You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

putita la prima 2

Un par de días después, el calor no aflojaba. Era una de esas tardes en las que el aire parecía sopa y el ventilador de mi cuarto en la quinta de mis tíos no hacía más que mover el tufo de un lado a otro. Había pasado 48 horas dándole vueltas a lo del galponcito, a la concha de Carolina abierta frente a mí, a sus gemidos, a la leche que me salió como si me hubiera explotado algo adentro. No podía sacármela de la cabeza. Cada vez quela veía por la casa, con esos shorts de jean que le marcaban el culo y toda la concha o alguna remera suelta que dejaba adivinar sus tetas sin corpiño, mipija se ponía en guardia como si tuviera vida propia. Pero ella actuaba como si nada, tirándome miradas de reojo y sonrisitas que me hacían dudar si lo del otro día había sido real o un sueño húmedo.
Esa tarde, mis tíos salieron a hacer unas compras al pueblo y nos dejaron solos. Yo estaba tirado en el sillón del living, mirando el celular sin prestarle atención, cuando escuché el ruido de la ducha en el baño del fondo. Era Carolina. La imaginé bajo el agua, el jabón resbalándole por las tetas, por ese culo perfecto, el chorro de la ducha pegándole justo en la concha. Mi pija empezó a apretar contra el short que tenía puesto, otra vez sin calzones, porque en esa casa el calor no te dejaba pensaren ropa interior. Intenté calmarme, pero era inútil. La imagen de sus dedos abriéndose los labios carnosos, brillosos de humedad, me tenía atrapado.
De pronto, la puerta del baño se abrió y Carolinasalió envuelta en una toalla blanca que apenas le cubría el culo. El pelomojado le chorreaba sobre los hombros, y la tela de la toalla se le pegaba a lapiel, marcándole los pezones duros y el contorno de sus caderas. Pasó por elliving sin mirarme, pero dejó un rastro de perfume a jabón y algo más, algo queme hizo tragar saliva. “Voy a cambiarme al lavadero, que está más fresco”, dijodesde el pasillo, con esa voz que sonaba inocente pero que yo ya sabía queescondía otra cosa. “Si querés, vení a charlar, boludo, no seas antisocial”.
No lo pensé dos veces. Me levanté, con la pija yamedio dura haciendo carpa en el pantalón, y caminé hasta el lavadero, queestaba al fondo de la casa, al lado de la cocina. Era un cuartito chico, conuna pileta, un lavarropas viejo y un par de sogas para colgar ropa los días delluvia. Olía a detergente y a humedad, y la ventana abierta dejaba entrar unaluz suave que rebotaba en las baldosas blancas. Carolina estaba ahí, todavíacon la toalla, apoyada contra la pileta, como si me hubiera estado esperando.La toalla se le había subido un poco, y desde donde estaba yo podía ver elinicio de sus muslos, la piel todavía brillosa por el agua.
“¿Qué hacés, primito? ¿Otra vez con cara dedegenerado?”, dijo, y se rió, cruzando los brazos para que la toalla se abrieraapenas, dejando ver un pedacito de su teta izquierda. El pezón asomaba, rosado,duro, y juro que mi pija dio un salto. “No te hagas la boluda, Caro, vos sabéslo que hacés”, le dije, con la voz medio ronca, dando un paso hacia ella. Ellano se movió, solo levantó una ceja y se mordió el labio inferior, como siestuviera decidiendo hasta dónde se podía jugar “¿Y qué hago ahora? decime”,dijo, y con un movimiento lento, como si no fuera gran cosa, dejó caer latoalla al piso.
Quedó desnuda, completamente desnuda, y el mundo seme frenó. Sus tetas eran perfectas, redondas, con los pezones apuntando como sime estuvieran llamando. Su concha, con esos pelitos negros bien recortados,brillaba bajo la luz de la ventana, y los labios se veían hinchados, como si yase hubiera pajeado en la ducha y siguiera excitada. Se apoyó mejor contra lapileta, abriendo un poco las piernas, y me miró fijo. “Mirá, pero no toques,¿te acordás?”, dijo, pero mientras hablaba, sus dedos ya estaban bajando por supanza, rozando el borde de su concha. Se abrió los labios con dos dedos,mostrándome el rosa húmedo de adentro, y soltó un gemido bajito que me hizoapretar los dientes. Dio un salto rápido y se sento en la mesada donde estabala pileta. Apoyo los talones y separó las rodillas lo mas que pudo. Nunca habíavisto una concha tan abierta hasta ese momento, y al mismo tiempo era chiquta yapretada. Le caia una gota de jabon como si fuera de leche. Y quería llenarlatoda de leche. Su culo tambien, porque despoues de sentarse y abrirse laconcha, ella como una degenerada hija de puta se empezó a abrir el culo. El culomas lindo del mundo, donde uno se podría quedar chupando por horas.
 
Yo no podía más. Me bajé el pantalon de un tirón, ymi pija rebotó como un resorte, dura como cemento, con la punta ya mojada.Empecé a pajearme, despacio al principio, mirándola fijo. “Caro, la concha quetenés, me vas a volver loco”, le dije, y ella se rió, pero enseguida gimió másfuerte, metiendo un dedo adentro de su concha, despues dos, mientras con laotra mano se metia un dedo en el culo Mirá cómo estoy, boludo... mirá lo que mehacés, me siento una puta y me encanta”, dijo, y sacó los dedos, brillosos,para frotarse el clítoris en círculos rápidos. El sonido húmedo de su pajeadallenaba el lavadero, y el olor de su concha, mezclado con el jabón, me pegócomo un puñetazo.
“Acercate un poco, pero no me toques, ¿eh?”, dijo,con la voz temblando. Me acerqué, quedando a medio metro, mi pija apuntándolacomo si tuviera voluntad propia. Ella se bajo y  se agachó un poco, apoyando una rodilla en unbanquito que había ahí, y se abrió más la concha, mostrándome todo. “¿Te gusta,degenerado? ¿Querés esto? Pendejo hijo de puta”, dijo, y metió los dedos otravez, entrando y saliendo, mientras sus tetas se movían con cada movimiento. Yoaceleré la mano, el calor subiéndome por las bolas, la cabeza de mi pijahinchada y brillante. “Caro, me hacés acabar... no aguanto más”, gruñí, y ellasonrió, esa sonrisa de puta que me mataba.
“Dale, acabáme encima, pero no me toques”, dijo, yse dio vuelta, apoyando las manos en la pileta y sacando el culo hacia mí. Suconcha y su culo quedaron a la vista, los labios abiertos, brillando dehumedad, y los cachetes perfectos, listos para que los llenara de leche.Aceleró sus dedos, pajeándose como loca, gimiendo más fuerte, y yo no pude más.Tuve el impulso de métesela por el culo de prepo, pero me contuve para noarruinar el juego. Sentí el calor explotarme desde adentro, y me empezaron asalir chorros, la leche saliendo descontrolada, cayendo en su culo, en suconcha, manchándole los muslos. Ella tembló una pierna mas que otra, y acabótambién, mientras se apretaba el clítoris, mordiéndose el labio para no gritar.
Nos quedamos en silencio, jadeando, el aire dellavadero cargado de olor a sexo. Ella se dio vuelta, todavía agitada, y selimpió con la toalla, sin mirarme. “Esto no pasó, ¿estamos?”, dijo otra vez,pero su voz tenía un tono distinto, como si ella misma no se lo creyera. Yo mequede callado con la pija todavía goteando. “dale, dije”. pero los dos sabíamosque esto no iba a parar ahí. Ella, en un movimiento de hija de puta se agacho yme lamio la cabeza de la pija para robarme la ultima gota de leche que seescurria. “Cada dia mas rico estas primito”
 
Salimos del lavadero como si nada, ella envuelta enla toalla, yo tratando de disimular la erección que no se iba. Mis tíos todavíano habían vuelto, y el silencio de la casa parecía burlarse de nosotros.

3 comentarios - putita la prima 2

nukissy542
🍓Aquí puedes desnudar a cualquier chica y verla desnuda) Por favor, puntúala ➤ https://da.gd/erotys
Cacho6922
Q hermosa hdp no puede ser tan putita 10