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Tercera parte con mi cuñada

"La casa entera fue testigo"

El sol apenas se colaba por las cortinas. Me desperté con el cuerpo pegado al de mi cuñada Gaby, su espalda blanca contra mi pecho, el aroma de su cabello en mi nariz, y mi verga ya dura, presionando su culo redondo y suave como si tuviera memoria del calor de su cuerpo.

Ella se movió apenas y murmuró, con esa voz adormilada y provocadora:

—Ya estás listo otra vez, ¿eh?

Giró el rostro, sus labios buscándome. La besé lento, con hambre. Nos quedamos unos segundos así, explorándonos, tocándonos bajo las sábanas.

—¿Y si hoy... lo hacemos en toda la casa? —susurró.

La idea me prendió de inmediato.

Primera parada: la sala.

La tomé de la mano y fuimos desnudos, sin miedo. La senté en el respaldo del sillón, sus piernas abiertas, su piel blanquísima contrastando con el cuero oscuro del mueble. Su concha rosadita brillaba ya húmeda. Me arrodillé frente a ella, le abrí los labios con mis dedos y me la comí con hambre. Lamía lento, profundo, sintiendo cómo se estremecía.

—Chúpamela bien, así... —gemía, agarrando mi cabeza con fuerza.

Después me incorporé y se la metí de golpe. Gaby gimió fuerte, su espalda arqueada, sus tetas rebotando mientras la cogía duro. La sala se llenaba del sonido húmedo de mi verga entrando y saliendo, y de sus jadeos, cada vez más rotos.

—¡Dámelo así! —gritó— ¡Hazme tuya, toda!

Segunda parada: el comedor.

La llevé a la silla de madera, y me senté con ella encima, su culo encajando perfecto en mi pelvis. Esta era mi posición favorita. La abracé por la cintura, mi verga ya adentro, moviéndola lento, profundo. Podía ver cómo sus tetas grandes caían con suavidad mientras ella se impulsaba arriba y abajo.

—Me encanta cuando la metes así, lento y duro después... quiero sentir cómo me llenas... —susurraba con voz sucia.

La velocidad fue aumentando hasta que el golpe de su trasero contra mi pelvis retumbaba en la silla. Nos veníamos besando, su lengua enredada con la mía, mi mano en su cuello, dominándola, sintiéndola vibrar en cada embestida.

Tercera parada: el otro baño.

Nos metimos a la regadera de visitas. La puse de espaldas, las manos apoyadas contra la pared húmeda. Su culo redondo y mojado parecía un sueño. Se la metí de un solo golpe. Gaby jadeó fuerte, su espalda tensa, su voz temblando:

—Así… así… métemela toda, más duro.

La cogí como a una perra en celo, sin freno. El agua corría sobre nuestros cuerpos mientras la embestía una y otra vez, mis huevos chocando contra su concha mojada, el vapor empañando el espejo.

Cuarta parada: la otra habitación.

La empujé sobre la cama sin tender. Se recostó boca arriba, y me metí entre sus piernas. Le abrí sus labios con mis dedos y se la metí lento, saboreando cada centímetro. Ella sonrió.

—Esta es mi posición favorita... —me dijo—. Me gusta sentirte todo... así... poder besarte y que entres más profundo...

Me incliné a besarla mientras la cogía. Era más íntimo, más caliente. Nuestros cuerpos chocando con ritmo firme, sus gemidos en mi boca, mis manos apretando sus tetas suaves, sintiendo cómo sus pezones rosaditos se endurecían cada vez más.

—¡Me vas a hacer venirme! —gritó, y se vino apretándome con fuerza.

Última parada: el escritorio del cuarto de su hermana.

La puse de espaldas sobre el escritorio, los libros cayendo al suelo. Le levanté las piernas y se la metí con fuerza. El escritorio crujía, su piel blanca marcada por mis dedos mientras la cogía sin piedad.

—¡Cógeme así! ¡Así, como un puto animal! —gemía y su cuerpo temblando.

Estaba tan mojada que se escuchaba cómo mi verga la taladraba sin parar. Me vine dentro de ella sin control, succionado por esa conchita caliente y apretada que no quería soltarme.

Nos quedamos jadeando sobre el escritorio, sudando, riendo. La casa entera olía a sexo. A piel. A deseo cumplido.

—¿Y si luego lo hacemos en el jardín? —me dijo, lamiéndose los labios.
Aunque la casa tenia muros altos, me comía el morbo saber que lo haríamos afuera con la presión de ser vistos por algún vecino

Yo ya sabía que con Gaby, no habría descanso. Solo nuevas formas de follarla.

Y así continuamos cogiendo muchas veces, me ofrezco siempre para ayudarle y allí aprovechamos, usamos varios métodos anticonceptivos para poder hacerlo sin condón ya que a ambos nos encanta que yo me venga adentro de ella, cada que no nos ven le clavo un beso y una tierna nalgada o un agarrón completo de nalga y teta, a veces no aguanto y le digo que se saque una para chupársela rápido y una que otra vez un rapidín, ella ya sabe que usar falda o vestido nos lo facilita y yo estoy más que listo para metérsela rápido.

Historia real endulzada en forma de relato erótico para que disfruten.
Tengo más experiencias, con tías mías y de mi novia, con su prima igual muy buena historia, con mi ex suegra y mi primera ex con la que tuve sexo por primera vez uff, hay tanto que contar, apoyenme y denme ánimos, envíen para mobosear a sus novias, tías, cuñadas, hijas, todo es bienvenido.

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