Me desperté sintiendo una caricias. Los primeros segundos no recordaba donde estaba, pero esas caricias me estaban gustando. Cuando sentí algo como un tubo de carne apoyándome recordé donde estaba. Sonreí, todavía sin abrir los ojos. Estaba de cucharita y Matu estaba atrás mío, sus manos iban de mis muslos a mi cintura, su pecho estaba pegado a mi espalda. Me empezó a besar el cuello y se me empezaron a escapar los primeros suspiros del día. Abrí los ojos y vi que era temprano, aunque no sabía la hora parecía estar recién amaneciendo. Matu se pegó más a mi y pude sentir que tenía la pija dura.
- Yo: Buen día...
- Matu: Buen día, lindo.
Matu me siguió besando el cuello y después me empezó a morder suavemente la oreja. Yo tiré la cola más para atrás. Sentía su verga bien dura y me mordí el labio. Recordé todas las escenas de la noche anterior y me calenté instantáneamente. Llevé una mano hacia atrás y empecé a acariciársela. Por lo visto se había despertado bien al palo. Empecé a acariciarle las bolas y el tronco mientras me seguía besando.
- Yo: La tenés re dura.
- Matu: Vos también me parece... - era verdad, también tenía la pija re dura.
- Yo: Si, pero la tuya es re grande.
- Matu: Jaja ¿y la tuya no?
- Yo: Jaja no, yo la tengo chiquita, la tuya es una re pija...
Matu me levantó un poco una nalga y acomodó su pija frente a mi ano. Me recorrió un escalofrío, se me escapó un gemido bajito al contacto.
- Matu: ¿Te gusta mi pija?
- Yo: ¡Siii! Me re gusta, es larga y ancha...
- Matu: ¿Y la tuya?
- Yo: ¿La mía? No es nada a comparación... - me movía de adelante para atrás para que su pija choque con mi ano.
Sentía que mientras más le halagaba su pija y más decía la verdad sobre la mía, más le gustaba. Él me seguía acariciando, a mi me encantaba.
- Matu: Tengo ganas de cogerte.
- Yo: Si, dale. - Matu se rió.
- Matu: Si sabía que te gustaba tanto la pija te buscaba mucho antes.
- Yo: Bueno, ahora ya sabés.
Matu se levantó un poco por sobre mí y me besó fuerte. Estiró un brazo para agarrar los forros y el lubricante de la mesita de luz mientras me seguía apoyando. Se volvió a poner detrás mío y me indicó que levantara mis rodillas. Con sus dedos me puso lubricante, unos segundos después sentí como su pija me puerteaba, esta vez mucho mas resbalosa. Me dijo que levantara mi nalga con la mano mientras él empujaba. De golpe entró la cabeza. Gemí, creo que esta vez fue la única que dolió un poquito, quizás porque no me puso el consolador o porque mi cola ya tenía bastante uso en pocas horas. Metió un poco más, la volvió a sacar y se volvió a tirar lubricante. Me fue cogiendo de a poquito y yo volví a disfrutar de sentir mi cola penetrada por su poronga. Volvía a gemir lento con sus embestidas lentas, cada vez que me la metía se me iba el aire. Volvió a parar para ponerse lubricante y fue mas profundo, acelerando el ritmo de a poco. Cuando me quise dar cuenta su pelvis chocó contra mis nalgas retumbando fuerte, el único sonido de la pieza que no salía de mi.
- Matu: Ya la tenés toda adentro, putito. ¿Te gusta?
- Yo: Ahh... siiii.
Me empezó a besar el cuello y la oreja mientras me cogía un poquito más rápido. Yo no paraba de gemir. Mis ojos daban a la ventana abierta de la calle, con el sol que apenas entraba. No se escuchaba ningún ruido de nada, ni autos ni gente. Pensé en si se escucharían mis gemidos desde la calle. Quizás alguien que pasaba podía pensar que se estaban cogiendo a una mina, porque mis gemidos me salían muy femeninos, y en realidad no sabían que le estaban llenando la cola de pija a un nene adolescente muy putito. Me daba mucho morbo todo, que alguien me escuchara, estar en la cama con alguien más grande, que tenga tantas ganas de cogerme, el bancarme su chota gorda y larga, el ser tan trola y que nadie lo supiera. Estaba explotando de calentura de nuevo sintiendo esa pija llegar al fondo. La penetración ya era rápida y fácil, Matu entraba y salía de mí como quería. Me estuvo dando un rato hasta que me la metió y se quedó pegado a mi, respirando agitado en mi oreja, mientras me acariciaba piernas, nalgas y cintura.
- Matu: ¿Tenés ganas de ir arriba?
- Yo: Si, dale.
Me la sacó lentamente y se acostó boca arriba. Lo notaba cansado, se había movido todas las veces él, tenía ganas de recompensarlo. Me puse encima suyo y quise guiar su pija a mi cola, pero no me salía. Él se sostuvo la pija y yo fui bajando, y ahí me entró como un guante. Llegué hasta la mitad de su pija y me mordí el labio. Me sentía lleno y todavía faltaba más. Me empecé a mover de arriba a abajo. Matu me miraba con una cara de deseo que me volvía loca. Sentía hasta las venas de su pija, sentía como me ensanchaba el orto. La pija de este macho me estaba dejando bien abierto. Tomé confianza y fui bajando, metiéndomela más hasta tenerla toda adentro. Cuando sentí el choque con su cuerpo frené y se me escapó un gemido gigante. Me quedé ahí, apreciando el momento, sintiendo su pija con mi cola. Me movía poquito, apenas me levantaba para sentirme llena otra vez. Pasé una mano hacia atrás para tocarle los huevos y sentir como enseguida aparecían mis nalgas. Apenas podía creer lo que estaba viviendo.
- Yo: Ay, dios... no lo puedo creer...
- Matu: ¿Qué cosa?
- Yo: Ahh... estar sentado en tu pija.
Matu me agarró de la mano y me inclinó sobre su cuerpo. Nos empezamos a besar y me fui moviendo lentamente. Tenía sus dos manos en mi cola, alternando entre agarrarme las nalgas y acariciarlas. Me volví a erguir para moverme con un poco más de velocidad. Le quería dar a él también parte de lo que me dió, quería darle velocidad. Estaba en eso cuando escuché las llaves en el departamento. Me la mandé hasta el fondo y me quedé quieto, evitando emitir sonido.
- Yo: Llegó tu amigo.
- Matu: Si.
- Yo: No va a entrar de nuevo, ¿no?
- Matu: Jaja no, despreocupate.
Matu me dio un chirlo que me agarró desprevenido.
- Yo: ¡Shh! No hagamos ruido.
- Matu: No pasa nada.
Me dio otro chirlo, pero como me gustó no me quejé. Me empecé a mover de nuevo, más rápido. Cada tanto recibía un chirlo de Matu que me hacía largar un gemido pero lo hacía bajito, no quería yo ser tan obvio. Pero me costaba mucho controlarme. Quise bajar un poco el ritmo y me acordé lo que me hizo Matu que me encantó, y me saqué casi toda su pija de la cola, solo me movía sobre su cabeza, y después me sentaba para enterrármela toda. Dios mío, sí que se sentía bien. Hice eso un par de veces y ya después me la mandaba toda, moviéndome de arriba a abajo, de la cabeza de su chota hasta quedar pegado a sus huevos. Me sentaba con fuerza y el impacto de su pija repecutía en todo mi cuerpo, lo sentía desde mi cola hasta los ojos, haciéndome temblar de placer. Estuve así hasta que me cansé. Respiré profundo, moviéndome lento con mis últimas fuerzas.
- Matu: Uff pendejo, me volvés loco.
Matu me agarró, me abrazó a su cuerpo, y empezó él a mover su pelvis para arriba, bien fuerte y rápido. Los choques de sus huevos contra mi cola eran un escándalo, apenas tapado por mis gemidos, que ahora no podía evitar. Me estaba dando más fuerte que nunca, me estaba rompiendo el orto. Tras un minuto de violencia pasó a bajar un poquito el ritmo, todavía dándome fuerte, todavía con mis nalgas sonando en su habitación.
- Yo: ¡Aah! Mmm... Me estas re cogien-doo. - le pude decir cuando recuperé la capacidad de hilar palabras.
- Matu: Si, ¿te gusta, putito? ¿Te gusta mi pija en tu cola?
Apenas le podía responder entre susurros que sí, que me encantaba, porque volvió a cogerme con todo, y dándome algún chirlo cuando bajaba un poco el ritmo.
- Yo: Estamos haciendo mucho ruido. - le dije al oído. - Nos va a escuchar tu amigo.
- Matu: Mejor. Que escuche como te garcho.
Se frenó y me empezó a besar como loco. Me sentía rendido ante él, sus brazos fuertes agarrándome, su pija gorda clavándose con furia en mi ano, su lengua que le ganaba en fuerza a la mía. Todo en él era mas fuerte que yo y más masculino que yo. Me encantaba la sensación de complacer así a un hombre, que un macho así se vuelva loco conmigo y con mi cola. Por eso no me negué cuando me dijo que me levante. Pensé que iba a querer que se la chupe para acabar pero nos levantamos de la cama (yo con un poco de esfuerzo después de estar usando las piernas) y me paró contra la pared.
- Matu, en voz bien alta: Quiero ver bien esa cola mientras me la cojo.
Me abrió más las piernas, me arqueó la espalda, y sin que lo esperara, su pija entró entera de nuevo en mi cuerpo. Me empezó a coger a buen ritmo, no tan rápido pero con fuerza. Empecé a gemir fuerte, no me podía contener. Era la primera vez que me cogían de parado. Siempre viendo porno me parecía la pose mas hot, pero nunca la había experimentado. Despertó otro nivel, me sentía como una actriz porno, estaba mas puta que nunca paradito sacando cola para que este macho vergudo me la rompa; nunca me había sentido más sometido que en ese momento, con un pibe más grande rompiéndome el orto contra una pared. Sentía un placer anal que me estaba cambiando la vida. Matu me estaba pegando una cogida que fue un antes y un después: sabía que de ahora en más iba a querer sentir esto toda mi vida, el placer de ser bien cogido por un hombre.
Su chota me entraba entera y la sentía bien dura entrando y saliendo. Matu me tenía agarrado fuerte de la cintura y me cogía sin piedad, me serruchaba el orto fuerte, el plaf plaf de su cuerpo contra el mío era muy evidente. Si el roomate estaba despierto, era imposible no escucharnos.
Sus embestidas me empujaban a la pared. Quedé apoyado en el antebrazo izquierdo para no golpearme la cabeza, y bajé la mano derecha para tocarme. Tenía la pija flácida pero húmeda. Mi cabeza apenas podía procesar todo lo que estaba sintiendo. Matu me empezó a dar chirlos en la cola y a hacerme gritar. Sacó buena parte de su pija de adentro mío, se quedó así unos segundos, y llevó su mano lubricada a mi pito y mis bolas. Me acarició mi pija flácida y mis huevos unos segundos, y los agarró en su mano: alcanzaba fácil su mano ancha para agarrarme todo, y yo no podía cubrir su pija con mis dos manos juntas. Me empezó a coger a un ritmo más lento, agarrándome todo, sin apretar, más bien frotando.
- Matu: ¿Esta es tu conchita, putito?
No le podía responder, estaba totalmente sorprendido y sintiendo mucho placer.
- Matu: Tocate y acabá para mí, pendejo.
Sacó su mano, sin nunca dejar de cogerme, y le hice caso. Empecé a tocarme como podía, sintiendo como esa pija gorda entraba y salía de mi cola. Cerré mis ojos y traté de concentrarme en acabar. Suspiraba e inhalaba aire de forma errática. Mi cuerpo temblaba y se caía, ya casi estaba en 90 grados sacando cola y apoyado en la pared. Las manos de Matu me sostenían mientras me clavaba su poronga sin piedad. Empecé a sentir que estaba más cerca. Se ve que mis gemidos se lo hacían saber a Matu, que aumentó un poco el ritmo. Hizo lo mismo cuando sentí que estaba aún más cerca, y de un momento a otro empecé a gemir, gritar y a vibrar. Matu empezó a cogerme fuerte mientras yo empecé a acabar todo el piso y la pared. Gritaba y me movía sin poder parar, Matu me agarró fuerte para que no me caiga mientras mi semen iba para todos lados. Matu me siguió cogiendo hasta que yo literalmente no pude sostenerme en pie. Me tenía agarrado del pecho y me llevó lentamente al piso, no podía moverme. Quedé casi en cuatro contra la pared, solo apoyado en mis rodillas, mi cabeza contra el piso, manchándose con mi propio semen. Él salió de mi cola, se sacó el forro, y empezó a hacerse la paja. Diez segundos después empecé a sentir los impactos de su leche cayendo en mi cuerpo: mi cola, mis piernas, mi espalda, mi cabeza, mis brazos se llenaron de su líquido calentito. Fueron muchos chorros, yo tenía la cabeza girada y los párpados apenas abiertos para ver a ese macho hermoso de pie, llenándome de leche todo el cuerpo.
Cuando terminó fue lentamente a la cama, como si también le anduvieran mal las piernas. Yo me quedé en el piso un poco más, recuperándome. Sentía la espalda y la cola pegajosas por su leche, y mi cara, mi pecho y mis piernas llena de la mía. Mi ano todavía me vibraba, sentía la cola muy abierta. Cuando pude, fui y me acomodé sin sentarme en la cama, a su lado. Él estiró un brazo y me tocó la pierna.
- Matu: ¿Te gustó?
Yo lo miré mordiendo el labio y le dije que sí. Sentía todo el cuerpo caliente. Él se estaba dormitando y aproveché para pedirle una toalla y darme una ducha. Cuando volví Matu estaba dormido en la misma pose en la que había quedado. Me acosté en la cama mirando todo su cuerpo hermoso y en algún momento me quedé dormido. Me despertó tipo mediodía. Desayunamos, nos preguntamos cosas sobre cómo la habíamos pasado; le dije que la pasé muy bien, que me encantó todo, desde la forma en que me trató, como me lamió la cola y me cogió en todas las poses. Noté que su bulto en el pantalón corto se había hecho más grande y le pregunté si antes de irme le podía chupar la pija de nuevo. Se desnudó y me dio el gusto, ofreciéndome de nuevo esa pija que ya era gorda y larga aún a medio parar.
Quise aplicar todo lo que sabía: la lamí de punta a punta, me mandaba la cabeza, intentaba ir profundo, dejé que me cogiera la boca, le chupé las bolas mientras le hacía la paja. Unos diez minutos después me dijo que estaba por acabar y le dije que quería su leche en la boca. Me dejó seguir con el pete y cuando estaba por acabar me la mandé al máximo: tenía toda la boca llena de pija y sus chorros de leche me pegaban en el fondo de la garganta. Cuando levanté la cabeza estábamos los dos sonrientes. Me encantó la sensación de dejar a mi hombre bien deslechado, me sentí una buena hembra.
Me dijo que le gustaría que volviera algún día, le dije que me encantaría. Volví a ir el sábado siguiente, y el siguiente, y muchos más. Algunos días me rateaba del colegio para ir a su casa. Matu se volvió mi amante, mi macho, y me volvía más trola cada vez que me cogía.
- Yo: Buen día...
- Matu: Buen día, lindo.
Matu me siguió besando el cuello y después me empezó a morder suavemente la oreja. Yo tiré la cola más para atrás. Sentía su verga bien dura y me mordí el labio. Recordé todas las escenas de la noche anterior y me calenté instantáneamente. Llevé una mano hacia atrás y empecé a acariciársela. Por lo visto se había despertado bien al palo. Empecé a acariciarle las bolas y el tronco mientras me seguía besando.
- Yo: La tenés re dura.
- Matu: Vos también me parece... - era verdad, también tenía la pija re dura.
- Yo: Si, pero la tuya es re grande.
- Matu: Jaja ¿y la tuya no?
- Yo: Jaja no, yo la tengo chiquita, la tuya es una re pija...
Matu me levantó un poco una nalga y acomodó su pija frente a mi ano. Me recorrió un escalofrío, se me escapó un gemido bajito al contacto.
- Matu: ¿Te gusta mi pija?
- Yo: ¡Siii! Me re gusta, es larga y ancha...
- Matu: ¿Y la tuya?
- Yo: ¿La mía? No es nada a comparación... - me movía de adelante para atrás para que su pija choque con mi ano.
Sentía que mientras más le halagaba su pija y más decía la verdad sobre la mía, más le gustaba. Él me seguía acariciando, a mi me encantaba.
- Matu: Tengo ganas de cogerte.
- Yo: Si, dale. - Matu se rió.
- Matu: Si sabía que te gustaba tanto la pija te buscaba mucho antes.
- Yo: Bueno, ahora ya sabés.
Matu se levantó un poco por sobre mí y me besó fuerte. Estiró un brazo para agarrar los forros y el lubricante de la mesita de luz mientras me seguía apoyando. Se volvió a poner detrás mío y me indicó que levantara mis rodillas. Con sus dedos me puso lubricante, unos segundos después sentí como su pija me puerteaba, esta vez mucho mas resbalosa. Me dijo que levantara mi nalga con la mano mientras él empujaba. De golpe entró la cabeza. Gemí, creo que esta vez fue la única que dolió un poquito, quizás porque no me puso el consolador o porque mi cola ya tenía bastante uso en pocas horas. Metió un poco más, la volvió a sacar y se volvió a tirar lubricante. Me fue cogiendo de a poquito y yo volví a disfrutar de sentir mi cola penetrada por su poronga. Volvía a gemir lento con sus embestidas lentas, cada vez que me la metía se me iba el aire. Volvió a parar para ponerse lubricante y fue mas profundo, acelerando el ritmo de a poco. Cuando me quise dar cuenta su pelvis chocó contra mis nalgas retumbando fuerte, el único sonido de la pieza que no salía de mi.
- Matu: Ya la tenés toda adentro, putito. ¿Te gusta?
- Yo: Ahh... siiii.
Me empezó a besar el cuello y la oreja mientras me cogía un poquito más rápido. Yo no paraba de gemir. Mis ojos daban a la ventana abierta de la calle, con el sol que apenas entraba. No se escuchaba ningún ruido de nada, ni autos ni gente. Pensé en si se escucharían mis gemidos desde la calle. Quizás alguien que pasaba podía pensar que se estaban cogiendo a una mina, porque mis gemidos me salían muy femeninos, y en realidad no sabían que le estaban llenando la cola de pija a un nene adolescente muy putito. Me daba mucho morbo todo, que alguien me escuchara, estar en la cama con alguien más grande, que tenga tantas ganas de cogerme, el bancarme su chota gorda y larga, el ser tan trola y que nadie lo supiera. Estaba explotando de calentura de nuevo sintiendo esa pija llegar al fondo. La penetración ya era rápida y fácil, Matu entraba y salía de mí como quería. Me estuvo dando un rato hasta que me la metió y se quedó pegado a mi, respirando agitado en mi oreja, mientras me acariciaba piernas, nalgas y cintura.
- Matu: ¿Tenés ganas de ir arriba?
- Yo: Si, dale.
Me la sacó lentamente y se acostó boca arriba. Lo notaba cansado, se había movido todas las veces él, tenía ganas de recompensarlo. Me puse encima suyo y quise guiar su pija a mi cola, pero no me salía. Él se sostuvo la pija y yo fui bajando, y ahí me entró como un guante. Llegué hasta la mitad de su pija y me mordí el labio. Me sentía lleno y todavía faltaba más. Me empecé a mover de arriba a abajo. Matu me miraba con una cara de deseo que me volvía loca. Sentía hasta las venas de su pija, sentía como me ensanchaba el orto. La pija de este macho me estaba dejando bien abierto. Tomé confianza y fui bajando, metiéndomela más hasta tenerla toda adentro. Cuando sentí el choque con su cuerpo frené y se me escapó un gemido gigante. Me quedé ahí, apreciando el momento, sintiendo su pija con mi cola. Me movía poquito, apenas me levantaba para sentirme llena otra vez. Pasé una mano hacia atrás para tocarle los huevos y sentir como enseguida aparecían mis nalgas. Apenas podía creer lo que estaba viviendo.
- Yo: Ay, dios... no lo puedo creer...
- Matu: ¿Qué cosa?
- Yo: Ahh... estar sentado en tu pija.
Matu me agarró de la mano y me inclinó sobre su cuerpo. Nos empezamos a besar y me fui moviendo lentamente. Tenía sus dos manos en mi cola, alternando entre agarrarme las nalgas y acariciarlas. Me volví a erguir para moverme con un poco más de velocidad. Le quería dar a él también parte de lo que me dió, quería darle velocidad. Estaba en eso cuando escuché las llaves en el departamento. Me la mandé hasta el fondo y me quedé quieto, evitando emitir sonido.
- Yo: Llegó tu amigo.
- Matu: Si.
- Yo: No va a entrar de nuevo, ¿no?
- Matu: Jaja no, despreocupate.
Matu me dio un chirlo que me agarró desprevenido.
- Yo: ¡Shh! No hagamos ruido.
- Matu: No pasa nada.
Me dio otro chirlo, pero como me gustó no me quejé. Me empecé a mover de nuevo, más rápido. Cada tanto recibía un chirlo de Matu que me hacía largar un gemido pero lo hacía bajito, no quería yo ser tan obvio. Pero me costaba mucho controlarme. Quise bajar un poco el ritmo y me acordé lo que me hizo Matu que me encantó, y me saqué casi toda su pija de la cola, solo me movía sobre su cabeza, y después me sentaba para enterrármela toda. Dios mío, sí que se sentía bien. Hice eso un par de veces y ya después me la mandaba toda, moviéndome de arriba a abajo, de la cabeza de su chota hasta quedar pegado a sus huevos. Me sentaba con fuerza y el impacto de su pija repecutía en todo mi cuerpo, lo sentía desde mi cola hasta los ojos, haciéndome temblar de placer. Estuve así hasta que me cansé. Respiré profundo, moviéndome lento con mis últimas fuerzas.
- Matu: Uff pendejo, me volvés loco.
Matu me agarró, me abrazó a su cuerpo, y empezó él a mover su pelvis para arriba, bien fuerte y rápido. Los choques de sus huevos contra mi cola eran un escándalo, apenas tapado por mis gemidos, que ahora no podía evitar. Me estaba dando más fuerte que nunca, me estaba rompiendo el orto. Tras un minuto de violencia pasó a bajar un poquito el ritmo, todavía dándome fuerte, todavía con mis nalgas sonando en su habitación.
- Yo: ¡Aah! Mmm... Me estas re cogien-doo. - le pude decir cuando recuperé la capacidad de hilar palabras.
- Matu: Si, ¿te gusta, putito? ¿Te gusta mi pija en tu cola?
Apenas le podía responder entre susurros que sí, que me encantaba, porque volvió a cogerme con todo, y dándome algún chirlo cuando bajaba un poco el ritmo.
- Yo: Estamos haciendo mucho ruido. - le dije al oído. - Nos va a escuchar tu amigo.
- Matu: Mejor. Que escuche como te garcho.
Se frenó y me empezó a besar como loco. Me sentía rendido ante él, sus brazos fuertes agarrándome, su pija gorda clavándose con furia en mi ano, su lengua que le ganaba en fuerza a la mía. Todo en él era mas fuerte que yo y más masculino que yo. Me encantaba la sensación de complacer así a un hombre, que un macho así se vuelva loco conmigo y con mi cola. Por eso no me negué cuando me dijo que me levante. Pensé que iba a querer que se la chupe para acabar pero nos levantamos de la cama (yo con un poco de esfuerzo después de estar usando las piernas) y me paró contra la pared.
- Matu, en voz bien alta: Quiero ver bien esa cola mientras me la cojo.
Me abrió más las piernas, me arqueó la espalda, y sin que lo esperara, su pija entró entera de nuevo en mi cuerpo. Me empezó a coger a buen ritmo, no tan rápido pero con fuerza. Empecé a gemir fuerte, no me podía contener. Era la primera vez que me cogían de parado. Siempre viendo porno me parecía la pose mas hot, pero nunca la había experimentado. Despertó otro nivel, me sentía como una actriz porno, estaba mas puta que nunca paradito sacando cola para que este macho vergudo me la rompa; nunca me había sentido más sometido que en ese momento, con un pibe más grande rompiéndome el orto contra una pared. Sentía un placer anal que me estaba cambiando la vida. Matu me estaba pegando una cogida que fue un antes y un después: sabía que de ahora en más iba a querer sentir esto toda mi vida, el placer de ser bien cogido por un hombre.
Su chota me entraba entera y la sentía bien dura entrando y saliendo. Matu me tenía agarrado fuerte de la cintura y me cogía sin piedad, me serruchaba el orto fuerte, el plaf plaf de su cuerpo contra el mío era muy evidente. Si el roomate estaba despierto, era imposible no escucharnos.
Sus embestidas me empujaban a la pared. Quedé apoyado en el antebrazo izquierdo para no golpearme la cabeza, y bajé la mano derecha para tocarme. Tenía la pija flácida pero húmeda. Mi cabeza apenas podía procesar todo lo que estaba sintiendo. Matu me empezó a dar chirlos en la cola y a hacerme gritar. Sacó buena parte de su pija de adentro mío, se quedó así unos segundos, y llevó su mano lubricada a mi pito y mis bolas. Me acarició mi pija flácida y mis huevos unos segundos, y los agarró en su mano: alcanzaba fácil su mano ancha para agarrarme todo, y yo no podía cubrir su pija con mis dos manos juntas. Me empezó a coger a un ritmo más lento, agarrándome todo, sin apretar, más bien frotando.
- Matu: ¿Esta es tu conchita, putito?
No le podía responder, estaba totalmente sorprendido y sintiendo mucho placer.
- Matu: Tocate y acabá para mí, pendejo.
Sacó su mano, sin nunca dejar de cogerme, y le hice caso. Empecé a tocarme como podía, sintiendo como esa pija gorda entraba y salía de mi cola. Cerré mis ojos y traté de concentrarme en acabar. Suspiraba e inhalaba aire de forma errática. Mi cuerpo temblaba y se caía, ya casi estaba en 90 grados sacando cola y apoyado en la pared. Las manos de Matu me sostenían mientras me clavaba su poronga sin piedad. Empecé a sentir que estaba más cerca. Se ve que mis gemidos se lo hacían saber a Matu, que aumentó un poco el ritmo. Hizo lo mismo cuando sentí que estaba aún más cerca, y de un momento a otro empecé a gemir, gritar y a vibrar. Matu empezó a cogerme fuerte mientras yo empecé a acabar todo el piso y la pared. Gritaba y me movía sin poder parar, Matu me agarró fuerte para que no me caiga mientras mi semen iba para todos lados. Matu me siguió cogiendo hasta que yo literalmente no pude sostenerme en pie. Me tenía agarrado del pecho y me llevó lentamente al piso, no podía moverme. Quedé casi en cuatro contra la pared, solo apoyado en mis rodillas, mi cabeza contra el piso, manchándose con mi propio semen. Él salió de mi cola, se sacó el forro, y empezó a hacerse la paja. Diez segundos después empecé a sentir los impactos de su leche cayendo en mi cuerpo: mi cola, mis piernas, mi espalda, mi cabeza, mis brazos se llenaron de su líquido calentito. Fueron muchos chorros, yo tenía la cabeza girada y los párpados apenas abiertos para ver a ese macho hermoso de pie, llenándome de leche todo el cuerpo.
Cuando terminó fue lentamente a la cama, como si también le anduvieran mal las piernas. Yo me quedé en el piso un poco más, recuperándome. Sentía la espalda y la cola pegajosas por su leche, y mi cara, mi pecho y mis piernas llena de la mía. Mi ano todavía me vibraba, sentía la cola muy abierta. Cuando pude, fui y me acomodé sin sentarme en la cama, a su lado. Él estiró un brazo y me tocó la pierna.
- Matu: ¿Te gustó?
Yo lo miré mordiendo el labio y le dije que sí. Sentía todo el cuerpo caliente. Él se estaba dormitando y aproveché para pedirle una toalla y darme una ducha. Cuando volví Matu estaba dormido en la misma pose en la que había quedado. Me acosté en la cama mirando todo su cuerpo hermoso y en algún momento me quedé dormido. Me despertó tipo mediodía. Desayunamos, nos preguntamos cosas sobre cómo la habíamos pasado; le dije que la pasé muy bien, que me encantó todo, desde la forma en que me trató, como me lamió la cola y me cogió en todas las poses. Noté que su bulto en el pantalón corto se había hecho más grande y le pregunté si antes de irme le podía chupar la pija de nuevo. Se desnudó y me dio el gusto, ofreciéndome de nuevo esa pija que ya era gorda y larga aún a medio parar.
Quise aplicar todo lo que sabía: la lamí de punta a punta, me mandaba la cabeza, intentaba ir profundo, dejé que me cogiera la boca, le chupé las bolas mientras le hacía la paja. Unos diez minutos después me dijo que estaba por acabar y le dije que quería su leche en la boca. Me dejó seguir con el pete y cuando estaba por acabar me la mandé al máximo: tenía toda la boca llena de pija y sus chorros de leche me pegaban en el fondo de la garganta. Cuando levanté la cabeza estábamos los dos sonrientes. Me encantó la sensación de dejar a mi hombre bien deslechado, me sentí una buena hembra.
Me dijo que le gustaría que volviera algún día, le dije que me encantaría. Volví a ir el sábado siguiente, y el siguiente, y muchos más. Algunos días me rateaba del colegio para ir a su casa. Matu se volvió mi amante, mi macho, y me volvía más trola cada vez que me cogía.
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