El sol ya se había ocultado cuando Lucas tomó la mano de Agos y la guió fuera del parque, su agarre firme pero suave, como si supiera que ella no necesitaba más que un leve empujón para seguirlo. La noche de mayo envolvía la ciudad, y el aire parecía cargado de promesas tácitas. Caminaron en silencio por calles adoquinadas, el sonido de sus pasos mezclándose con el murmullo lejano de la vida nocturna. Agos sentía su corazón latir con fuerza, una mezcla de anticipación y nervios que le recorría la piel como una corriente eléctrica. Sabía a dónde la llevaba, y aunque una parte de ella gritaba que debía detenerse, otra, más profunda y salvaje, la empujaba hacia adelante.
Llegaron a un edificio modesto pero acogedor, con una fachada de ladrillos desgastados y una escalera de madera que crujía bajo sus pies. El departamento de Lucas estaba en el tercer piso, y al abrir la puerta, Agos fue recibida por un espacio lleno de vida: paredes cubiertas de fotos en blanco y negro, un sofá desordenado con cojines de colores, y una mesa de madera repleta de equipos fotográficos. El aroma a café y madera vieja llenaba el aire, y una lámpara de pie proyectaba una luz cálida que danzaba sobre las paredes.
—No es mucho, pero es mío —dijo Lucas con una sonrisa torcida, dejando su cámara sobre la mesa.
Agos se adentró en el espacio, dejando que su mochila cayera al suelo con un golpe suave. Se giró hacia él, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y deseo. —No vine por el decorado —respondió, su voz baja y cargada de intención.
Lucas se acercó, y en un instante, el espacio entre ellos desapareció. Sus labios se encontraron de nuevo, esta vez con una urgencia que no había estado allí en el parque. El beso fue profundo, hambriento, y Agos sintió cómo las manos de él se deslizaban por su cintura, apretándola contra su cuerpo. Ella respondió con igual intensidad, sus dedos enredándose en el cabello de Lucas mientras lo atraía más cerca. El cuero de sus shorts rozaba la piel de él, y el calor de sus cuerpos parecía encender el aire a su alrededor.

Sin romper el contacto, Lucas la guió hacia el sofá. Se dejaron caer sobre los cojines, y Agos sintió el peso de él sobre ella, firme pero cuidadoso. Sus manos exploraron con audacia, deslizándose bajo el top de tirantes para encontrar la piel suave de su abdomen. Ella arqueó la espalda, invitándolo a seguir, y un gemido bajo escapó de sus labios cuando los dedos de Lucas rozaron la curva de sus pechos. Él se detuvo un momento, mirándola con ojos oscuros llenos de deseo, y ella asintió, dándole permiso con una mirada que lo encendió aún más.
Con un movimiento fluido, Lucas le quitó el top, dejando al descubierto su piel bronceada y los contornos de su cuerpo. Agos se incorporó ligeramente, ayudándolo a deshacerse de su propia camiseta, revelando un torso definido que ella recorrió con las yemas de los dedos, trazando las líneas de sus músculos. Se besaron de nuevo, esta vez con las manos explorando sin restricciones. Ella desabrochó los jeans de él, deslizándolos hacia abajo mientras él hacía lo mismo con los shorts de cuero, dejándola solo con una fina capa de encaje que apenas cubría su intimidad.

Lucas la admiró por un instante, su respiración entrecortada mientras sus manos recorrían sus muslos, subiendo lentamente hasta detenerse en las caderas. Agos lo atrajo hacia ella, sus piernas enredándose en las de él mientras lo besaba con una pasión que parecía consumirla. Él respondió, su boca descendiendo por su cuello, dejando un rastro de besos húmedos que la hicieron temblar. Cuando llegó a sus pechos, los tomó con las manos, su lengua trazando círculos que arrancaron un gemido más fuerte de Agos. Ella arqueó la espalda aún más, ofreciéndose a él, y él aceptó con gusto, succionando y mordisqueando suavemente hasta que ella sintió un calor intenso extenderse por su cuerpo.
Sus manos buscaron la erección de Lucas a través de la tela de su ropa interior, y él gruñó de placer al sentir su toque. Con un movimiento rápido, ella se deshizo de la última barrera entre ellos, dejando que su miembro duro quedara expuesto. Lo acarició con manos expertas, disfrutando de la forma en que él cerraba los ojos y dejaba escapar un suspiro entrecortado. Lucas, a su vez, deslizó los dedos bajo el encaje de las bragas de Agos, encontrándola húmeda y lista. Sus dedos se movieron con precisión, explorando su interior mientras ella se movía contra su mano, gimiendo su nombre en voz baja.
—No es la primera vez que hago esto —confesó Agos de repente, su voz entrecortada por el placer. Lo miró a los ojos, buscando una reacción. —.
Lucas se detuvo un momento, sus dedos aún dentro de ella, y la miró con una mezcla de sorpresa y fascinación. —No me importa —dijo finalmente, su voz ronca. —Solo quiero que estés aquí conmigo ahora.
Eso fue todo lo que necesitó para continuar. La levantó ligeramente, quitándole las bragas por completo antes de posicionarse entre sus piernas. Agos lo recibió con un movimiento de caderas, guiándolo hacia ella. Cuando entró, ambos jadearon al unísono. La sensación era intensa, cálida y abrumadora. Lucas comenzó a moverse lentamente al principio, cada embestida profunda y deliberada, mientras Agos clavaba las uñas en sus hombros, sus gemidos llenando el espacio. Sus cuerpos encajaban perfectamente, el ritmo aumentando con cada segundo.

Ella lo rodeó con las piernas, atrayéndolo más profundo, y él respondió acelerando el paso. El sonido de su piel chocando, mezclado con sus respiraciones agitadas, creó una sinfonía erótica que resonaba en el departamento. Agos sintió cómo el placer la invadía, una ola que crecía con cada movimiento de Lucas. Él inclinó la cabeza para besarla de nuevo, sus lenguas entrelazándose mientras sus cuerpos se movían en perfecta sincronía. Sus manos encontraron los pechos de ella otra vez, masajeándolos mientras la penetraba con fuerza, llevándola al borde.
—Más —susurró Agos, su voz casi un ruego, y Lucas obedeció, aumentando la intensidad hasta que ella sintió que el mundo se desvanecía. El orgasmo la golpeó como un relámpago, un grito escapando de su garganta mientras su cuerpo se tensaba y temblaba bajo él. Lucas la siguió poco después, un gruñido profundo escapando de su pecho mientras se dejaba ir dentro de ella, sus movimientos volviéndose erráticos antes de colapsar sobre su cuerpo sudoroso.

Permanecieron así por un momento, respirando entrecortadamente, sus cuerpos aún entrelazados. Agos pasó los dedos por el cabello de Lucas, una sonrisa satisfecha en sus labios. —Eres bueno en esto —dijo, su tono juguetón pero sincero.
Él rio, levantándose ligeramente para mirarla. —Tú también. Y creo que esto apenas comienza.
Agos sabía que tenía razón. Esta noche no era un accidente, ni una excepción. Era una elección, una que había tomado antes y que ahora, con Lucas, parecía más natural que nunca. Mientras yacía allí, con el cuerpo aún vibrando de placer, se preguntó cuánto tiempo podría seguir viviendo esta doble vida antes de que las consecuencias la alcanzaran.
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