Yo ya no daba más, me estaba conteniendo desde hacía rato, con la pija palpitando. Así que me acerqué a Flor mientras Guido la seguía cogiendo en cuatro, la estaba rompiendo toda, y me puse de frente a su cara.
Ella, apenas me ve, me agarra la verga con una mano firme y caliente y me empieza a hacer la mejor paja de mi vida, gimiendo contra mi verga cada vez que Guido le metía una embestida.
En un instante, se la mete en la boca. Me la devora como una puta desesperada. Se la traga hasta el fondo, con esa boca mojada, caliente, perfecta. Guido le sigue dando desde atrás, y cada bombazo que le mete, hace que Flor se trague más y más mi pija.
Estoy viviendo mi fantasía completa: un trío HMH, con Flor chupándomela como una experta mientras se la cogen en cuatro sin piedad.
El morbo me está destrozando la cabeza. Ella me mira con esa cara de puta total con la pija en la boca, los ojos llorosos del pete profundo, tragando cada centímetro mientras me pajea al mismo tiempo.
—¿Te gusta que te chupe la pija así? —me dice, sonriendo, con la boca toda llena de saliva.
Yo no puedo ni hablar. La agarro con ambas manos de la colita del pelo y le cojo la boca como si fuera su concha. Ella se deja. Traga. Me hace mierda. Guido la sigue bombeando con una fuerza salvaje bien agarrada del culo.
Cada estocada suya, ella la recibe entera, y me chupa más fuerte. Es el mejor pete de mi vida.
Yo quería que ese momento fuera eterno, pero ya no podía aguantar más. Le llené la boca de leche con una acabada furiosa. Acabé como nunca. A chorros.
Ella no paró ni un segundo. Me la dejó limpita, tragándoselo todo. Se pasó la lengua por los labios, sonrió, y me mostró lo traga leche que es.
Volví al lugar de espectador, con la pija todavía dura de la calentura, y vi cómo Guido seguía dándole con todo. Estaba desencajado, convertido en bestia. La cogía fuerte, agarrándola del pelo y del culo, sin parar, con toda la potencia.
Flor gemía como loca. Se notaba que esa pija grande le estaba tocando lugares imposibles.
—¡Esto te pasa por puta! —le grita Guido, y Flor se vuelve más loca aún.
Ella grita, pide, se descontrola. Guido la pone boca abajo, le levanta la cintura y empieza la cogida más violenta de toda la noche. La está partiendo en dos.
Flor no deja de gritar:
—¡Soy re puta! —¡Cogeme fuerte! —¡Haceme mierda!
El sonido de los cuerpos chocando es brutal. Las sábanas se arrugan, el colchón salta, y Flor está totalmente fuera de control.
Yo no puedo sacar la vista del culo de mi novia. La escena es un porno perfecto. Guido la coge como una máquina, como si fuera el último polvo de su vida.
Flor empieza a gemir más y más fuerte.
—¡Me vas a hacer acabar otra vez! —¡Sí! ¡Cogeme fuerte!
Guido no afloja. La sigue reventando.
Y de golpe, Flor se arquea, se sacude, su cuerpo entra en espasmos. Las piernas le tiemblan, la espalda se curva, los gemidos se vuelven gritos de placer absoluto. El orgasmo la atraviesa entera.
Guido sigue, y segundos después, también acaba. Gime fuerte, profundo. Le da los últimos bombazos y le acaba adentro. Sólido. Con fuerza. Con descarga. Se queda un segundo quieto, gimiendo, descargando todo adentro suyo.
Le deja dos lechazos en el culo, y luego vuelve a metérsela toda para terminar de llenarla por dentro. Flor gime, destruida, con la sonrisa desfigurada de tanto placer.
Guido se echa a un lado, y yo tengo frente a mí la postal más caliente del mundo.
La concha de Flor abierta, empapada, roja, chorreando leche espesa, los cachetes marcados, su cuerpo caliente recién cogido.
Me acerco. Me apoyo justo donde Guido estaba segundos antes.
Ella me mira con esa cara de trola, feliz:
—¿Ahora me coges vos, mi amor?
Y yo solo podía pensar: esto fue perfecto.
Yo volaba de calentura, con la pija completamente dura, frotándola contra el culo acabado de Flor. Esa mezcla de leche caliente, baba y fluidos era el mejor lubricante del mundo. En frío jamás me hubiera animado, pero ahí, con la cabeza en llamas, el cuerpo en éxtasis y la escena aún vibrando en el aire, no había tiempo que perder. Solo el deseo más puro y sucio.
—¿Te gustó ver cómo me cogieron? —me preguntó Flor con esa sonrisa de trola provocadora.
—¡Me encanta que te cojan por puta! —le respondí con la voz cargada de calentura.
—Cómo te gusta ver cómo se cogen a la petera de tu novia, ¿no? —me lanzó, con esa frase que me enciende el cerebro.
Y se la metí de una, hasta el fondo, con furia. Su conchita seguía caliente, mojada, bien abierta, aún latiendo de la cogida bestial y con la leche de Guido adentro. Sentía todo: la textura, el calor, lo empapado, lo usado. Y ese morbo me estallaba la cabeza.
—¡Me encanta que me cojan por puta! —gemía Flor entre embestidas.
—¡Soy re putita, mi amor! ¡Me encanta que me cojan en cuatro!
Yo estaba descontrolado, pajeándome mentalmente con cada palabra. Le agarré el culo con fuerza, le metí un chirlo y la empecé a coger sin parar. La embestía con toda mi fuerza, descargando toda la locura que me había dejado la escena anterior.
—¡Ay sí, mi amor, haceme mierda vos también! ¡Esto me pasa por puta! —gritaba Flor, totalmente fuera de sí, repitiendo las mismas frases que le había dicho Guido. Y eso, me calentaba a morir.
Le bombeaba sin parar. La quería partir al medio. Y ella lo pedía, lo exigía:
—¡Me encanta la pija! ¡Cogeme por puta! ¡Llename la concha de leche!
No aguanté más. Le metí un par de bombazos profundos y acabé como una bestia, descargándole toda mi leche, reclamando lo que también era mío. La llené por segunda vez, encima de la leche anterior.
Había cumplido otra fantasía más: reclamar la concha recién cogida de mi novia, llena de leche, mientras me pedía pija como una puta.
Ella, apenas me ve, me agarra la verga con una mano firme y caliente y me empieza a hacer la mejor paja de mi vida, gimiendo contra mi verga cada vez que Guido le metía una embestida.
En un instante, se la mete en la boca. Me la devora como una puta desesperada. Se la traga hasta el fondo, con esa boca mojada, caliente, perfecta. Guido le sigue dando desde atrás, y cada bombazo que le mete, hace que Flor se trague más y más mi pija.
Estoy viviendo mi fantasía completa: un trío HMH, con Flor chupándomela como una experta mientras se la cogen en cuatro sin piedad.
El morbo me está destrozando la cabeza. Ella me mira con esa cara de puta total con la pija en la boca, los ojos llorosos del pete profundo, tragando cada centímetro mientras me pajea al mismo tiempo.
—¿Te gusta que te chupe la pija así? —me dice, sonriendo, con la boca toda llena de saliva.
Yo no puedo ni hablar. La agarro con ambas manos de la colita del pelo y le cojo la boca como si fuera su concha. Ella se deja. Traga. Me hace mierda. Guido la sigue bombeando con una fuerza salvaje bien agarrada del culo.
Cada estocada suya, ella la recibe entera, y me chupa más fuerte. Es el mejor pete de mi vida.
Yo quería que ese momento fuera eterno, pero ya no podía aguantar más. Le llené la boca de leche con una acabada furiosa. Acabé como nunca. A chorros.
Ella no paró ni un segundo. Me la dejó limpita, tragándoselo todo. Se pasó la lengua por los labios, sonrió, y me mostró lo traga leche que es.
Volví al lugar de espectador, con la pija todavía dura de la calentura, y vi cómo Guido seguía dándole con todo. Estaba desencajado, convertido en bestia. La cogía fuerte, agarrándola del pelo y del culo, sin parar, con toda la potencia.
Flor gemía como loca. Se notaba que esa pija grande le estaba tocando lugares imposibles.
—¡Esto te pasa por puta! —le grita Guido, y Flor se vuelve más loca aún.
Ella grita, pide, se descontrola. Guido la pone boca abajo, le levanta la cintura y empieza la cogida más violenta de toda la noche. La está partiendo en dos.
Flor no deja de gritar:
—¡Soy re puta! —¡Cogeme fuerte! —¡Haceme mierda!
El sonido de los cuerpos chocando es brutal. Las sábanas se arrugan, el colchón salta, y Flor está totalmente fuera de control.
Yo no puedo sacar la vista del culo de mi novia. La escena es un porno perfecto. Guido la coge como una máquina, como si fuera el último polvo de su vida.
Flor empieza a gemir más y más fuerte.
—¡Me vas a hacer acabar otra vez! —¡Sí! ¡Cogeme fuerte!
Guido no afloja. La sigue reventando.
Y de golpe, Flor se arquea, se sacude, su cuerpo entra en espasmos. Las piernas le tiemblan, la espalda se curva, los gemidos se vuelven gritos de placer absoluto. El orgasmo la atraviesa entera.
Guido sigue, y segundos después, también acaba. Gime fuerte, profundo. Le da los últimos bombazos y le acaba adentro. Sólido. Con fuerza. Con descarga. Se queda un segundo quieto, gimiendo, descargando todo adentro suyo.
Le deja dos lechazos en el culo, y luego vuelve a metérsela toda para terminar de llenarla por dentro. Flor gime, destruida, con la sonrisa desfigurada de tanto placer.
Guido se echa a un lado, y yo tengo frente a mí la postal más caliente del mundo.
La concha de Flor abierta, empapada, roja, chorreando leche espesa, los cachetes marcados, su cuerpo caliente recién cogido.
Me acerco. Me apoyo justo donde Guido estaba segundos antes.
Ella me mira con esa cara de trola, feliz:
—¿Ahora me coges vos, mi amor?
Y yo solo podía pensar: esto fue perfecto.
Yo volaba de calentura, con la pija completamente dura, frotándola contra el culo acabado de Flor. Esa mezcla de leche caliente, baba y fluidos era el mejor lubricante del mundo. En frío jamás me hubiera animado, pero ahí, con la cabeza en llamas, el cuerpo en éxtasis y la escena aún vibrando en el aire, no había tiempo que perder. Solo el deseo más puro y sucio.
—¿Te gustó ver cómo me cogieron? —me preguntó Flor con esa sonrisa de trola provocadora.
—¡Me encanta que te cojan por puta! —le respondí con la voz cargada de calentura.
—Cómo te gusta ver cómo se cogen a la petera de tu novia, ¿no? —me lanzó, con esa frase que me enciende el cerebro.
Y se la metí de una, hasta el fondo, con furia. Su conchita seguía caliente, mojada, bien abierta, aún latiendo de la cogida bestial y con la leche de Guido adentro. Sentía todo: la textura, el calor, lo empapado, lo usado. Y ese morbo me estallaba la cabeza.
—¡Me encanta que me cojan por puta! —gemía Flor entre embestidas.
—¡Soy re putita, mi amor! ¡Me encanta que me cojan en cuatro!
Yo estaba descontrolado, pajeándome mentalmente con cada palabra. Le agarré el culo con fuerza, le metí un chirlo y la empecé a coger sin parar. La embestía con toda mi fuerza, descargando toda la locura que me había dejado la escena anterior.
—¡Ay sí, mi amor, haceme mierda vos también! ¡Esto me pasa por puta! —gritaba Flor, totalmente fuera de sí, repitiendo las mismas frases que le había dicho Guido. Y eso, me calentaba a morir.
Le bombeaba sin parar. La quería partir al medio. Y ella lo pedía, lo exigía:
—¡Me encanta la pija! ¡Cogeme por puta! ¡Llename la concha de leche!
No aguanté más. Le metí un par de bombazos profundos y acabé como una bestia, descargándole toda mi leche, reclamando lo que también era mío. La llené por segunda vez, encima de la leche anterior.
Había cumplido otra fantasía más: reclamar la concha recién cogida de mi novia, llena de leche, mientras me pedía pija como una puta.
2 comentarios - 6. El Chongo de mi Novia - Donde acaban 2, acaban 3