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Capítulo 7 - El retorno del control

Despertó con el eco del silencio en la habitación del hotel. Las sábanas aún tenían el aroma de la escena anterior: deseo contenido, ofrendas derramadas, obediencia cumplida. Pero ella sabía que todo eso no era más que la antesala.

El verdadero reencuentro se aproximaba.

Horas después, una dirección le fue enviada por mensaje cifrado. Una habitación distinta, otro hotel. Más íntimo, más oscuro. No habría cámaras esta vez. Solo el Amo. En carne, voz y presencia.

Vestía como él le había indicado: nada bajo una gabardina. El piercing ya vibraba anticipando el encuentro, aún marcado por la ofrenda anterior. En su bolso, como símbolo de entrega, llevaba una toalla perfumada con su esencia mezclada con la del joven. El Amo lo había ordenado: “No limpies. Que todo lo vivido lo reciba yo. Que huela, que saboree, que sepa cuánto sigues siendo mía.”

Al entrar a la habitación, lo encontró de pie, esperándola. No hubo palabras al principio. Solo una mirada profunda que la desnudó por completo.

Ella cayó de rodillas ante él. La gabardina se abrió como alas rendidas.

—Amo… he obedecido. Pero me falta sentirte.

Él la levantó con firmeza, le sujetó el rostro con ambas manos y le susurró al oído:

—Has probado otros ojos, otras manos… pero nadie te posee como yo. Hoy, vuelves a mí. Completa.

La besó. Profundo. Con lengua de dueño. Ella se derritió en su pecho.

Él la condujo al centro de la habitación, donde había preparado un colchón bajo y un paño oscuro extendido. Alrededor, velas encendidas, discretas. Y sobre una bandeja, una pequeña cadena dorada, tan fina que parecía flotar. En el centro, un pequeño anillo que se encajaría perfectamente en el piercing. Era un símbolo. Un nuevo sello.

—Esta cadena no es solo adorno —dijo él—. Será mi extensión. El lazo entre tu deseo y mi voluntad. La usarás en público, y cada roce te recordará mi presencia. Aunque estés rodeada de extraños, sabrás que solo yo puedo tensarla.

Ella asintió con los ojos húmedos. Él la acostó boca arriba, y con movimientos lentos, ceremoniales, enganchó la cadena al anillo del piercing. La joya colgó entre sus labios, rozando su piel, danzando apenas al ritmo de su respiración agitada.

—Ahora levántate. Camina. Siéntela. Hazla tuya —ordenó.

Ella obedeció. Se puso de pie, temblorosa, y comenzó a caminar en círculo, con la cadena colgando y su cuerpo completamente expuesto ante la mirada del Amo. Cada paso provocaba un leve tirón, una caricia, una presión distinta.

—¿Cómo se siente? —preguntó él, sin moverse.

—Es… como si me tocara su mano sin estar aquí. Como si mi vulva tuviera memoria —respondió ella, con voz entrecortada—. Y cada paso la activa.

Él sonrió. Se acercó y tiró de la cadena con dos dedos, obligándola a abrir más las piernas.

—Entonces prepárate. Pronto la llevarás por las calles. Entre la gente. Y aprenderás a controlar tus temblores. O no. Porque sabrás que cualquier mirada podría adivinarlo. Y eso te excitará aún más, ¿verdad?

Ella cerró los ojos y asintió. El vértigo era real.

Él la tomó por la cintura y la abrazó fuerte.

—Hoy vuelves a ser completamente mía.

Y ella, con la frente apoyada en su pecho, susurró:

—Nunca dejé de serlo. Solo estuve obedeciendo tus deseos.

El ritual estaba completo. Pero el juego apenas comenzaba.

1 comentarios - Capítulo 7 - El retorno del control

nukissy939
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