Dulce Lucía - capítulo 3
Lucía, Mateo, Lucas y Daniel estaban sentados en el living, desnudos, sus cuerpos relajados tras la intensidad del encuentro anterior. Botellas de cerveza y copas de vino descansaban sobre la mesa, el aire cargado de risas y un calor cómodo. Lucía, con un poco más de confianza, se apoyó en el regazo de Lucas, su cuerpo delgado se acomodó contra él. Mateo, a su lado, sostenía una cerveza, mientras Daniel y Lucas brindaban con vino, charlando con naturalidad.
—Chicos, lo de antes fue increíble —dijo Lucas, sonriendo, mientras sus manos comenzaban a acariciar los senos de Lucía, sus dedos rozando con suavidad, luego deslizándose a su trasero, apretándolo con aprecio—. Lucía, tu cuerpo es una maravilla, me encantó todo.
Lucía rió, relajada, apoyándose más en él. —Gracias, Lucas. Y Daniel... esto me da un poco de vergüenza pero no puedo guardármelo... tu semen es dulce, nunca probé uno así, como miel caliente —dijo, sus ojos brillando de entusiasmo. Comenzó a acariciar el pene de Lucas suavemente, sus dedos trazando su longitud —. Y el sexo anal, chicos, no lo esperaba. Fue tan intenso, ese orgasmo me hizo temblar como nunca.
Daniel, curioso, tomó un sorbo de vino y miró a Mateo. —¿Y a qué sabe el semen de Mateo, Lucía?
Ella sonrió, mirando a Mateo con cariño. —No estoy interesada en el de Mateo, es mi novio, mi amor. Pero el tuyo, Daniel, lo trago cuando quieras —dijo, guiñando un ojo. Lucas, con una copa de vino en la mano, rió mientras Lucía seguía acariciándolo, inclinándose para lamerle el glande suavemente, su lengua moviéndose con delicadeza.
Daniel, sonriendo, añadió: —Trabajo cerca de tu oficina, Lucía. Todos los mediodías, a las 12:30, tengo un rato libre.
Lucía sacó el pene de Lucas de su boca, gritando con entusiasmo: —¡Tenemos un trato! —Y volvió a lamerlo, con pasión, sus manos jugando con sus testículos, gimiendo suavemente.
Daniel se acercó, arrodillándose mientras Lucía se ponía en cuatro patas, aún lamiendo a Lucas. Daniel comenzó a lamer su vagina, su lengua explorando sus pliegues húmedos, y Lucía tembló, gimiendo contra el pene de Lucas. Después de unos minutos, Daniel, con voz suave, propuso: —Lucía, ¿puedo ser el segundo en probar sexo anal?
Mateo, ya masturbándose, su delgado pene en la mano, suplicó: —No, por favor, ese lugar es especial. Lucas ya fue demasiado lejos.—
Lucía lo miró, una sonrisa pícara en los labios, y se abrió los cachetes, exponiendo su culo. —Amor, juguemos un juego —dijo, juguetona—. Si Daniel logra meter ese pene tan grueso en mi culito, tienes que permitirlo. Si no entra, ¡vos ganás!, ja
Mateo, afligido, negó con la cabeza, sin palabras. Daniel, con cuidado, comenzó a empujar su pene, increíblemente grueso. Lucía se escupió la mano, lubricándolo. Al principio parecía que Daniel iba a quedarse con las ganas. Empujaba y no cedía, pero tras unos segundos, el pene entró. Ella tembló como loca, gritando: —¡Que pija que tiene la puta madre! me llena, me está penetrando tan profundo. —
Daniel empezó a embestir con suavidad mientras Lucía gemía. Mateo comenzó a tocarse mientras veía sorprendido. Lucas reía.
Al cabo de unos minutos, Lucía sucumbió al placer y tuvo un gran orgasmo. Su cuerpo convulsionaba, el placer abrumándola.
Daniel, cerca del clímax, sacó su pene y eyaculó, chorros calientes cayendo en la cara y boca de Lucía. Ella lamió, saboreando, gimiendo de deleite. Lucas, viendo su ano dilatado, silbó con sorpresa. —Wow, Lucía, qué vista —dijo, parándose. —Abre la boca para mi leche.
Lucía obedeció, abriendo la boca. Lucas agarró su cabeza, metiendo su pene de 20 cm hasta el fondo, su nariz chocando contra su abdomen. Eyaculó en su garganta, mirando a Mateo a los ojos y esbozó una sonrisa burlona. Lucía, sofocada, palmeó a Lucas, jadeando: —¡No podía respirar! ¡Dios, que pija!
Mateo, afligido pero excitado, eyaculó sobre sí mismo, un gemido escapando. Lucía, Daniel y Lucas se volvieron, riendo con ligereza, señalándolo. —¡Mira esa potencia, amor! —dijo Lucía, cariñosa.
Mateo, sonrojado, preguntó: —¿La pasaste bien amor? ¿Te gustan mis amigos?
Ella, agotada, rió con ternura. —Si mi amor, estuvo muy divertido—dijo, besándolo.
Lucía, Mateo, Lucas y Daniel estaban sentados en el living, desnudos, sus cuerpos relajados tras la intensidad del encuentro anterior. Botellas de cerveza y copas de vino descansaban sobre la mesa, el aire cargado de risas y un calor cómodo. Lucía, con un poco más de confianza, se apoyó en el regazo de Lucas, su cuerpo delgado se acomodó contra él. Mateo, a su lado, sostenía una cerveza, mientras Daniel y Lucas brindaban con vino, charlando con naturalidad.
—Chicos, lo de antes fue increíble —dijo Lucas, sonriendo, mientras sus manos comenzaban a acariciar los senos de Lucía, sus dedos rozando con suavidad, luego deslizándose a su trasero, apretándolo con aprecio—. Lucía, tu cuerpo es una maravilla, me encantó todo.
Lucía rió, relajada, apoyándose más en él. —Gracias, Lucas. Y Daniel... esto me da un poco de vergüenza pero no puedo guardármelo... tu semen es dulce, nunca probé uno así, como miel caliente —dijo, sus ojos brillando de entusiasmo. Comenzó a acariciar el pene de Lucas suavemente, sus dedos trazando su longitud —. Y el sexo anal, chicos, no lo esperaba. Fue tan intenso, ese orgasmo me hizo temblar como nunca.
Daniel, curioso, tomó un sorbo de vino y miró a Mateo. —¿Y a qué sabe el semen de Mateo, Lucía?
Ella sonrió, mirando a Mateo con cariño. —No estoy interesada en el de Mateo, es mi novio, mi amor. Pero el tuyo, Daniel, lo trago cuando quieras —dijo, guiñando un ojo. Lucas, con una copa de vino en la mano, rió mientras Lucía seguía acariciándolo, inclinándose para lamerle el glande suavemente, su lengua moviéndose con delicadeza.
Daniel, sonriendo, añadió: —Trabajo cerca de tu oficina, Lucía. Todos los mediodías, a las 12:30, tengo un rato libre.
Lucía sacó el pene de Lucas de su boca, gritando con entusiasmo: —¡Tenemos un trato! —Y volvió a lamerlo, con pasión, sus manos jugando con sus testículos, gimiendo suavemente.
Daniel se acercó, arrodillándose mientras Lucía se ponía en cuatro patas, aún lamiendo a Lucas. Daniel comenzó a lamer su vagina, su lengua explorando sus pliegues húmedos, y Lucía tembló, gimiendo contra el pene de Lucas. Después de unos minutos, Daniel, con voz suave, propuso: —Lucía, ¿puedo ser el segundo en probar sexo anal?
Mateo, ya masturbándose, su delgado pene en la mano, suplicó: —No, por favor, ese lugar es especial. Lucas ya fue demasiado lejos.—
Lucía lo miró, una sonrisa pícara en los labios, y se abrió los cachetes, exponiendo su culo. —Amor, juguemos un juego —dijo, juguetona—. Si Daniel logra meter ese pene tan grueso en mi culito, tienes que permitirlo. Si no entra, ¡vos ganás!, ja
Mateo, afligido, negó con la cabeza, sin palabras. Daniel, con cuidado, comenzó a empujar su pene, increíblemente grueso. Lucía se escupió la mano, lubricándolo. Al principio parecía que Daniel iba a quedarse con las ganas. Empujaba y no cedía, pero tras unos segundos, el pene entró. Ella tembló como loca, gritando: —¡Que pija que tiene la puta madre! me llena, me está penetrando tan profundo. —
Daniel empezó a embestir con suavidad mientras Lucía gemía. Mateo comenzó a tocarse mientras veía sorprendido. Lucas reía.
Al cabo de unos minutos, Lucía sucumbió al placer y tuvo un gran orgasmo. Su cuerpo convulsionaba, el placer abrumándola.
Daniel, cerca del clímax, sacó su pene y eyaculó, chorros calientes cayendo en la cara y boca de Lucía. Ella lamió, saboreando, gimiendo de deleite. Lucas, viendo su ano dilatado, silbó con sorpresa. —Wow, Lucía, qué vista —dijo, parándose. —Abre la boca para mi leche.
Lucía obedeció, abriendo la boca. Lucas agarró su cabeza, metiendo su pene de 20 cm hasta el fondo, su nariz chocando contra su abdomen. Eyaculó en su garganta, mirando a Mateo a los ojos y esbozó una sonrisa burlona. Lucía, sofocada, palmeó a Lucas, jadeando: —¡No podía respirar! ¡Dios, que pija!
Mateo, afligido pero excitado, eyaculó sobre sí mismo, un gemido escapando. Lucía, Daniel y Lucas se volvieron, riendo con ligereza, señalándolo. —¡Mira esa potencia, amor! —dijo Lucía, cariñosa.
Mateo, sonrojado, preguntó: —¿La pasaste bien amor? ¿Te gustan mis amigos?
Ella, agotada, rió con ternura. —Si mi amor, estuvo muy divertido—dijo, besándolo.
3 comentarios - Mi novia con mis amigos parte 2