Mañana en la Playa
Carolina se despierta con una sensación extraña y excitante. Su vagina está muy mojada, y en su mente solo piensa en lo que les depararán los siguientes días. Al ver a su hijo recostado en la cama con su pene contra el estómago, no puede evitar tocarlo suavemente con su mano. Mateo reacciona de inmediato:
—Hola, mamá, ¿qué haces?
Carolina responde con una sonrisa:
—Vamos, dormilón, que es hora de playa.
Mateo, feliz de ver que su madre está más tranquila y disfrutando del resort, se levanta. Toman el desayuno, y Mateo no puede dejar de admirar el cuerpo de su madre: su vagina, sus senos, su clítoris, que brilla entre los pelitos bien recortados.
Llegan a la playa, donde todo el mundo está desnudo y disfrutando de diversas actividades. Parejas juegan, nadan, y se recuestan en la arena. Carolina, sin soltar la mano de su hijo, observa con felicidad la naturalidad con la que todos viven su desnudez.
Se instalan debajo de una sombrilla y comienzan a hablar sobre el estilo de vida naturista. Sin embargo, algo llama la atención de Carolina: una pareja está teniendo sexo abiertamente, como si nada. Mateo mira pícaramente a su mamá, y ella le dice:
—Ni lo pienses, hijo.
Siguen observando a la pareja, y Carolina le dice a Mateo:
—Deja de pensar cosas y mejor ponme crema solar.
Carolina se da la vuelta, dándole la espalda a su hijo. Mateo, con nervios, comienza a aplicar la crema, empezando por la espalda con mucho respeto. Luego, Carolina se recuesta, dándole acceso a toda su espalda y cola. Mateo, con sus manos, toca la cola de su madre, perfecta y firme. Masajea cada nalga, notando el ano de su madre, hermoso y tentador. También nota que la vagina de Carolina está mojada; sus labios vaginales se ven más gruesos y tentadores.
Carolina, excitada, gime bajito y dice:
—Hijo, creo que debemos caminar un poco. Mira, allá hay mucha gente. Parece que hay otro concurso, jaja.
Se ríe, pero en su mente, está tratando de parar algo que ella quiere, pero le da miedo pasar algo prohibido y tabú.
Carolina se despierta con una sensación extraña y excitante. Su vagina está muy mojada, y en su mente solo piensa en lo que les depararán los siguientes días. Al ver a su hijo recostado en la cama con su pene contra el estómago, no puede evitar tocarlo suavemente con su mano. Mateo reacciona de inmediato:
—Hola, mamá, ¿qué haces?
Carolina responde con una sonrisa:
—Vamos, dormilón, que es hora de playa.
Mateo, feliz de ver que su madre está más tranquila y disfrutando del resort, se levanta. Toman el desayuno, y Mateo no puede dejar de admirar el cuerpo de su madre: su vagina, sus senos, su clítoris, que brilla entre los pelitos bien recortados.
Llegan a la playa, donde todo el mundo está desnudo y disfrutando de diversas actividades. Parejas juegan, nadan, y se recuestan en la arena. Carolina, sin soltar la mano de su hijo, observa con felicidad la naturalidad con la que todos viven su desnudez.
Se instalan debajo de una sombrilla y comienzan a hablar sobre el estilo de vida naturista. Sin embargo, algo llama la atención de Carolina: una pareja está teniendo sexo abiertamente, como si nada. Mateo mira pícaramente a su mamá, y ella le dice:
—Ni lo pienses, hijo.
Siguen observando a la pareja, y Carolina le dice a Mateo:
—Deja de pensar cosas y mejor ponme crema solar.
Carolina se da la vuelta, dándole la espalda a su hijo. Mateo, con nervios, comienza a aplicar la crema, empezando por la espalda con mucho respeto. Luego, Carolina se recuesta, dándole acceso a toda su espalda y cola. Mateo, con sus manos, toca la cola de su madre, perfecta y firme. Masajea cada nalga, notando el ano de su madre, hermoso y tentador. También nota que la vagina de Carolina está mojada; sus labios vaginales se ven más gruesos y tentadores.
Carolina, excitada, gime bajito y dice:
—Hijo, creo que debemos caminar un poco. Mira, allá hay mucha gente. Parece que hay otro concurso, jaja.
Se ríe, pero en su mente, está tratando de parar algo que ella quiere, pero le da miedo pasar algo prohibido y tabú.
0 comentarios - Madre e hijo lo prohibido capitulo 8