Capítulo 1: el río
Mi tío Jaime era un hombre muy amigable. Solía hacer fiestas con muchos amigos y divertirse con muchas mujeres. Él no tenía esposa, jamás había estado siquiera cerca de casarse con alguna. Le gustaba vivir la vida sin remordimientos ni preocupaciones. Por lo mismo no tenía tampoco hijos. No lo veíamos mucho porque él se había regresado a vivir a Cuba desde hacía ya mucho tiempo, pero por una buena oferta de trabajo vino a vivir a México.

Mi padre tenía mucho tiempo sin verlo y no sabía que esperar. La verdad yo tenía muchas ganas de ver a mi tío, era muy bueno con nosotros cuando éramos pequeños y yo era su consentida cuando era pequeña. Solía traerme siempre que venía de visita regalos y juguetes muy lindos.
Teníamos más de diez años sin verlo y lo extrañábamos mucho.
El llego un sábado por la mañana. Nosotros estábamos haciendo una carne asado para comer y él llegó justo en la hora de la comida. ¿Cómo están familia? –Preguntó sonriente, mientras dejaba su maleta de piel en el suelo–. Yo corrí a abrazarlo y él me abrazo también. Yo acababa de cumplir los dieciocho y para poder celebrarlo hicimos esa carne asada. El me bajo y me dijo –déjame verte hija, vaya, ya estás bien crecidita, ya no eres una niña mi amor, ya eres todo una mujer–. Pues claro tío, ya cumplí dieciocho, ya soy mayor de edad –dije–. Mi tío me recorrió con la mirada de arriba abajo viendo cada parte de mí. Yo noté su mirada tan penetrante y me hizo sentir un poquito incómoda. Después saludó a mis padres y mi hermano y nos pusimos a platicar de todo lo que estuvo haciendo en Cuba por tantos años. Nos contó que estuvo vendiendo varios puros a otros países ilegalmente y había ganado mucho dinero. La historia no le hacía sentir mucho orgullo a mi padre, pero él estaba feliz de que ya había conseguido un trabajo mucho más honrado y estaba dispuesto a cambiar de estilo de vida, aunque; como muchos saben, algunas personas nunca cambian.

Mi tío quiso irse a un hotel en lo que encontraba una casa para vivir, pero mi padre no se lo permitió. No puedo dejar que alguien de la familia se quede en un hotel, tu siempre vas a tener un lugar en mi casa hermano, a pesar de todo lo que haya pasado antes, tú sigues siendo mi familia –dijo mi padre–. Mi tío Jaime lo abrazo agradeciéndole y aceptó la invitación de mi padre. Yo estaba cursando la prepa y mi tío me ayudaba con algunas de las materias que tenía problemas. Por la tarde nos poníamos a estudiar y el últimamente era algo más cariñoso de lo normal conmigo. Jugaba a hacerme cosquillas y disimuladamente apretaba un poco mis senos o mi trasero. Siempre con mucha sutileza pero yo lo notaba. Cuando íbamos de visita toda la familia al rancho solíamos quedarnos el fin de semana desde el día viernes saliendo de clases. Después de haber estado más de un año en México mi tío ya había comprado su casa. Fuimos al rancho y él nos acompañó. Era época de verano y en ese tiempo me encantaba ir a bañarme desnuda a un pequeño río que quedaba cerca del rancho. Me iba a caballo y llegaba muy rápido. Ese día me quite la ropa y me metí al rio.
El agua estaba muy rica y algo fría. Mis pezones se pusieron duros desde que me aventé al río. Era un lugar que muy poca gente conocía por lo que nunca había nadie ahí.
Estuve ahí por más de media hora cuando de pronto escuché el galope de otro caballo.




Era mi tío Jaime, yo me metí al rio escondiendo mi figura para que él no me viera. Oye hija, tu mamacita quiere que te regreses para que la ayudes con la comida por que la muchacha que le ayudaba tuvo que ir a comprar algunas cosas –dijo mientras me veía como si tratara de ver bajo el agua–. El tomo la toalla de entre mis cosas y la extendió hacia mí. Toma para que te seques hija –dijo–. No puedo, no traigo ropa, ando encuerada –dije–. No pasa nada hija, somos familia, tú salte y tómala –dijo–. Bueno pero volteé la cara tío –dije–. Yo salí desnuda del río. Mi joven figura húmeda y voluptuosa estaba frente a sus ojos y la tentación de verla era demasiada por lo que no pudo resistir. Me dio la toalla pero me miro de frente de inmediato. Tío le dije que se volteara –dije–. Perdóname hijita, pero un cuerpecito como el tuyo no se ve todos los pinches días –dijo mientras se saboreaba como si hubiera visto un plato delicioso de comida–. La saliva casi salía de su boca y yo me sentía indefensa ante sus miradas. Me tape rápidamente con mi toalla y fui a recoger mi ropa. Espérate chiquita, no hay prisa, tu mamita puede arreglárselas sola por un rato –dijo mientras resoplaba como un toro bravío–. Vamos a meternos los dos al río –dijo mientras comenzaba a quitarse toda la ropa–. No tío, yo ya me quiero ir para ayudar a mi mamá –dije–. Ándele mija, quítese esa toallita y vamos a bañarnos juntitos como cuando nos metíamos a la playa cuando eras chiquilla –dijo–. Pues sí pero esa vez no estábamos desnudos. Él se bajó los pantalones y la ropa interior y dejo salir su polla.
Una polla bastante grande y obesa haciendo honor a ese origen cubano que tenía junto con mi padre. Su prepucio aun escondía su polla y se meneaba mientras se terminaba de quitar la ropa. Yo ya me voy –dije molesta–. Usted no se va a ningún lado mijita, usted se va a quedar a hacerle compañía a su tío favorito –dijo–. Me abrazo y me arrebato fuertemente la toalla arrojándola al suelo violentamente. No sabes desde cuando quería quedarme solito contigo negrita –dijo mientras frotaba mis senos–. Yo forcejeaba y trataba de gritar pero él me puso una mano en la boca. Te tengo unas pinches ganas desde que llegue a la ciudad bebé –dijo empujándome violentamente al suelo–. Tomo su polla y la masturbo para hacerla aún más dura.
Su gran erección imponía respeto. Yo trate de incorporarme pero él me empujo boca abajo y sentía como mi cuerpo se llenaba de tierra y césped fresco. No había nadie que me pudiera ayudar y no tenía la fuerza para pelear con él. Mi cara estaba cerca de una porción de lodo y yo temblaba por lo que mi tío quería hacerme.
–Por favor no me haga daño tío.
–No te voy a hacer daño mijita, esto te va a encantar.
–No quiero, bájese de encima se lo ruego.
–Cállate el puto hocico y quédese así mija.
–Bájese ya por favor.
–Puta de mierda


Mi tío metió su polla entera en mi vagina sin pedir permiso ni perdón. Empujo mi cabeza junto al lado mientras él seguía jodiendome. ¡Ayuda, por favor! –Grite de manera desgarradora mientras él seguía violándome sin misericordia–. Me besaba la espalda y la parte baja de la nuca y el cuello mientras me dominaba y forzaba a mi vagina a recibir su polla. Mis gritos se desvanecían en el gran abismo del silencio de aquel gran y solitario pastizal. Yo no podía luchar más. Su asqueroso aliento a cigarro era lo único que podía recordar de esa vez mientras me besaba y destruía mi cuerpo. Después de unos minutos se detuvo y me beso con la lengua en mi cuello. Toma tu lechita mija –dijo mientras unos grandes chorros llenaban mi vagina–. ¡No, chingue a toda su puta madre tío, quítese a la chingada! –grite–. Él no me soltó y termino de eyacular dentro de mí. No crea que esto se va a quedar así –dije–. Tú no vas a decirle nada a tu papito o yo le voy a contar lo que te vi hacerle a ese caballito el otro día mi amor.
Capítulo 2: el caballo
Un día antes de que mi tío abusara de mi junto al rio, ocurrió algo que lo motivo a ponerse atrevido conmigo. Paso después de un día de trabajo y diversión. Estuvimos en una barbacoa en familia por la tarde después de un día de trabajo en el rancho y nos bañamos todos en la alberca que había ahí.

Me puse un traje de baño de dos piezas. Se estaban poniendo de moda y lo estrene allá.
Lo había comprado incluso con la ferviente oposición de mi padre por no hacerlo. Me quedaba muy bien y resaltaba mucho mi joven figura. Voluptuosa y atrevida. Incluso mi padre se quedaba impactado algunas veces por mi cuerpo. Me queme un poco en el sol para tomar un lindo bronceado y me recosté en una silla de playa que me llevaba para allá. Me di cuenta que mi tío me miraba mientras hacia la carne para la comida en el asador. Quise provocarlo un poco y me recosté boca abajo desabrochándome el traje de baño dejando mi espalda descubierta y el lado de mis grandes senos podía verse. Mi padre estaba dentro preparando las cosas para la comida y yo aprovechaba cada instante para molestarlo. Muchas ocasiones mientras asaba la carne sorprendí a mi tío frotándose la polla por encima de su pantalón deseoso de tener mi cuerpo cosa que yo sabía que nunca pasaría. Bueno al menos no con mi consentimiento.
Llegada la hora de comer volví a amarrar el cordón de mi bikini negro y me preparé para comer. Con ese bikini mis senos rebotaban mucho cada vez que caminaba y eso estaba volviendo locos a todos los hombres ahí. Varios de los chicos que trabajaban en el rancho se quedaban mirando hacia la alberca. Se hacían locos pretendiendo trabajar en cualquier tontería cerca de la casa solo para poder verme tomar el sol. Cuando comíamos me senté justo en frente de mi tío Jaime para ver sus reacciones cada vez que veía mis pechos. Me puse mis lentes de sol y así no podría ver si lo estaba viendo.


Comimos entre miradas discretas suyas e incluso de mi padre.
Por más familia que fuéramos unos senos como los míos son imposibles de no notar. Aquellos hombres que tengan hijas mayores con senos enormes y saltarines podrían entender a mi familia. Es imposible no notarlos, para ellos es muy difícil por su atracción natural hacia los senos. Después de comer con mi familia regrese a la alberca. Ya había terminado de broncearme y estaba ansiosa por un chapuzón. El día estaba muy caluroso y nadie estaba en la alberca. Me metí a relajarme en la piscina y después de un rato llego mi tío en traje de baño. Se metió conmigo a nadar. Mi padre y mi hermano estaban viendo un partido de futbol dentro de la casa y nosotros nos habíamos quedado solos. A los otros trabajadores mi padre los había reprendido por no estar haciendo sus labores acostumbradas por lo que no había ningún trabajador en los alrededores. Muchos de ellos habían ido a acarrear las reses y otros a recuperar un caballo que andaba perdido desde la mañana mientras que los pocos que quedaban fueron a reparar la cerca por la que se nos había escapado una vaca una semana atrás.
– ¿Qué tal está el agua hija?
–Pues está muy rica tío, bien calientita.
– ¿Te importa si me uno a ti hija?
–Claro que no, adelante.
–Oye, hija, dime, ¿Qué tal te trata tu novio?
–Yo ahorita no tengo novio tío.
–Pues que chavitos tan babosos, tu estas hermosa hijita, y ya eres todo una hembrita, cualquiera daría lo que fuera por estar con alguien como tu amor.
–No diga esas cosas tío, yo no soy tan linda
–Claro que si mija, tu estas muy bonita y con ese cuerpo, has de traer a todos los huercos babeando como idiotas.
–Pues tal vez alguno sí.


–Ya vez, yo sé que has de traer a todos de tras tuyo mi amor.
Comenzó a hacerme cosquillas jugando en la alberca y la verdad yo soy muy cosquilluda. Nos reíamos y jugábamos en el agua. El me abrazo y pude sentir algo que me sorprendió. Su pene estaba duro y lo pude sentir cuando estaba bajo el agua detrás mío en mi bikini. Lo froto disimuladamente mientras reía y me abrazaba fuerte sin dejarme escapar de sus brazos. La verdad yo no sabía qué hacer ni como sentirme con esa situación por lo que quise alejarlo disimuladamente diciéndole que tenía que ir al baño. Me Salí de la alberca rápidamente y me fui al baño para cambiarme. Tal vez él pudo notar mi incomodidad en aquella situación pero no estaba por completo segura. No podía creer en ese entonces que mi tío hubiera frotado su pene en mi trasero. Incluso puso sus manos también disimuladamente en mis senos al abrazarme en varias ocasiones. Esa situación me había puesto muy caliente. Sabía que estaba mal tener esos pensamientos pero no tenía como desahogarme. Masturbarme no me llevaría a ningún lado por el nivel de excitación que tenía y no podía acostarme con nadie de ahí. Pude recordar que ese día me tocaba bañar a mi caballo así que le dije a mi padre que lo haría por la tarde ya entrada la noche cuando ya todos los trabajadores habían partido a sus hogares.



Me dirigí a las caballerizas que estaban algo apartadas de la casa para bañar a mi caballo. Mi padre estaba entretenido platicando con mi tío y mi hermano así que sabría que estaría sola por un buen rato. Mientras caminaba con el mi vagina chorreaba intensamente. Estaba tan caliente que ya no podía aguantar más. Necesitaba mamar algo. Mi caballo era el único que estaba disponible y decidí tomar la oportunidad. Le amarre las patas a la puerta de la caballeriza para que no se moviera y me traje un banquito pequeño para sentarme justo al nivel de su gran polla bestial. Me quite toda la ropa y quede desnuda junto a él. Frote mi cuerpo al suyo diciéndole cosas bonitas. Como me gustaría que pudieras hacerme tuya chiquito, pero tu pene me destrozaría y me iría al hospital muchachote –dije mientras mis pechos se unían a su torso acariciándolo. Comencé sin pensarlo a chupar desesperadamente su polla. Tenía un sabor agrio, muy amargo pero para mí era la gloria. Sentir la piel áspera de su extraño glande en mis labios. La humedad de la punta y como relinchaba mientras disfrutaba de mi lengua acariciándolo. Relinchaba muy fuerte mientras trataba de mover sus patas. Movía la cola y yo lo tomaba con ambas manos. Nunca me había sentido tan caliente en mi vida y estaba desahogándome con el pobre de mí potro. Aunque ni tan pobre. El hermoso caballo estaba disfrutando de cada una de mis salvajes lamidas. Frotaba su barriga mientras lo metía lo más profundo que podía en mi garganta. El campeón no pudo ni aguantar cinco minutos de mi garganta y relincho fuerte mientras eyaculaba un rio de su basto y espeso semen en mi interior. Podría jurar que su semen llego hasta mi vientre con la fuerza que salió disparado. Casi me ahogo por lo espeso que era y mucho de su semen me baño por completo el cuerpo. Me había bañado entera con su leche por todo lo que seguía eyaculando. El sentirme bañada por aquel semen tan delicioso y suculento me excitaba aún más. Por un loco momento pensé en dejarme montar por el pero el riesgo de ser lastimada gravemente era demasiado. No tenía idea de que podría hacerme un pene de más de un metro de tamaño. Me limpie con una cubeta de agua mi cuerpo y me puse de nuevo la ropa. Cuando estaba terminando de ponerme la ropa escuche un ruido cerca del granero.

Como si alguien hubiera tropezado con algo pero cuando Salí ya no había nadie. El día que mi tío me violo me lo confeso y entonces lo supe. Mi padre le había dicho que fuera a avisarme que no debía de bañarlo porque estaba algo enfermo. Cuando llego pudo ver que yo estaba mamándosela a mi caballo. En vez de decir algo me confeso que por el momento comenzó a masturbarse mientras veía aquel espectáculo tan poco común. Me confeso que tuvo un orgasmo muy placentero y que cuando terminaba de eyacular se tropezó con una cubeta en el exterior. No podía creer que él me hubiera visto.
Me tenía totalmente en sus manos y es por eso que no podía contar lo que me había hecho en el rio.
continuará.....
Mi tío Jaime era un hombre muy amigable. Solía hacer fiestas con muchos amigos y divertirse con muchas mujeres. Él no tenía esposa, jamás había estado siquiera cerca de casarse con alguna. Le gustaba vivir la vida sin remordimientos ni preocupaciones. Por lo mismo no tenía tampoco hijos. No lo veíamos mucho porque él se había regresado a vivir a Cuba desde hacía ya mucho tiempo, pero por una buena oferta de trabajo vino a vivir a México.

Mi padre tenía mucho tiempo sin verlo y no sabía que esperar. La verdad yo tenía muchas ganas de ver a mi tío, era muy bueno con nosotros cuando éramos pequeños y yo era su consentida cuando era pequeña. Solía traerme siempre que venía de visita regalos y juguetes muy lindos.
Teníamos más de diez años sin verlo y lo extrañábamos mucho.
El llego un sábado por la mañana. Nosotros estábamos haciendo una carne asado para comer y él llegó justo en la hora de la comida. ¿Cómo están familia? –Preguntó sonriente, mientras dejaba su maleta de piel en el suelo–. Yo corrí a abrazarlo y él me abrazo también. Yo acababa de cumplir los dieciocho y para poder celebrarlo hicimos esa carne asada. El me bajo y me dijo –déjame verte hija, vaya, ya estás bien crecidita, ya no eres una niña mi amor, ya eres todo una mujer–. Pues claro tío, ya cumplí dieciocho, ya soy mayor de edad –dije–. Mi tío me recorrió con la mirada de arriba abajo viendo cada parte de mí. Yo noté su mirada tan penetrante y me hizo sentir un poquito incómoda. Después saludó a mis padres y mi hermano y nos pusimos a platicar de todo lo que estuvo haciendo en Cuba por tantos años. Nos contó que estuvo vendiendo varios puros a otros países ilegalmente y había ganado mucho dinero. La historia no le hacía sentir mucho orgullo a mi padre, pero él estaba feliz de que ya había conseguido un trabajo mucho más honrado y estaba dispuesto a cambiar de estilo de vida, aunque; como muchos saben, algunas personas nunca cambian.

Mi tío quiso irse a un hotel en lo que encontraba una casa para vivir, pero mi padre no se lo permitió. No puedo dejar que alguien de la familia se quede en un hotel, tu siempre vas a tener un lugar en mi casa hermano, a pesar de todo lo que haya pasado antes, tú sigues siendo mi familia –dijo mi padre–. Mi tío Jaime lo abrazo agradeciéndole y aceptó la invitación de mi padre. Yo estaba cursando la prepa y mi tío me ayudaba con algunas de las materias que tenía problemas. Por la tarde nos poníamos a estudiar y el últimamente era algo más cariñoso de lo normal conmigo. Jugaba a hacerme cosquillas y disimuladamente apretaba un poco mis senos o mi trasero. Siempre con mucha sutileza pero yo lo notaba. Cuando íbamos de visita toda la familia al rancho solíamos quedarnos el fin de semana desde el día viernes saliendo de clases. Después de haber estado más de un año en México mi tío ya había comprado su casa. Fuimos al rancho y él nos acompañó. Era época de verano y en ese tiempo me encantaba ir a bañarme desnuda a un pequeño río que quedaba cerca del rancho. Me iba a caballo y llegaba muy rápido. Ese día me quite la ropa y me metí al rio.
El agua estaba muy rica y algo fría. Mis pezones se pusieron duros desde que me aventé al río. Era un lugar que muy poca gente conocía por lo que nunca había nadie ahí.
Estuve ahí por más de media hora cuando de pronto escuché el galope de otro caballo.




Era mi tío Jaime, yo me metí al rio escondiendo mi figura para que él no me viera. Oye hija, tu mamacita quiere que te regreses para que la ayudes con la comida por que la muchacha que le ayudaba tuvo que ir a comprar algunas cosas –dijo mientras me veía como si tratara de ver bajo el agua–. El tomo la toalla de entre mis cosas y la extendió hacia mí. Toma para que te seques hija –dijo–. No puedo, no traigo ropa, ando encuerada –dije–. No pasa nada hija, somos familia, tú salte y tómala –dijo–. Bueno pero volteé la cara tío –dije–. Yo salí desnuda del río. Mi joven figura húmeda y voluptuosa estaba frente a sus ojos y la tentación de verla era demasiada por lo que no pudo resistir. Me dio la toalla pero me miro de frente de inmediato. Tío le dije que se volteara –dije–. Perdóname hijita, pero un cuerpecito como el tuyo no se ve todos los pinches días –dijo mientras se saboreaba como si hubiera visto un plato delicioso de comida–. La saliva casi salía de su boca y yo me sentía indefensa ante sus miradas. Me tape rápidamente con mi toalla y fui a recoger mi ropa. Espérate chiquita, no hay prisa, tu mamita puede arreglárselas sola por un rato –dijo mientras resoplaba como un toro bravío–. Vamos a meternos los dos al río –dijo mientras comenzaba a quitarse toda la ropa–. No tío, yo ya me quiero ir para ayudar a mi mamá –dije–. Ándele mija, quítese esa toallita y vamos a bañarnos juntitos como cuando nos metíamos a la playa cuando eras chiquilla –dijo–. Pues sí pero esa vez no estábamos desnudos. Él se bajó los pantalones y la ropa interior y dejo salir su polla.
Una polla bastante grande y obesa haciendo honor a ese origen cubano que tenía junto con mi padre. Su prepucio aun escondía su polla y se meneaba mientras se terminaba de quitar la ropa. Yo ya me voy –dije molesta–. Usted no se va a ningún lado mijita, usted se va a quedar a hacerle compañía a su tío favorito –dijo–. Me abrazo y me arrebato fuertemente la toalla arrojándola al suelo violentamente. No sabes desde cuando quería quedarme solito contigo negrita –dijo mientras frotaba mis senos–. Yo forcejeaba y trataba de gritar pero él me puso una mano en la boca. Te tengo unas pinches ganas desde que llegue a la ciudad bebé –dijo empujándome violentamente al suelo–. Tomo su polla y la masturbo para hacerla aún más dura.
Su gran erección imponía respeto. Yo trate de incorporarme pero él me empujo boca abajo y sentía como mi cuerpo se llenaba de tierra y césped fresco. No había nadie que me pudiera ayudar y no tenía la fuerza para pelear con él. Mi cara estaba cerca de una porción de lodo y yo temblaba por lo que mi tío quería hacerme.
–Por favor no me haga daño tío.
–No te voy a hacer daño mijita, esto te va a encantar.
–No quiero, bájese de encima se lo ruego.
–Cállate el puto hocico y quédese así mija.
–Bájese ya por favor.
–Puta de mierda


Mi tío metió su polla entera en mi vagina sin pedir permiso ni perdón. Empujo mi cabeza junto al lado mientras él seguía jodiendome. ¡Ayuda, por favor! –Grite de manera desgarradora mientras él seguía violándome sin misericordia–. Me besaba la espalda y la parte baja de la nuca y el cuello mientras me dominaba y forzaba a mi vagina a recibir su polla. Mis gritos se desvanecían en el gran abismo del silencio de aquel gran y solitario pastizal. Yo no podía luchar más. Su asqueroso aliento a cigarro era lo único que podía recordar de esa vez mientras me besaba y destruía mi cuerpo. Después de unos minutos se detuvo y me beso con la lengua en mi cuello. Toma tu lechita mija –dijo mientras unos grandes chorros llenaban mi vagina–. ¡No, chingue a toda su puta madre tío, quítese a la chingada! –grite–. Él no me soltó y termino de eyacular dentro de mí. No crea que esto se va a quedar así –dije–. Tú no vas a decirle nada a tu papito o yo le voy a contar lo que te vi hacerle a ese caballito el otro día mi amor.
Capítulo 2: el caballo
Un día antes de que mi tío abusara de mi junto al rio, ocurrió algo que lo motivo a ponerse atrevido conmigo. Paso después de un día de trabajo y diversión. Estuvimos en una barbacoa en familia por la tarde después de un día de trabajo en el rancho y nos bañamos todos en la alberca que había ahí.

Me puse un traje de baño de dos piezas. Se estaban poniendo de moda y lo estrene allá.
Lo había comprado incluso con la ferviente oposición de mi padre por no hacerlo. Me quedaba muy bien y resaltaba mucho mi joven figura. Voluptuosa y atrevida. Incluso mi padre se quedaba impactado algunas veces por mi cuerpo. Me queme un poco en el sol para tomar un lindo bronceado y me recosté en una silla de playa que me llevaba para allá. Me di cuenta que mi tío me miraba mientras hacia la carne para la comida en el asador. Quise provocarlo un poco y me recosté boca abajo desabrochándome el traje de baño dejando mi espalda descubierta y el lado de mis grandes senos podía verse. Mi padre estaba dentro preparando las cosas para la comida y yo aprovechaba cada instante para molestarlo. Muchas ocasiones mientras asaba la carne sorprendí a mi tío frotándose la polla por encima de su pantalón deseoso de tener mi cuerpo cosa que yo sabía que nunca pasaría. Bueno al menos no con mi consentimiento.
Llegada la hora de comer volví a amarrar el cordón de mi bikini negro y me preparé para comer. Con ese bikini mis senos rebotaban mucho cada vez que caminaba y eso estaba volviendo locos a todos los hombres ahí. Varios de los chicos que trabajaban en el rancho se quedaban mirando hacia la alberca. Se hacían locos pretendiendo trabajar en cualquier tontería cerca de la casa solo para poder verme tomar el sol. Cuando comíamos me senté justo en frente de mi tío Jaime para ver sus reacciones cada vez que veía mis pechos. Me puse mis lentes de sol y así no podría ver si lo estaba viendo.


Comimos entre miradas discretas suyas e incluso de mi padre.
Por más familia que fuéramos unos senos como los míos son imposibles de no notar. Aquellos hombres que tengan hijas mayores con senos enormes y saltarines podrían entender a mi familia. Es imposible no notarlos, para ellos es muy difícil por su atracción natural hacia los senos. Después de comer con mi familia regrese a la alberca. Ya había terminado de broncearme y estaba ansiosa por un chapuzón. El día estaba muy caluroso y nadie estaba en la alberca. Me metí a relajarme en la piscina y después de un rato llego mi tío en traje de baño. Se metió conmigo a nadar. Mi padre y mi hermano estaban viendo un partido de futbol dentro de la casa y nosotros nos habíamos quedado solos. A los otros trabajadores mi padre los había reprendido por no estar haciendo sus labores acostumbradas por lo que no había ningún trabajador en los alrededores. Muchos de ellos habían ido a acarrear las reses y otros a recuperar un caballo que andaba perdido desde la mañana mientras que los pocos que quedaban fueron a reparar la cerca por la que se nos había escapado una vaca una semana atrás.
– ¿Qué tal está el agua hija?
–Pues está muy rica tío, bien calientita.
– ¿Te importa si me uno a ti hija?
–Claro que no, adelante.
–Oye, hija, dime, ¿Qué tal te trata tu novio?
–Yo ahorita no tengo novio tío.
–Pues que chavitos tan babosos, tu estas hermosa hijita, y ya eres todo una hembrita, cualquiera daría lo que fuera por estar con alguien como tu amor.
–No diga esas cosas tío, yo no soy tan linda
–Claro que si mija, tu estas muy bonita y con ese cuerpo, has de traer a todos los huercos babeando como idiotas.
–Pues tal vez alguno sí.


–Ya vez, yo sé que has de traer a todos de tras tuyo mi amor.
Comenzó a hacerme cosquillas jugando en la alberca y la verdad yo soy muy cosquilluda. Nos reíamos y jugábamos en el agua. El me abrazo y pude sentir algo que me sorprendió. Su pene estaba duro y lo pude sentir cuando estaba bajo el agua detrás mío en mi bikini. Lo froto disimuladamente mientras reía y me abrazaba fuerte sin dejarme escapar de sus brazos. La verdad yo no sabía qué hacer ni como sentirme con esa situación por lo que quise alejarlo disimuladamente diciéndole que tenía que ir al baño. Me Salí de la alberca rápidamente y me fui al baño para cambiarme. Tal vez él pudo notar mi incomodidad en aquella situación pero no estaba por completo segura. No podía creer en ese entonces que mi tío hubiera frotado su pene en mi trasero. Incluso puso sus manos también disimuladamente en mis senos al abrazarme en varias ocasiones. Esa situación me había puesto muy caliente. Sabía que estaba mal tener esos pensamientos pero no tenía como desahogarme. Masturbarme no me llevaría a ningún lado por el nivel de excitación que tenía y no podía acostarme con nadie de ahí. Pude recordar que ese día me tocaba bañar a mi caballo así que le dije a mi padre que lo haría por la tarde ya entrada la noche cuando ya todos los trabajadores habían partido a sus hogares.



Me dirigí a las caballerizas que estaban algo apartadas de la casa para bañar a mi caballo. Mi padre estaba entretenido platicando con mi tío y mi hermano así que sabría que estaría sola por un buen rato. Mientras caminaba con el mi vagina chorreaba intensamente. Estaba tan caliente que ya no podía aguantar más. Necesitaba mamar algo. Mi caballo era el único que estaba disponible y decidí tomar la oportunidad. Le amarre las patas a la puerta de la caballeriza para que no se moviera y me traje un banquito pequeño para sentarme justo al nivel de su gran polla bestial. Me quite toda la ropa y quede desnuda junto a él. Frote mi cuerpo al suyo diciéndole cosas bonitas. Como me gustaría que pudieras hacerme tuya chiquito, pero tu pene me destrozaría y me iría al hospital muchachote –dije mientras mis pechos se unían a su torso acariciándolo. Comencé sin pensarlo a chupar desesperadamente su polla. Tenía un sabor agrio, muy amargo pero para mí era la gloria. Sentir la piel áspera de su extraño glande en mis labios. La humedad de la punta y como relinchaba mientras disfrutaba de mi lengua acariciándolo. Relinchaba muy fuerte mientras trataba de mover sus patas. Movía la cola y yo lo tomaba con ambas manos. Nunca me había sentido tan caliente en mi vida y estaba desahogándome con el pobre de mí potro. Aunque ni tan pobre. El hermoso caballo estaba disfrutando de cada una de mis salvajes lamidas. Frotaba su barriga mientras lo metía lo más profundo que podía en mi garganta. El campeón no pudo ni aguantar cinco minutos de mi garganta y relincho fuerte mientras eyaculaba un rio de su basto y espeso semen en mi interior. Podría jurar que su semen llego hasta mi vientre con la fuerza que salió disparado. Casi me ahogo por lo espeso que era y mucho de su semen me baño por completo el cuerpo. Me había bañado entera con su leche por todo lo que seguía eyaculando. El sentirme bañada por aquel semen tan delicioso y suculento me excitaba aún más. Por un loco momento pensé en dejarme montar por el pero el riesgo de ser lastimada gravemente era demasiado. No tenía idea de que podría hacerme un pene de más de un metro de tamaño. Me limpie con una cubeta de agua mi cuerpo y me puse de nuevo la ropa. Cuando estaba terminando de ponerme la ropa escuche un ruido cerca del granero.

Como si alguien hubiera tropezado con algo pero cuando Salí ya no había nadie. El día que mi tío me violo me lo confeso y entonces lo supe. Mi padre le había dicho que fuera a avisarme que no debía de bañarlo porque estaba algo enfermo. Cuando llego pudo ver que yo estaba mamándosela a mi caballo. En vez de decir algo me confeso que por el momento comenzó a masturbarse mientras veía aquel espectáculo tan poco común. Me confeso que tuvo un orgasmo muy placentero y que cuando terminaba de eyacular se tropezó con una cubeta en el exterior. No podía creer que él me hubiera visto.
Me tenía totalmente en sus manos y es por eso que no podía contar lo que me había hecho en el rio.
continuará.....
3 comentarios - Soy una chica chichona, y mi tío me coge Pt.1🍒🍑