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Hermanos de la tranquilidad a la lujuria capitulo 8

Al día siguiente, Camí se despertó con una sonrisa pícara en el rostro, recordando cada detalle de la noche anterior. Decidió llevar las cosas un paso más allá y provocar a su hermano de una manera que nunca había hecho antes. Se puso un vestido ligero y transparente que apenas cubría sus senos y su vagina recién afeitada. Sin ropa interior, se dirigió a la cocina donde Pedro estaba desayunando.

"Buenos días, hermanito," dijo Camí, con una voz sensual y provocativa. "¿Te gustaría algo más para desayunar?"

Pedro, al verla así, casi se atraganta con su comida. Sus ojos se quedaron fijos en el cuerpo de Camí, notando cada curva y cada detalle.

"Camí, ¿qué traes puesto?" preguntó, con la voz entrecortada.

"Solo algo ligero para el calor," respondió ella, riendo suavemente. "¿Te gusta?"

Pedro asintió, incapaz de articular palabras. Camí, satisfecha con su reacción, se acercó y se sentó en su regazo, rozando sus labios con los de él.

"¿Quieres que te muestre algo más, hermanito?" susurró, mientras sus manos comenzaban a explorar el cuerpo de Pedro.

Pedro, excitado y ansioso, respondió:

"Sí, hermanita. Muéstrame todo."

Camí se levantó y, tomando la mano de Pedro, lo llevó hacia el lago. Al llegar, se quitó el vestido lentamente, revelando su cuerpo desnudo. Pedro, ya completamente erecto, se acercó y comenzó a besar su cuello, sus hombros, y sus senos.

"Hermana, estás tan linda," dijo, con voz ronca.

"Shh, hermano, alguien podría escucharnos," respondió Camí, con una sonrisa pícara. "Vamos al agua."

Se adentraron en el lago, el agua fresca contrastaba con el calor de sus cuerpos. Camí, con una mirada provocativa, se dio la vuelta y comenzó a nadar lentamente, sabiendo que Pedro no podía quitarle los ojos de encima. Pedro, sin poder resistir, la siguió y la tomó por la cintura, apretando su erección contra su cuerpo.

"Te deseo, hermanita," susurró en su oído.

"Yo también te deseo, hermano," respondió ella, girándose para enfrentarlo. "Pero ten cuidado, alguien podría vernos."

Pedro, excitado por el peligro, comenzó a besar su cuello y sus senos, mientras sus manos exploraban su cuerpo. Camí, gimiendo suavemente, se dejó llevar por las sensaciones. Pedro la levantó ligeramente, y ella, entendiendo su intención, envolvió sus piernas alrededor de su cintura. Con una sola embestida, Pedro la penetró, y ambos gimieron de placer.

"Más fuerte, hermano," susurró Camí, moviendo sus caderas para recibirlo más profundo.

Pedro, obedeciendo, comenzó a moverse con más fuerza y velocidad, el agua del lago salpicando a su alrededor. El miedo a ser descubiertos solo aumentaba su excitación. Las manos de Camí se aferraron a sus hombros, sus uñas clavándose en su piel mientras ella gemía y susurraba palabras vulgares y eróticas.

"Me encanta cómo me follas, hermano. Más fuerte, dame todo."

Pedro, perdido en el placer, aumentó el ritmo, sus embestidas convirtiéndose en movimientos desesperados y sin control. El lago se llenó con sus gemidos y el sonido de sus cuerpos chocando contra el agua.

De repente, un ruido los sacó de su trance. Una vecina, curiosa y con una sonrisa maliciosa, los observaba desde la orilla del lago, disfrutando del espectáculo. Camí, al notar su presencia, se sonrojó pero no detuvo a Pedro. En cambio, lo abrazó con más fuerza y susurró:

"No pares, hermano. Déjala ver cómo me follas."

Pedro, excitado por la audiencia, continuó moviéndose con más fuerza, sus embestidas convirtiéndose en un ritmo frenético. El orgasmo de Camí llegó como una ola, su cuerpo temblando y sus músculos internos apretando el pene de Pedro. Con un último gemido, Pedro se dejó llevar y se corrió dentro de ella, llenándola con su semen.

Jadeando y exhaustos, se quedaron abrazados en el agua, conscientes de la presencia de la vecina. Ella, con una sonrisa satisfecha, se dio la vuelta y se marchó, dejándolos solos en el lago.

"Te amo, hermanita," dijo Pedro, besando su frente.

"Y yo a ti, hermanito," respondió Camí, sonriendo y acariciando su cabello.

Así, en el lago, bajo la mirada de una vecina, los hermanos habían llevado su relación a un nivel de intimidad y placer que nunca antes habían conocido, sellando su incesto con una experiencia inolvidable y completamente desenfrenada.

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