You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

El Juego de la Puerta - Parte 5

Ese día Domingo se terminó quedando una hora más. Y, por supuesto, eventualmente cogimos de nuevo. Pero fue distinto. Me cargó como si nada, como si yo fuese un bidón vacío, y me llevó al dormitorio. Me puso boca arriba en la cama y él encima mío, entre mis piernas bien abiertas como alas para él.

El fantaseaba y se calentaba con cogerse así a la mujer de otro, en su propia cama, y embarazarla ahí. Y yo, debo reconocerlo, me fantaseaba con que eso era cierto y estaba pasando. Tuve un orgasmo increíble, inmenso, cuando el viejo por fin después de otra larga y placentera cogida me la mandó bien hasta el fondo, enterrándose completamente en mi, y me acabó fuerte y dulce, dándome todo su semen.

Él pensaba que lo que estaba pasando era verdad. Y yo, aunque sea por un momento, acababa y acababa mentalmente en mi cabeza, imaginándome y rogando que lo fuera. Engañándome a mí misma tan sólo para sentir esa situación. Imaginándome que estaba sucediendo. Que éste macho viejo y fuerte que tenía encima me estaba preñando tan dulcemente, amándome así en la cama que compartía con Ari. Y que el viejo lo puteaba, por su ausencia. Y que se cagaba de risa de él mientras acababa por la cantidad de leche que le estaba dejando a su pendeja adentro. Y de lo linda que iba a tener la pancita en unos meses…

Sentir el lomo duro y renegrido del viejo sobre mi cuerpo y entre mis brazos que lo aprisionaban lo único que hacía era amplificar la situación y mi orgasmo. Sentir ese semen caliente dentro mío me hacía sentir tan, pero tan agradablemente puta. Era como si hubiese encontrado, por fin después de años, el vestido más cómodo del mundo y el que mejor me quedaba. Domingo se quedó dentro mío dejándome su verga ahí atorada y besándonos por lo que me parecieron horas hermosas, pero fueron tan sólo minutos.

Hasta que finalmente se hizo la hora y se fué. Sencillamente nos saludamos amorosamente y se fué a seguir trabajando. Y ahí terminó todo. Yo me acosté de nuevo en la cama deshecha y le escribí a Roxy para contarle. Le expliqué la situación, cómo se dió todo y le pregunté si valía por dos.

Me dijo que no. Fue una persona, vale por uno. Me dijo que en una de sus conquistas de ahora a ella también le habían dado dos veces… el electricista, uno de sus primeros, pero que fue durante la misma visita. Contaba sólo como uno. Pero cuando me pidió más detalles, como siempre, ésta vez no se los dí. No se los dí porque no sabía qué decirle. O, en realidad, no quería decirle.

No quería todavía decirle lo que yo ya íntimamente sabía y me había terminado de dar cuenta. La visita de Domingo nada más lo había terminado de solidificar y sacado a la luz - los hombres que me gustaban… que realmente me gustaban y me hacían vibrar… eran así. De éste tipo. Fuertes. Bien machos, por fuera y por dentro. Experimentados. Curtidos. Curtidos de alma y de mente… y si venían también curtidos de piel, tanto mejor.

No sabía que iba a hacer con Ariel. Me levanté y me puse a limpiar todo, naturalmente también cambiando las sábanas y haciendo la cama de nuevo. Mientras lo hacía pensaba si quería seguir estando con él. Si por “estando con él” una se refería a esa patética imitación de relación de pareja que teníamos. Roxy en varias oportunidades ya me había dicho que la cortara yo. Que terminara la relación, que no me servía. No era de ahora, ya de hacía tiempo. Pero nunca le hice caso. Porque no quería estar sola. Porque a Ari todavía lo quería, quizás menos después de lo que había hecho, pero todavía lo quería. Y también, la pura… mas pura verdad, pese a que suene una mierda, estaba muy cómoda donde estaba. Sin tener que trabajar, haciendo las cosas de la casa.

Mantenida.

Pero el juego me había cambiado ya. Me obligó a enfrentar partes de mí que sabía que estaban ahí, bajo la superficie… y también sacó a la luz otras partes que ni conocía. Pero que me sentaban bien, que me hacían sentir bien, aunque fuera por un rato. Mi cuerpo se había liberado sexualmente de golpe, pero mi mente venía bastante atrás de esa liberación, tratando de alcanzar lo que mi cuerpo hacía y sentía. Ya iba a llegar y me iba a equilibrar, estaba segura de eso, pero todo todavía me resultaba tan nuevo, tan excitante.

Ariel, por supuesto, cuando volvió a la noche no notó nada extraño. Ni en la casa ni en mí. Y yo me mantuve lo más alejada posible de él. Ni siquiera se dió cuenta de eso. A mi me parecía perfecto que sí se dió cuenta de los bidones de agua que dejaron en casa y no de todo el semen que le dejaron adentro a su novia. Lo iba a dejar así. Me fui a dormir esa noche sola, antes que él, y en la intimidad de nuestro cuarto deslicé mi mano entre mis piernas y le empecé a dar un poquito de amor con los dedos a mi clítoris, suavecito y tranquila en la oscuridad, imaginándome el abrazo y la sensación del cuerpo duro de Domingo a mi lado, en la cama. Imaginándome que volvía y que seguía lo que había empezado.

Pero Domingo no volvió. Ni al otro día, ni ningún otro día. Y también pasó el tiempo sin novedad en el juego, más que Roxy sumó otras dos conquistas para alejarse de mí de nuevo en el marcador. Pasaron otras dos semanas en las que el timbre ni sonó. No pasó nada, hasta que pasó…

Era una tarde recién después de comer que yo estaba en casa. Ese día ni siquiera me había preparado mucho para el juego. Había vuelto a estar desganada y deprimida porque no pasaba nada. Estaba vestida normal, de entrecasa, esperando algo que sabía que no iba a pasar, hasta que el timbre sonó y pasó.

Atendí el portero y me sorprendí cuando escuché que me decía una voz que eran del agua. No era Domingo. No podía ser, no había pasado un mes, no iban a estar entregando de nuevo. Cuando fui a abrir la puerta de la calle me encontré con un tipo que no conocía, uno un poco gordo y bastante alto, morrudo. Tenía la cabeza calva y una barbita candado. Me llamó inmediatamente la atención lo rasurada a cero y lo brillante que tenía la pelada. No eran de los tipos que me gustaban inmediatamente y no por lo pelado. Si bien no me parecía mala onda o detestable inmediatamente, tenía algo que me dejaba totalmente en neutro y no sabía que era. A veces la gente se siente así de entrada.

“Hola, buenas tardes…” me dijo con una sonrisa suave y me estiró la mano para que se la estrechara, “Estoy buscando a Trinidad, sos vos?”
“Si, soy yo…”, le apreté la mano.
“Que tal, encantado. Yo soy Gustavo Alvarez, Gerente de SACIC…”
“SACIC…”, repetí tratando de acordarme.
“La empresa de agua, de los bidones…”
“Ah! Si, okey… si, decime…”, yo pensaba que era algún tema de algún pago, pero no.
“Mirá, vine sin llamarte o anunciarme, disculpame, pero quería ver si podíamos hablar de un tema que pasó… lo quería hablar primero en persona y en privado, si no te molesta. No sé si estás ocupada o tenés un rato para charlar?”, me dijo.
“No… si, no hay problema… querés pasar?”, le pregunté. No lo hice pasar por el juego, realmente quería saber de qué se trataba.
“Bueno, gracias… con permiso…”, dijo y lo guié hasta casa.

Una vez ahí lo invité a sentarse en el sillón y me fuí a traerle algo para tomar, que aceptó amablemente. Se lo veía correcto y respetuoso. Yo me senté en el sillón también, pero a una buena distancia, no quería dar a entender absolutamente nada, por más que yo justo no estaba vestida nada sugerente. No me estaba saliendo de querer hacer nada con éste tipo.

“Mirá, Trinidad”, comenzó a hablarme, “Quería comentarte un tema que tuvimos en la empresa con uno de los empleados. Con Domingo.”
A mi me extrañó aún más, “Eh… si, lo conozco.. A veces entrega acá, qué pasó?”
“Mirá, desde ya te pido que me disculpes por hablar de ésto, pero es un tema delicado que estamos tratando de solucionar. No es mi intención venir acá a tu casa y ser guarango ni nada por el estilo…”, me dijo seriamente.
“Guarango? No entiendo…”
“Tuvimos un problema con Domingo hace unos días en la empresa porque, bueno… le estuvo contando a algunos empleados que él había tenido relaciones sexuales con una clienta…”, me dijo y a mi se me hundió el corazón en el pecho.
“Ah… wow…”, fue lo único que atiné a decir.
“Sí, como verás es un tema delicado. Cuando uno de los supervisores le llamó la atención por eso, se lo apercibió. A ver, se lo disciplinó porque no es un tema para estar hablando en un ámbito profesional, no? Pero la verdad que nos puso en un problema porque durante la entrevista que tuvimos, bueno… Domingo nos indicó que habías sido vos”, me dijo seriamente.

Yo no contesté. Me quedé dura, helada. No sabía que decir, por suerte él continuó.
“Al principio pensamos que estaba mintiendo, no? Mandándose la parte, boqueando, vos me entendés…”, yo le asentí, “Pero nos pone a la empresa en un problema grave porque de ser cierto acá ya hay un tema de un posible delito… abuso sexual… me entendés? Y de ser así nos corresponde cierta responsabilidad…”
Yo lo interrumpí porque me imaginaba, con los recuerdos de mis estudios de abogacía reflotándome rápido, por donde venía la mano “Si, claro Gustavo, entiendo… pero que necesitás saber?”
El tipo como que dudó un poco en preguntarlo, se lo veía incómodo, pero finalmente me miró, “Mirá, Trinidad, desde ya te pido disculpas por la pregunta pero … es verdad lo que dice Domingo? Si te pregunto es porque para proceder realmente necesitamos saber que es cierto y que no…”

Yo tomé aire y lo miré, “Si… bueno, es verdad. No está mintiendo.”
El tipo se sorprendió un poco, “Ah? Es verdad?”
Yo asentí, “Si, ese día… no me acuerdo bien qué día fue… es algo muy personal, no te parece? Pero bueno si hay un tema legal y necesitas saber… sí, ese día cuando Domingo vino a entregar el agua tuvimos relaciones.”
“Uh… uh, bueno…”, lo vi serio, “Desde ya te pido disculpas en nombre de la empresa, Trinidad. De verdad, nosotros nos tomamos todo lo que son temas… eh… de índole de abuso muy seria…”
Yo lo interrumpí, “Pero no es un tema de abuso, Gustavo.”
Lo ví que se sorprendió aún más, “Cómo?”
“Claro. No fue abuso. De nuevo, te repito, es algo personal y privado. Pero no hubo abuso. Lo que hicimos con Domingo lo quisimos los dos.”, lo miré fijo.
“Entiendo…”, solamente dijo, mirándome fijo después de un rato. Que estaba pensando? Que una mujer como yo no le podía dar bola a un tipo como Domingo? Eso era? O había otra cosa?

Después de un breve silencio, le hablé, “Perdoná, te puedo hacer una pregunta yo?”
“Si, claro, por supuesto…”
“Mirá Gustavo, por ahí soy yo, y si estoy equivocada te pido disculpas desde ya, pero… la verdad no me termina de cerrar a qué viniste.”, le pregunté, “Me parece que hay algo más.”
“Bueno, sí”, me dijo, “Pero lo que me acabas de decir medio que cambia todo…”
“No entiendo”
“Yo en realidad, Trinidad, venía con la idea de que sí, en efecto, ya había existido abuso… y entonces venía a charlar con vos y a pedirte… solicitarte… que por favor consideraras, bueno… no iniciar acciones legales contra la empresa…”
“Ah. Ah… entiendo, si…”, le asentí, pero el tipo siguió.
“... somos una empresa chica, familiar, y nos provocaría un perjuicio tremendo…”
“Si, si, lo entiendo”, le sonreí un poco, “Quedate tranquilo que no, no voy a hacer nada de eso porque, bueno… no hay nada que hacer. Para mí es un tema personal y punto.”
El me sonrió, “Bueno… bueno te agradezco muchísimo. Me alegra mucho oírte decir eso.”, lo vi que me miró, ya visiblemente mucho más relajado por esas buenas noticias.
Yo le devolví la sonrisa un poco, “Bueno, tema solucionado entonces, quedate tranquilo.”
“Si, gracias…”, me dijo, “Y vos también quedate tranquila porque, bueno, él no va a volver a hacer entregas. Domingo ya por todo lo que pasó va a ser despedido, así que no te preocupes por…”
Yo lo interrumpí enseguida, “Pará, cómo? Despedido?”
“Si, claro”, me dijo mirándome.
“Por qué lo van a despedir? Te acabo de decir que no fue abuso…”
El tipo suspiró un poco, apenas, “Trinidad, haya existido o no el abuso, un empleado no puede estar teniendo relaciones con los clientes. Y menos durante el horario laboral… y menos que menos andar contándoselo a todo el mundo en la empresa…”
“Pero pará… pará, Gustavo… bajá un cambio, por favor…”, lo miré, “Lo de Domingo y yo es un tema personal, ya te dije, que tiene que ver?”
“Domingo representa a la empresa cuando trabaja. No puede hacer lo que hizo…”

Y ahí nos pusimos a discutir. No mal, siempre respetuosamente, pero la intensidad subió bastante. A mi me daba por las bolas que no tengo el hecho que lo iban a despedir, y encima realmente por mi culpa. Y Gustavo estaba inflexible con eso. No se si ya le tenían idea, hacía rato que lo querían echar e iban a aprovechar ésto o qué carajo, pero no nos estábamos escuchando ni entendiendo nuestros argumentos.

Estuvimos diez minutos, casi por reloj, yendo y viniendo sobre el despido de Domingo. Ustedes prueben de hablar diez minutos seguidos, sin parar, sobre un solo tema y van a ver la cantidad de tiempo que realmente es. Yo ya estaba frustrada y ahí fue cuando el gen de una idea se me empezó a formar en la mente, y escuché las palabras de Roxy haciéndome eco en la cabeza…

“Los hombres son hombres, Trini…”

Ahí fue cuando decidí jugármela. Perdido por perdido, por qué no? Me hacía sentir para la mierda la idea de que Domingo iba a perder su trabajo esencialmente por mi culpa. Si, por lo bocón que era también, pero primigeniamente por mi culpa. Así que un poco enojada, un poco frustrada y un poco ya hinchada de tener al tipo ahí en casa, tomé aire mientras él seguía argumentando algo y me levanté del sillón. Él me miró sin entender y como un reflejo también se puso de pie.

“Ay… bueno, mirá Gustavo… hagamos una cosa, te parece? La hacemos fácil, querés?”, le dije mirándolo, “Yo ya te expliqué que me parece horrible que lo echen a Domingo por ésto, a vos te parece que no. Podemos estar yendo y viniendo con ésto por horas, pero yo en un rato tengo que salir y me tengo que ir a duchar.”, le dije sin darle mucha bola y empecé a alejarme, caminando despacito para el baño. Agarré el borde de la remera que tenía puesta con algo de bronca y me la saqué por encima de la cabeza mientras caminaba, revoleándola por ahí, quedándome en corpiño ante la mirada del tipo, “... yo ya decirte no puedo decirte mas nada, ya te lo dije todo, pero por ahí puedo hacer algo.”

Me giré y lo miré, parando para sacarme el pantalón de jogging ahí también en el medio del living, ante la mirada azorada del tipo, quedándome en mi lencería, “Yo me voy a duchar, Gustavo. El baño está ahí. Si querés la seguimos ahí. Y si no… si no, bueno allá está la puerta y te invito a que te retires…”, le escupí con un poquito de frustración y desaparecí en el baño.

No sé de dónde había sacado la fuerza de carácter para hacer eso y hablarle así al tipo, pero verdaderamente, realmente, me entristecía y me enojaba la idea que Domingo perdiera el laburo. Mi timidez se había evaporado y el juego me había cambiado ya mucho. Y si me tenía que coger a éste pelado para ayudar a Domingo, pues bueno…, pensé mientras me encerré en el baño a preparar la ducha, enseguida me enteraría que había decidido el tipo según qué puerta yo escuchara abrirse.


...



El Juego de la Puerta - Parte 5



juego


La verdad es que lo había juzgado mal a Gustavo, nada más porque me cayó así neutro de entrada y porque habíamos arrancado con el pie izquierdo. El agua calentita de la ducha terminó limando todas las asperezas de nuestra discusión y nos relajó a los dos. Y realmente no era mal tipo. Al principio, debo reconocer, no me gustó tanto pero al pasar el rato me fue cayendo mejor y gustando más. Y me trató muy bien. Bah, nos tratamos muy bien los dos. Me gustó mucho la pija que tenía, y cuando salimos del baño y nos secamos para seguirla en el sillón, la verdad que me encantó cómo cogimos.


jovencita


Esa verga realmente entraba muy bien, muy lindo en mi cuerpito… y yo me daba cuenta que le daba mucho placer a él también. Estaba casado y, me dijo, no solía hacer nada de éstas cosas, pero para ser alguien que no tenía práctica con otras mujeres… la verdad que me la hizo pasar muy bien. Y yo a él.



delgada



Tampoco fué la última vez que nos vimos, no. Unos días después cayó de nuevo en casa, otra tarde. Se ve que a los dos nos faltaba … ehh… terminar de pulir todos los detalles de Domingo y su estado laboral. No me resultó raro, pero sí inusual, ya que fue el primer tipo con el que estuve gracias al juego… con el que tuve una segunda vez. Pero la segunda fue mucho, mucho mejor que la primera. Ya nos conocíamos, ya sabíamos lo que queríamos y realmente no tuvimos que discutir nada.

Esta vez me lo llevé directamente al cuarto, después de besuquearnos lindo en el living un rato largo, y realmente me gustó tenerlo ahí y disfrutarlo como lo hice. Nos atendimos el uno al otro muy, pero muy bien.



infidelidad


infieles y amateurs


Nos dimos un hermoso placer los dos y, por ahí eran ideas mías, pero como ya habíamos solucionado lo de Domingo creo que inconscientemente yo me solté un poquito más y lo disfruté mejor. Y Gustavo, quizás por ser la segunda vez que estaba conmigo y ya se le había pasado el tema mental de estar corneando a la mujer, también me cogió hermoso. Hermoso y fuerte, como me gustaba. Me dió para que tuviera en serio, y me encantó.



El Juego de la Puerta - Parte 5


En el fondo era un dulce, Gustavo. Sólo había que llegar a conocerlo. Y me terminé dando cuenta realmente de lo dulce que era cuando tuvo que acabar, que ya estaba a punto y no daba más. Sin decirme nada me levantó como una bolsa vacía, me puso en cuatro en la cama y me hizo ver las estrellas de placer, regalándome un orgasmazo que me reventó, mientras de un buen empujón, profundo y hasta el fondo, me llenaba la conchita con su rico semen.



juego

Se acuerdan hace un rato que les dije eso de que a mi mente le faltaba por ahí equilibrarse con mi cuerpo y eso? Bueno, creo que más o menos en ese momento por fin mi mente, corriendo desesperada para alcanzarme el cuerpo, por fin lo logró y se equiparó. Lo que mi cuerpo sentía, por fin después de tanto tiempo, ahora mi mente lo entendía y lo aceptaba.

Mi mente por fin entendió, como mi cuerpo lo había hecho hacía tanto, de lo hermoso que era sentir como otro hombre que no era Ari me llenaba con su semen, y me dejaba todo su amor así de esa manera. Costó, pero lo logró. Ya no había más desbarajustes adentro mío, ya estaba todo balanceado y equilibrado.

Por fin, después de tanto tiempo, de tantos miedos y tantos nervios, a mi cuerpo de puta por fin se le unió mi mente de puta. Y fue en una gloriosa revelación como entendí todo en ese momento, en ese puto mismísimo momento en el que sentía la verga de Gustavo tensarse y dejarme todo su amor dentro de mí. Y sus dedos aprisionandome el cuerpo. Y sus gemidos regalándome su placer en mis oídos. Todo cerraba. Todo era bello, todo era hermoso y equilibrado. El juego me había convertido en lo que realmente me llenaba y me regaló lo que verdaderamente me hacía plena y completa: el sentir el delicioso gusto en el alma de saberse una buena puta.

Más tarde le mandé un mensaje a mi Roxy. 4-6. El primer set lo perdí, pero bueno. Se dió una valiente lucha. Frente alta y a seguir adelante.

1 comentarios - El Juego de la Puerta - Parte 5

Qsy123456
No seria 5-6? Ya q gustavo fue 2 veces
Murcielagos77 +2
Roxy protestó en Conmebol y a Trini le sacaron los puntos.
soloparaleerr
@Murcielagos77 jajaja