La fantasía de Flor - Parte 2

La mañana siguiente amaneció con una luz que parecía querer revelar todos los secretos de la noche anterior. No había dormido bien, mi mente estaba sumergida en un mar de dudas y preguntas. La imagen de Flor bajo la ducha, la complicidad silenciosa con Ricardo, todo se había tornado en un peso que ahora llevaba sobre mis hombros. Y ahora, con el video en la mano de Ricardo, sentía que el suelo bajo mis pies estaba a punto de desmoronarse.

Ricardo me invitó a su casa, bajo el pretexto de tomar un café y charlar. Su sonrisa seguía siendo la misma, pero ahora había algo diferente en su mirada, una especie de satisfacción que me ponía los pelos de punta. "Mati, mirá esto," dijo mientras abría su celular. Lo que vi en la pantalla fue una grabación de Flor en la ducha, su cuerpo moviéndose bajo el agua, sin saber que estaba siendo observada. Mi cara se puso blanca como la pared.

En el video, Flor estaba bajo el chorro de agua, su piel blanca brillando con gotas que caían como pequeñas estrellas. El agua corría por su cuerpo, delineando cada curva, cada parte de ella que tanto amaba. Se tomó un momento para echarse shampoo en el cabello, sus manos moviéndose con gracia, masajeando su cuero cabelludo. Pero entonces, dejó caer el frasco de shampoo al suelo. Se inclinó hacia adelante, su espalda arqueada, su culo perfectamente expuesto mientras recogía el frasco, dándonos una vista que solo yo debería haber tenido.

Después, empezó a enjabonarse, sus manos deslizándose por su cuerpo, pasando por sus tetas, bajando hasta su concha. La vi cómo se detenía allí, frotando con cuidado, el jabón haciendo espuma entre sus dedos, su rostro mostrando un placer sutil, inconsciente de la cámara. Era una imagen tan íntima, tan personal, que verlo en ese momento me hizo sentir como si estuviera invadiendo un espacio sagrado.

"¿Por qué grabaste?" mi voz apenas era un susurro, la culpa y el miedo mezclándose en mi garganta.

"Quise tener algo para recordar," respondió Ricardo con un tono que intentaba ser ligero, pero que a mí me sonó a una confesión de algo más profundo, algo que no quería saber.

Mi mente daba vueltas. ¿Qué pasaría si Flor lo descubría? ¿Qué pasaría si alguien más veía ese video? La idea de que la intimidad de Flor, nuestra intimidad, estuviera en manos de otro me hacía sentir enfermo. Pero había algo más, una parte de mí que se sentía fascinada, quizás excitada, por el peligro de lo que habíamos hecho.

Decidí que tenía que actuar rápido. Necesitaba borrar ese video, asegurarme de que nadie más lo viera. Pero antes de eso, tenía que enfrentar a Ricardo. "Borralo, ahora," le ordené, mi voz más firme de lo que me sentía. Ricardo levantó una ceja, pero después de un momento de tensión, accedió. Observé como el archivo desaparecía de su teléfono, pero sabía que la imagen de ese momento permanecería grabada en mi mente para siempre.

Salí de la casa de Ricardo sintiéndome un poco más aliviado, pero el peso de lo que había hecho seguía ahí. Ahora tenía que enfrentar a Flor, aunque no sabía cómo. Decidí no decirle nada, al menos no todavía. Quizás nunca. Pero la mentira, la omisión, ya estaba entre nosotros, una sombra que podría crecer con el tiempo.

Ese día, cuando vi a Flor, todo me parecía diferente. La veía y me preguntaba si alguna vez descubriría la verdad. Decidí que esa sería la última vez que jugaba con esos límites. La amaba demasiado como para arriesgar lo nuestro por un juego de voyeurismo y fetichismo que ahora sabía que podía ser destructivo...