Pedro, incapaz de sacarse de la cabeza la imagen de Camí con la nueva ropa interior, decidió satisfacer su curiosidad. Al ver a su hermana, le preguntó si todo estaba bien y si tenía algo que decirle. Camí, con una voz sorprendentemente sensual y pícara, respondió:
"Pues hermanito, hay cosas nuevas que no sé para quién las voy a usar," dijo, riendo con una risa que a Pedro le pareció extremadamente provocativa.
Pasaron los días, y Pedro comenzó a notar que la ropa interior más atrevida no aparecía en la cuerda para secarse. Intrigado, le preguntó a Camí:
"Hermanita, no has usado toda la ropa que te compré."
Camí lo miró con una sonrisa maliciosa y respondió:
"Creo que la transparente no se me ve bien, ja, ja. Si no fueras mi hermano, te mostraría."
Pedro, sintiendo una mezcla de excitación y nerviosismo, respondió:
"Pues hermanita, si tú quieres, te doy un vistazo y te digo."
Camí, con una voz aún más sexy y pícara, le preguntó:
"¿Serías capaz de ver a tu hermana en ese tipo de ropa?"
"Por ayudarte, ¿por qué no?" respondió Pedro, tratando de ocultar su expectativa.
Camí, con una sonrisa cómplice, se dirigió a su habitación y regresó unos minutos después con una bata puesta. Se acercó al lago, donde Pedro la esperaba con el corazón latiendo fuertemente. Al llegar a su lado, se quitó la bata, revelando el conjunto de ropa interior transparente. Pedro quedó sin aliento. Las tetas de Camí casi se salían del brasier, y la tanga, extremadamente pequeña, resaltaba su cuerpo voluptuoso.
"Hermana, te queda perfecto," dijo Pedro, tratando de mantener la compostura.
Camí, con una voz insegura pero excitante, respondió:
"Mira, hermanito, ¿cómo se me ve abajo? Todo se ve raro, no me gusta. Y si me meto al agua, se me van a ver todos los pelitos."
Pedro, imaginando la escena, respondió:
"Es el problema, pues depílate, ja, ja."
Camí, riendo nerviosamente, respondió:
"Nunca lo he hecho."
Pedro, viendo una oportunidad, dijo:
"Te ayudo con eso."
"Pues hermanito, hay cosas nuevas que no sé para quién las voy a usar," dijo, riendo con una risa que a Pedro le pareció extremadamente provocativa.
Pasaron los días, y Pedro comenzó a notar que la ropa interior más atrevida no aparecía en la cuerda para secarse. Intrigado, le preguntó a Camí:
"Hermanita, no has usado toda la ropa que te compré."
Camí lo miró con una sonrisa maliciosa y respondió:
"Creo que la transparente no se me ve bien, ja, ja. Si no fueras mi hermano, te mostraría."
Pedro, sintiendo una mezcla de excitación y nerviosismo, respondió:
"Pues hermanita, si tú quieres, te doy un vistazo y te digo."
Camí, con una voz aún más sexy y pícara, le preguntó:
"¿Serías capaz de ver a tu hermana en ese tipo de ropa?"
"Por ayudarte, ¿por qué no?" respondió Pedro, tratando de ocultar su expectativa.
Camí, con una sonrisa cómplice, se dirigió a su habitación y regresó unos minutos después con una bata puesta. Se acercó al lago, donde Pedro la esperaba con el corazón latiendo fuertemente. Al llegar a su lado, se quitó la bata, revelando el conjunto de ropa interior transparente. Pedro quedó sin aliento. Las tetas de Camí casi se salían del brasier, y la tanga, extremadamente pequeña, resaltaba su cuerpo voluptuoso.
"Hermana, te queda perfecto," dijo Pedro, tratando de mantener la compostura.
Camí, con una voz insegura pero excitante, respondió:
"Mira, hermanito, ¿cómo se me ve abajo? Todo se ve raro, no me gusta. Y si me meto al agua, se me van a ver todos los pelitos."
Pedro, imaginando la escena, respondió:
"Es el problema, pues depílate, ja, ja."
Camí, riendo nerviosamente, respondió:
"Nunca lo he hecho."
Pedro, viendo una oportunidad, dijo:
"Te ayudo con eso."
1 comentarios - Hermanos de la tranquilidad a la lujuria capitulo 3