Hola, como ya saben este es un relato resubido de un usuario que lamentablemente abandonó Poringa pero ojalá algun dia decida regresar, seguimos con la parte 4 de este hermoso relato...
Al rato ya se les había pasado la timidez y me estaban mandando mensajes de vuelta, desde el celu de Thiago.
-Kiara…
-Que
-Vos nos habías prometido un desfile o entendimos mal?
-JAJAJAJAJA hijos de puta, devuelvame mi bombachas
-No era un regalo? Je
-No
-Pero igual tenés más, Thiago te compró. Aparte sos re linda.
Ese mensaje halagador me enterneció y me terminó de ablandar. Pero tenía que aprovechar y sacar algo a cambio.
-Así que ustedes cocinan y lavan los platos hoy?
-Sí, obvio, y los secamos y guardamos jiji
No me quedaban muchas bombachas para desfilarles, tenía una negra puesta, y una blanca todavía en el paquetito. Pasé por el lavadero y agarré la que Thiaguito había acabado, que todavía estaba un poco húmeda del lavado. Me acerqué a la habitación y entré sin golpear. Estaban los dos tirados en la cama.
-¿Que hacen tirados ahí como dos morsas?
-Te esperamos
-Mirá lo que tengo puesto, Thiago
-El pantalón que tenías cuando te conocí!
-Si, como te acordas, eh
Me gustaba como me hacía la cola ese jogging blanco, era suave y finito. Dejaba transparentar la bombachita negra. Y se ve quea Thiago le gustaba mucho también.
-Bueno, sientense al borde de la cama. Pueden ver, pero no tocar. Estamos? Sean nenes buenos.
Se sentaron los dos, quietitos y firmes. Yo me di vuelta y de espaldas a ellos me bajé despacito el pantalón, tomandome mi tiempo para deslizarlo sobre mis nalgas. Me lo saqué y caminé por delante de ellos, primero de frente. Los dos miraban fijo hacia mi bombacha. “Quieren ver más de cerca?” les dije, y se acercaron los dos, por turnos, a pocos centímetros de mi concha, que se notaba bajo la tela negra un poco humedecida. Bauti, más atrevido, acercó un poco más la cara, como queriendo oler. Después quedé de espaldas. Sus caras estaban a pocos centímetros de mi cola.
“Ahora la blanca”, anuncié. Así como estaba, me bajé la bombacha, inclinándome hacia adelante. Ellos tenían una vista privilegiada de mi orto y mi papo. Me puse la bombachita blanca, y la subí hasta calzarla a la perfección. Me di vuelta. “Y traje la verde también, me la pongo?” pregunté. Dijeron que sí al unísono. “Pero te la puedo poner yo?” preguntó con timidez Thiago. Le agarré el cachete y le dije fingiendo escándalo “Así que me la querés PONER, chiquito??”. Los dos se rieron. “Dale, nomás porque se portan re bien. Me la saca Bauti y me la ponés vos. Vos ya sacaste bombacha” le dije. “Viste que era verdad que le saqué la bombacha a Kiara?” le dijo Thiago a Bauti, triunfal.
Me di vuelta, sacando culito. Bauti tenía una cara de felicidad que no daba más. Me la sacó apurado, casi de un tirón, y la olió antes de darsela a Thiago. Thiago me la colocó en los tobillos y la subió con suavidad, haciendo que calzara en mi cuerpo. “Bueno, listo? No tenemos más bombachas” dije. “¿No nos podrías mostrar algo más? Queremos aprender, ver como es una mujer, no es lo mismo que ver videos” dijo Bauti. “Es injusto, tu ginecólogo te puede ver y nosotros que somos tus amigos no” agregó Thiaguito con una sonrisa pícara. Me dio mucha risa la ocurrencia. “Ah, así que quieren jugar al ginecólogo con la tía Ki. Bueno, ahora me van a revisar. Yo me acuesto y ustedes me revisan, pero nada de asustarse con lo que vean eh, van a ver cosas que por ahí no vieron nunca de cerca”. “Que nos vamos a asustar, Kiara, re queremos ver” dijo Bauti.
“Bueno, pero primero, más parejo para todos, se me quedan los dos en boxer”. Thiago se sacó el pantalón y las medias. Bauti se sacó todo menos el boxer, se quedó en cuero. Esos boxers no podían ocultar nada, los pibitos estaban al palo mal. Los hice correr y me acosté en la cama de una plaza, con las piernas abiertas y recogidas, tipo en posición ginecológica. “Así me pongo, doctores?” pregunté. “Así pero sin bombacha” dijo Bauti y los dos rieron. Me la saqué. Los pibitos miraban embobados. Nunca habían tenido una chica así, en concha, con las piernas abiertas. Me daba mucho placer tener dos pibitos así a mi disposición, y estar dándoles el disfrute de sus vidas, lo que las pibitas de su edad les negaban.

“Revisenme de cerca, doctores, revisen tranquilos”. Dudaron unos instantes y después se acercaron, apoyándose en la cama. Yo no los miraba, estaba boca arriba, con los ojos cerrados, disfrutando el saberlos tan cerca de mis piernas abiertas.
Desde donde estaban podían ver mi vagina a la perfección, y no solo ver, les debía llegar el tenue aroma a conchita limpia, totalmente nuevo para ellos. “La voy a tocar un poco, señora” dijo Bauti. Estaban en personaje, siguiendo los roles del juego, pero de una manera muy seria, ya no había risitas. “Lo que usted necesite, doctor, yo sé que es por mi bien” respondí sumisa, y esperé. Por un par de segundos no pasó nada, pero pronto sentí un dedo que me recorría los labios vaginales muy despacito. Me surcó un relámpago de placer. Yo seguía con los ojos cerrados, sin mirarlos. Sus respiraciones se escuchaban aceleradas. Sentí que me abrían la concha suavemente, separandome los labios con dos dedos. “Le voy a introducir algo, señorita”. Introducir algo, jaja, siempre me sorprendía Thiago con las palabras que usaba. “Sí doctor, lo que tenga que hacer”.
Sentí como su dedito se metía delicadamente en mi concha. Sin dificultad, yo estaba bastante mojada. La verdad, yo había cogido pocas veces, y me habían metido dedos pocas veces también. Era una de mis cosas preferidas, de las veces que había chapado era de lo que más me había gustado, cuando las manos del chico se iban para ahí y se metían. Pero nunca me animaba a pedirlo. Y que Thiago me lo estuviera haciendo, que fuera a sacar su dedito mojado, empapado con el aroma de mi concha, me mató de morbo. Lo metió y sacó muy lentamente, como cogiendome con el dedo. Me estaba volviendo loca. Pero yo me mantenía seria y callada. Después le dejó el turno a Bauti, que hizo lo mismo pero un poco más bruto. También me gustó de esa manera, se complementaban bien la delicadeza de uno con la brusquedad del otro. Cuando retiraron sus dedos de mi conchita se hizo un silencio.
“Está todo bien, doctores?” pregunté. “Sí, pero dese vuelta, le tenemos que revisar la cola” dijo Thiago. Este Thiaguito, siempre obsesionado con mi cola. “Sí, como no doctores, así?” dije, poniéndome en cuatro. “Sí, sí, perfecto” dijo muy serio Thiaguito, mientras una mano, no sé de cual de los dos, me abría las nalgas. Sentí también un dedo que pasaba suavemente por el interior de los cachetes, bordeando el ano.

“Ahí doctor, ahí siento como mucho calor” dije yo, bien hija de puta. Y Bauti no se quedó atrás. “Bueno, quédese quieta, va a sentir algo duro, pero es así el procedimiento, se la tiene que aguantar” me dijo. “Ay sí doctor, no hay problema, haga lo que tenga que hacer” dije. Me preparé para sentir la pija dura de alguno de los dos a través de la tela del boxer, pero cuando por fin sentí algo, no era tela, era carnoso. Me quedé quieta igual. Me estaba apoyando la pija desnuda alguno de los pendejos?
El solo pensarlo me puso muy caliente, quería esas pijitas adentro mío ya mismo. Hasta que lo escuché respirar y me di cuenta, era la nariz, me estaban oliendo el orto. Escuché que Bauti le susurraba algo a Thiago y Thiago le decía que sí, me imaginé que estaban turnandose, extasiados con el olor de mi culo. Sentí la segunda nariz muy cerca de mi ano, seguramente la de Thiaguito. A él le iba a dar un trato preferencial, mi chiquito. Levanté la cola y le apoyé el ano en la punta de la nariz. Sentí como intentaba respirarme toda la cola. Incliné la cabeza y por debajo de mis piernas abiertas vi su cuerpo, sí, era Thiago, y tenía la mano izquierda sobre el boxer, como pajeandose a través de la tela. Volví a cerrar los ojos. Ahí sentí otra cosa en la cola, un dedo. El dedito de Thiago. “Señorita, aviseme si le molesta, pero si puede aguante” me dijo. “Sí, si lo hace despacito yo aguanto” le dije.
El dedo empezó a entrar, con algo más de dificultad que con mi cola, pero algo de lubricación había, porque de tan mojada que estaba el flujo se había deslizado hasta mi ano. El dedo empezó a entrar y salir. Un solo chico de los que habían estado conmigo me había metido dedos en la cola, yo me sentaba en su pierna y me lo hacía mientras chapabamos, medio dedo, mientras yo me retorcía encima suyo. Pero ahora Thiago me lo estaba metiendo entero, yo totalmente en cuatro, mi culo regalado a su dedito. Me estaba cogiendo con el dedo, y era muy intensa y placentera la sensación. De pronto Thiago se retiró. Y ahí sí, sentí como la pija dura de uno de los dos se apoyaba contra mi cola. “Ay sí, doctores, eso me hace bien” dije, y empecé a mover la cola rítmicamente, atrapando esa pija, que por tamaño parecía ser la de Bauti.
Yo estaba muy caliente ya a esa altura, y ese frotamiento anal me estaba acercando a acabar. Seguí moviéndome, sintiendo como mi cola se aflojaba y abría a cada embestida, realmente sólo un boxer se inteponía entre mi cola todavía virgen de pene, y una pija adolescente durísima que se moría por penetrarla. Aumenté el ritmo más y más, y empecé a escuchar gemiditos. “Le pongo la crema, señorita” dijo Bauti, agitadísimo, cómicamente serio en su intento de permanecer en personaje. “Sí, sí, la cremita, pongame cremita doctor” gemí yo. “Es una cremita blanca medio líquida” me dijo, como si quisiera dejar en claro que me estaba pidiendo permiso para dejar su semen en mi cola. “Sí doctor, me hace bien eso”. Sentí el ruido de su boxer al bajarse de un tirón. Con una mano me abrió una de las nalgas, y me tiró toda la leche en mi culo abierto.
Oleada tras oleada de semen, de esas primeras eyaculaciones que son tan abundantes. Se sentía el placer en su respiración.



Y yo casi exploto de morbo, al sentir su placer y todo su esperma juvenil en mi cola. No sabía si eran los dos, me dio mucho placer la sola idea de que estuvieran los dos amigos acabando juntos frente a mi cola abierta, mezclando sus leches entre mis nalgas tan deseadas. Me di vuelta, sin pensar en que con mi cola toda acabada le iba a manchar la cama a Thiaguito con semen de su amigo y quizá también suyo. Thiago estaba parado, con la pija durísima, mirando. No había acabado. “Vení” le dije. Se acercó. Lo hice montarme en posición de misionero, y comenzar a hacer los movimientos de cogerme, pero con el boxer puesto, yo en concha.
Quería acabar, y para eso me venía muy bien que Thiago se frotara contra mí. Pero además quería darle el gusto, y quería que su amiguito viera, darle una caricia al ego de Thiago, el más tímido de los dos, que su amigo lo viera pseudo cogerse y hacer acabar a una mina más grande. Thiago iba aumentando el ritmo, yo lo guiaba con una mano apoyada en su colita, que era blanquita y suave. Cuando me di cuenta por su respiración, por la tensión de sus músculos, que ya estaba cerca de acabar, se lo pregunté al oído. “Terminamos los dos?”. No me pudo ni responder, pero me di cuenta de que la respuesta era afirmativa. Entonces le bajé el boxer, lo hice apoyar su pija en mi clítoris, y seguir haciendo el movimiento de coger pero sin metérmela. Su pijita, suave y dura, yendo y viniendo, fue el último estímulo que necesitaba. Le agarré fuerte las nalguitas, clavandole las uñas, y empecé a acabar, mientras él gemía y su pija empezaba a largar chorros de lechita sobre mi pubis, mi panza, alguno hasta llegó hasta mis tetas.
Mientras acababa vi que Bauti nos miraba con suma atención, muy excitado. Thiaguito quedó rendido sobre mi cuerpo, posado sobre su propio semen, mis uñas marcadas en su cola. “Vení” le dije a Bauti, que se acostó en el espacio que quedaba, y quedamos los tres abrazados un rato, amontonados ahí. Me dio ternura verlos a ellos, casi desnuditos, uno al lado del otro. Seguramente estaban felices de estar con una chica más grande, totalmente desnuda, y enlechada por ellos.
Después de unos minutos me levanté, me puse una de las bombachas, así nomás sobre la leche, y les dije “me voy a bañar. Limpien acá, además de cocinar y lavar”. Me di vuelta. Me estaba yendo, con la seguridad de que los dos pibitos me miraban la cola. “Ki” me dijo Thiago”. “¿Qué?”. “¿Vemos una peli esta noche?”. “Sí, me encanta el plan” dije, me fui a bañar y obviamente me hice una paja en la ducha, pensando en que todavía quedaban emociones fuertes en ese día.

Continuará...
Si les gustó haganmelo saber con puntos y comentarios.
Al rato ya se les había pasado la timidez y me estaban mandando mensajes de vuelta, desde el celu de Thiago.
-Kiara…
-Que
-Vos nos habías prometido un desfile o entendimos mal?
-JAJAJAJAJA hijos de puta, devuelvame mi bombachas
-No era un regalo? Je
-No
-Pero igual tenés más, Thiago te compró. Aparte sos re linda.
Ese mensaje halagador me enterneció y me terminó de ablandar. Pero tenía que aprovechar y sacar algo a cambio.
-Así que ustedes cocinan y lavan los platos hoy?
-Sí, obvio, y los secamos y guardamos jiji
No me quedaban muchas bombachas para desfilarles, tenía una negra puesta, y una blanca todavía en el paquetito. Pasé por el lavadero y agarré la que Thiaguito había acabado, que todavía estaba un poco húmeda del lavado. Me acerqué a la habitación y entré sin golpear. Estaban los dos tirados en la cama.
-¿Que hacen tirados ahí como dos morsas?
-Te esperamos
-Mirá lo que tengo puesto, Thiago
-El pantalón que tenías cuando te conocí!
-Si, como te acordas, eh
Me gustaba como me hacía la cola ese jogging blanco, era suave y finito. Dejaba transparentar la bombachita negra. Y se ve quea Thiago le gustaba mucho también.
-Bueno, sientense al borde de la cama. Pueden ver, pero no tocar. Estamos? Sean nenes buenos.
Se sentaron los dos, quietitos y firmes. Yo me di vuelta y de espaldas a ellos me bajé despacito el pantalón, tomandome mi tiempo para deslizarlo sobre mis nalgas. Me lo saqué y caminé por delante de ellos, primero de frente. Los dos miraban fijo hacia mi bombacha. “Quieren ver más de cerca?” les dije, y se acercaron los dos, por turnos, a pocos centímetros de mi concha, que se notaba bajo la tela negra un poco humedecida. Bauti, más atrevido, acercó un poco más la cara, como queriendo oler. Después quedé de espaldas. Sus caras estaban a pocos centímetros de mi cola.
“Ahora la blanca”, anuncié. Así como estaba, me bajé la bombacha, inclinándome hacia adelante. Ellos tenían una vista privilegiada de mi orto y mi papo. Me puse la bombachita blanca, y la subí hasta calzarla a la perfección. Me di vuelta. “Y traje la verde también, me la pongo?” pregunté. Dijeron que sí al unísono. “Pero te la puedo poner yo?” preguntó con timidez Thiago. Le agarré el cachete y le dije fingiendo escándalo “Así que me la querés PONER, chiquito??”. Los dos se rieron. “Dale, nomás porque se portan re bien. Me la saca Bauti y me la ponés vos. Vos ya sacaste bombacha” le dije. “Viste que era verdad que le saqué la bombacha a Kiara?” le dijo Thiago a Bauti, triunfal.
Me di vuelta, sacando culito. Bauti tenía una cara de felicidad que no daba más. Me la sacó apurado, casi de un tirón, y la olió antes de darsela a Thiago. Thiago me la colocó en los tobillos y la subió con suavidad, haciendo que calzara en mi cuerpo. “Bueno, listo? No tenemos más bombachas” dije. “¿No nos podrías mostrar algo más? Queremos aprender, ver como es una mujer, no es lo mismo que ver videos” dijo Bauti. “Es injusto, tu ginecólogo te puede ver y nosotros que somos tus amigos no” agregó Thiaguito con una sonrisa pícara. Me dio mucha risa la ocurrencia. “Ah, así que quieren jugar al ginecólogo con la tía Ki. Bueno, ahora me van a revisar. Yo me acuesto y ustedes me revisan, pero nada de asustarse con lo que vean eh, van a ver cosas que por ahí no vieron nunca de cerca”. “Que nos vamos a asustar, Kiara, re queremos ver” dijo Bauti.
“Bueno, pero primero, más parejo para todos, se me quedan los dos en boxer”. Thiago se sacó el pantalón y las medias. Bauti se sacó todo menos el boxer, se quedó en cuero. Esos boxers no podían ocultar nada, los pibitos estaban al palo mal. Los hice correr y me acosté en la cama de una plaza, con las piernas abiertas y recogidas, tipo en posición ginecológica. “Así me pongo, doctores?” pregunté. “Así pero sin bombacha” dijo Bauti y los dos rieron. Me la saqué. Los pibitos miraban embobados. Nunca habían tenido una chica así, en concha, con las piernas abiertas. Me daba mucho placer tener dos pibitos así a mi disposición, y estar dándoles el disfrute de sus vidas, lo que las pibitas de su edad les negaban.

“Revisenme de cerca, doctores, revisen tranquilos”. Dudaron unos instantes y después se acercaron, apoyándose en la cama. Yo no los miraba, estaba boca arriba, con los ojos cerrados, disfrutando el saberlos tan cerca de mis piernas abiertas.
Desde donde estaban podían ver mi vagina a la perfección, y no solo ver, les debía llegar el tenue aroma a conchita limpia, totalmente nuevo para ellos. “La voy a tocar un poco, señora” dijo Bauti. Estaban en personaje, siguiendo los roles del juego, pero de una manera muy seria, ya no había risitas. “Lo que usted necesite, doctor, yo sé que es por mi bien” respondí sumisa, y esperé. Por un par de segundos no pasó nada, pero pronto sentí un dedo que me recorría los labios vaginales muy despacito. Me surcó un relámpago de placer. Yo seguía con los ojos cerrados, sin mirarlos. Sus respiraciones se escuchaban aceleradas. Sentí que me abrían la concha suavemente, separandome los labios con dos dedos. “Le voy a introducir algo, señorita”. Introducir algo, jaja, siempre me sorprendía Thiago con las palabras que usaba. “Sí doctor, lo que tenga que hacer”.
Sentí como su dedito se metía delicadamente en mi concha. Sin dificultad, yo estaba bastante mojada. La verdad, yo había cogido pocas veces, y me habían metido dedos pocas veces también. Era una de mis cosas preferidas, de las veces que había chapado era de lo que más me había gustado, cuando las manos del chico se iban para ahí y se metían. Pero nunca me animaba a pedirlo. Y que Thiago me lo estuviera haciendo, que fuera a sacar su dedito mojado, empapado con el aroma de mi concha, me mató de morbo. Lo metió y sacó muy lentamente, como cogiendome con el dedo. Me estaba volviendo loca. Pero yo me mantenía seria y callada. Después le dejó el turno a Bauti, que hizo lo mismo pero un poco más bruto. También me gustó de esa manera, se complementaban bien la delicadeza de uno con la brusquedad del otro. Cuando retiraron sus dedos de mi conchita se hizo un silencio.
“Está todo bien, doctores?” pregunté. “Sí, pero dese vuelta, le tenemos que revisar la cola” dijo Thiago. Este Thiaguito, siempre obsesionado con mi cola. “Sí, como no doctores, así?” dije, poniéndome en cuatro. “Sí, sí, perfecto” dijo muy serio Thiaguito, mientras una mano, no sé de cual de los dos, me abría las nalgas. Sentí también un dedo que pasaba suavemente por el interior de los cachetes, bordeando el ano.

“Ahí doctor, ahí siento como mucho calor” dije yo, bien hija de puta. Y Bauti no se quedó atrás. “Bueno, quédese quieta, va a sentir algo duro, pero es así el procedimiento, se la tiene que aguantar” me dijo. “Ay sí doctor, no hay problema, haga lo que tenga que hacer” dije. Me preparé para sentir la pija dura de alguno de los dos a través de la tela del boxer, pero cuando por fin sentí algo, no era tela, era carnoso. Me quedé quieta igual. Me estaba apoyando la pija desnuda alguno de los pendejos?
El solo pensarlo me puso muy caliente, quería esas pijitas adentro mío ya mismo. Hasta que lo escuché respirar y me di cuenta, era la nariz, me estaban oliendo el orto. Escuché que Bauti le susurraba algo a Thiago y Thiago le decía que sí, me imaginé que estaban turnandose, extasiados con el olor de mi culo. Sentí la segunda nariz muy cerca de mi ano, seguramente la de Thiaguito. A él le iba a dar un trato preferencial, mi chiquito. Levanté la cola y le apoyé el ano en la punta de la nariz. Sentí como intentaba respirarme toda la cola. Incliné la cabeza y por debajo de mis piernas abiertas vi su cuerpo, sí, era Thiago, y tenía la mano izquierda sobre el boxer, como pajeandose a través de la tela. Volví a cerrar los ojos. Ahí sentí otra cosa en la cola, un dedo. El dedito de Thiago. “Señorita, aviseme si le molesta, pero si puede aguante” me dijo. “Sí, si lo hace despacito yo aguanto” le dije.
El dedo empezó a entrar, con algo más de dificultad que con mi cola, pero algo de lubricación había, porque de tan mojada que estaba el flujo se había deslizado hasta mi ano. El dedo empezó a entrar y salir. Un solo chico de los que habían estado conmigo me había metido dedos en la cola, yo me sentaba en su pierna y me lo hacía mientras chapabamos, medio dedo, mientras yo me retorcía encima suyo. Pero ahora Thiago me lo estaba metiendo entero, yo totalmente en cuatro, mi culo regalado a su dedito. Me estaba cogiendo con el dedo, y era muy intensa y placentera la sensación. De pronto Thiago se retiró. Y ahí sí, sentí como la pija dura de uno de los dos se apoyaba contra mi cola. “Ay sí, doctores, eso me hace bien” dije, y empecé a mover la cola rítmicamente, atrapando esa pija, que por tamaño parecía ser la de Bauti.
Yo estaba muy caliente ya a esa altura, y ese frotamiento anal me estaba acercando a acabar. Seguí moviéndome, sintiendo como mi cola se aflojaba y abría a cada embestida, realmente sólo un boxer se inteponía entre mi cola todavía virgen de pene, y una pija adolescente durísima que se moría por penetrarla. Aumenté el ritmo más y más, y empecé a escuchar gemiditos. “Le pongo la crema, señorita” dijo Bauti, agitadísimo, cómicamente serio en su intento de permanecer en personaje. “Sí, sí, la cremita, pongame cremita doctor” gemí yo. “Es una cremita blanca medio líquida” me dijo, como si quisiera dejar en claro que me estaba pidiendo permiso para dejar su semen en mi cola. “Sí doctor, me hace bien eso”. Sentí el ruido de su boxer al bajarse de un tirón. Con una mano me abrió una de las nalgas, y me tiró toda la leche en mi culo abierto.
Oleada tras oleada de semen, de esas primeras eyaculaciones que son tan abundantes. Se sentía el placer en su respiración.



Y yo casi exploto de morbo, al sentir su placer y todo su esperma juvenil en mi cola. No sabía si eran los dos, me dio mucho placer la sola idea de que estuvieran los dos amigos acabando juntos frente a mi cola abierta, mezclando sus leches entre mis nalgas tan deseadas. Me di vuelta, sin pensar en que con mi cola toda acabada le iba a manchar la cama a Thiaguito con semen de su amigo y quizá también suyo. Thiago estaba parado, con la pija durísima, mirando. No había acabado. “Vení” le dije. Se acercó. Lo hice montarme en posición de misionero, y comenzar a hacer los movimientos de cogerme, pero con el boxer puesto, yo en concha.
Quería acabar, y para eso me venía muy bien que Thiago se frotara contra mí. Pero además quería darle el gusto, y quería que su amiguito viera, darle una caricia al ego de Thiago, el más tímido de los dos, que su amigo lo viera pseudo cogerse y hacer acabar a una mina más grande. Thiago iba aumentando el ritmo, yo lo guiaba con una mano apoyada en su colita, que era blanquita y suave. Cuando me di cuenta por su respiración, por la tensión de sus músculos, que ya estaba cerca de acabar, se lo pregunté al oído. “Terminamos los dos?”. No me pudo ni responder, pero me di cuenta de que la respuesta era afirmativa. Entonces le bajé el boxer, lo hice apoyar su pija en mi clítoris, y seguir haciendo el movimiento de coger pero sin metérmela. Su pijita, suave y dura, yendo y viniendo, fue el último estímulo que necesitaba. Le agarré fuerte las nalguitas, clavandole las uñas, y empecé a acabar, mientras él gemía y su pija empezaba a largar chorros de lechita sobre mi pubis, mi panza, alguno hasta llegó hasta mis tetas.
Mientras acababa vi que Bauti nos miraba con suma atención, muy excitado. Thiaguito quedó rendido sobre mi cuerpo, posado sobre su propio semen, mis uñas marcadas en su cola. “Vení” le dije a Bauti, que se acostó en el espacio que quedaba, y quedamos los tres abrazados un rato, amontonados ahí. Me dio ternura verlos a ellos, casi desnuditos, uno al lado del otro. Seguramente estaban felices de estar con una chica más grande, totalmente desnuda, y enlechada por ellos.
Después de unos minutos me levanté, me puse una de las bombachas, así nomás sobre la leche, y les dije “me voy a bañar. Limpien acá, además de cocinar y lavar”. Me di vuelta. Me estaba yendo, con la seguridad de que los dos pibitos me miraban la cola. “Ki” me dijo Thiago”. “¿Qué?”. “¿Vemos una peli esta noche?”. “Sí, me encanta el plan” dije, me fui a bañar y obviamente me hice una paja en la ducha, pensando en que todavía quedaban emociones fuertes en ese día.

Continuará...
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