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El rostro de una mujer

El rostro de una mujer
Por qué el rostro de una mujer puede despertar tanto deseo y morbo?

Soy Mariela, tengo 35 años, estoy casada y soy madre.
Una mujer como tantas, con responsabilidades, rutinas, cansancio… pero también con deseos, emociones, y secretos que a veces ni yo misma me explico del todo.
No entré a las redes buscando nada raro. Al principio fue para compartir fotos con mis amigas, seguir recetas, ver decoración, y sentirme un poco más conectada con el mundo.
Pero con el tiempo… pasó algo que no esperaba.
Empecé a subir alguna que otra selfie, sin intención. Recién maquillada, o con la bata puesta tomando un café en la cocina. Cosas simples. Pero cada vez que lo hacía, los mensajes aumentaban.
Primero eran cumplidos normales. Después, empezaron a llegar los otros: más directos, más intensos… más morbosos.
Y aunque me resistía a admitirlo, algo de eso me empezaba a encender.
Una noche, después de subir una foto en la que apenas se veía mi rostro relajado, me llegó un mensaje que me sorprendió:
Chat:
Desconocido:
"Mariela, tu mirada es un fuego que no puedo apagar. Imagino tus labios temblando cuando susurro tu nombre. No sé si sos consciente, pero me volvés loco con solo esa expresión."
Mariela (yo):
"No sé qué decir… no esperaba un mensaje así."
Desconocido:
"No hace falta que digas nada. Solo quiero que sepas que sos irresistible. Esa mezcla de inocencia y deseo en tu cara es perfecta."
Leí esas palabras varias veces, con el corazón acelerado. Sentí que alguien veía más allá de la pantalla, que me descubría de una forma nueva. Y aunque no respondí más, esa conversación quedó dando vueltas en mi mente durante días.
Pero no todo quedó en virtual. Una tarde, caminando por el centro, alguien me llamó la atención con una mirada que parecía conocerme. Era un hombre joven, con una sonrisa confiada.
—¿Mariela? —me preguntó acercándose.
—Sí, ¿nos conocemos? —respondí, sorprendida.
—Soy Lucas, te escribí hace unos días por Instagram. No pude resistirme a verte en persona.
Sentí cómo mi cuerpo reaccionaba a ese encuentro inesperado, a ese reconocimiento físico que partía de un simple chat. Sus ojos recorrieron mi rostro con admiración, y por un momento, el ruido de la calle desapareció.
No hablamos mucho, solo intercambiamos miradas y palabras suaves. Pero su presencia encendió algo dentro de mí que hacía tiempo estaba dormido.
Así, entre mensajes secretos y encuentros casuales, descubrí que mi rostro es mi mayor arma de seducción. No necesito mostrar más que eso para despertar deseos ocultos y fantasías intensas.
Y aunque sigo siendo Mariela, la esposa y madre, también soy la mujer que en silencio disfruta ser mirada y deseada, incluso por desconocidos.Con el tiempo aprendí que no hay nada de malo en sentir deseo, en querer ser mirada, en dejar que mi piel y mi rostro hablen sin palabras.
Soy Mariela, esposa y madre, sí, pero también una mujer con fuego adentro, con ganas ocultas que a veces solo despiertan en esas miradas fugaces o en mensajes secretos.mujer
No se trata solo de provocar o de buscar atención; es mucho más que eso. Es reconocer que el deseo es parte de mí, que merezco ser deseada, no solo por lo que hago o represento, sino por cómo soy, por mi esencia.
Mi rostro es mi lienzo, mi secreto y mi poder. Y cada gesto, cada sonrisa, cada mirada que lanzo al mundo es una invitación a sentir, a imaginar, a soñar.
Quizás no lo diga en voz alta, pero en silencio, cuando cierro los ojos y pienso en esas palabras, en esas miradas, me dejo llevar por la sensualidad que habita en mí. Porque ser mujer es eso:
una mezcla de fuerza y ternura, de misterio y verdad, de piel y alma encendida.
Y yo, Mariela, elijo vivirlo sin miedo, con pasión y con el orgullo de ser quien soy.

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5 fotos con 5 caras diferentes para reflejar la sensualidad y deseo

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Mirada intensa y directa:
Cara con los ojos abiertos, mirando fijo a la cámara, transmitiendo seguridad y un desafío sutil. Labios ligeramente entreabiertos, casi susurrando un secreto.
Sonrisa pícara y sugerente:
Una sonrisa pequeña, con un brillo travieso en los ojos, como si estuviera a punto de decir algo que solo tú vas a entender.
Expresión soñadora y suave:
Rostro relajado, ojos casi cerrados o mirando hacia arriba, labios suaves, transmitiendo una sensación de misterio y fantasía.
Mordisco suave del labio inferior:
Un gesto clásico de sensualidad, con la boca ligeramente abierta y el labio inferior mordido con delicadeza, invitando a imaginar.
Mirada entrecerrada, seductora y vulnerable:
Ojos semicerrados, como si estuviera a punto de dejarse llevar por el deseo, con una expresión que mezcla fuerza y ternura.Por qué el rostro de una mujer puede despertar tanto deseo y morbo?

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