You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Nosotros y mi compañero de trabajo IV

Habíamos quedado en…
Nosotros y mi compañero de trabajo IV

El sonido de la mano de Roberto moviéndose con urgencia sobre sí mismo se mezclaba con nuestros jadeos. Lucía lo miraba fijamente, sus labios entreabiertos, los ojos brillando con puro deseo. 
—*Daniel…* —susurró, clavándome las uñas en la cadera—. *Quiero tocarlo. ¿Me dejás?* 
El aire se me atoró en el pecho. La idea me encendió y me torturó al mismo tiempo. 
 
caliente

—*Solo un poco…* —logré decir, sintiendo cómo ella se tensaba bajo mí. 
Lucía no esperó más. Extendió una mano hacia Roberto, quien jadeó al ver sus dedos acercarse. 
—*Vení…* —le ordenó, con esa voz que nadie podía negar—. *Pero no dejes de filmar.* 
Roberto se acercó, temblando, su verga erecta, venosa, palpitando en su mano. Lucía lo tomó con suavidad, y él dejó escapar un gemido que resonó en toda la habitación. 
—*Dios, Lucía…* —murmuró, la voz quebrada—. *Por favor… dejame tocar tus tetas. Solo una vez.* 
Ella me miró, buscando permiso. Yo asentí, incapaz de negarme a esa mirada. 
—*Solo una vez…* —dije, aunque cada palabra me quemaba. 
Roberto no perdió tiempo. Su mano libre se cerró sobre el seno derecho de Lucía, los dedos hundiéndose en la carne suave. Ella arqueó la espalda, un gemido escapando de sus labios. 
—*Sí… así…* —susurró, apretando suavemente su miembro al mismo tiempo—. *¿Te gustan mis tetas, Roberto?* 
—*Son perfectas…* —él jadeó, los ojos cerrados—. *No puedo aguantar…* 
—*No lo hagas* —Lucía ordenó, pero su voz era una caricia—. *Quiero que me cubras las tetas de leche cuando él me acabe adentro, quiero la leche de los dos…acabo otra vez…Dios….* 
Yo sentí el fuego en mis entrañas, la presión insoportable. 
—*Lucía…* —gruñí, agarrando sus caderas con más fuerza—. *No voy a durar…* 
—*Entonces hacelo, descargate en mí, la siento tan grande..…* —me retó, apretando aún más a Roberto—. *Los quiero ver a los dos perder el control.* 
Roberto gimió, su cuerpo tensándose. 
—*Voy a… voy a…* 
trios

—*Dejate ir de una vez* —Lucía lo animó, bajando la voz—. *Cubrime…* 
Y justo cuando yo llegaba al límite, cuando sentí cómo todo explotaba dentro de Lucía, Roberto gritó, derramándose sobre su tetas en varios chorros espesos de semen, su cuerpo convulsionaba con los ojos en blanco. 
fantasia

La cámara cayó al suelo, pero siguió grabando. 
El sonido de nuestra respiración agitada llenó la habitación. 
Lucía sonrió, satisfecha, mirando el desastre que había creado. 
—*Mmm…* —musitó, pasando un dedo por su piel manchada—. *Qué buen director sos, Roberto.* 
Él no pudo responder. Solo jadeaba, derrotado, hipnotizado. 
Y yo… yo solo sabía una cosa. 
Esto no había terminado.
Lucía se arqueó perezosamente en las sábanas deshechas, observando con ojos hambrientos cómo Roberto intentaba recuperar el aliento. Su pecho aún brillaba bajo la luz tenue, marcado por las pruebas de su placer. 
—*Roberto…* —susurró Lucía, arrastrando las palabras como un cuchillo sobre miel—. *No podés dejarme así… sucia. Vení acá.* 
Roberto parpadeó, como si no entendiera. Pero cuando su mirada bajó hacia el cuerpo de Lucía, hacia su piel manchada, cubierta con su semen, un nuevo temblor recorrió su cuerpo. 
—*¿En serio…?* —preguntó, la voz ronca. 
Lucía sonrió y me miró, buscando mi aprobación. Yo sentí el fuego volver a mi entrepierna al instante. 
—*Hacelo, ella no te lo pide, te lo ordena* —gruñí, sorprendido por mi propio deseo—. *Límpiala.* 
esposa puta

Roberto no necesitó más invitación. Se arrastró hacia ella como un hombre poseído, su lengua saliendo para lamer con devoción las tetas de Lucía. Ella cerró los ojos y dejó escapar un gemido, los dedos enredándose en su pelo. 
—*Sí… así…* —murmuró—. *Límpiame toda.* 
Roberto obedeció, pasando la lengua por cada centímetro de su piel, limpiando con una mezcla de vergüenza y lujuria que solo lo excitaba más. 
Nosotros y mi compañero de trabajo IV
caliente

Pero Lucía no estaba satisfecha. 
—*Abajo también, dejame la conchita bien limpia…* —ordenó, separando las piernas lentamente—. *Quiero sentir tu lengua ahí.* 
Roberto miró hacia mí, buscando permiso. Yo asentí, incapaz de negar lo que ambos queríamos. 
—*Hacelo bien* —le advertí, aunque mi voz sonaba más excitada que amenazante. 
Roberto se hundió entre sus piernas sin dudar. El primer contacto de su lengua la hizo arquearse, un grito ahogado escapando de sus labios. 
—*¡Dios!* —jadeó Lucía, mirándome con ojos llenos de fuego—. *Daniel… Vení aquí. Quiero tu boca en la mía mientras él me come.* 
No me lo tuve que pensar dos veces. Me incliné sobre ella, capturando sus labios en un beso feroz. Podía saborear a Roberto en su boca, podía oír los sonidos húmedos entre sus piernas. 
Lucía rompió el beso, jadeando. 
—*Los quiero a los dos… ahora* —exigió—. *Roberto, deja que Daniel te muestre cómo me gusta.* 
Roberto se apartó, la boca brillante, los ojos borrosos de deseo. Yo tomé su lugar, hundiendo mi lengua en Lucía con la experiencia de años. Ella gritó, las piernas temblando. 
—*Así… oh, sí…* —gimió—. *Roberto, vení acá. Quiero sentir tus manos en mis tetas.* 
Roberto se movió hacia arriba, agarrando sus grandes tetas con manos temblorosas. Lucía guió su cabeza hacia uno de sus pezones. 
—*Chupame…* —ordenó—. *Como si fuera tu última noche en la tierra.* 
Roberto obedeció, succionando con una urgencia que hacía que Lucía se retorciera bajo mí. 
—*¡No pares!* —gritó—. *Los quiero sentir a los dos… quiero…* 
Sus palabras se convirtieron en gemidos inarticulados. Yo sabía que estaba cerca, tan cerca… 
Y entonces, justo cuando Lucía estaba al borde, ella hizo lo inesperado. 
Agarró la cabeza de Roberto y la dirigió hacia abajo, hacia donde yo trabajaba. 
—*Enséñale…* —jadeó—. *Enséñale cómo me haces venir.* 
Cambié de lugar ocupándose de lamer e intentar meter mi lengua en su culo mientras Roberto lamía y jugaba con su clítoris.
Nuestras lenguas casi se encuentran sobre su piel, rivalizando, compitiendo por cada gemido, cada temblor. 
Lucía gritó, su cuerpo convulsionando bajo nosotros en un orgasmo brutal que liberó cantidad de sus jugos en nuestras bocas.
Ella era el centro. 
Y nosotros… éramos solo jugadores en su juego.
Lucía jadeaba, su cuerpo todavía convulsionando de placer cuando nos miró con esa mirada de fuego que ya conocíamos demasiado bien. Sus labios, hinchados de besos, se curvaron en una sonrisa lenta y peligrosa. 
—*Ahora les toca a ustedes* —susurró, empujándonos suavemente hacia atrás hasta que ambos quedamos sentados contra la cabecera de la cama. 
Roberto y yo intercambiamos una mirada. No hacía falta hablar. Sabíamos lo que venía. 
Lucía se movió entre nosotros con la gracia de una pantera, sus manos recorriendo nuestros muslos antes de cerrarse alrededor de nuestras erecciones al mismo tiempo. —*Miren qué afortunada soy* —murmuró, comparando nuestros tamaños con sus dedos—. *Dos hombres tan distintos… y tan deliciosos.* 
Roberto gimió cuando ella le dio una larga y húmeda lamida desde la base hasta la punta de su verga.
-*Mmmm, ¡¡¡que rico tu líquido precum Rober!!!*-
Yo gruñí al sentir sus uñas arañando suavemente mi abdomen mientras me observaba con ojos llenos de promesas, en mí solo había celos y excitación.
—*Daniel primero* —anunció—. *Por ser el anfitrión.* 
Su boca me envolvió con una habilidad que todavía, después de años, me dejaba sin aliento. La lengua juguetona, los labios apretados, ese pequeño vacío que creaba al retroceder… 
—*Dios, Lucía…* —gemí, enredando los dedos en su pelo. 
Pero no me dejó terminar. Después de unos tragos expertos, se giró hacia Roberto, repitiendo el mismo ritual tortuoso. 
—*No… no voy a durar…* —advirtió Roberto, los músculos de su estómago temblando. 
Lucía se rió bajito, la cama se estremeció y la vibración hizo que ambos saltáramos. 
—*Ese es el punto, cariño, me encanta ver sus vergas tan duras, a punto de explotar* —murmuró antes de volver a mí. 
Alternaba entre nosotros, cada vez más rápido, dejando a Roberto al borde de acabar antes de cambiarse a mí, manteniéndonos en ese limbo agonizante. 
—*Lucía… por favor…* —supliqué. 
Ella se detuvo, mirándonos con ojos brillantes. 
—*¿Sí, amor?* —preguntó con falsa inocencia. 
—*Haceme acabar* —rogó Roberto, las manos aferradas a las sábanas. 
Lucía me miró a mí, buscando permiso. Asentí con la cabeza, incapaz de formar palabras. 
—*Bueno, como me lo piden tan bonito…* 
Con una mano en cada pija comenzó a bombearnos al mismo ritmo mientras inclinaba la cabeza hacia mí. Su boca me envolvió justo cuando sentí que explotaba. Al mismo tiempo, Roberto gritó cuando ella dirigió su pulgar para masajearle la punta con el líquido preseminal. 
—*¡Lucía!* —gemimos casi al unísono. 
trios
fantasia
esposa puta

Ella no se detuvo. Tragó cada gota mía antes de girarse rápidamente hacia Roberto, tomándolo completo justo cuando él se derramaba en su garganta. 
Cuando finalmente nos liberó, su pecho y abdomen brillaban con las pruebas de nuestro placer. Juntó con los dedos el semen que no había tomado para llevársela a su boca y saborearlo.
Nosotros y mi compañero de trabajo IV
caliente

—*Mmm…* —se lamió los labios—. *Creo que esta sesión necesita una tercera parte…* 
-*Vamos a bañarños*- dijo, y sus palabras fueron órdenes para nosotros.
Te calentaste? Falta el final aún, si querés saber más te leo en los comentarios, en el chat o en @eltroglodita

3 comentarios - Nosotros y mi compañero de trabajo IV

ekissa5860
🍓Aquí puedes desnudar a cualquier chica y verla desnuda) Por favor, valora ➤ https://okebio.com/nua
luisferloco +1
todo relato que contenga imágenes de Angela White, no puede ser malo. 10 puntos para Griffindor
homoeroticus99
Es que me recuerda a mi mujer, por eso la pongo a ella
luisferloco
Entonces, seguí cómo hasta ahora, que están muy buenos