1) http://www.poringa.net/posts/relatos/5966454/Lujuria-desenfreno-y-placer-de-2-madres-calientes-1-parte.html
2) http://www.poringa.net/posts/relatos/5969025/Lujuria-desenfreno-y-placer-de-2-madres-calientes-2-parte.html
3) http://www.poringa.net/posts/relatos/5973901/Lujuria-desenfreno-y-placer-de-2-madres-calientes-3-pte.html
LUJURIA, DESENFRENO Y PLACER DE DOS MADRES CALIENTES (Final)
“Comemos primero” propuso ella, “si, me muero de hambre” respondí. En bombacha las dos preparamos la pizza, la horneamos y nos sentamos frente afrente con la botella de champagne. Mientras tanto hablamos de temas varios, sin comentar el encuentro sexual que habíamos tenido y que había acabado de pasar, de la nada le dije “Me encanto lo que acabamos de hacer, no son ni las doce de la noche, quiero más…quiero postre” y las dos nos reímos. La risa descontracturó el ambiente que se tornaba algo incómodo, todo se relajó, acercamos nuestras sillas y nos dimos un largo beso en la boca, mientras nos abrazábamos y acariciábamos nuestros cuerpos.

V: ¿En serio vas a hacer capaz de hacer todo lo que me decis por whatsapp?
Yo: Claro que si, estoy desinhibida, deseaba mucho este momento… ¿vos no?
V: yo estoy loca, loca por vos, te quiero coger toda la noche.
Yo: mmmm…putona me calentás, me gusta escucharte así -me paré y le dije-, vamos a tu dormitorio.
Caminé frente a ella moviéndole el culo, en dirección a la pieza, me di vuelta y le extendí el brazo invitándola a venir. Ella tomo la copa de champagne y me siguió. Me tomó de la mano, me apoyó la copa helada en la espalda, grité, reí y corrí a tirarme en la cama, ella bajó las luces, se dirigió a la cajonera, no llegaba a ver que estaba haciendo, de golpe se dio vuelta y tenia un consolador en una mano y un pug anal en la otra, los arrojó sobre la cama y sacó lubricante y otro consolador. “Mis juguetes, ahora vamos a jugar”, me dijo.
Yo la miré asombrada, su rostro se transformó, parecía una loba dispuesta comerme. Eso me encendió, su deseo era contagioso. “Dejá los juguetes, vení vos” le dije y me arrodillé en la cama, se acercó lentamente y tomó la misma posición. Acaricié su rostro con dulzura, como amansando a la loba, le comencé a dar besitos en el rostro, detrás de la oreja y en el cuello. Mientras, bajé mis manos hasta sus pechos, se los amasé, pellizqué sus duros pezones y luego de producir un leve dolor se los chupé. Ella se dejaba hacer: le arañé la espalda con delicadeza, produciéndole escalofríos; bajé mis manos hasta su culo, se lo apreté y le di un chirlo. “Hayyy yegüa” se quejó, y agregó “así me gusta” y le di un chirlo en la otra nalga.

Me separé de ella, la empujé suavemente hacia el espaldar dela cama. No quedó acostada, quedó inclinada. Con mis manos recorrí sus largas piernas desde las rodillas hasta su entrepierna, tomé los hilos de la bombacha, ella levantó las piernas y se la quité. Agarré la punta de sus piernas las abrí y las acomodé dejándola en “W”. Me acerqué a su concha húmeda, le pasé la lengua en toda su extensión, finalizando en el clítoris, besé sus muslos y volví al clítoris. En círculos movía mi lengua, lo besaba, así durante un ratito, luego me alejé y con la yema de tres dedos se lo friccioné, para después darle unos golpecitos. Ella me miraba desesperada, entreabría la boca, acariciaba mi cabello, me tomaba de la nuca y me metía la cabeza en su mojada vagina, contorsionaba su cuerpo y gemía. “Dale puta, chupáme la concha, dale” gritó: “dale Gri, sos mi trola, te amo…”, volvió a decirme, mientras se apretaba las tetas.
Desde abajo yo podía ver su rostro, esa loba feroz, ahora era una loba en celo, entregada al placer que yo le estaba dando. Como si fuera mi cuerpo acerqué mis dedos a su concha y se los metí. “ahhhhggg….soy tu putona, haceme lo que quieras” dijo, los encorvé y busqué ese punto rugoso quesobresale en su interior y comencé a rascarlo con la punta de los dedos, sentía como sus músculos me apretaban. Me levanté, acerqué mi cadera a la mano que metía en la concha de mi amiga y la comencé a empujar -mientras con la otra me apoyaba en el respaldo de la cama-, mis nudillos rozaban mi clítoris, generándome placer. La miré a los ojos y le dije “¿así te gusta guacha?”, ella solo movió la cabeza asintiendo, la respiración entrecortada no le permitía responder. “Me encanta que te emputezcas conmigo”, le dije y le di un beso en la boca mientras seguía pajeándola. Pasaron segundos, levantó su cuerpo y acabó con un hermoso esquirt, sus jugos comenzaron a saltar de su concha, cayendo sobre mis tetas y salpicando mi cara. Le mostré mis dedos embadurnados por sus fluidos y las dos comenzamos a chuparlos.

Nuestros cuerpos hervían, estábamos transpiradas, excitadas y aceleradas. Como una gata, ella se levantó y tomó la iniciativa. “Ponéte en cuatro…” la miré y entregada tomé la posición. Comenzó a besarme el cuello y la espalda mientras con su mano de arriba hacia abajo, refregaba suavemente mi clítoris. Con la otra mano me comenzó a pellizcar los pezones: “ahhhhggg…hay así, así haceme, haceme gozar, soy tuya” dije entregada. Los besos en la espalda me dieron escalofríos. La mano que estaba en mi entrepierna ya recorría desde el clítoris hasta la entrada de mi ano, pasando por los labios de mi vagina. Agaché la cabeza y dejé mi culo en pompa como una ofrenda. Ella se movió, se puso atrás mío, pasó su lengua por la puerta de mi ano; un escalofrío recorrió mi espalda, puso una mano en cada cachete y me metió la lengua. “Hay hija de puta, me querés volver loca” le dije, a lo lejos escuché una sonrisa maligna. Así estuvo un ratito y después me ordenó: “Ponete boca arriba” como sumisa no puse objeciones. Al instante ella se sumergió en mi concha, pasó una pierna sobre mi y me dejó a disposición la suya empapada y caliente.
La imagen que reflejaba el espejo del placard no podía ser más excitante: un hermoso 69 de dos mujeres maduras, en la habitación solo se escuchaban gemidos y el olor a sexo invadía el ambiente. Cumplíamos nuestro sueño de estar juntas, de darnos placer, de entregarnos una a otra, esas palabras que nos habíamos escrito: “quiero que seas mi puta” se hacían realidad.

El 69 es una pose hermosa, pero la doble acción de dar y recibir placer es complicada, con los años aprendí que hay que hacer y disfrutar, sin pensar, solo gozar. Puse mis manos en los cachetes de su culo los abrí, su vagina era un lago, me sumergí en él, estirando mi lengua para penetrarlo. Al mismo tiempo con una mano separaba los cachetes dejando su ano a mi disposición, con la otra ensalivé mis dedos y comencé un leve movimiento circular sin penetrarlo. En tanto, en mi entre pierna sentía su lengua y mi concha hervía. Entretenida, no presté atención a ella, de pronto sentí un objeto extraño en mi concha, instintivamente quise cerrar las piernas que las tenía abiertas de par en par como un libro, ella me las sujetó y dijo: “tranquila”; su consolador comenzó a vibrar en mi clítoris y otro juguete se introducía en mi vagina. Yo me detuve y solo gocé, ella se incorporó y comenzó a mover su cadera pasándome la concha por mi boca. Luego tomo otro juguete, lo lubricó y lentamente me lo introdujo en el culo. Todos mis agujeros estaban ocupados, mi goce era extremo. Estiré mis manos y le agarré sus hermosos pechos mientras con furia le chupaba la concha, quería darle el mismo placer que ella me brindaba.
Estaba paralizada de placer, entregada a lo que mi amiga quisiera hacerme. No duré mucho, mi cuerpo se estremeció, mis músculos vaginales se comprimieron, ella sacó los consoladores y mis fluidos comenzaron a brotar de mi vagina mojando la cama.

Cuando creí que todo había terminado mi amiga me desmontó y me dijo: “quiero cogerte con mi concha”, yo aun no me reponía; solo contesté:“haceme lo que quieras”. Juntó nuestras caderas, acercó su concha a la mía y en posición de tijeras, se dispúso a hacernos gozar, antes, tomó un pomo y echó abundante lubricante y lo arrojó en su concha y la mía, de manera sensual lo distribuyó por nuestros cuerpos, el roce de sus manos me hacía vibrar y calentar a la vez. Como una serpiente comenzó a contorsionarse. Nuestros clítoris se rozaban y sentí el mayor placer de mi vida. “Ahí…ahí, así, seguí cogeme” dije. La miré y ella tenía la cabeza hacia atrás, su cara estaba deformada de placer, su pelo largo se pegaba a su cuerpo transpirado, sus tetas se bamboleaban. “Miráme…quiero ver tu carita” dije. Nuestras miradas se clavaron, pudimos ver nuestras almas, nuestros deseos y nuestra excitación, sentía como nuestros corazones palpitaban acelerados al mismo tiempo, lo sentí en nuestras conchas pegadas refregándose. A los gritos me dijo: “te amo amiga”; “yo también te amo” respondí, en el instante que ella tenía un esquirt que bañaba mi abdomen acompañado por un “ahhhhhggggg……..”; mientras caía de espaldas con los ojos en blanco sobre la cama mojada. Yo ya me venía, lo sentía, me separé, me puse de cuclillas sobre ella, la miré a los ojos como pidiendo permiso: “hacelo, lo quiero acá…” me dijo señalando su pecho. Fue la llave de la cerradura de mi placer. Mi vagina hinchada comenzó a derramar mis líquidos sobre sus tetas y su panza escurriéndose hacia su vagina y salpicando su cara. Grité de placer, mientras me frotaba la vagina y caí sobre ella, para empaparme con su sudor y nuestros esquirts.

Extenuadas nos recostamos y nos pusimos de costado, nos abrazamos y nos besamos con pasión y mucho amor. Luego apoyadas en nuestros codos, nos comenzamos a reír de felicidad. El espejo devolvía una imagen hermosa y sexual. Dos mujeres desnudas, transpiradas, con la cabellera revuelta, mojadas con orgasmos, tiradas sobre las sábanas empapadas por susflujos. Yo sentía el aroma de su cuerpo, el palpitar de su corazón, el ritmo de su respiración, el calor de su concha. Las dos estábamos felices, nuestra fantasía se había hecho realidad. Nos emocionamos y como tontas comenzamos a llorar de alegría. Me besó, me acarició el pelo, nos recostamos y nos dormimos abrazadas.
FIN.
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3) http://www.poringa.net/posts/relatos/5973901/Lujuria-desenfreno-y-placer-de-2-madres-calientes-3-pte.html
LUJURIA, DESENFRENO Y PLACER DE DOS MADRES CALIENTES (Final)
“Comemos primero” propuso ella, “si, me muero de hambre” respondí. En bombacha las dos preparamos la pizza, la horneamos y nos sentamos frente afrente con la botella de champagne. Mientras tanto hablamos de temas varios, sin comentar el encuentro sexual que habíamos tenido y que había acabado de pasar, de la nada le dije “Me encanto lo que acabamos de hacer, no son ni las doce de la noche, quiero más…quiero postre” y las dos nos reímos. La risa descontracturó el ambiente que se tornaba algo incómodo, todo se relajó, acercamos nuestras sillas y nos dimos un largo beso en la boca, mientras nos abrazábamos y acariciábamos nuestros cuerpos.

V: ¿En serio vas a hacer capaz de hacer todo lo que me decis por whatsapp?
Yo: Claro que si, estoy desinhibida, deseaba mucho este momento… ¿vos no?
V: yo estoy loca, loca por vos, te quiero coger toda la noche.
Yo: mmmm…putona me calentás, me gusta escucharte así -me paré y le dije-, vamos a tu dormitorio.
Caminé frente a ella moviéndole el culo, en dirección a la pieza, me di vuelta y le extendí el brazo invitándola a venir. Ella tomo la copa de champagne y me siguió. Me tomó de la mano, me apoyó la copa helada en la espalda, grité, reí y corrí a tirarme en la cama, ella bajó las luces, se dirigió a la cajonera, no llegaba a ver que estaba haciendo, de golpe se dio vuelta y tenia un consolador en una mano y un pug anal en la otra, los arrojó sobre la cama y sacó lubricante y otro consolador. “Mis juguetes, ahora vamos a jugar”, me dijo.
Yo la miré asombrada, su rostro se transformó, parecía una loba dispuesta comerme. Eso me encendió, su deseo era contagioso. “Dejá los juguetes, vení vos” le dije y me arrodillé en la cama, se acercó lentamente y tomó la misma posición. Acaricié su rostro con dulzura, como amansando a la loba, le comencé a dar besitos en el rostro, detrás de la oreja y en el cuello. Mientras, bajé mis manos hasta sus pechos, se los amasé, pellizqué sus duros pezones y luego de producir un leve dolor se los chupé. Ella se dejaba hacer: le arañé la espalda con delicadeza, produciéndole escalofríos; bajé mis manos hasta su culo, se lo apreté y le di un chirlo. “Hayyy yegüa” se quejó, y agregó “así me gusta” y le di un chirlo en la otra nalga.

Me separé de ella, la empujé suavemente hacia el espaldar dela cama. No quedó acostada, quedó inclinada. Con mis manos recorrí sus largas piernas desde las rodillas hasta su entrepierna, tomé los hilos de la bombacha, ella levantó las piernas y se la quité. Agarré la punta de sus piernas las abrí y las acomodé dejándola en “W”. Me acerqué a su concha húmeda, le pasé la lengua en toda su extensión, finalizando en el clítoris, besé sus muslos y volví al clítoris. En círculos movía mi lengua, lo besaba, así durante un ratito, luego me alejé y con la yema de tres dedos se lo friccioné, para después darle unos golpecitos. Ella me miraba desesperada, entreabría la boca, acariciaba mi cabello, me tomaba de la nuca y me metía la cabeza en su mojada vagina, contorsionaba su cuerpo y gemía. “Dale puta, chupáme la concha, dale” gritó: “dale Gri, sos mi trola, te amo…”, volvió a decirme, mientras se apretaba las tetas.
Desde abajo yo podía ver su rostro, esa loba feroz, ahora era una loba en celo, entregada al placer que yo le estaba dando. Como si fuera mi cuerpo acerqué mis dedos a su concha y se los metí. “ahhhhggg….soy tu putona, haceme lo que quieras” dijo, los encorvé y busqué ese punto rugoso quesobresale en su interior y comencé a rascarlo con la punta de los dedos, sentía como sus músculos me apretaban. Me levanté, acerqué mi cadera a la mano que metía en la concha de mi amiga y la comencé a empujar -mientras con la otra me apoyaba en el respaldo de la cama-, mis nudillos rozaban mi clítoris, generándome placer. La miré a los ojos y le dije “¿así te gusta guacha?”, ella solo movió la cabeza asintiendo, la respiración entrecortada no le permitía responder. “Me encanta que te emputezcas conmigo”, le dije y le di un beso en la boca mientras seguía pajeándola. Pasaron segundos, levantó su cuerpo y acabó con un hermoso esquirt, sus jugos comenzaron a saltar de su concha, cayendo sobre mis tetas y salpicando mi cara. Le mostré mis dedos embadurnados por sus fluidos y las dos comenzamos a chuparlos.

Nuestros cuerpos hervían, estábamos transpiradas, excitadas y aceleradas. Como una gata, ella se levantó y tomó la iniciativa. “Ponéte en cuatro…” la miré y entregada tomé la posición. Comenzó a besarme el cuello y la espalda mientras con su mano de arriba hacia abajo, refregaba suavemente mi clítoris. Con la otra mano me comenzó a pellizcar los pezones: “ahhhhggg…hay así, así haceme, haceme gozar, soy tuya” dije entregada. Los besos en la espalda me dieron escalofríos. La mano que estaba en mi entrepierna ya recorría desde el clítoris hasta la entrada de mi ano, pasando por los labios de mi vagina. Agaché la cabeza y dejé mi culo en pompa como una ofrenda. Ella se movió, se puso atrás mío, pasó su lengua por la puerta de mi ano; un escalofrío recorrió mi espalda, puso una mano en cada cachete y me metió la lengua. “Hay hija de puta, me querés volver loca” le dije, a lo lejos escuché una sonrisa maligna. Así estuvo un ratito y después me ordenó: “Ponete boca arriba” como sumisa no puse objeciones. Al instante ella se sumergió en mi concha, pasó una pierna sobre mi y me dejó a disposición la suya empapada y caliente.
La imagen que reflejaba el espejo del placard no podía ser más excitante: un hermoso 69 de dos mujeres maduras, en la habitación solo se escuchaban gemidos y el olor a sexo invadía el ambiente. Cumplíamos nuestro sueño de estar juntas, de darnos placer, de entregarnos una a otra, esas palabras que nos habíamos escrito: “quiero que seas mi puta” se hacían realidad.

El 69 es una pose hermosa, pero la doble acción de dar y recibir placer es complicada, con los años aprendí que hay que hacer y disfrutar, sin pensar, solo gozar. Puse mis manos en los cachetes de su culo los abrí, su vagina era un lago, me sumergí en él, estirando mi lengua para penetrarlo. Al mismo tiempo con una mano separaba los cachetes dejando su ano a mi disposición, con la otra ensalivé mis dedos y comencé un leve movimiento circular sin penetrarlo. En tanto, en mi entre pierna sentía su lengua y mi concha hervía. Entretenida, no presté atención a ella, de pronto sentí un objeto extraño en mi concha, instintivamente quise cerrar las piernas que las tenía abiertas de par en par como un libro, ella me las sujetó y dijo: “tranquila”; su consolador comenzó a vibrar en mi clítoris y otro juguete se introducía en mi vagina. Yo me detuve y solo gocé, ella se incorporó y comenzó a mover su cadera pasándome la concha por mi boca. Luego tomo otro juguete, lo lubricó y lentamente me lo introdujo en el culo. Todos mis agujeros estaban ocupados, mi goce era extremo. Estiré mis manos y le agarré sus hermosos pechos mientras con furia le chupaba la concha, quería darle el mismo placer que ella me brindaba.
Estaba paralizada de placer, entregada a lo que mi amiga quisiera hacerme. No duré mucho, mi cuerpo se estremeció, mis músculos vaginales se comprimieron, ella sacó los consoladores y mis fluidos comenzaron a brotar de mi vagina mojando la cama.

Cuando creí que todo había terminado mi amiga me desmontó y me dijo: “quiero cogerte con mi concha”, yo aun no me reponía; solo contesté:“haceme lo que quieras”. Juntó nuestras caderas, acercó su concha a la mía y en posición de tijeras, se dispúso a hacernos gozar, antes, tomó un pomo y echó abundante lubricante y lo arrojó en su concha y la mía, de manera sensual lo distribuyó por nuestros cuerpos, el roce de sus manos me hacía vibrar y calentar a la vez. Como una serpiente comenzó a contorsionarse. Nuestros clítoris se rozaban y sentí el mayor placer de mi vida. “Ahí…ahí, así, seguí cogeme” dije. La miré y ella tenía la cabeza hacia atrás, su cara estaba deformada de placer, su pelo largo se pegaba a su cuerpo transpirado, sus tetas se bamboleaban. “Miráme…quiero ver tu carita” dije. Nuestras miradas se clavaron, pudimos ver nuestras almas, nuestros deseos y nuestra excitación, sentía como nuestros corazones palpitaban acelerados al mismo tiempo, lo sentí en nuestras conchas pegadas refregándose. A los gritos me dijo: “te amo amiga”; “yo también te amo” respondí, en el instante que ella tenía un esquirt que bañaba mi abdomen acompañado por un “ahhhhhggggg……..”; mientras caía de espaldas con los ojos en blanco sobre la cama mojada. Yo ya me venía, lo sentía, me separé, me puse de cuclillas sobre ella, la miré a los ojos como pidiendo permiso: “hacelo, lo quiero acá…” me dijo señalando su pecho. Fue la llave de la cerradura de mi placer. Mi vagina hinchada comenzó a derramar mis líquidos sobre sus tetas y su panza escurriéndose hacia su vagina y salpicando su cara. Grité de placer, mientras me frotaba la vagina y caí sobre ella, para empaparme con su sudor y nuestros esquirts.

Extenuadas nos recostamos y nos pusimos de costado, nos abrazamos y nos besamos con pasión y mucho amor. Luego apoyadas en nuestros codos, nos comenzamos a reír de felicidad. El espejo devolvía una imagen hermosa y sexual. Dos mujeres desnudas, transpiradas, con la cabellera revuelta, mojadas con orgasmos, tiradas sobre las sábanas empapadas por susflujos. Yo sentía el aroma de su cuerpo, el palpitar de su corazón, el ritmo de su respiración, el calor de su concha. Las dos estábamos felices, nuestra fantasía se había hecho realidad. Nos emocionamos y como tontas comenzamos a llorar de alegría. Me besó, me acarició el pelo, nos recostamos y nos dormimos abrazadas.
FIN.
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