En las semanas siguientes, la madre notó un cambio en el comportamiento de Mateo. Lo veía espiándola más a menudo, y aunque al principio lo achacó a la curiosidad juvenil, comenzó a sentir que la situación se le escapaba de las manos. Una tarde, mientras se cambiaba de ropa, sintió la presencia de Mateo en la puerta y lo encontró mirándola con una intensidad que la perturbó.
Decidió que era hora de tener una charla seria con él. Esa noche, después de la cena, lo invitó a sentarse en el sofá del living. "Mateo, tenemos que hablar," comenzó, su voz firme pero cariñosa. "He notado que te has estado comportando de manera diferente conmigo. Te he visto espiándome y eso no está bien. No puede seguir así."
Mateo, con la cabeza gacha, asintió. "Lo sé, mamá. Pero no puedo evitarlo. Te veo y... y me siento atraído por ti."
Su madre suspiró, tomando sus manos entre las suyas. "Mateo, soy tu madre. Nuestro vínculo es especial y único, y no quiero que nada lo arruine. Entiendo que eres un joven con hormonas revoloteando, pero debes controlar tus impulsos. No podemos cruzar esa línea."
Mateo asintió de nuevo, pero en su interior, la decisión de su madre solo avivó su deseo. No podía sacarse de la cabeza la imagen de su madre en ropa interior, su cuerpo perfecto y sensual. Los senos grandes y firmes, los pezones negros y perfectos, el abdomen de una madre de 40 años pero increíblemente atractivo, y su parte íntima, cuidada y sexy. Sus piernas largas y hermosas completaban una imagen que lo obsesionaba.
Una noche, mientras su madre se preparaba para dormir, Mateo se asomó por la ventana de su habitación. La vio a través de la cortina, su silueta perfecta iluminada por la luz tenue de la lámpara. Su corazón latía con fuerza y sintió una oleada de deseo. Se dirigió a su propia habitación y, por primera vez, se masturbó pensando en su madre. La imagen de su cuerpo lo excitaba tanto que no pudo contenerse.
A pesar de la charla y de las advertencias de su madre, Mateo no podía frenar sus intenciones. Sabía que cruzaba una línea, pero el deseo era más fuerte que cualquier razón. Su madre, por su parte, estaba determinada a no dejar que su hijo pasara los límites. Siempre se lo recordaba, pero Mateo sentía que era una batalla perdida.
Decidió que era hora de tener una charla seria con él. Esa noche, después de la cena, lo invitó a sentarse en el sofá del living. "Mateo, tenemos que hablar," comenzó, su voz firme pero cariñosa. "He notado que te has estado comportando de manera diferente conmigo. Te he visto espiándome y eso no está bien. No puede seguir así."
Mateo, con la cabeza gacha, asintió. "Lo sé, mamá. Pero no puedo evitarlo. Te veo y... y me siento atraído por ti."
Su madre suspiró, tomando sus manos entre las suyas. "Mateo, soy tu madre. Nuestro vínculo es especial y único, y no quiero que nada lo arruine. Entiendo que eres un joven con hormonas revoloteando, pero debes controlar tus impulsos. No podemos cruzar esa línea."
Mateo asintió de nuevo, pero en su interior, la decisión de su madre solo avivó su deseo. No podía sacarse de la cabeza la imagen de su madre en ropa interior, su cuerpo perfecto y sensual. Los senos grandes y firmes, los pezones negros y perfectos, el abdomen de una madre de 40 años pero increíblemente atractivo, y su parte íntima, cuidada y sexy. Sus piernas largas y hermosas completaban una imagen que lo obsesionaba.
Una noche, mientras su madre se preparaba para dormir, Mateo se asomó por la ventana de su habitación. La vio a través de la cortina, su silueta perfecta iluminada por la luz tenue de la lámpara. Su corazón latía con fuerza y sintió una oleada de deseo. Se dirigió a su propia habitación y, por primera vez, se masturbó pensando en su madre. La imagen de su cuerpo lo excitaba tanto que no pudo contenerse.
A pesar de la charla y de las advertencias de su madre, Mateo no podía frenar sus intenciones. Sabía que cruzaba una línea, pero el deseo era más fuerte que cualquier razón. Su madre, por su parte, estaba determinada a no dejar que su hijo pasara los límites. Siempre se lo recordaba, pero Mateo sentía que era una batalla perdida.
0 comentarios - Madre e hijo lo prohibido capitulo 2