
CAPÍTULO 3
Hacía algunos días que cuando estaba a solas con él, le decía cosas como cariño, querido, tesoro, nene. Sabiendo que eso aumentaba la confianza, del chico en estar haciendo progresos sobre ella.
- Si, si, si….
Contesto el chico con los ojos como platos, siguiéndola como un perrito faldero, mientras Yolanda caminaba a través de la casa contoneando sus caderas femenina y sensualmente mostrando el final de la curva de sus glúteos por la parte inferior de la bata, al tiempo que se aflojaba un poco el nudo del batín de seda rosa.
- Sergio, tesoro, en la cocina esta Vicente. Te lo digo para que no te muestres muy “cómodo” ya sabes que, a él, no acaba de gustarle, que te sientas como en casa.
Dijo esto Yolanda, mirando con sus oscuros ojos con su precioso rostro de diosa mediterránea morena al chico, al tiempo que le mostraba con el escote abierto, todo el lateral redondo de sus enormes tetazas, que escapaban del body que llevaba puesto, que bajaba con un escote de pico hasta el ombligo, y que al estar tan abierto dejo a la vista del chico el principio del monte de Venus de la pornostar morena, permitiéndole ver su cuidada línea de pelo púbico que escoltaba su raja.
El chico se puso blanco, y ojiplático, siguió a Yolanda hasta la cocina como hipnotizado, mientras esta volvía a ajustarse el batín de seda rosa, esbozando una enorme y preciosa sonrisa de victoria.
Más tarde aquella mañana, cuando Vicente estaba fuera, de forma inocente el chico saco el tema de dormir con pijama, estaba como chuleando con la niñata pija y repugnante, pero detrás estaba sentada con las piernas dobladas encima del sofá muy sexy, Yolanda, enfundada en uno de sus vestidos de tirantes.
En un momento dado, Belén se levantó y se fue al baño, entonces como si hablase sola, Yolanda dijo:
- Pues, yo siempre duermo con bodys de lencería sexy y saltos de cama, tanto en invierno como en verano.
Y diciendo esto bajo del sofá, y dirigiéndole una sonrisa seductora y lasciva al chico se fue de la habitación.
No paso mucho tiempo antes de que Belén le pidió permiso a su padre para que Sergio pasase alguna noche en la casa, durmiendo en una habitación de invitados y ella encerrada en la suya, claro, pero Sergio y ella se despertarían juntos. Claro Yolanda solo pudo estar a favor de Belén, quitándole hierro ante su padre, que cedió.
Yolanda sabía muy bien, que él chico se moría de ganas de poder tener la oportunidad de verla con aquella lencería de noche, y se regocijaba en su interior.
Con la llegada de los días largos, la cosa subió de temperatura, porque a pesar de no ser verano, el sol lucia lo suficiente para poder broncearse y uno podía bañarse, a pesar del momento del año, ya que la piscina era climatizada.
Yoli, como siempre había hecho cuando llegaba este tiempo, después de llegar a casa y ponerse cómoda, hacia sus ejercicios si no los había hecho antes en el gimnasio y salía al jardín terraza enfundada en uno de sus preciosos bikinis, para tomar el sol, apenas un par de días y su piel adquiría un precioso y brillante tono cetrino, como si fuera una diosa de bronce.
No podía haber motivación mayor para Sergio, que fingiéndose muy enamorado de la niñata repugnante, no salía de casa de su novia, y claro, había que aprovechar la piscina.
Así que allí estaba Sergio con Belén jugueteando en el agua, Yoli, picarona esperaba que los chicos estuvieran en el agua, y hacia su entrada, solía llevar chanclas o sandalias planas, pero la semana que Belén estaba en la casa y con ella Sergio, aparecía en la piscina sobre cuñas de esparto, enfundada en su mini albornoz blanco que apenas cubría la parte superior de sus muslos, dejando la mitad de sus nalgas al aire, sus gafas de sol redondas y grandes, su sonrisa arrolladora y sus aceites bronceadores, se paseaba por delante de los chicos saludándolos de pasada, mostrando muy bien sus preciosas, largas y esculturales piernas y sus gloriosos muslos.
Llegando hasta una hamaca de jardín y muy lentamente se quitaba el mini albornoz, como si fuera un ritual, se acomodaba sensualmente su preciosa melena negra como el azabache, y de pie empezaba a extenderse el aceite bronceador, delicadamente sobre su suave piel de porcelana, bronceada, en cada pie un anillo de plata adornaba el segundo dedo, de sus preciosos pies griegos, y en la pierna izquierda una pulserita decoraba su precioso tobillo. Después se tumbaba y seguía extendiéndose el aceite sobre su vientre plano y definido, sus piernas llenas y firmes, sus nalgas esféricas perfectas, sus delicados pies su canalillo, sus hombros, etc…
El chico hacía lo que podía para poder ver parte de aquel espectáculo, además los pezones extra grandes de Yolanda estaban erectos, marcándose fieramente en la parte de arriba del bikini que siempre cogía de una talla menor copa D, para que recogidas y prietas, pareciese que sus tetazas, embutidas y realzadas (de forma que Yolanda parecía un número nueve con cabeza) fueran a explotar dentro del bikini.
La parte de debajo de sus bikinis no eran tangas, había tenido sesudas discusiones con Vicente, pero no había habido manera, así que escogía aquellas partes inferiores que sin ser tanga más mostrasen de sus circulares y perfectas nalgas, de manera que se podía ver casi el ochenta por ciento de un gran tatuaje que llevaba en el centro de su turgente y firme nalga izquierda, un tatuaje de color, un gran sol de rayos cortos y curvos atravesado por una raíz verde y coronado por una cornamenta curva, una alegoría medieval de la infidelidad, que una noche cachonda, borracha e influida por Vero, se hizo tatuar, pagándole al tatuador, con la mejor mamada- cubana que iba a recibir en su vida.
Aquella diosa morena, que cuando el novio pijo bravucón patético de su repugnante hijastra estaba en la piscina, se tostaba al sol sin desmaquillarse, aquellos ojos negros brillantes, de diosa mora de la belleza, con sombras de ojos oscuras, el colorete liviano en su mejillas, el carmín húmedo rojo o rosa en sus labios carnosos, su sonrisa preciosa y su piel sedosa y bronceada, moviéndose sobre sus cuñas que realzaban sus curvas de aquí para allá, como si los chicos no estuvieran, agitando su respingón culo perfecto, sin un milímetro de celulitis, nalga arriba, nalga abajo, nalga arriba, nalga abajo, moviendo sus hombros sibilinamente, de manera que sus globos prietos y juntos se balanceaban arriba y abajo, abajo y arriba, de un lado a otro.
Se agachaba a coger el aceite o algo que había dejado en el suelo, una revista o una bebida, o simplemente a ajustarse las cuñas y allí estaban colgando dentro del bikini, sus enormes melones naturales, turgentes y erectos embutidos en sus bikinis de talla inferior, con sus pezones extra grandes marcándose en la tela como si quisieran romperla, exponiéndolas completamente al novio niñato de su hijastra.
O se ponía a cuatro patas con su magnífico culo mirando hacia la piscina, moviéndose lentamente, permaneciendo así para que el chico se diera un buen banquete de su divino culo. O se extendía el aceite bronceador por todo su cuerpo, muyyyy lentamente, dedicándole mucho tiempo a sus muslos, sus gemelos, sus pies, sus tobillos, empeine y cada uno de sus dedos, y en especial sus nalgas.
No había ni un solo día de piscina en la que Sergio no tuviera que ir dos o tres veces al baño, tardando ostensiblemente. Yolanda se regocijaba en su interior.
Todo parecía bajo control. Desde que había empezado la temporada de piscina, las conversaciones entre Yolanda y Sergio, donde el probaba de impresionarle torpemente, se habían reducido bastante, Yolanda se había dado cuenta que Belén empezaba a darse cuenta que su maravilloso novio, por el que bebía los vientos, blancucho, pecoso, y niñato fofisano que iba de malo, no paraba de mirar a su odiada madrastra. Así que ella intentaba mostrar total indiferencia en todo lo que hacía ante ellos, como si no estuvieran.
Pero claro llevaba al chico loco de ansias y de deseo. Cuando Yoli acababa de hacer ejercicios en la sala de gimnasia, solía masajearse sus muslos, nalgas y gemelos con body milk, esta sala tenía un ventanal de cara a la piscina, allí mirándola desde la piscina, pillo Belén a Sergio un día que Yolanda ni siquiera se había percatado de la presencia del chico.
Lo que sí pudo oír fueron los gritos de loca histérica de la niñata de su hijastra, mientras el chico la perseguía pidiendo perdón.
Yolanda se calzo rápidamente e intento alcanzar a los chicos sin ser vista, ella conocía muy bien su casa.
- Hijo de puta, estabas viendo a esa zorra de Yolanda, con lo que tú sabes que la detesto.
Decía Belén llena de furia y odio.
- Nena, nena, nena…te equivocas de verdad, te equivocas, ha sido una casualidad estaba solamente mirando las máquinas.
Contestaba Sergio como un pardillo.
- Venga no me jodas, que ya te veo en la piscina como le lanzas miradas a su culo y sus tetas, a la muy zorra
Respondía llena de ira y rencor Belén.
- Ja, ja, ja, pero como se te puede ocurrir, por favor nena, a mí me gustan las castañas claro como tú, y de piel blanca, y ella tiene el pelo negro y la piel morena. ¿Además cuantos años tiene, a ver?
Preguntaba con voz de incrédulo sorprendido el niñato bravucón.
- Treinta y tres años, la vieja zorra, el putón verbenero, y además esta gorda, no has visto el culazo y las tetazas que se gasta, la puta gorda.
Respondía algo menos rabiosa la niñata mal criada.
Joder si los había visto, pensaba Sergio, los había visto y se moría por comérselos.
- Pues claro, cariño, si es una vieja gorda, como voy a pensar ni por un segundo en ella, teniéndote a ti.
Contesto el chico, abrazándola y fundiéndose en un beso, con la niñata adolescente, de piel rosada, metro sesenta y cuatro, con culo carpeta y más plana que un tablón de madera.
La niñata le correspondió tranquilizada, el chico había salvado un punto de partido.
Yolanda que lo había escuchado todo, se marchó entre tranquilizada y molesta, el chico la había negado, eso le picaba en su orgullo, pero ahora debería reducir mucho el calor con él, antes de volver a subirlo.
Así que las siguientes semanas, evito estar en la piscina cuando estuvieran los chicos, o pasearse en bata por la casa cuando se quedaba a dormir Sergio, o compartir la sala de gimnasia con ellos. Sergio también se distancio un poco, aunque Yolanda aún podía percibir como los ojos del chico la perseguían por toda la casa cuando Belén no podía verlo.
Pero una tarde oyó mucho jaleo, mientras acababa de hacer yoga en la sala de ejercicios, viendo aparecer a Belén y Sergio, con otra parejita en la piscina. Al lado del payasín de Sergio con su tatuaje y su pendiente, había otro chico, con los dos brazos y la espalda algo musculados, un peinado de cepillo y un tatuaje de un dragón en un brazo, era aún más bajo que Sergio, el cual era tan alto como Yolanda, su chica parecía una amiga de Belén del colegio, otra niñata pija, que se había colgado de otro pijo estúpido que va de malote.
Al haber otro invitado a la fiesta, Yolanda creyó que era un buen momento para volver a escena y fijar la atención de aquellos dos jóvenes machos en su voluptuoso cuerpo, de manera que fuera más disimulable al ser dos.
Las dos parejas chapoteaban jugando cuando apareció Yoli, abriendo la puerta de la casa que daba a la terraza.
Un batín de satén de seda negro cruzado sobre el pecho, que le caía hasta mitad de los muslos cubría su cuerpo. Su voluptuoso cuerpo de firmes y sinuosas curvas estaba realzado sobre dos sandalias de tacón doradas, que sostenía sus perfectos y cuidados pies griegos de uñas color rojo pasión con unas leves cintas doradas que le pasaban por encima y se ataban a su larga y esculpida pierna por unas cintas doradas que se le enroscaban por encima del tobillo, el derecho de los cuales llevaba una sexy cadenita de oro. Unos anillos de plata en cada uno de los segundos dedos de sus pies los adornaban.
Camino hacía su hamaca favorita sin dejar de esbozar su maravillosa sonrisa mirando al frente, tranquilamente con carencia, adelantando primero una pierna, y después la otra, dibujando los círculos de sus caderas en el aire, al tiempo que marcaba el bamboleo de sus nalgas a través de su bata de seda negra. Los dos chicos empezaron a dejar de chapotear para sin dejar de hablar con sus parejas, acercarse a la orilla opuesta y poder deleitarse observando el avance de Yolanda por la terraza hasta su hamaca favorita.
Cuando Yolanda llego hasta ella, se puso de espaldas a la piscina y con precisión experta, se quitó el batín de forma lenta, pero no demasiado, dejando ver el esplendor de su suave espalda sedosa y bronceada y sobretodo de su perfecto y esférico culo con su sexy tatuaje.
Llevaba un bikini negro resplandeciente de lycra, que unía la parte delantera con la trasera de su pieza inferior con dos aros dorados, la parte superior que sostenía y recogía sus grandes y perfectas tetazas esféricas también se unía por el canalillo por un aro dorado, a juego en sus preciosas orejitas llevaba dos aros dorados.
Dejo a un lado el batín de seda y después de mostrar en dirección a la piscina sus respingonas y realzadas por los tacones, nalgas perfectas, inclinándose para deleite de los chicos, haciendo como que acomodaba la toalla en la hamaca, se dio la vuelta. Sus pezones extra grandes se marcaban con fiereza en a través del bikini. Se inclinó para desatarse las sandalias, echándose para atrás lenta y sensualmente su negra y preciosa melena brillante, con total despreocupación dejando a la vista de los chicos, todo el esplendor de su dos globazos colgando, balanceándose dentro de su bikini negro.
Los dos chicos seguían hablando con sus parejas, con los ojos clavados en el cuerpazo de aquella diosa mediterránea. El amigo de Sergio se relamió y trago saliva. La diosa morena levanto la vista a ambos muchachos y les sonrió deliciosa y seductoramente, a lo que los dos chicos respondieron sonriendo como dos bobalicones, momento en que las chicas se dieron la vuelta. Yolanda ya se había sentado en la hamaca y dirigía su mirada hacia otro lado, ajena a las miradas de envidia de las chicas.
La novia del amigo de Sergio le arrojo agua a los ojos y los chicos salieron de su ensimismamiento, devolviendo la refriega a las chicas, persiguiéndolas, haciéndoles aguadillas, hasta que las dos niñatas quedaron agotadas, y salieron de la piscina a tomar el sol, gritándoles niñerías a sus novios.
Yolanda tumbada boca arriba en la hamaca aguardaba como una depredadora el momento, y cuando los chicos se quedaron solos en la piscina y sus flacas, pequeñajas y blancuchas novias se tumbaron boca abajo en sus hamacas, Sergio le dio un codazo cómplice a su amigo, y ambos desde el agua miraron en dirección a la diosa morena de playboy.
Yolanda sin quitarse sus grandes gafas de sol, saco el aceite bronceador y de forma muy lenta lo fue extendiendo por todos y cada uno de los dedos de sus perfectos pies inclinándose hacia delante de forma que sus mamazas firmes, redondas, turgentes y perfectas se balanceasen a la vista de los chicos, para luego subir lentamente por sus tobillos, primero el derecho, luego el izquierdo, los muslos elevando sensualmente una pierna y luego la otra, observando a través de sus gafas de sol con una sonrisa pícara, como los chicos con el cuerpo metido en el agua hasta el cuello, no le quitaban ojo de encima, comentando entre susurros, mirándola fijamente grabando en su iris cada centímetro del cuerpo de Yolanda. La cual prosiguió poniéndose aceite sobre su definido y perfecto vientre las manos los brazos, los hombros, la cara quitándose las gafas de sol, el cuello, dejando para el final la parte superior del pecho, y el trozo de sus esplendidas mamazas, que quedaban al descubierto, levantándolas en un gesto muy lujurioso para extender aceite bronceador por debajo de estas.
Acabado el espectáculo, se relajó y se tumbó, oyendo como los chicos entre risitas salían del agua, para primero tumbarse junto a sus novias criajas, diciéndoles y haciéndoles cualquier estupidez adolescente, para al poco rato ir uno por uno al baño por turnos, tardando lo suyo en volver, Yoli se regocijaba como una gata en celo.
Llevarían así unos cuarenta minutos, cuando las chicas dijeron de entrar para ir al baño y preparar algo para beber y comer, los chicos en plan machista faltón asistieron. Apenas las chicas entraron en la casa, los dos muchachos de forma disimulada entraron en la piscina y se acercaron atravesándola a donde estaba Yolanda, la cual sonreía como una zorra relamiéndose de gusto.
- ¿Qué tal Yolanda cómo va?
Dijo tímido y tragando saliva Sergio
- Maravillosamente, mejor imposible, sol, piscina, relax…jajajaja….no piensas presentarme a tu amigo.
Respondió Yolanda, esbozando su más cautivadora sonrisa, risueña y simpática como siempre incorporándose en la hamaca y recogiendo las piernas entre sus brazos.
- Si, si, si…este es mi mejor amigo se llama Cesar.
Contesto Sergio, al tiempo que el otro chico con una sonrisa de bobo llena de satisfacción salía del agua a pulso, tensando sus músculos y se dirigía a Yolanda, para asombro de Sergio
- Muacc…muacc.
Le estampo dos besos en las mejillas a Yolanda, aprovechando para tocar su maravillosa y bronceada piel, mientras ella se reía divertida, ante el desparpajo y la sinvergüencería del chico, que se daba la vuelta muy orgulloso de su hazaña y saltaba de nuevo al agua.
- Encantada, encantada…jajaja…y tú que haces Cesar además de ser tan echado para adelante, jajaja…
Respondía entre carcajadas de aprobación Yolanda.
- A mí siempre me han enseñado que hay que saludarse con dos besos.
Dijo con su sonrisa bobalicona el enano castaño claro con perilla y músculos definidos de Cesar.
Cesar también tenía diecinueve años para veinte, y era repetidor de último año de bachillerato, menudos lumbreras ha pescado la criaja de Belén, pensó Yolanda. Lo habían adoptado una familia rica que no podía tener hijos, cuando tenía tres años, no se acordaba de sus padres biológicos, pero sus padres adoptivos estaban podridos en pasta y rondando los sesenta, eran más sus abuelos, que sus padres, aunque la amenaza de obligarle a trabajar si no superaba aquel curso era muy seria para Cesar, que quería gozar de una vida universitaria, para la que se veía que no tenía capacidad mental.
Después empezó la aburrida bravata de dos machos adolescentes ante aquella diosa voluptuosa como una pornostar. Que quien había perdido la virginidad antes, que si el que iba peor era porque estaba siempre de fiesta, ligándose unas pavas, y toda clase de fanfarronadas huecas y patéticas que se veían falsas a años luz…. Sobre todo, de dos criajos más bien nada atractivos.
- ¿Y si tan ligones sois, que hacéis con Belén y Ángela?
Les interrogo Yolanda, con una aviesa sonrisa.
- Bueno ahora nos interesa, verdad Sergio, pero si no dan la talla, iremos a por otras hay muchos peces en el mar.
Contesto Cesar…mientras Yolanda sonreía juntando mucho sus labios pensando, que estos dos no eran capaz de pescar ni en un barril.
Los chicos no habían dejado de tener la mirada fija en su cuerpo y en especial en su canalillo mientras hablaban, parecía que las chicas estaban entretenidas, y Yolanda quería aumentar aún más el calor y el deseo del tonto de Sergio, que Belén le supiese a nada, estaba picada en su orgullo al haberle oído decir eso de vieja y gorda, ella que estaba maciza y escultural.
Así que Yolanda se dio la vuelta sobre la hamaca muy lentamente, mientras los chicos se callaban de golpe y abrían mucho la boca y los ojos.
- La verdad es que me viene muy bien que estéis aquí. ¿Podríais extenderme aceite bronceador por la espalda y las piernas? Normalmente las piernas no es problema, pero la espalda me es bastante complicado.
Dijo Yolanda de forma despreocupada, sin darle la menor importancia, al tiempo que se agitaba hacia atrás muy sensualmente, su preciosa y sedosa melena morena, tumbándose boca abajo.
- Huuuuhh…siii, siii,…
Contestaron los chicos al unísono con voz sorda como dos estúpidos.
Por respuesta Yolanda nada más señalo la botella de bronceador, al tiempo que los muchachos salían goteando del agua y como dos tontos autómatas se acercaban cada uno, por un lado, como escoltando al objeto de su desenfrenado deseo, que hacía que sus pollas se retorciesen en sus bermudas como dos culebras.
Yolanda se llevó sus delicadas, femeninas y cuidadas manos hacia atrás y se soltó la parte de arriba el bikini, mientras sonreía lentamente de satisfacción.
Sergio que había cogido la botella del aceite lanzo un chorro sobre su morena espalda con la mano temblorosa. Pero el primero que se atrevió a extendérselo de forma insegura fue Cesar, después Sergio lanzo otro chorro y se unió a Cesar.
Cuatro manos extendían el aceite bronceador sobre su espalda con mucha inseguridad.
- Huuuuummmmm… lo hacéis muy bien…huuuumm
Gemio levemente Yolanda cerrando los ojos, intentando darles seguridad a los chicos.
- Si, ¿de verdad?
Pregunto asombrado y dubitativo Cesar.
- Huuuuummmmmm…si de verdad…huuuummm
Respondió con voz de deleite Yolanda. Consiguiendo el efecto querido, los chicos cargados de deseo acariciaban y masajeaban su suave piel de porcelana morena.
- Huuuummmm…sabéis una cosa… huuuuummm
Interrogo Yolanda cerrando los ojos y gimiendo con fingido deleite.
- Queeee…queee…
Contesto temblorosamente con la respiración cargada Sergio.
- Huuuuuummmm…pues que me habéis fastidiado el moreno…si no estuvieseis aquí con las chicas, habría podido hacer topless…que es como siempre tomo el sol….huuuummm
Dijo Yolanda sin dejar de fingir deleite.
- Po, po, por nosotros no te corteeess…hazlo, hazlo….
Respondió trabucándose Cesar.
- Jajajaja…que granujilla y “echao palante” estas tu hecho…a mi marido no le gusta que lo haga delante de otras personas…..además que dirían las chicas, podían quedar en evidencia…..huuuummmm….. a ver si adivináis que talla de copa de sujetador gasto…huuuummmm
Contesto desafiante Yolanda.
Los dos chicos se miraron sin saber que decir.
- No sabemos mucho de tallas de sujetador.
Contesto sincera e inocentemente Sergio.
- ¿Cómo es eso posible en dos triunfadores como vosotros, que no paráis de tener relaciones con chicas?
Dijo burlonamente Yolanda, los dos chicos pusieron la mirada en blanco, poniéndose algo rojos.
- Huuuuummm …No os preocupéis, la mayoría de los hombres no tienen ni idea de tallas de copa, a ellos solo les dicen un número por encima de noventa y creen que es una mujer con mucho pecho. Huuuuuummm…. La talla de la copa indica el tamaño de la circunferencia del pecho de una mujer, su verdadero volumen, y se mire por letras, “A” la más pequeña y en adelante en el abecedario cuanto más grande es, aunque es muy difícil encontrar tallas por encima de la G o la H. Huuuuuummm… ¿Cual imagináis que es mi talla, si no es de estas últimas tan grandes?
Expuso Yolanda explicativamente sin dejar de fingir deleite.
Los chicos muy calientes fijaron sus ojos en los laterales del bikini y en la parte que sobresalía de las tetazas aplastadas sobre la hamaca de Yolanda.
- No lo sé son, son, son, inmensas……una D.
Dijo Cesar con voz bobalicona de asombro.
- No, no, son más grandes seguro que una F.
Replico Sergio, con voz nerviosa.
- Y naturales chicos, totalmente naturales. Que lastima son talla E…huuuuummm….si hubieras acertado…..a lo mejor os las hubiera enseñado….
Dijo con voz dulce y provocativa Yolanda.
- Ahora se las enseñare a los pájaros la próxima vez que este sola en la piscina…jajajaja…
Continuo risueña y burlona Yolanda.
Los chicos estaban ojipláticos.
- Si, si, siii…nos las habrías enseñado….
Dijo Sergio boqueando con un pez, con la boca abierta acercando sus manos a las costillas de Yolanda y rozando con estas la carne que sobresalía de sus tetazas, al tiempo que Cesar le imitaba y acariciaba la teta de su lado
- Huuuuummmm……se me queman las piernas nenes.
Se quejó Yolanda, moviendo sus piernas muy seximente.
Sergio con la polla tiesa lanzo un chorro de aceite bronceador a la pierna más cercana a él y otra a la más distante. Los chicos respirando temblorosamente empezaron a extender el aceite sobre los gemelos de Yolanda, pero rápidamente empezaron a sobarle los muslos, con violencia y deseo. Yolanda empezó a calentarse, aquellas cuatro manos masculinas desprendiendo deseo tan cerca de su culo y raja, era demasiado estimulante.
- Huuuuummm….que bien lo hacéis nenes…….os gusta mi tatuaje…..huuuummm…..
Cuestiono con la voz más sexy y lujuriosa que pudo, ella se estaba poniendo cachonda..........pero los dos chicos estaban como motos.
- Si, si me encanta…me encanta.
Dijo Sergio al tiempo que lanzaba un chorro de aceite bronceador sobre el tatuaje de la nalga, y empezaba a extenderlo amasando la parte inferior del perfecto y turgente, enorme nalgota de Yolanda......
CONTINÚA
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