Emma era una clienta del local desde que yo atendía: una sexy universitaria que sacaba fotocopias con la que tenía cortas y amables pero formales charlas como única forma de interacción. Nunca una sonrisa de más, nunca un comentario fuera de nuestro intercambio profesional, nunca pisaba el palito, nunca daba pie a nada. Los comentarios entre la comunidad universitaria, los muchachos del barrio y hasta de sus amigos y amigas coincidían en que era de las típicas chicas que esconden su potencial poder de estar buenísimas para algunos privilegiados y nada más cuidando su reputación porque sino, en este mundo machista, no la tomarían en serio. Estaba 100% seguro de que lo que estaba pasando no era algo natural producto del azar…¿Qué estaba por pasar? Tiene que ser por el poder de la libreta, pero…¿De verdad podía creer en este objeto mágico y en ese ser demoníaco que decía ser un espíritu?¿O era todo una increíblemente duradera alucinación? Mientras yo pensaba todo esto ella se había arrodillado y con sus enormes tetas y una mirada entre inocente e intensa me preguntó “¿Venís así te la chupo?” así que no pensé más y la saqué.
Pocas veces en mi vida había tenido la pija tan parada y tan enorme como aquella vez, la situación me superaba y ella estaba preciosa, brillante y sexy de una manera especial, casi divina…o demoníaca, no sé cómo explicarlo. La agarró con las dos manos y empezó a lamerla, a lengüetearla de una manera entre tierna, pornográfica y desesperada a la vez. Como si estuviera sedienta y mi verga fuera un rico helado. Se babeó de tanto pasar la lengua y cuando se la metió en la boca ya los hilos de baba caían de sus labios haciendo de ese el sexo oral más humedo que me dieron en la vida. Me miraba sonriendo y se la pasaba toda babeada por la cara, también por sus hermosas gomas, sentía sus pezones duros y sus manos suaves. Me excité tanto que me latía de principio a fin y a ella le encantaba. Le gustaba tanto que empezó a gemir de a poquito, se sacó la ropa y se dedeaba mientras me pajeaba y se pegaba con mi pija en la cara. Tan caliente estaba chupándomela que se chorreaba mientras lo hacía y gotas de su jugó mojaron el piso del baño. Emma gemía y me pajeaba con la cabeza de mi verga en su boca abierta sacando la lengua y babeandosé por los costados de los labios. Cuando me lamió bien los huevos sin dejar de hacerme la paja me volví más loco todavía y se dio cuenta que estaba por explotar. Me miró a la cara y con voz de bebota putita me pidió que acabara. “Dame leche, llename la cara de lechita, y las tetas porfi, dame leche mucha leche en mis tetas, dale, dámela, la quiero, porfi, necesito esa leche”. Estaba desesperada por recibirla y se la di toda. Exploté como nunca antes en mi perra vida. Grité. Ella sonrió y me decía “si, qué linda cuanta leche” y cosas así mientras chorros espesos de mi semen caían en su cara, sus labios, su boca, su pelo y sus tetas. Me la agarró y se la apoyó entre las tetas mientras seguía saliéndome líquido a pulso. Se limpió con una toalla, se vistió aunque aún estaba toda pegoteada y sin decir una palabra se fue. Yo me tiré desnudo en la cama y me quedé profundamente dormido.

Me desperté con otra erección enorme y volví a sentir que mi miembro estaba más grande de lo normal. Cuando me vestí con un short y una remera que tenía por ahí apareció Sekibö pidiéndome una cuchara grande para comer más dulce de leche porque estaba desperdiciando bastante comiendo a lo bruto con sus garras. Yo seguía conmocionado de que la libreta realmente funcionaba y él riéndose me dijo que todo era verdad, que no sólo funcionaba sino que podía llevar al éxtasis máximo a un humano sino también volverlo loco, pero que no me iba a recomendar nada más que leer las reglas sin darme ningún sermón ni lección moral al respecto porque además de que él no era un gurú espiritual también le divertía ver volverse locos a los humanos.
6• Esta libreta pasará a ser propiedad del mundo humano una vez toque el suelo del mismo.
7• El propietario de la libreta podrá ver y escuchar al espíritu que era su propietario original.
8• El humano que utilice la libreta no podrá ir al Cielo ni al Infierno.
9• Si en el intervalo de 40 segundos tras especificar la causa de contacto sin dar detalles se escribe la hora específica, se puede manipular la misma, que podrá tener efecto incluso antes de transcurridos 40 segundos desde el momento de escribir el nombre.
10• Cualquier humano que toque la Sex Note, aunque no sea su propietario, podrá ver y escuchar al espíritu que era su propietario original.
Esas reglas no me aportaron mucha información y la verdad me confundieron un poco más en mi desconcierto. Mientras pensaba en cuál iba a ser mi siguiente paso sonó el timbre en el silencio de la madrugada de un martes. De golpe recordé el segundo nombre que anoté en la libreta.

“Pampita”
Pocas veces en mi vida había tenido la pija tan parada y tan enorme como aquella vez, la situación me superaba y ella estaba preciosa, brillante y sexy de una manera especial, casi divina…o demoníaca, no sé cómo explicarlo. La agarró con las dos manos y empezó a lamerla, a lengüetearla de una manera entre tierna, pornográfica y desesperada a la vez. Como si estuviera sedienta y mi verga fuera un rico helado. Se babeó de tanto pasar la lengua y cuando se la metió en la boca ya los hilos de baba caían de sus labios haciendo de ese el sexo oral más humedo que me dieron en la vida. Me miraba sonriendo y se la pasaba toda babeada por la cara, también por sus hermosas gomas, sentía sus pezones duros y sus manos suaves. Me excité tanto que me latía de principio a fin y a ella le encantaba. Le gustaba tanto que empezó a gemir de a poquito, se sacó la ropa y se dedeaba mientras me pajeaba y se pegaba con mi pija en la cara. Tan caliente estaba chupándomela que se chorreaba mientras lo hacía y gotas de su jugó mojaron el piso del baño. Emma gemía y me pajeaba con la cabeza de mi verga en su boca abierta sacando la lengua y babeandosé por los costados de los labios. Cuando me lamió bien los huevos sin dejar de hacerme la paja me volví más loco todavía y se dio cuenta que estaba por explotar. Me miró a la cara y con voz de bebota putita me pidió que acabara. “Dame leche, llename la cara de lechita, y las tetas porfi, dame leche mucha leche en mis tetas, dale, dámela, la quiero, porfi, necesito esa leche”. Estaba desesperada por recibirla y se la di toda. Exploté como nunca antes en mi perra vida. Grité. Ella sonrió y me decía “si, qué linda cuanta leche” y cosas así mientras chorros espesos de mi semen caían en su cara, sus labios, su boca, su pelo y sus tetas. Me la agarró y se la apoyó entre las tetas mientras seguía saliéndome líquido a pulso. Se limpió con una toalla, se vistió aunque aún estaba toda pegoteada y sin decir una palabra se fue. Yo me tiré desnudo en la cama y me quedé profundamente dormido.

Me desperté con otra erección enorme y volví a sentir que mi miembro estaba más grande de lo normal. Cuando me vestí con un short y una remera que tenía por ahí apareció Sekibö pidiéndome una cuchara grande para comer más dulce de leche porque estaba desperdiciando bastante comiendo a lo bruto con sus garras. Yo seguía conmocionado de que la libreta realmente funcionaba y él riéndose me dijo que todo era verdad, que no sólo funcionaba sino que podía llevar al éxtasis máximo a un humano sino también volverlo loco, pero que no me iba a recomendar nada más que leer las reglas sin darme ningún sermón ni lección moral al respecto porque además de que él no era un gurú espiritual también le divertía ver volverse locos a los humanos.
6• Esta libreta pasará a ser propiedad del mundo humano una vez toque el suelo del mismo.
7• El propietario de la libreta podrá ver y escuchar al espíritu que era su propietario original.
8• El humano que utilice la libreta no podrá ir al Cielo ni al Infierno.
9• Si en el intervalo de 40 segundos tras especificar la causa de contacto sin dar detalles se escribe la hora específica, se puede manipular la misma, que podrá tener efecto incluso antes de transcurridos 40 segundos desde el momento de escribir el nombre.
10• Cualquier humano que toque la Sex Note, aunque no sea su propietario, podrá ver y escuchar al espíritu que era su propietario original.
Esas reglas no me aportaron mucha información y la verdad me confundieron un poco más en mi desconcierto. Mientras pensaba en cuál iba a ser mi siguiente paso sonó el timbre en el silencio de la madrugada de un martes. De golpe recordé el segundo nombre que anoté en la libreta.

“Pampita”
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