INVITAMOS A UN PORINGUERO A CASA 💦
¡Madre mía, qué locura de noche!
Todavía me tiemblan las piernas de solo recordarlo. Todo empezó como un juego, una de esas cosas que no planeas, pero que, cuando pasan, te das cuenta de que salió todo perfecto. Edu y yo estábamos en casa, medio aburridos, mirando el móvil, cuando de repente nos metimos a curiosear en Poringa. Ahí estaba, un seguidor que decía vivir cerca de casa. Sus mensajes eran puro fuego, fotos calientes, pero nada de privados, todo a la vista. No sé qué nos dio, pero entre risas y miradas cómplices, Edu y yo nos miramos y dijimos:
"¿Y si lo invitamos?".
Le escribimos, medio en broma, medio serios, y le pusimos una condición:
"Si quieres, ven ya, ahora mismo".

Mientras tanto empezamos a jugar

Pensábamos que iba a dudar, que se lo pensaría, pero no pasaron ni diez minutos cuando el timbre sonó. ¡El tío estaba en la puerta!

Mientras lo esperábamos, la cosa ya se había puesto caliente entre Edu y yo. No pude contenerme, me subí encima de él en el sofá, y en un momento ya me había follado hasta dejarme el coño lleno de su leche. Estaba en esa nube de placer, con las piernas abiertas, todavía jadeando, cuando escuchamos el timbre.
Abrimos la puerta, y ahí estaba el chico, con cara de no creerse lo que veía. Yo, desnuda en el sofá, con las piernas abiertas, el coño brillante y goteando, lo miré y le solté sin pensarlo:
"Métela ya".


No sé si fue la adrenalina o qué, pero el chico no se lo pensó dos veces. Se acercó, se bajó los pantalones, y en menos de un minuto de meterla, ya se estaba corriendo dentro de mí. Sentí cómo su leche se mezclaba con la de Edu, una explosión que me hizo gemir como loca.
¡Mi coño estaba detonado, lleno, desbordando de pura calentura!

Pero ya sabéis cómo soy, insaciable. Quería más, mucho más. Mientras el chico intentaba recuperarse, saqué mi vibrador y empecé a jugar con él, metiéndolo despacito mientras Edu me comía el culo y me apretaba las tetas tan fuerte que mis pezones estaban duros como piedras. Sentía sus dedos explorando mi culo, y yo solo podía gemir y pedir más.




Quince minutos después, el chico ya estaba listo otra vez, y esta vez no fue solo él. Edu y él se pusieron de acuerdo sin decir nada, y los dos juntos me dieron duro. Dos pollas abriéndome el coño, entrando y saliendo, rompiéndome de placer. No sé cómo explicarlo, pero sentía que me partían en dos, y me encantaba. Cuando se corrieron, los dos a la vez, fue como si mi cuerpo no pudiera contener tanto. La leche me desbordaba, chorreaba por mis piernas, y yo estaba en el cielo, temblando de éxtasis.

Todo duró menos de dos horas, pero qué dos horas. Fue puro fuego, una locura que no planeamos y que salió perfecta. El chico se fue, y Edu y yo nos metimos en la bañera con una copa de vino, unas velitas, y nos pusimos a hablar de lo loco y furtivo que había sido todo. Reíamos, nos mirábamos, y yo ya estaba pensando en qué más podríamos hacer.
Porque sí, estoy que ardo, y ya estoy imaginando cositas nuevas para probar.

¡Qué caliente estoy!
¡Madre mía, qué locura de noche!
Todavía me tiemblan las piernas de solo recordarlo. Todo empezó como un juego, una de esas cosas que no planeas, pero que, cuando pasan, te das cuenta de que salió todo perfecto. Edu y yo estábamos en casa, medio aburridos, mirando el móvil, cuando de repente nos metimos a curiosear en Poringa. Ahí estaba, un seguidor que decía vivir cerca de casa. Sus mensajes eran puro fuego, fotos calientes, pero nada de privados, todo a la vista. No sé qué nos dio, pero entre risas y miradas cómplices, Edu y yo nos miramos y dijimos:
"¿Y si lo invitamos?".
Le escribimos, medio en broma, medio serios, y le pusimos una condición:
"Si quieres, ven ya, ahora mismo".

Mientras tanto empezamos a jugar

Pensábamos que iba a dudar, que se lo pensaría, pero no pasaron ni diez minutos cuando el timbre sonó. ¡El tío estaba en la puerta!

Mientras lo esperábamos, la cosa ya se había puesto caliente entre Edu y yo. No pude contenerme, me subí encima de él en el sofá, y en un momento ya me había follado hasta dejarme el coño lleno de su leche. Estaba en esa nube de placer, con las piernas abiertas, todavía jadeando, cuando escuchamos el timbre.
Abrimos la puerta, y ahí estaba el chico, con cara de no creerse lo que veía. Yo, desnuda en el sofá, con las piernas abiertas, el coño brillante y goteando, lo miré y le solté sin pensarlo:
"Métela ya".


No sé si fue la adrenalina o qué, pero el chico no se lo pensó dos veces. Se acercó, se bajó los pantalones, y en menos de un minuto de meterla, ya se estaba corriendo dentro de mí. Sentí cómo su leche se mezclaba con la de Edu, una explosión que me hizo gemir como loca.
¡Mi coño estaba detonado, lleno, desbordando de pura calentura!

Pero ya sabéis cómo soy, insaciable. Quería más, mucho más. Mientras el chico intentaba recuperarse, saqué mi vibrador y empecé a jugar con él, metiéndolo despacito mientras Edu me comía el culo y me apretaba las tetas tan fuerte que mis pezones estaban duros como piedras. Sentía sus dedos explorando mi culo, y yo solo podía gemir y pedir más.




Quince minutos después, el chico ya estaba listo otra vez, y esta vez no fue solo él. Edu y él se pusieron de acuerdo sin decir nada, y los dos juntos me dieron duro. Dos pollas abriéndome el coño, entrando y saliendo, rompiéndome de placer. No sé cómo explicarlo, pero sentía que me partían en dos, y me encantaba. Cuando se corrieron, los dos a la vez, fue como si mi cuerpo no pudiera contener tanto. La leche me desbordaba, chorreaba por mis piernas, y yo estaba en el cielo, temblando de éxtasis.

Todo duró menos de dos horas, pero qué dos horas. Fue puro fuego, una locura que no planeamos y que salió perfecta. El chico se fue, y Edu y yo nos metimos en la bañera con una copa de vino, unas velitas, y nos pusimos a hablar de lo loco y furtivo que había sido todo. Reíamos, nos mirábamos, y yo ya estaba pensando en qué más podríamos hacer.
Porque sí, estoy que ardo, y ya estoy imaginando cositas nuevas para probar.

¡Qué caliente estoy!
13 comentarios - Me llenaron de leche un Poringuero y mi marido