You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Aprendiendo el oficio de mamá parte 2

Diez minutos después del asco con el viejo, todavía me estaba limpiando la cara con un pañuelo arrugado que tenía en la cartera. El perfume trucho ya se había mezclado con el olor a semen y sudor, y mi garganta todavía ardía. Pero no podía quedarme ahí llorando. La noche recién empezaba, y sin plata, no comía yo, y menos ayudaba a mi nena.  


Entonces vi las luces de otro auto acercándose. Un Gol blanco, medio chocado, pero con el motor sonando fuerte. Frenó a mi lado, y el tipo adentro —un flaco joven, pelo corto, remera ajustada— me miró con una sonrisa que no prometía nada bueno.  


—*¿Laburás, amor?*— me preguntó, mientras se acomodaba el bulto en el pantalón.  


Esta vez no me iban a cagar.  


—*Sí, pero se paga por adelantado*— le dije, tratando de poner voz firme.  


El tipo se rió, pero sacó un billete arrugado del bolsillo.  


—*15 lucas por un pete y el culo. ¿Va?*—  


Yo dudé. Era más de lo que había pedido antes, pero… *sin forro*. Mi vieja me había advertido: *"Nunca, Sol, nunca sin protección"*. Pero el hambre y la desesperación hablan más fuerte.  


—*Dale, pero rápido*— acepté, agarrándome el billete antes de que cambiara de idea.  


El tipo no perdió tiempo. Apenas me subí, ya tenía las manos encima, tirándome del pelo para obligarme a arrodillarme entre los asientos.  


—*Chupá bien, putita, que si me gusta, te doy propina*— dijo, mientras me metía los dedos en la boca.  


Esta vez fue más fácil. Su pija era más grande, más dura, y aunque el sabor a salado y piel sudada me revolvía el estómago, al menos sabía que la plata ya estaba en mi bolsillo.  


Pero el flaco no se conformó con eso.  


—*Dale, dale vuelta*— me ordenó, dándome una palmada en el culo.  


Me giré, sintiendo cómo me subía la pollera y me bajaba la tanga. El aire frío de la noche me golpeó la piel, pero no duró mucho.  


—*Qué culito rico, nena*— susurró, y antes de que pudiera reaccionar, sentí su lengua metiéndose entre mis nalgas.  


*¡Qué mierda!* Nunca me habían hecho eso. Me agarró desprevenida, y aunque quise tensarme, el tipo me agarró de las caderas y siguió, como si estuviera devorando un helado.  


—*Así… así…*— gemía él, mientras yo clavaba las uñas en el asiento.  


Y luego, sin aviso, lo sentí: la punta de su pija empujando contra mi ano.  


—*Esperá, no sin forro—* traté de protestar, pero él ya estaba adentro.  


El dolor fue instantáneo. Un ardor que me hizo gritar, pero el hijo de puta ni se inmutó.  


—*Callate y mové el culo, puta*— gruñó, agarrándome del pelo para empujarme más fuerte.  


Respiré hondo, aguantando las lágrimas. *"15 lucas, 15 lucas, 15 lucas"*, me repetía, mientras él me empujaba como un animal, cada embestida más violenta que la anterior.  


—*Te voy a llenar, zorra*— jadeó, y lo hizo. Sentí el chorro caliente adentro, quemándome, mientras él gemía como un cerdo.  


Cuando terminó, me empujó lejos, casi contra la puerta.  


—*Buen laburo, nena*— dijo, arreglándose el pantalón como si nada.  


Yo me quedé ahí, con las piernas temblando, sintiendo cómo su semen me escurría por los muslos.  


—*La propina…*— murmuré, aunque ya sabía la respuesta.  


El tipo se rió, encendió el auto y señaló la puerta.  


—*Andá, trolita, ya te pagué*— dijo, antes de echarme.  


Y otra vez, sola en la ruta, con el culo adolorido y la dignidad hecha mierda.  


Pero lo peor no fue eso.  


Lo peor fue darme cuenta de que, al final del día, *iba a volver a hacerlo*.  


Porque en este mundo, o te bancás el asco… o te morís de hambre

2 comentarios - Aprendiendo el oficio de mamá parte 2