolo tan fuerte que este sintió su mandíbula crujir. Pero Ernesto no se dejaría y también empezaría a soltar golpes, aunque ninguno tendría un efecto grande sobre Boris, quien no sentía casi nada. En eso, un docente los interrumpió, separándolos y mandándolos a la dirección, donde llamarían a sus padres. Ernesto, sentado en una esquina, y Boris en otra, esperarían la llegada de sus padres. La primera en llegar fue la abuela de Boris, una señora de edad avanzada, quien regañaría a Boris, quien ni siquiera la tomaría en cuenta. Posteriormente, llegaría la madre de Ernesto, Leticia, la cual haría que Boris perdiera totalmente la atención de lo que le decía su abuela. Este admiraría con una cara lasciva el cuerpo de la señora Leticia, un cuerpo que muchas mujeres desearían tener a su edad.

Esto no solo enojaría a Ernesto, también lo repugnaría, pero este sentiría una sensación algo particular: un cosquilleoleve en su pantalón, una sensaciónde excitación. La madre de Ernesto lo miraría y lo llevaría de nuevo a su casa.
Leticia: —¿En serio? ¿Tu primer día de clases y ya estás peleando?
Ernesto: —El otro sujeto comenzó.
Leticia: —No importa quién haya comenzado. Mañana quiero que hables con él y hagas las paces.
Ernesto, enojado pero sin otro remedio, asentiría con la cabeza.
Ese día, Ernesto no dejaría de pensar en cómo Boris no dejaba de ver a su madre. Cada vez que pensaba en eso, su pene se le erectaba. Ernesto estuvo todo el día en su cuarto, masturbándose sin parar. Al día siguiente, al final de la escuela, buscaría a Boris para tratar de hacer las paces con él. Pero antes de que lo encontrara, Boris lo encontró a él. Este lo agarraría del brazo y lo llevaría atrás de los salones, donde nadie los podía ver ni oír.
Boris: —Mira, maldito imbécil, por tu culpa me regañaron ayer. Pero aún no, me voy a desquitar contigo.
Ernesto: —¡Fuiste tú el que empezó, idio...
Antes de que Ernesto pudiera acabar de hablar, Boris se sacaría su gran pene del pantalón, dejando boquiabierto a Ernesto, quien no podría imaginar que tuviera*una tan grande.
Boris: —Por culpa de tu madre, desde ayer traigo la verga erecta, y si no me ayudas a follármela, yo te follaré a ti.
Ernesto, tembloroso y tartamudeando, respondería rápidamente: —¿Ayudarte a follártela?
Boris:—Sí, imbécil. O si no, yo te follaré a ti. Ernesto, con miedo y pánico, asentiría rápidamente que sí.
Boris: —Jaja, así me gusta que sean sumisos. Entonces, lo que harás es invitarme a tu casa "para que piense que hicimos las paces", y le darás estas pastillas en un jugo a tu madre.
Ernesto:—¿Qué hacen esas pastillas? Boris: —La pondrán cachonda un tiempo. Así, yo aprovecharé a buscarla, y lo demás será historia. ¡Jajaja!
Ernesto no podia de dejar de pensar en su hermosa madre a manos de un tipo como Boris

Frustrado y asustado, no encontraba otra opción. O tal vez no la quería buscar, porque en ese momento de pánico había algo debajo de sus pantalones que crecía y no lo dejaba pensar con claridad.
Espero que les guste el relato 😊 si les gusta podrían puntar el post y así traer la siguiente parte.❤️❤️

Ernesto, por consiguiente, al haberse mudado, tenía que ir a un nuevo colegio y empezar una vida social nueva.
Madre: —Que te vaya muy bien en tu primer día, cariño.
Ernesto: —Gracias, ma.
Ojalá este día acabe pronto, pensó Ernesto negativamente.
Al llegar a la escuela, Ernesto pudo ver a muchos jóvenes delincuentes que no tenían ningún respeto. Fumaban en los pasillos sin ningún tipo de vergüenza. Peor aún, los docentes no les interesaba en lo más mínimo. Al entrar al salón de clases, Ernesto se dio cuenta de que muchos de ahí eran personas afrodescendientes y eran muy grandes —no altos, pero sí bastante corpulentos—. Pero él, sin intimidarse, buscó un asiento y tomó clases como si nada. En la cafetería, mientras buscaba algo, un joven delgado como él se le presentó:
Louis:—Hola, mi nombre es Louis. Ernesto:—Un gusto, amigo. ¿No hay problema en que me pueda sentar aquí? Louis:—No, adelante, toma asiento. Ellos se llevaron bien rápidamente, hasta que apareció un tipo alto, robusto y fornido:
Boris, el matón del instituto.
Boris: —Luis. Oye, de una vez te aviso que no vayas temprano a tu casa hoy. Tu madre y yo ya quedamos en divertirnos un rato.
Louis,agachando la cabeza, le contestó: —Claro, lo tendré en cuenta.
Ernesto, que estaba ahí, quedó pensativo y dudoso, pero sus pensamientos estaban opacados por el tamaño de Boris. Para él, este era un monstruo.
Boris:—Oye, nalgas blancas, ¿quién eres? ¿Acaso eres la novia de Louis?
Ernesto:, sin dejarse intimidar, le respondió: —Soy nuevo en esta escuela, idiota.
A Boris no le cayó bien esto, así que se abalanzó contra Ernesto, golpeándolo tan fuerte que este sintió su mandíbula crujir. Pero Ernesto no se dejaría y también empezaría a soltar golpes, aunque ninguno tendría un efecto grande sobre Boris, quien no sentía casi nada. En eso, un docente los interrumpió, separándolos y mandándolos a la dirección, donde llamarían a sus padres. Ernesto, sentado en una esquina, y Boris en otra, esperarían la llegada de sus padres. La primera en llegar fue la abuela de Boris, una señora de edad avanzada, quien regañaría a Boris, quien ni siquiera la tomaría en cuenta. Posteriormente, llegaría la madre de Ernesto, Leticia, la cual haría que Boris perdiera totalmente la atención de lo que le decía su abuela. Este admiraría con una cara lasciva el cuerpo de la señora Leticia, un cuerpo que muchas mujeres desearían tener a su edad.

Esto no solo enojaría a Ernesto, también lo repugnaría, pero este sentiría una sensación algo particular: un cosquilleoleve en su pantalón, una sensaciónde excitación. La madre de Ernesto lo miraría y lo llevaría de nuevo a su casa.
Leticia: —¿En serio? ¿Tu primer día de clases y ya estás peleando?
Ernesto: —El otro sujeto comenzó.
Leticia: —No importa quién haya comenzado. Mañana quiero que hables con él y hagas las paces.
Ernesto, enojado pero sin otro remedio, asentiría con la cabeza.
Ese día, Ernesto no dejaría de pensar en cómo Boris no dejaba de ver a su madre. Cada vez que pensaba en eso, su pene se le erectaba. Ernesto estuvo todo el día en su cuarto, masturbándose sin parar. Al día siguiente, al final de la escuela, buscaría a Boris para tratar de hacer las paces con él. Pero antes de que lo encontrara, Boris lo encontró a él. Este lo agarraría del brazo y lo llevaría atrás de los salones, donde nadie los podía ver ni oír.
Boris: —Mira, maldito imbécil, por tu culpa me regañaron ayer. Pero aún no, me voy a desquitar contigo.
Ernesto: —¡Fuiste tú el que empezó, idio...
Antes de que Ernesto pudiera acabar de hablar, Boris se sacaría su gran pene del pantalón, dejando boquiabierto a Ernesto, quien no podría imaginar que tuviera*una tan grande.
Boris: —Por culpa de tu madre, desde ayer traigo la verga erecta, y si no me ayudas a follármela, yo te follaré a ti.
Ernesto, tembloroso y tartamudeando, respondería rápidamente: —¿Ayudarte a follártela?
Boris:—Sí, imbécil. O si no, yo te follaré a ti. Ernesto, con miedo y pánico, asentiría rápidamente que sí.
Boris: —Jaja, así me gusta que sean sumisos. Entonces, lo que harás es invitarme a tu casa "para que piense que hicimos las paces", y le darás estas pastillas en un jugo a tu madre.
Ernesto:—¿Qué hacen esas pastillas? Boris: —La pondrán cachonda un tiempo. Así, yo aprovecharé a buscarla, y lo demás será historia. ¡Jajaja!
Ernesto no podia de dejar de pensar en su hermosa madre a manos de un tipo como Boris

Frustrado y asustado, no encontraba otra opción. O tal vez no la quería buscar, porque en ese momento de pánico había algo debajo de sus pantalones que crecía y no lo dejaba pensar con claridad.
Espero que les guste el relato 😊 si les gusta podrían puntar el post y así traer la siguiente parte.❤️❤️
1 comentarios - Ernesto y la corrupción de su hermosa y sumisa madre.