Aca les traigo otra entrega de esta serie que tiene varios fanaticos! Espero les guste!
Como siempre les dejo el anterior para el que no lo leyó: http://www.poringa.net/posts/relatos/5913969/La-Camionerita-V-la-fiestita.html
Ducha, estación de servicio de mañana temprano
El agua caliente corría despacio por mi cuerpo, arrastrando el polvo, el sudor y los restos secos de semen que todavía sentía en las tetas. Cerré los ojos y apoyé la frente contra los azulejos fríos de la ducha. Apenas abrí las piernas, sentí el ardor. La concha y el culo me dolían, no era un dolor punzante, pero sí constante, una mezcla de molestia y placer sucio. Me pasé los dedos despacito por la rajita, todavía un poco hinchada. El recuerdo de la pija de Martín entrando despacio mientras me hacía llorar me arrancó un gemido ahogado.
Me llevé la mano al culo, tocando con suavidad el anillo tirante. Me estremecí. Estaba sensible, caliente, como si todavía lo tuviera adentro. Me humedecí un dedo con jabón y lo deslicé apenas. El cuerpo me tembló. Una mezcla de asco y excitación me llenó el pecho. Me sentía una putita usada. Y me encantaba. Me mordí el labio. No podía parar de pensar en cómo me llenaron la boca, cómo me miraban todos mientras obedecía. Sentirme usada, mirada, controlada… era una calentura que me recorría entera.
Me agaché un poco, apoyando una mano en la pared, y con la otra seguí tocándome, apenas, con la punta de los dedos. Apreté los labios. No quería acabar, pero sí quedarme con esa sensación… con esa suciedad rica en la piel. Ya se estaba por terminar el turno de la ducha y por ende el agua caliente así que salí. Me sequé rápido, con un poco de apuro. Me puse una tanguita limpia y una musculosa finita. Cuando salí, Gonza me estaba esperando con dos cafés y unas medialunas.
Parador, media mañana
Milena se sentó frente a Gonza, con el pelo mojado y un aura serena, casi luminosa, en el rostro. Se notaba que la noche la había marcado. Él la miró en silencio unos segundos antes de hablar.
—¿Y? ¿Cómo estás? —le preguntó con una sonrisa tierna, pero con ojos de dueño.
—Todavía me duele —respondió ella sin rodeos—. La concha, el culo… todo. Pero me encanta. Me hace sentir… no sé, como una perra feliz.
Gonza soltó una risa seca y orgullosa.
—Eso me gusta. ¿Querés seguir?
Milena lo miró un par de segundos, pensativa, y asintió.
—Sí. Lo que a vos te guste, amor.
Gonza sacó del bolsillo un fajo de billetes y se lo puso frente a ella. Milena abrió los ojos, sorprendida.
—¿Y eso?
—Eso te dieron tus amiguitos de anoche. Dicen que sos un espectáculo. Y tienen razón.
Milena agarró la plata con una mezcla de orgullo y pudor. La metió en su mochila y bajó la cabeza, sonriendo.
—Mirá que se quedaron con ganas de repetir eh
Terminaron el desayuno en silencio. Después subieron al camión y, unas cuadras más adelante, Gonza paró frente a una oficina de un correo privado. Bajó y volvió con un paquete rectangular, envuelto en una bolsa negra.
—Abrilo —le dijo.
Milena lo hizo con cuidado. Dentro había tres conjuntos de lencería muy sexys: encaje, transparencias, tiras finas. También había un par de shorts de jean diminutos, tops apretados, musculosas con escotes profundos. Y, al fondo del paquete, una caja pequeña con un plug anal de metal, con una base en forma de corazón rojo.
Milena lo miró en silencio, tragando saliva.
— Ay me encanto todo amorrrr.. pero... ¿Esto es para ahora?
—Sí. Vamos al puerto a dejar la carga. Mientras descargan, vas a jugar a otra cosa. Vas a ser puta por un rato, pero por tu cuenta. Yo no voy a intervenir. Tenés dos horas. Dos clientes. Y me traés dos forros llenos de leche como prueba. ¿Entendido?
Ella asintió despacio.
—Sí, amor.
—Bien. Te llevás estos tres forros —dijo mientras se los daba— y el gel. Cuando lleguemos, te ponés uno de esos conjuntos, el plug, y salís. Vas vestida como para que te miren. Hay otras chicas y transexuales también. Vos sabrás cómo hacer para que te elijan a vos. Cobrá lo que te parezca. Lo que te den, te lo quedás.
Puerto — Media tarde
Milena bajó del camión con el corazón latiéndole fuerte. Llevaba el conjunto de encaje negro, una musculosa roja bastante abierta por todos lados y un short de jean blanco apretado. Abajo sandalias simples y el pelo suelto. El plug se lo había puesto justo antes de bajarse, con gel ante la atenta mirada de Gonza, y caminaba sintiendo la presión constante en su culo, lo que la tenía más caliente que nerviosa.
Pasó entre los camiones, notando las miradas. Algunos hombres le silbaban, otros murmuraban. Dos chicas trans estaban apoyadas contra un paredón, fumando. Una le guiñó el ojo.
Fue entonces que un hombre mayor, flaco, con camisa planchada y perfume caro, se le acercó.
—¿Tenés un rato? —preguntó con una sonrisa suave.
—Sí —respondió Milena sin dudar.
Subieron al camión. Él se presentó como Jorge. Adentro había aire acondicionado, música suave, y una foto familiar en el tablero, lo que la calentó un poco por el morbo que le generaba.
Jorge le pidió amablemente que se acostara boca arriba en la cama del camión y corrió las cortinas que cubrían el parabrisa y los laterales, todo adentro quedo en unas penumbras algo rojas por el sol dando contra las cortinas de ese color.
Lo que siguió fue inesperado. Jorge no tenía apuro. Le saco suavemente el pantalón y después la tanga, le separó con cariño las piernas. Le besó los muslos, el vientre, los pezones marcados bajo el encaje. Luego se dedicó con precisión a su concha. Le chupó despacio, con lengua sabia, firme, sin apuro. Milena no tardó en arquearse. El plug aumentaba todo, encima Jorge lo sacaba y ponía rítmicamente junto con sus chupadas. Milena gritó. Tuvo un orgasmo tan fuerte que le quedó temblando el cuerpo.
Después él la penetró despacio, sin urgencias, gimiendo entre dientes. Duró lo suficiente para que Milena tenga otro orgasmo más. Jorge se corrió adentro del forro, con una gemido grave. Luego se lo quitó y lo ató. Cuando lo estaba por tirar Milena le gritó: NO! Me lo llevo de recuerdo. Le dijo con un suave beso en la mejilla lo que dejó atonito al hombre.
—Cobrame, nena —le dijo.
—Ay nose, lo que a usted le parezca —respondió ella, aún jadeando por los dos orgasmos.
Él le dio cuatro billetes grandes. Milena se los guardó entre las tetas sin mirarlos y se bajó.
Al rato, un tipo gordo y transpirado, que no era camionero sino empleado del puerto, le dijo en voz baja si estaba para un rapidito, que había terminado su turno y ya se tenía que ir. Ella accedió y el la guió hasta el baño de empleados en uno de los galpones. Cuando llegaron el se metió en un cubiculo, se bajo los pantalones y se sentó en el inodoro. Tenia una pija bastante chica.
—No tengo mucho tiempo, pete no quiero porque estoy sin bañarme y soy respetuoso de las mujeres, en especial las que laburan como vos. Si me entregas esa colita no te voy a hacer perder mucho tiempo. Ella, sorprendida por las ordenes del hombre, se bajó el short y la tanga hasta las rodillas y se puso de espaldas a él.
Esteban, que así se llamaba, se sorprendió al ver el plug.—Veo que esta ocupada esa colita jaa. Milena enseguida se sacó el plug y como no sabia donde ponerlo se lo llevo a la boca, como si fuera un chupete. Al parecer eso calentó mucho al cliente ya que largo un —uffff nena.
La escena fue torpe y rápida. Se puso el forro, ni siquiera hizo falta gel por la dilatación que tenía la cola y dado el tamaño de la pija de turno. Milena se sento suavemente sintiendo apenas como entraba. El la tomo de las caderas con sus fuertes manos y la empezó a levantar y bajar a su antojo con gran facilidad. Al poco tiempo acabó, jadeando con fuerza. Soltó las caderas y metiendo las manos por abajo de las tetas se dedicó a manosearlas un rato. —Hacía rato no tocaba unas tetas tan lindas como estas bebe.
Milena se rió bajito.
—¿Me puedo llevar la lechita de recuerdo? Dijo ella con voz picarezca.
—Si, toda—dijo él.
Le dio más plata de la que esperaba. Ella lo besó en la mejilla y salió, con el segundo forro lleno y otra sonrisa.
Camión de Gonzalo - tardecita
Milena subió al camión con los dos forros en la mano y la plata en el bolsillo. Gonza la esperaba tomando unos mates. La miró de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba.
—¿Como te fue?
—Bien mi amor. Me gustó
—¿Los tenés?
—Sí —dijo ella, y se los mostró.
—¿Querés duplicar tus ganancias?
Ella se sorprendió.
—Decime cómo.
Gonza se sentó frente a ella y se sacó la pija. Ya estaba dura.
—Abrí uno. Vacialo en tu boca. Y no se te ocurra escupir.
Milena obedeció. Con cuidado abrió uno de los forros rompiendolo por la punta y dejó que la leche tibia se deslizara en su lengua. La textura, el olor, todo la excitaba. Mientras tragaba, Gonza se masturbaba, mirándola fijo.
—El otro también —ordenó.
Ella lo hizo. Se le escapó un poco por la comisura, pero lo lamió todo. Gonza acabó fuerte, con un gruñido, mientras le acariciaba el pelo.
—Que putita resultaste mi amor, me encantás.
Después, sin decir nada, sacó más plata y se la dio. Milena se quedó sentada, sudada, despeinada, con la boca sucia y una sonrisa satisfecha.
—Putita profesional —dijo Gonza, orgulloso.
Ella se rió bajito.
—Gracias, amor. TE AMO
Espero que les haya gustado! Los leo por privado y en los comentarios!
Como siempre les dejo el anterior para el que no lo leyó: http://www.poringa.net/posts/relatos/5913969/La-Camionerita-V-la-fiestita.html
Ducha, estación de servicio de mañana temprano
El agua caliente corría despacio por mi cuerpo, arrastrando el polvo, el sudor y los restos secos de semen que todavía sentía en las tetas. Cerré los ojos y apoyé la frente contra los azulejos fríos de la ducha. Apenas abrí las piernas, sentí el ardor. La concha y el culo me dolían, no era un dolor punzante, pero sí constante, una mezcla de molestia y placer sucio. Me pasé los dedos despacito por la rajita, todavía un poco hinchada. El recuerdo de la pija de Martín entrando despacio mientras me hacía llorar me arrancó un gemido ahogado.
Me llevé la mano al culo, tocando con suavidad el anillo tirante. Me estremecí. Estaba sensible, caliente, como si todavía lo tuviera adentro. Me humedecí un dedo con jabón y lo deslicé apenas. El cuerpo me tembló. Una mezcla de asco y excitación me llenó el pecho. Me sentía una putita usada. Y me encantaba. Me mordí el labio. No podía parar de pensar en cómo me llenaron la boca, cómo me miraban todos mientras obedecía. Sentirme usada, mirada, controlada… era una calentura que me recorría entera.
Me agaché un poco, apoyando una mano en la pared, y con la otra seguí tocándome, apenas, con la punta de los dedos. Apreté los labios. No quería acabar, pero sí quedarme con esa sensación… con esa suciedad rica en la piel. Ya se estaba por terminar el turno de la ducha y por ende el agua caliente así que salí. Me sequé rápido, con un poco de apuro. Me puse una tanguita limpia y una musculosa finita. Cuando salí, Gonza me estaba esperando con dos cafés y unas medialunas.
Parador, media mañana
Milena se sentó frente a Gonza, con el pelo mojado y un aura serena, casi luminosa, en el rostro. Se notaba que la noche la había marcado. Él la miró en silencio unos segundos antes de hablar.
—¿Y? ¿Cómo estás? —le preguntó con una sonrisa tierna, pero con ojos de dueño.
—Todavía me duele —respondió ella sin rodeos—. La concha, el culo… todo. Pero me encanta. Me hace sentir… no sé, como una perra feliz.
Gonza soltó una risa seca y orgullosa.
—Eso me gusta. ¿Querés seguir?
Milena lo miró un par de segundos, pensativa, y asintió.
—Sí. Lo que a vos te guste, amor.
Gonza sacó del bolsillo un fajo de billetes y se lo puso frente a ella. Milena abrió los ojos, sorprendida.
—¿Y eso?
—Eso te dieron tus amiguitos de anoche. Dicen que sos un espectáculo. Y tienen razón.
Milena agarró la plata con una mezcla de orgullo y pudor. La metió en su mochila y bajó la cabeza, sonriendo.
—Mirá que se quedaron con ganas de repetir eh
Terminaron el desayuno en silencio. Después subieron al camión y, unas cuadras más adelante, Gonza paró frente a una oficina de un correo privado. Bajó y volvió con un paquete rectangular, envuelto en una bolsa negra.
—Abrilo —le dijo.
Milena lo hizo con cuidado. Dentro había tres conjuntos de lencería muy sexys: encaje, transparencias, tiras finas. También había un par de shorts de jean diminutos, tops apretados, musculosas con escotes profundos. Y, al fondo del paquete, una caja pequeña con un plug anal de metal, con una base en forma de corazón rojo.
Milena lo miró en silencio, tragando saliva.
— Ay me encanto todo amorrrr.. pero... ¿Esto es para ahora?
—Sí. Vamos al puerto a dejar la carga. Mientras descargan, vas a jugar a otra cosa. Vas a ser puta por un rato, pero por tu cuenta. Yo no voy a intervenir. Tenés dos horas. Dos clientes. Y me traés dos forros llenos de leche como prueba. ¿Entendido?
Ella asintió despacio.
—Sí, amor.
—Bien. Te llevás estos tres forros —dijo mientras se los daba— y el gel. Cuando lleguemos, te ponés uno de esos conjuntos, el plug, y salís. Vas vestida como para que te miren. Hay otras chicas y transexuales también. Vos sabrás cómo hacer para que te elijan a vos. Cobrá lo que te parezca. Lo que te den, te lo quedás.
Puerto — Media tarde
Milena bajó del camión con el corazón latiéndole fuerte. Llevaba el conjunto de encaje negro, una musculosa roja bastante abierta por todos lados y un short de jean blanco apretado. Abajo sandalias simples y el pelo suelto. El plug se lo había puesto justo antes de bajarse, con gel ante la atenta mirada de Gonza, y caminaba sintiendo la presión constante en su culo, lo que la tenía más caliente que nerviosa.
Pasó entre los camiones, notando las miradas. Algunos hombres le silbaban, otros murmuraban. Dos chicas trans estaban apoyadas contra un paredón, fumando. Una le guiñó el ojo.
Fue entonces que un hombre mayor, flaco, con camisa planchada y perfume caro, se le acercó.
—¿Tenés un rato? —preguntó con una sonrisa suave.
—Sí —respondió Milena sin dudar.
Subieron al camión. Él se presentó como Jorge. Adentro había aire acondicionado, música suave, y una foto familiar en el tablero, lo que la calentó un poco por el morbo que le generaba.
Jorge le pidió amablemente que se acostara boca arriba en la cama del camión y corrió las cortinas que cubrían el parabrisa y los laterales, todo adentro quedo en unas penumbras algo rojas por el sol dando contra las cortinas de ese color.
Lo que siguió fue inesperado. Jorge no tenía apuro. Le saco suavemente el pantalón y después la tanga, le separó con cariño las piernas. Le besó los muslos, el vientre, los pezones marcados bajo el encaje. Luego se dedicó con precisión a su concha. Le chupó despacio, con lengua sabia, firme, sin apuro. Milena no tardó en arquearse. El plug aumentaba todo, encima Jorge lo sacaba y ponía rítmicamente junto con sus chupadas. Milena gritó. Tuvo un orgasmo tan fuerte que le quedó temblando el cuerpo.
Después él la penetró despacio, sin urgencias, gimiendo entre dientes. Duró lo suficiente para que Milena tenga otro orgasmo más. Jorge se corrió adentro del forro, con una gemido grave. Luego se lo quitó y lo ató. Cuando lo estaba por tirar Milena le gritó: NO! Me lo llevo de recuerdo. Le dijo con un suave beso en la mejilla lo que dejó atonito al hombre.
—Cobrame, nena —le dijo.
—Ay nose, lo que a usted le parezca —respondió ella, aún jadeando por los dos orgasmos.
Él le dio cuatro billetes grandes. Milena se los guardó entre las tetas sin mirarlos y se bajó.
Al rato, un tipo gordo y transpirado, que no era camionero sino empleado del puerto, le dijo en voz baja si estaba para un rapidito, que había terminado su turno y ya se tenía que ir. Ella accedió y el la guió hasta el baño de empleados en uno de los galpones. Cuando llegaron el se metió en un cubiculo, se bajo los pantalones y se sentó en el inodoro. Tenia una pija bastante chica.
—No tengo mucho tiempo, pete no quiero porque estoy sin bañarme y soy respetuoso de las mujeres, en especial las que laburan como vos. Si me entregas esa colita no te voy a hacer perder mucho tiempo. Ella, sorprendida por las ordenes del hombre, se bajó el short y la tanga hasta las rodillas y se puso de espaldas a él.
Esteban, que así se llamaba, se sorprendió al ver el plug.—Veo que esta ocupada esa colita jaa. Milena enseguida se sacó el plug y como no sabia donde ponerlo se lo llevo a la boca, como si fuera un chupete. Al parecer eso calentó mucho al cliente ya que largo un —uffff nena.
La escena fue torpe y rápida. Se puso el forro, ni siquiera hizo falta gel por la dilatación que tenía la cola y dado el tamaño de la pija de turno. Milena se sento suavemente sintiendo apenas como entraba. El la tomo de las caderas con sus fuertes manos y la empezó a levantar y bajar a su antojo con gran facilidad. Al poco tiempo acabó, jadeando con fuerza. Soltó las caderas y metiendo las manos por abajo de las tetas se dedicó a manosearlas un rato. —Hacía rato no tocaba unas tetas tan lindas como estas bebe.
Milena se rió bajito.
—¿Me puedo llevar la lechita de recuerdo? Dijo ella con voz picarezca.
—Si, toda—dijo él.
Le dio más plata de la que esperaba. Ella lo besó en la mejilla y salió, con el segundo forro lleno y otra sonrisa.
Camión de Gonzalo - tardecita
Milena subió al camión con los dos forros en la mano y la plata en el bolsillo. Gonza la esperaba tomando unos mates. La miró de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba.
—¿Como te fue?
—Bien mi amor. Me gustó
—¿Los tenés?
—Sí —dijo ella, y se los mostró.
—¿Querés duplicar tus ganancias?
Ella se sorprendió.
—Decime cómo.
Gonza se sentó frente a ella y se sacó la pija. Ya estaba dura.
—Abrí uno. Vacialo en tu boca. Y no se te ocurra escupir.
Milena obedeció. Con cuidado abrió uno de los forros rompiendolo por la punta y dejó que la leche tibia se deslizara en su lengua. La textura, el olor, todo la excitaba. Mientras tragaba, Gonza se masturbaba, mirándola fijo.
—El otro también —ordenó.
Ella lo hizo. Se le escapó un poco por la comisura, pero lo lamió todo. Gonza acabó fuerte, con un gruñido, mientras le acariciaba el pelo.
—Que putita resultaste mi amor, me encantás.
Después, sin decir nada, sacó más plata y se la dio. Milena se quedó sentada, sudada, despeinada, con la boca sucia y una sonrisa satisfecha.
—Putita profesional —dijo Gonza, orgulloso.
Ella se rió bajito.
—Gracias, amor. TE AMO
Espero que les haya gustado! Los leo por privado y en los comentarios!
1 comentarios - La camionerita VI: ejerciendo por primera vez
O prefieren que sea un único capitulo mas largo? Comenten aca abajo o pr privado. Los leo!